webnovel

La villana se enamoro del hombre viudo con dos hijos

Ideealaria reencarnó en un juego otome. Recobró sus memorias justo cuando estaba a punto de ser desterrada. Con un poco de suerte logra ganar tiempo para ganarse el favor del Rey y pedirle de último deseo que le deje terminar la academia con el fin de obtener su certificación. Aprendiendo lo más que puede, evitando las banderas de muerte y recolectando recursos para vivir bien su nueva vida como plebeyo. Pensó -¡Bien! Ahora que obtuve mi diploma encontrar trabajo no será tan difícil. Abandonando todo y con su antigua mentalidad de otaku moderna, decide irse a vivir lejos en el territorio norte, el cual no solo queda realmente retirado de la capital, sino que, también es un lugar sumamente extraño en donde conviven pacíficamente los humanos como ella y la gente bestia. Es solo una vez que está ahí que se da cuenta de un detalle. No hay ningún profesor en la escuela a la que piensa puede ingresar a trabajar. ¿Por qué es esto?. -¡¿Qué?! ¿Quieren que yo sea la nueva maestra? En la escuela existes dos pequeños muy adorables e inteligentes que han captado su atención, lastimosamente vienen siempre muy desarreglados al colegio lo cual le preocupa demasiado y a la vez provocó que pusiera sus manos en el asunto. No podía soportar ver a los dos pequeños en tan malas condiciones siendo que tenían un adulto que podía hacerse responsable. -Hablaré con su padre de esto. El hombre es viudo y no sabe cocinar, limpiar y atender a sus dos lindos niños. -Eres un inútil como padre, yo te enseñaré cómo hacer estas cosas. -Proclamó al encontrarse con él, mas su reacción fue tan inesperada que la avergonzó-. ¿Eh? ¿Por qué te sonrojas cuando me ves? Hmm... ¿Acaso los dos angelitos insinuaron delante de su padre que yo sería una mamá ideal? -Y, ¿por qué mi corazón late tanto y tan rápido junto a él? __________ Créditos: -Autora pandamam. -Edición Alinascherry. -portada Alinascherry

pandamam_2 · Fantasy
Not enough ratings
15 Chs

Capítulo ocho.

Σ(・口・)¡Es cierto, mis ropas! ¡Oh no! Si me descubren comiendo aquí, traeré deshonor a mi padre y todavía no estoy preparada por si se enteran y me impiden el huir. Será mejor mentir. Además, podría dar una buena excusa y así también pueda convencerla de que me enseñe a cocinar, tengo que hacerlo bien.

—Estas ropas son un regalo de mi madre. Como su única hija, me quiso dar un gran regalo por mi cumpleaños y porque no he podido verla hace mucho. Tampoco tengo un sirviente, era mi hermano mayor quien me llevaba de comer, por eso no me ha visto antes, pero ahora está enfermo y volvió a casa. ¿Sabe? Siempre he sido muy protegida por mi familia. —Miento mostrando una fachada acorde a lo que relato, siendo bastante convincente—. ¡Oh, pero todo se ve tan delicioso! Es por esa razón que no sé qué elegir. —Elogio los platos frente a mí intentando desviar su atención.

Al parecer funciona, ya que la mujer dejó de mirarme con sospecha y entre sonrisas me atendió igual de cálida que a los demás estudiantes.

—Vaya, ¡qué chica tan educada! Bien, yo te recomendaré la especialidad del día: Zapallo relleno de pino con queso derretido encima y lo acompañaré con papas fritas y ensalada de pepino. Veamos, de postre te daré el flan de vainilla cubierto con caramelo. —Miró cada cosa que estaba nombrando y luego me miró como si buscase mi aprobación.

Pero justo cuando la mujer estaba por pasarme la comida, llegó otra exactamente igual. ¿Estaré viendo doble? No, espera. Si me fijo bien, esta mujer es un poco mas delgada y sostiene una cacerola. Parece que viene a renovar los alimentos que se han acabado.

—Olga, ¿quieres dejar de hablar? En verdad no puedo creer que seas tan conversadora. ¡Mira has detenido la fila por conversar con esta joven dama!

—¡Oh, cállate, Hilda! ¿No ves que la niña me pidió que le eligiera una buena comida? —Ignoró el reclamo de su, al parecer, hermana gemela y añadió lo último mirando con orgullo el plato que me deseaba pasar.

—Pero, Olga, eso tiene demasiadas calorías. Con esas papas y ese flan con tanto caramelo vas a hacer que la joven sea tan gorda como tú. —Regañó tajantemente.

—Cállate Hilda, lo importante es disfrutar la vida.

—¡¿De qué vida hablas si la vas a matar con tantas calorías?!

—(^^; )Hmm... tal parece que, si no me meto en esta pelea, no terminarán nunca. —Pienso para mis adentros con incomodidad—. Este, disculpe. —Llamo, pero ambas me miran—. Sí le parece bien, me gustaría probar el zapallo relleno* acompañado con la ensalada y ¿podría usted, señora Hilda, elegir el postre para mí?

A penas dirigí mi mirada a la señora Hilda, esta me miró con ojos relucientes.

—Oh, pero ¡qué inteligente! Elegirás lo que mi hermana te dio, pero sin los alimentos con exceso de calorías, que serían las papas y lo dulce y me harás elegir el postre a mi para no pelear, ¿qué dices, Olga? —Cuestionó codeando a su hermana, esperando su opinión.

—Pues es bastante inteligente, pero será mejor que te apures en elegir. —Respondió mirando a otro lado con menos emoción que antes.

—Bien, te elegiré de postre un plato de fruta picada que es delicioso y muy sano.

Miró la sección de postres unos segundos dubitativa, pero pronto tomó uno en sus manos y lo extendió hacia mí para que lo aceptara.

—Señoras Hilda, Olga, muchas gracias. —Antes de irme a buscar un asiento para degustar mi almuerzo, me detuve e hice como si hubiese recordado algo—. Oh, también quería saber, ¿podría pedirles un favor?

—¿Un favor? —Preguntaron ambas lo mismo al unísono, pero con expresiones ligeramente distintas.

—Claro, pero tendrá que ser después del almuerzo si quieres hablar con nosotras con clama y dependiendo del favor haremos lo posible. —Respondió la señora Hilda, después de vacilar un segundo.

—Bien, muchas gracias a ambas.

—A ti, y ten buen provecho, niña.

—Gracias, señora Olga. Hasta luego. —Me alejé despidiéndome de ellas mientras les agradecía por ofrecerse a escucharme.