webnovel

Shit happens

La mierda ocurre, era una regla de oro, no siempre las cosas salían bien. Ese día no era diferente a otro cualquiera, fuera de la zona de seguridad, peligro, caza, y suerte eran los ingredientes de cualquier día en el bosque.

Nada había sido un día extraño, había seguido las huellas de una de las manadas de lobos blancos que sabía que estaban activas, eran adultos con dos años de vida, se podía decir que los había visto crecer, y ahora que ya tenían valor en el mercado solo tenía que deshacerse de los machos y asustar a las hembras para que huyesen.

Para hacer negocios había que ser inteligente, si matabas a toda la manada después ya no tendrías nada que cazar, ni hembras ni cachorros, nada de acercarse a las loberas, eso era una regla de oro. Mantener el equilibrio en el ecosistema, no esquilmarlo o eso decía el abuelo.

Pero la mierda ocurre, y ahora estaba herido y corriendo, el efecto de los inhibidores aún durarían media hora más, mierda no tenía media hora.

El suelo estalló bajo sus pies, literalmente se rompió en mil pedazos, haciéndole caer y golpearse contra un tronco. Fractura de muñeca... mierda justo en ese momento... El rifle ya no era una opción, necesitaba los dos brazos para poder usarlo.

Bastian miró al cielo, si al menos esos drones de control no estuvieran allí arriba, sabía que estaban, y que tras el estallido del suelo toda la situación sería investigada, demasiada magia en el ambiente, no podía arriesgarse, aunque le quedaban siete cápsulas no podría justificar ante los inspectores el uso de ninguna de ellas.

Si no seguía huyendo, el problema sería mayor, no podía enfrentarse a treinta monstruos armados, ¿de dónde coño habían salido? Conocía ese bosque como la palma de su mano, esa tribu no pertenecía a la zona, no quedaba una sola tribu en su zona, el abuelo se había asegurado hace mucho tiempo de ello.

Eran errantes, mierda, justo ese día tenía que encontrarse con una tribu de errantes, malditos carroñeros, se habían escondido hasta que los lobos blancos fueron abatidos por su rifle y él se había acercado a recuperar sus presas.

Odiaba los goblins, malditos hijos de puta resilientes, pero era el sino de la zona salvaje, no podían controlar todo lo que quedaba allí afuera. Además, esos hijos de puta tenían un chamán, era una mierda, si solo los inhibidores no estuviesen activos habría tenido alguna oportunidad.

La respiración de Bastian no estaba agitada y eso que llevaba más de una hora corriendo por el bosque, pero los goblins no aflojaron, tenían que ser una tribu grande y antigua para tener esos físicos mejorados, y tener fusiles y pistolas de Qi. Mierda, todo era una mierda.

Con su brazo izquierdo inutilizado solo podía usar un arma corta o tirar de cuchillo, pero eso era una mierda también, un suicidio, el entrar al cuerpo a cuerpo, ¿a cuántos podría matar antes de que recibiera un disparo o el chamán le lanzase alguna mierda mágica? ¿Seis, diez? Los goblins eran tres veces ese número como mínimo.

Disparó hacia atrás con su pistola mientras arrancaba de nuevo su carrera por el bosque, corre Bastian, corre, solo podía pensar en llegar al río, su única oportunidad era saltar y rezar por no ahogarse.

Cuatro disparos llegaron desde su derecha, por muy poco, los había esquivado por muy poco, esos hijos de puta intentaban rodearle. Los disparos que se producían cada ciertos momentos desde la espalda los tenía controlados, el frondoso bosque le daba la cobertura perfecta para correr en zigzag, solo esperaba que los malditos goblins hubiesen sido tan estúpidos para dividir en tres sus fuerzas.

Los disparos por la izquierda no le pillaron desprevenido, otro grupo estaba subiendo por la cresta de la montaña, Bastian sonrió, eso era más equilibrado...

Él conocía el bosque, esos bastardos no, o al menos no tan bien como él, la explosión de la bola de fuego golpeó la zona donde había estado segundos antes de saltar hacia la derecha. Su cuerpo atravesó los más de treinta metros de desnivel y distancia en el aire mientras disparaba, ahora sí, apuntando a los cuerpos de esos monstruos humanoides.

Blanco pequeño error grande, blanco grande error pequeño, o eso le decía siempre el abuelo, pese a las barreras de Qi de los goblins, Bastian no era ningún novato, su control del propio Qi era tan bueno como el de cualquier soldado del imperio, y las balas perforantes de que usaba hacían el resto del trabajo. Tres goblins cayeron al suelo con su pecho perforado.

Con ese cambio ganaba distancia con los que subían por la cresta, pero entraba de lleno en mitad de sus perseguidores que intentaban flanquearle por ese lado. No podía pararse a pensar que opción era mejor, disparó al goblin que sorprendido estaba entre unos matorrales.

La patada al que estaba más cerca le clavó la cuchilla de diez centímetros de su bota en el cráneo que se abrió por la fuerza perforante de su Qi como si fuese una sandía. En medio del giro disparó dos veces, aunque no dio a ninguno de los goblins cercanos, los frenó e hizo cobijarse detrás de los árboles.

Estaba claro esas armas no eran antiguas, eran armas reglamentarias del ejército, incluso uno llevaba el chaleco del pobre Jacob. Estos eran los hijos de puta que habían asaltado la escolta del inspector a la granja Maltus. No es que a Bastian le importase un carajo que muriese ese inspector corrupto, pero si lo sentía por los guardias, conocía a esa gente desde hacía muchos años, eran corruptos como todos, pero buena gente. El problema era que un inspector nuevo de la zona salvaje implicaba renegociar los sobornos y eso era malo para el negocio, tal y como decía su abuela.

El nuevo salto de Bastian le llevó a la copa de uno de los árboles cercano, esquivando así las balas que comenzaban a dispararse en su dirección. Uno de esos malditos goblins con cuerpo mejorado picó el anzuelo saltando al mismo tiempo a la copa del árbol, pero Bastian ya no estaba allí, había vuelto a saltar al siguiente árbol, tres balas atravesaron al goblin en pleno salto antes de que pudiera posar el pie en el árbol.

Pero la mierda parecía que perseguía a Bastian ese día, una cuchilla de aire cortó el tronco del árbol donde Bastian iba a aterrizar, era el maldito chamán. Perdió el equilibrio y pese a su agilidad y fuerza mejorada, no pudo evitar caer enredado entre las ramas del árbol. Estaba jodido, podría salir de las ramas, pero no podría evitar que lo acribillasen el resto de goblins.

Desde su posición con una gruesa rama aprisionando su cuerpo podía ver como sonriente el maldito chamán se acercaba a su posición. Joder solo tenía 17 años para morir así.

El chamán parecía estar comenzando a cantar un conjuro cuando su cabeza voló en mil pedazos. Otros dos goblins que se acercaban para poder dispararle fueron abatidos en una rápida sucesión. El tiroteo posterior fue espeluznante, pero Bastian respiró tranquilo, su abuelo y tío Julius estaban allí. La caballería había llegado al rescate.

En la zona de seguridad no se usaban silenciadores, las detonaciones de los disparos eran una señal de alarma que el eco transportaba de roca en roca a través del bosque... Había sido un día de mierda, pero uno que Bastian podría contar.