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Un día de mierda

La llegada de su abuelo y tío Julius, era como la llegada de un comando de las fuerzas especiales, ellos solos se bastaban para matar y mantener a raya a los goblins o eso pensaba Bastian, pero ese día de mierda había decidido no dejar de fastidiarle.

Bastian salió de entre las ramas y se refugió, aún llegaban disparos de los goblins desperdigados por el bosque, se habían atrincherado en la maleza, el combate se alargaba.

El efecto de los inhibidores se terminó, el mana volvía a fluir libremente en sus núcleos y en sus canales de mana, pero no podía actuar libremente, el chamán no había usado magia de vida así que no podía confundir a los detectores del dron, además de que el chamán estaba muerto y nada justificaría un intercambio mágico ahora.

El tiroteo se recrudeció, eran tres humanos contra un par de docenas de goblins, pero esos hijos de puta habían pedido traído refuerzos, más y más disparos desde múltiples direcciones, por los menos otros veinte goblins más se estaban uniendo al combate, sin embargo, se notaba que las armas que usaban ya no eran las de los guardias del Inspector, eran menos potentes, menos precisas, seguramente eran las armas que la tribu había acumulado durante años de vagar por la zona salvaje.

Otra bola de fuego atravesó el bosque en la dirección de los tres humanos, había un segundo chamán... eso era todo lo que necesitaba Bastian para comenzar. Las cuchillas de aire creadas con su propio mana salieron en todas direcciones hacia los goblins que disparaban del otro lado, varios murieron, otros heridos fueron presa fácil para la puntería de tío Julius, y unos pocos se agacharon o se cubrieron.

Bastian y su abuelo habían saltado cada uno a las copas de sus respectivos árboles, y de esta a la del siguiente mientras comenzaban a disparar desde arriba a los goblins que se escondían o se refugiaban tras las piedras y árboles por si nuevas cuchillas de aire llegaban, sin embargo, ni el muchacho ni el abuelo veían al chamán por ninguna parte.

Un golpe de rayo alcanzó a su abuelo en pleno salto, por suerte su barrera de Qi le libró de gran parte del daño, aunque no evito que cayese al suelo, sería presa fácil de las balas si Bastian no hacía nada. Mordió la cápsula roja, era una mierda, odiaba el sabor a azufre de las cápsulas de mana de fuego, si sus genes no hubiesen sido compatibles con ese tipo de mana, aunque ese núcleo se lo extirparon cuando solo tenía tres meses hubiera muerto calcinado por dentro. Una oleada de mana de fuego recorrió su cuerpo, aunque no encontró ningún núcleo donde instalarse, solo podría contenerlo dentro unos segundos más, la bola de fuego se formó en su mano y se la lanzó hacia el grupo de goblins más cercano al abuelo.

Este desde el suelo ya estaba respondiendo con su revolver de Qi y su recortada de dos cañones, varios goblins quedaron hechos trizas, el tío Julius también se encargó de otro par de goblins que se asomaban.

El muchacho se tragó otra cápsula amarilla, que sabía a pies, una poderosa cadena de rayos lanzó a los goblins que quedaban en los alrededores a volar entre espasmos, su abuelo disparaba y remataba casi como si estuviese en una práctica de tiro al plato.

Un cántico se escuchó desde una zona cercana del bosque, era una maldición, una maldita maldición de magia de muerte, sin embargo, ese chamán era idiota, había levantado a sus propios compañeros caídos como muertos vivientes, el problema es que los zombis necesitaban mucho más que una maldición para ser controlados, y este tipo parecía que no tenía ni idea de lo que hacía, los goblins muertos se levantaron para comenzar a atacar a aquellos que tenían más cerca, y en este caso eran sus propios compañeros.

Con el caos de la batalla entre los propios goblins, el abuelo, Julius y Bastian lo tuvieron fácil para ir matando a todos los que se ponían a tiro. Se escucharon gritos y un fogonazo de fuego, parecía que el propio chamán se había metido en problemas.

Con un gesto el chico le indicó al abuelo que se iba a por el segundo chamán, entre el abuelo y el tío eran más que suficientes para acabar con una horda de Zombis descerebrados y goblins heridos y asustados.

El conjuro de fuego se había lanzado a unos cincuenta metros. Cada vez que el chico saltaba, usaba el control de Qi para propulsarse y agarrarse al siguiente árbol, con su velocidad y potencia cubrió la distancia en poco tiempo.

Usando su propio mana de viento, las cuchillas cortaban y mataban a los zombis y goblins que había entre los árboles. Para cuando saltó encima del Chamán, este acaba de disparar a quemarropa contra un par de goblins zombificados que le acosaban.

Bastian golpeó con todas sus fuerzas y su qi la espalda del chamán goblin, pero para su sorpresa la barrera de Qi de ese goblin era casi tan espesa como la de su abuelo. El chico solo necesitó un instante para reconocer el arma que llevaba el goblin simplemente por la inconfundible culata labrada, era la escopeta con lanzagranadas de Jacob.

El goblin se giraba a toda velocidad para dispararle, mientras que el chico concentraba todo su poco mana metálico en el arma. Era un mana de un núcleo secundario, un tipo de núcleo que se creía perdido hace mucho tiempo en la humanidad, pero con el uso constante de inhibidores apenas había podido desarrollarse. Mientras hacía eso, Bastian intentó concentrar una barrera de Qi tan gruesa como podía delante de él. Podía resistir un disparo, incluso a esa distancia, pero una granada era otra cosa, sin pensarlo más, la boca del cañón del lanzagranadas se estrechó unos centímetros.

El goblin lamentablemente no había pulsado el gatillo de la escopeta.

"Mierda..."

La explosión siguiente reventó hacia el goblin chamán reventándolo en el sitio, pero también chocó con la barrera de Qi de Bastian, su cuerpo salió despedido partiendo con el impacto un árbol cercano.

Realmente ese estaba siendo un verdadero día de mierda.