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Capítulo 2: Familia Tepes

Después de que Ho Tinh se llevó a rastras a Shea, me dirigió hacia la biblioteca, donde se encontraba mi tutor. Al abrir la pesada puerta de madera, me sorprendió ver a cinco personas esperándome.

"—Buenas, Lord Azazel; Lady Eleanor; señorita Tia; señorita Nymeria; y, disculpe señor por no conocer su nombre, pero también va dirigido el saludo a usted."

En la amplia biblioteca, divisé a mi padre, Azazel Von Tepes, sentado tras su imponente escritorio. Junto a él, mi madre, Eleanor Rosette, elegante en un vestido rosa pálido. Detrás de ella, las figuras de Tia y Nymeria Frostwind, cada una con su presencia única. Y detrás de mi padre, un hombre con armadura negra y una máscara que no reconocía.

Mi padre lucía una máscara de diseño intrincado, complementando su atuendo negro adornado con detalles en rojo y una capa oscura que ondeaba con cada gesto. Las sirvientas, Tia y Nymeria, permanecían en silencio junto a mi madre, vestidas con modestia pero con una aura de elegancia que no pasaba desapercibida. El invitado desconocido, con su máscara y armadura, emitía una presencia que me hacía preguntarme sobre su papel en todo esto.

La atmósfera en la biblioteca era formal, pero un leve aire de tensión flotaba entre nosotros. Mantuve la compostura recordando las palabras de Shea y me concentré en comportarme con respeto y calma.

"—Vlad, qué alegría verte aquí", dijo mi madre con una mezcla de alivio y reproche en su mirada.

"—Sí, Vlad, bienvenido", añadió Lord Azazel, su voz profunda resonando en el ambiente, mientras hacía un gesto de bienvenida con la mano.

"—Un placer conocerte, joven Vlad", mencionó el invitado desconocido con cortesía, mientras Tia y Nymeria asentían en silencio.

"—Gracias a todos por recibirme", respondí, tratando de mantener mi voz firme y segura.

"—Antes de comenzar, Vlad, permíteme presentarte a este caballero. Gareth Long Tepes es maestro de la segunda casa de Tepes y mi mano derecha", anunció mi padre.

"—Mucho gusto en conocerte, joven Vlad", dijo Gareth con una sonrisa amistosa.

"—Es un placer, Sir Gareth", respondí con seriedad, volviendo mi atención hacia mi padre y preguntando: "—¿Segunda casa?"

"—Eso lo aprenderás más adelante. Primero, quiero presentarte a tus maestros", respondió mi padre con solemnidad.

"—¿Maestros?" La sorpresa se reflejó claramente en mi rostro. No había esperado tener más de un instructor.

"—Sí, maestros", continuó mi padre con calma. "—Tu maestra de magia y pociones será tu madre, Eleanor. Nymeria te enseñará etiqueta y arquería. Gareth será tu maestro en combate con armas. Tia te instruirá en combate cuerpo a cuerpo y baile. Y yo mismo te enseñaré historia, cultura, economía y política."

Me sorprendió la revelación de que tendría varios maestros, todos ellos miembros de mi propia familia.

Al día siguiente, mi padre y yo nos dirigimos a la iglesia para registrarme y obtener un reloj ID. Este dispositivo, similar a un teléfono inteligente básico, me permitiría identificarme y acceder a información esencial. La iglesia era majestuosa, con sus altas columnas y vitrales que dispersaban la luz del sol, creando un juego de colores sobre las estatuas de los dioses. Mientras caminaba por el pasillo central, una mezcla de nerviosismo y anticipación me invadía.

El sacerdote nos recibió con una cálida sonrisa, explicándonos con paciencia cómo usar el reloj ID y todas sus funciones. Al principio, la sensación del dispositivo en mi muñeca fue extraña, pero pronto me acostumbré a su presencia reconfortante.

Durante el mes siguiente, mi padre fue mi único instructor, sumergiéndome en la historia fascinante de nuestra familia y su cultura arraigada. Descubrí que los Tepes fueron una de las cinco familias fundadoras del Imperio Caeli, distinguiéndose como los primeros caballeros oscuros del imperio. Sin embargo, un ancestro nuestro decidió que los Tepes debían ser guerreros en lugar de nobles políticos, renunciando así al título de nobleza y regresando a ser una familia de caballeros. Con el tiempo, nos asentamos en la montaña conocida como Tártaro.

