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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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132 Chs

Capítulo 40: Duerme conmigo

Eran las 3 de la mañana.

Sun hee estaba durmiendo cómodamente, pero otra vez la misma pesadilla la volvió a atormentar. Se levantó de la cama muy asustada y sin querer golpeó una lámpara costosa, aquél molesto ruido se escuchó fuertemente. Su rostro se puso pálido al verla rota en diminutos trozos.

Enseguida empezó a recoger los cristales de la lámpara pero alguien se escuchó desde la puerta.

—Te vas a cortar—dijo Seong-Jin apoyado en el marco de la puerta.

—Losiento, no quería...

—Es sólo una lámpara, no tienes porque reaccionar así. Pero dime, ¿qué haces despierta a esta hora?—preguntó serio.

—Oh... nada solo una simple pesadilla—intentaba ocultar el miedo que tenía por aquélla pesadilla.

Seong-Jin se quedó mirándola detalladamente, su postura, su mirada.

—Duerme conmigo, supongo que así te sentirás mejor—dijo elevando un poco los hombros.

—Q-qué, no es necesario—estaba avergonzada.

Seong-Jin se giró y hizo cómo qué se iva.

—¿Segura?—mostro una pequeña sonrisa.

Sun hee realmente no quería estar sola, asintió varías veces con la cabeza para decirle que sí quería ir, como si fuera una niña pequeña y se levantó despacio para poder seguir a su esposo hasta el dormitorio.

Entraron a aquella oscura habitación, pero esta vez Sun hee sentía el espacio mas agradable.

Seong-Jin se tumbó rápidamente en un lado de la cama mientras que Sun hee avergonzada se tumbó en el otro lado.

Su esposo quería volver a ver aquél rostro sonrojado de su esposa así que poco a poco fue acercando su cuerpo musculoso al de ella.

Ella reaccionó rápido y comenzó a empujarle, no estaba de humor para luchar con él ahora.

—Porfavor, para...—dijo con una voz débil.

Se giró hacia el otro lado dándole la espalda a su esposo.

Él estaba sorprendido, solo se alejó un poco y decidió descansar él también.

***

Seong-Jin se levantó muy temprano en la mañana por notar algo frío en su espalda, giro su cabeza lentamente y vio a su esposa agarrada a su camisa, tenía todo el rostro lleno de lágrimas y había empapado su camisa.

—Mamá...—dijo con la voz débil mientras soñaba.

Enseguida el rostro de Seong-Jin se oscureció, se levantó despacio y tapó a su esposa.

Aquélla mujer sería la última vez que molestara a su esposa.

Se puso un traje negro y dejo a su esposa tumbada en la cama.

Salió de la habitación para poder ir a coger su auto, todos estaban durmiendo todavía no había salido el sol.

Subió en su Lykan HiperSport, llamo a uno de sus asistentes disponibles y ordenó que mandarán a todos los guardaespaldas que estuvieran despiertos en ese momento a la mansión Shin.

Si esa mujer quería problemas haría que todo el país cayera encima de ella.

Arruinaría su carrera si era necesario incluso la sacaría del país.

Se atrevieron a culpar a alguien que estaba relacionado con él.

Sin pensarlo dos veces comenzó a acelerar, toda la sangre le hervía por dentro. Se metió en una carretera oscura y vacía, ningún coche pasaba por allí.

Si el mayordomo Min ho hubiera estado allí entraría en pánico y le suplicaría que diese media vuelta.

Un rato después llego a una pequeña mansión, pensar que su esposa tuvo que vivir con una mujer capaz de meterla en la cárcel hacía que aumentará su enojo.

Fuera había esperando muchas filas de guardaespaldas, todos de negro, altos y musculosos...

Quería ver a Kuyng Shin temblar, rogar, suplicar que le perdonase su vida.

Se acercó con pasos firmes a la entrada, los guardias de la mansión ni siquiera intentaron detenerlo, estaban paralizados al ver aquella cantidad incontable de guardaespaldas.

Llamó a la puerta con fuertes golpes incluso parecía que quería derivarla.