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Prólogo II

En el mundo de los sueños la reunión de los setenta precursores que quedaban estaba siendo convulsa, aunque para ellos el tiempo no discurría como para el resto de los universos o de Athair, no por ello saber que cientos de años estaban pasando fuera a cada instante que estaban allí era algo fácil de aceptar.

Cuando aceptaron y eligieron la opción de Lion, todos estaban extrañados, realmente ellos pertenecían a un futuro alternativo, uno que habían rechazado vivir hasta el final por el bien de la humanidad. De los mil setecientos precursores y solo quedaban setenta, cada vez eran menos, con cada lectura que hacía Lion de las líneas del futuro, el presente y el pasado, un grupo era enviado al mundo real, el único posible, a Athair.

Junto con los precursores, los supervivientes de su mundo, aunque se contaban por millones, eran desplazados en grupos de cientos con un precursor, o de miles en los mejores casos, colocándolos en los puntos exactos de la historia futura que necesitaban de una ayuda externa. Sin embargo, la verdad era solo algo que Lion y los jugadores originales sabían.

"¿aún no entiendo por qué secuestraste a este asesino?"

"Pues precisamente por eso, porque a diferencia de nosotros es un asesino, no siempre la humanidad va a necesitar héroes, hay veces que para lograr el objetivo hay que hacer cosas turbias..."

"Pero no podemos mandarlo tal cual... sería un problema más que una solución..."

"¿Tienes alguna idea de como usarlo, Lion?"

"Bueno, mirad este punto..."

La magia de luz de Lion represento los nudos del gran telar, todos miraban, algunos conseguían tener alguna comprensión sobre el mismo, aunque para muchos seguían siendo nudos e hilos sin sentido.

"Si no hacemos nada, este muchacho solo conseguirá dividir a la humanidad en dos, en vez de recuperar la magia para todos, solo llevará a todos a siglos de guerras entre facciones, las posibilidades si vais cualquiera de vosotros no mejoran... Pero si su alma se corrompe... si se vuelve cruel... aquí es donde este hilo mejora, es más limpio...sin grandes guerras después de que él restaure la magia..."

"¿Y no podemos ir ninguno de nosotros? La nación oculta podría ayudarle..."

"Sí, pero no sería suficiente, crearíamos otro héroe y volveríamos a fallar, ya nos ha pasado antes, y esa debilidad ahora sería su perdición... necesitará un aliciente, un empujón y Omega es la peor consciencia posible entre los que estamos aquí"

"¿pero no lo matará si se lo encuentra?"

"Ha, ha, ha, por eso no hablo de él sino de su consciencia, bueno él y data, tenemos que reintroducir a Data en la ecuación..."

"¿piensas fusionarlos? Pero como harás llegar a data al muchacho..."

"Un parásito... enviaré a este hijo de puta con data a un parásito, prepararemos las cosas para que la nación oculta lo atrape y lo dejé en bandeja para que el chico lo encuentre... eso debería debilitar la personalidad de Omega y a la vez fusionarlo con data... Dos mentes tan complejas lo pasarán mal en la mente de un ser tan simple... los dos perderán parte de sí mismos y se tendrán que reconstruir... le implantaré la propia versión de Data para garantizarnos de que todo sale bien... Traedme a ese bastardo, ha llegado el momento de jugar un poco con su mente..."

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Omega recordaba poco, solo sabía que ese bastardo de Lion lo venció y capturo con la ayuda del resto de jugadores antes de que pudiera matarlos a todos... Se había cegado tanto en el placer de la matanza que no se dio cuenta de que se había hecho demasiado notorio.

Sin embargo, no lo mataron, no lo torturaron, solo le privaron de todos los sentidos, llevaba años sin saber cuando era hoy, cuando era día, o donde estaba. Solo con su cabeza y sus pensamientos oscuros, en cuanto pudiese los mataría a todos, no por venganza, no por poder, no por dinero, por el puro placer de matarles.

Igualmente, ese día Omega sentía que había algo que no iba bien, notaba como algo hurgaba y arañaba su mente... el dolor comenzó a ser insoportable... ¿Qué le estaban haciendo?...

Su mente comenzó a girar, era una cascada de recuerdos, su vida, su hermana, el ejército, la CIA... él era un maldito asesino... y al final lo mandaron a un mundo de magia para hacer de niñera... estaban muy equivocados si pensaban que le iban a controlar...

Muchos de esos recuerdos se fueron transformando en pedazos, los perdía, su yo comenzaba a ser algo hecho de retazos... el sistema de ayuda seguía allí... ¿Pero de qué le servía la magia ahora?... Su nombre era Omega... no, ese no era su nombre... él era el sistema... era data... era a la vez Omega ¿dónde estaba?

Como si un aspirador arrastrase todos sus pensamientos se sintió estirado, arrancado de sí mismo... el golpe con la realidad llegó... ya no era humano, ya no era una persona, apenas era autoconsciente, era un parásito de la roca, eso era... Pero a la vez era algo más... necesitaba un huésped del que alimentarse...

Con su tamaño de apenas dos centímetros de largo y un par de milímetros de ancho, con un cuerpo a medias entre un gusano y un insecto, el ser que alguna vez había sido Omega reptaba por la pared de una cueva en busca de una presa a la que parasitar.

Unos dedos grandes lo atraparon, podía sentir que solo con un poco de presión lo aplastarían.

"No me puedo creer que este bicho sea el mismo monstruo que mato a quince de nosotros, maldito bastardo, creo que lo aplastaré aquí mismo..."

"Déjalo tranquilo, Darius, ya oíste al jefe, llegar recoger la mercancía y dársela a la nación oculta, ellos se encargarán, solo tenemos unas pocas horas más antes que Lion abra de nuevo la ventana, no podemos intervenir más de la cuenta en este mundo si no queremos quedarnos atrapados..."

El parásito Omega fue metido en un frasco... estaba vivo pero encerrado... Pasó por muchas manos, y muchos lugares que no reconocía con sus pequeños sentidos de parásito, pero jamás lo sacaron del frasco, hasta que un buen día todo quedo a oscuras... En la oscuridad durante siglos...