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La villana se enamoro del hombre viudo con dos hijos

Ideealaria reencarnó en un juego otome. Recobró sus memorias justo cuando estaba a punto de ser desterrada. Con un poco de suerte logra ganar tiempo para ganarse el favor del Rey y pedirle de último deseo que le deje terminar la academia con el fin de obtener su certificación. Aprendiendo lo más que puede, evitando las banderas de muerte y recolectando recursos para vivir bien su nueva vida como plebeyo. Pensó -¡Bien! Ahora que obtuve mi diploma encontrar trabajo no será tan difícil. Abandonando todo y con su antigua mentalidad de otaku moderna, decide irse a vivir lejos en el territorio norte, el cual no solo queda realmente retirado de la capital, sino que, también es un lugar sumamente extraño en donde conviven pacíficamente los humanos como ella y la gente bestia. Es solo una vez que está ahí que se da cuenta de un detalle. No hay ningún profesor en la escuela a la que piensa puede ingresar a trabajar. ¿Por qué es esto?. -¡¿Qué?! ¿Quieren que yo sea la nueva maestra? En la escuela existes dos pequeños muy adorables e inteligentes que han captado su atención, lastimosamente vienen siempre muy desarreglados al colegio lo cual le preocupa demasiado y a la vez provocó que pusiera sus manos en el asunto. No podía soportar ver a los dos pequeños en tan malas condiciones siendo que tenían un adulto que podía hacerse responsable. -Hablaré con su padre de esto. El hombre es viudo y no sabe cocinar, limpiar y atender a sus dos lindos niños. -Eres un inútil como padre, yo te enseñaré cómo hacer estas cosas. -Proclamó al encontrarse con él, mas su reacción fue tan inesperada que la avergonzó-. ¿Eh? ¿Por qué te sonrojas cuando me ves? Hmm... ¿Acaso los dos angelitos insinuaron delante de su padre que yo sería una mamá ideal? -Y, ¿por qué mi corazón late tanto y tan rápido junto a él? __________ Créditos: -Autora pandamam. -Edición Alinascherry. -portada Alinascherry

pandamam_2 · Fantasy
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15 Chs

Capítulo siete.

Una vez terminado el desayuno, me fui directo a clase. Aunque no puedo dejar de sentirme culpable por haber engañado a Pamela. Cuando me sirvió el desayuno con su hermana, le brillaban los ojos. Era como si me dijera con sus expresiones "Mira, ¡te serviremos súper bien! ¡Somos las mejores!".

Suspiro.

Aunque en ese momento lo oculté bien, en verdad siento la conciencia sucia por mentirle de esa forma a una niña tan pura. Antes de que me valla tendré que cumplir mi promesa y le enviaré una carta a Sir Andrut, el mayordomo de mi padre, para que las deje trabajando como educadoras de las mucamas recién llegadas.

Mientras pienso en ello, escucho que las campanas están sonando para avisar el receso del almuerzo que empieza a las 13:00 horas. Generalmente siempre me apartaba y comía en mi cuarto privado, pero, si quiero aprender cómo come la gente común, tendré que ir a ilustrarme en el comedor, donde comen los plebeyos auspiciados por nobles, los nobles de rango bajo y los comerciantes sin título.

Cuando estaba realizando la fila para la comida, vi a una señora gordita y de piel morena con un delantal blanco y un gorro para el cabello sirviendo los alimentos con su cucharón de madera. Se notaba feliz realizando su trabajo y a cada estudiante les decía algo como: "Disfruta tu comida", "Come despacio" o "Buen provecho". Y ellos les respondían: "Gracias, señora Olga".

Finalmente fue mi turno para elegir, pero la verdad no tengo idea de qué escoger. Por lo general siempre me traen alimentos deliciosos y elegidos estrictamente para tener una dieta saludable, pero nunca había tenido la oportunidad de ver variadas comidas para escoger, así que realmente no sé qué elegir.

—¿Qué debo elegir? Ni siquiera sé que sea la mitad de la comida, ¿eso es carne u otra cosa? —Balbuceo dudosa lo suficientemente bajo como para que nadie me escuche.

—Niña, si dudas tanto, la comida se enfriará y los demás no podrán elegir. —Me dijo la señora con un tono animado.

—Perdón, pero es que no sé qué comer. —Me disculpé avergonzada.

—Oh, ¿eres nueva? No te había visto nunca por aquí. —Comentó de pronto haciéndome —. Pero, si eres una aristócrata de alto rango, será mejor que le pidas ayuda a tu sirviente.

—No, no soy nueva —sus últimas palabras me exaltan un poco y la rectifico mientras busco una excusa en mi mente—. Tampoco soy de un rango alto. —Miento sin saber qué más decir.

—¿En serio? —dice incrédula— pues no lo parece por tus ropas.

nota de la autora: se publica primero en Wattpad