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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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132 Chs

Capítulo 41: Enfrentamiento

Nadie respondía dentro de la casa.

Miro a los guardaespaldas, ellos sabían muy bien lo que quería decir con aquella mirada.

En un minuto la puerta ya estaba en el suelo, Seong-Jin entró a la casa con los puños cerrados.

Nada mas entrar vio a la Kuyng Shin sentada en el sofá con una copa de vino parecía que ya lo estaba esperando.

—Oh... no sabía que te gustaba derivar puertas—dijo creyéndose superior.

—Yo tampoco sabía que te gustaba ver a tú hija en la cárcel—dijo mientras se acercaba a ella.

Cuando Kuyng Shin se dió cuenta de que había sido capaz de sacarla de la cárcel se asustó un poco.

—No se de que me hablas.

—Ni debería haberme tomado la molestia de haber venido, podría haber traído incluso a una mucama para que solucionará esto...

—¡Maldito bastardo, quien te crees que soy, si quisiera podría meterte en la cárcel a ti también!—empezo a alterarse Kuyng.

Seong-Jin no pudo evitar reir un poco al escuchar aquello.

—Señora, debería haber averiguado al menos con que persona casó a su hija. Solo se tomo la molestia de buscar a una familia con dinero, pero me parece que ni siquiera sabe el apellido de mi familia ¿no es así?

Enseguida Seong-Jin cambió completamente su mirada, pasó de tener una mirada calmada a una capaz de hacer temblar incluso a un demonio.

—¿A-apellido?

—Digame, ¿conoce a la familia Jin?

Cuando Kuyng Shin escuchó aquél apellido soltó su copa y retrocedió unos pasos, si realmente aquél hombre decía la verdad se podría considerar que estaba muerta.

—Jaja estupideces—le temblaba la voz.

—Señora me da igual si me cree o no. Solo vengo a avisarle, si se atreve a acercarse a mi esposa sera lo último que podrá hacer en este país—se giró para marcharse.

Kuyng Shin estaba estupefacta, no sabía si aquél hombre le decía la verdad, prefirió arriesgarse y no callarse pero antes de que pudiera hablar él se adelantó.

—Se me olvidaba, dígale a su compañero que no se preocupe en regresar a su empresa...

—C-cómo—todo su cuerpo comenzó a temblar.

"¿Realmente es de la familia Jin?, como sabe con quién trabajo. ¡Qué le a hecho a la empresa!"

Seong-Jin sonrió al ver la expresión de Kuyng Shin, era tan divertido ver a esa mujer arrogante paralizada de esa manera.

—¡Tú, quieto!—dijo furiosa.

—¿Quiere humillarse más?—preguntó serio.

—Demuestrame que realmente eres de la familia Jin.

—Oh... si tanto insiste, le diré solo que uno de estos guardaespaldas tiene un salario mensual más alto que el de usted en toda su vida. Creo que también debería ir a revisar la empresa de su "amigo". Ahora debo retirarme.

Kuyng Shin estaba asustada, "solo un guardaespaldas"

Nada más ver a Seong-Jin salir de la casa se apresuró a llamar a su actual pareja.

—¡Soo! dónde estás.

—...

—Contesta—asustada.

—L-la empresa a... sido completamente destruida por una orden del gobierno.

Kuyng Shin soltó el teléfono al escuchar aquello, tuvo que sentarse en el sofá al sentir un mareo, no lo podía creer.

***

Seong-Jin estaba en su auto silbando, iba otra vez de vuelta a su casa.

También estaba un poco molesto de haberse encargado de algo tan simple para él.

Le resultó muy fácil mandar a que destruyeran completamente aquella gran empresa.

Solo una llamada y listo, había ordenado que le quemaran entera, no quería que quedaran ni las cenizas.

Un rato después llegó a la mansión, salió del auto y recibió una llamada.

—Joven amo, ¿a resuelto ya el problema?—preguntó curioso su asistente.

—Sí.

—Podría haberme enviado a mi si era algo tan simple, no debería tomarse la molestia de ir personalmente.

—No es de tu incumbencia—comentó serio.

—Disculpe.

Seong-Jin colgó la llamada y entró a la mansión.

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