Con la ayuda de las dríades, nuestra familia se estableció en la erosión conocida como el Purgatorio en la montaña Tártaro. Bajo nuestra protección, diversas razas se congregaron y floreció una ciudad dentro de esa erosión, conocida como Transilvania.

Cada historia compartida por mi padre revelaba nuevos aspectos de nuestro legado. Originariamente éramos humanos, pero el primer ancestro se enamoró de una dríada, alterando así nuestra raza. Además de los humanos, nuestra familia está compuesta por dríadas, enanos y semi-humanos. Este linaje nos otorgó habilidades únicas: los ojos mágicos de las dríadas, la habilidad de forjar de los enanos y la resistencia inherente de los semi-humanos.

Con la curiosidad creciendo en mí, le pregunté a mi padre sobre estas habilidades. "—La única habilidad que no aprenderás es la de las dríadas", aclaró. "—Sobre los enanos, aprenderás cómo crear y forjar, y la resistencia se refleja en las estadísticas físicas. A tu edad, tendrías una resistencia de aproximadamente 15". Al terminar su explicación, no quedaron dudas en mi mente. "—Señor, ¿cómo activo los ojos mágicos?" Con una sonrisa, él respondió: "—Se activarán cuando cumplas diez años".

Además de la historia y la cultura, mi padre también me instruyó en las leyes y la economía familiar. Aprendí que nuestra familia se divide en cinco casas principales y cinco secundarias. Las casas principales, como Von Tepes y Long Tepes, compiten en un torneo entre los hijos para elegir a un patriarca. Este sistema ha perdurado a través de generaciones, con diferentes patriarcas y matriarcas. Las casas secundarias consisten en individuos extraordinarios adoptados por la familia, quienes tienen voz en las leyes familiares aunque no participan en el torneo.

"—Señor, ¿qué hay sobre las máscaras que usted y Gareth utilizan?" Aún tenía dudas sobre las máscaras que llevaban puestas.

Mi padre me contó la historia del último duque de la familia Tepes y la razón por la cual decidieron convertirse en caballeros y mudarse a Tártaro.

Asura As Tepes, a los 15 años, detuvo una horda de monstruos que aterrorizaba el este de su territorio. Durante la batalla, sufrió una quemadura en la parte superior de su rostro que infundía miedo y repulsión. Para ocultar esta marca, forjó una máscara que nunca más se quitó. En uno de los pueblos de su territorio, conoció a una hermosa señorita y nació un amor profundo. Antes de poder pedirle matrimonio, fue convocado a la capital real bajo falsos pretextos para ser alejado de su tierra.

En ese momento, otra horda de monstruos devastó el territorio de los Tepes, pero los demás nobles le negaron el retorno. En una asamblea real, Asura renunció al título noble declarando: "—La familia Tepes sirve al pueblo, no a los caprichos de los nobles. Retiren nuestro título ducal porque dejamos la capital para defender nuestro territorio". Con pesar, el emperador lo dejó partir y, con las otras familias fundadoras, crearon nuevas leyes para los Tepes.

Asura y su familia abandonaron la capital y regresaron a su territorio devastado, donde descubrieron que parte de él había sido destruido y su amada había muerto. Lleno de ira, lideró la erradicación de la horda de monstruos, solo para descubrir más tarde que había sido una conspiración de nobles envidiosos. Enfurecido, destruyó la casa noble responsable, lo que le valió el destierro del Imperio. A pesar de esto, la familia Tepes, fiel a su patriarca, se retiró a las montañas donde había comenzado la invasión monstruosa.

"—Entonces, desde ese momento nuestra familia usa la máscara", afirmé, mostrando curiosidad sobre esta tradición.

"—No del todo. También tiene que ver con los ojos mágicos y una tradición ancestral de matrimonio", respondió mi padre, insinuando que había más detrás de esa historia, pero que no era el momento para profundizar.

Quise indagar más, pero su expresión me hizo desistir.

"—Cambiando de tema, señor, ¿de dónde viene el apellido Tepes?" pregunté, intentando cambiar el enfoque de la conversación.

Mi padre me explicó que nuestro primer ancestro presenció a la dríada en un campo de rosas, donde ella empalaba a criaturas para absorber su vitalidad. Así es como el apellido Tepes surgió, con "empalar" tomando un significado transformado a "Tepes" en lenguaje espiritual.