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Capitulo 17: Ultima ignición

El asesino oscuro corre de forma ágil, al brincar entre las estructuras derruidas con la vista puesta en los alrededores, hasta que la búsqueda da frutos al avizorar entre algunos escombros el báculo de la druidesa, todavía sujetado por la mano cercenada bajo un charco de sangre. Procuró no dañar el artefacto, para poder entregarlo a las manos de María.

Al estar por acortar la distancia con dicho objeto mágico, unos alaridos descarriados captan la atención de Lance, haciéndolo voltear en dirección desde donde yace Risha retorciéndose y chillando en agonía, con la mano puesta en el muñón sangrante.

Lance llega el pensamiento de matar a la bruja ahora que está débil, una táctica poco honorable. Capturarla no es una opción, al ser consciente del funesto destino que espera a esa mujer en manos de los Templarios, por lo que matarla en estas circunstancias, aun si es deshonroso puede ser considerado un acto de piedad y es demasiado peligrosa dejarla vivir.

En la conclusión de esas cavilaciones, el oscuro frena el paso y se da la vuelta en dirección a la bruja, con Ronin preparada para ejecutar el resplandor de media luna, en la que se siembra la duda por cometer ese acto tan deleznable; incluso si es irónico para su profesión. El umbra prefiere no asesinar.

Contra todo pronóstico, de lo restante del brazo surgen tentáculos similares a raíces vivientes cubren la herida y detienen el desangrado.

En la mano temblorosa de Risha sujeta una semilla, que al romperla surge una capa de musgo que cubre por completo su cuerpo, después una cobertura de piedra protege su cuerpo debilitado, y a su alrededor la tierra es abierta en el surgir de varias venus mata moscas de un tamaño colosal, capaces de comerse a un ser humano de un solo bocado, con afán de protegerla.

De las muchas bocas de las plantas carnívoras, es liberado una lluvia de rayos de energía dorada que derriten todo a su paso. El asesino oscuro se ve obligado a retroceder muy lejos del rango de ataque, viéndose imposibilitado de avanzar y ejecutar el golpe de gracia a la bruja moribunda.

El grito de una segunda entidad se hace presente, y Lance se ve interceptado por el dios antiguo, quien al escuchar los gritos de su maestra viene en defensa tanto de ella, como del báculo abandonado.

Frenyr se abalanza sobre el asesino oscuro, con el puño alzado a punto de darle un golpe contundente en un alarido feroz, solo opacado por el rugir de un motor. Por la retaguardia de la criatura, se acerca una motocicleta manejada por Alicia y en la parte trasera Drake construye una masa con pinchos.

La motocicleta salta desde una rampa alzándose en el aire, justo por el flanco derecho de la criatura a una corta distancia. Drake salta de su posición, e impulsado por la caída en picada sumado a su fuerza súper humana, pega un golpe descendente directo a la cabeza de la criatura, la cual ya había detectado a los guardianes del lobo por el rabillo del ojo.

A pesar de su colosal tamaño, Frenyr pega un puñetazo directo en el estómago de Drake aun en el aire, frenándose su ataque. Antes de que el guardián carmesí caiga al suelo, es tomado del pecho, y lo estampa de espaldas contra el suelo, en un estruendo que agrieta tanto la armadura como la superficie.

Mientras eso sucede, la llanta de la motocicleta rebota en el terreno al amortiguar la caída, y Alicia derrapa al frenar antes de chocar contra uno de los muros de piedra, en un despliegue de habilidad como de resistencia al ser su maquinaria a todo terreno.

Por su parte Lance aprovecha el apoyo de sus aliados, dirigiéndose a recuperar el báculo, y alcanza a tomarlo, para después ponerse a cubierto detrás de uno de los pilares caídos.

El asesino concentra su poder mágico, para cortar la conexión psíquica de Risha en el núcleo de estigma en el artilugio, de tal manera que no podría llamarlo de nuevo; no lo hizo con el hacha de Frenyr, al ser este una deidad por lo que su mente no podría competir con la del susodicho, sin perder la cordura en el proceso.

La druidesa en cambio está muy ocupada sanando su herida, como para poder pelear en un duelo mental contra este guardián; apenas puede mantener una posición defensiva.

En una técnica de lucha avanzada, el monstruo se deja caer con un codazo directo al estómago, pero solo golpea el suelo, ya que Drake alcanza a reaccionar, procede rodar en el suelo y reincorporándose de un brinco alargando la distancia en un rápido sprint.

El dios elemental ruge nuevamente, y al estar por desatarse contra su anterior agresor, un disparo de escopeta choca contra su espalda, lo que merma su ritmo. Al buscar el origen del disparo, el dios se percata por el rabillo del ojo de la guardiana disparando de forma fortuita, a lomos de su moto al conducir alrededor del campo de batalla, cual tiburón al asecho.

Drake crea una guadaña, y ataca en tajo diagonal, el cual es esquivado por la entidad al apartarse a un costado, respondiendo en una patada curva, pero el guerrero carmesí se barre en el suelo, mientras la guardiana apoya al disparar al cuerpo de la criatura, limitando sus movimientos.

De nuevo Drake ejecuta un corte con la guadaña, pero el arma es atrapada por las manos del dios, y continua en una patada recta que conecta en el peto del guerreo carmesí, arrancándolo del suelo e impacta contra la motocicleta de Alicia en pleno movimiento derribándolos a ambos.

Frenyr ruge al cielo a todo pulmón, en un acto de supremacía sobre los guardianes, manteniéndose como una barrera protectora para la moribunda Risha, por lo que deja de concentrarse en solamente atacar.

Arrastrándose en el suelo, Alicia toca su moto y la regresa de un parpadeo a su dimensión de bolsillo.

—Dos de cinco... este bastardo no se muere con nada —murmura la guardiana levantándose a duras penas—, ¡Drake, de pie! Esta pelea todavía no ha terminado

—Ni siquiera alcanzamos a herirlo de sobremanera... —dice Drake al alzarse tambaleante —, perdimos una oportunidad... ¿Dónde carajos está Rhaizak cuando lo necesitas?

La respuesta a la pregunta de Drake queda en el aire, cuando el dios toma una enorme roca del suelo, y alzándola sobre su cabeza, la arroja sobre los dos guerreros, quienes retroceden para evitar ser aplastados.

Para desgracia de los guardianes, el hacha retorna de entre los escombros a la diestra de Frenyr.

En otro extremo del campo de batalla, el capullo de musgo ha crecido en tamaño y en su interior Risha observa lo que Frenyr puede ver. La carnicería no se dirige a un buen desenlace para ninguno de los dos bandos.

El dolor, y la perdida, tanto físicas como mentales arden como piel pelada en Risha; conoce el destino que ampara a su gente si es derrotada, lo que pasará si el dios al que le dio cuerpo cae. El sacrificio de muchos de sus aliados, lo que tuvo que perder para tener sus nuevos poderes habría sido en vano.

La bruja se arrepiente de no haber tenido el tiempo suficiente, para crear un cuerpo para el segundo huevo, pero no queda otra alternativa para ella, de a poco la desesperación la consume a fuego lento.

«¡No! ¡No! ¡Me niego a morir aquí! Mi gente confía en mi para devolverles su libertad ¡¡No puedo defraudarlos, y devolverlos a ser esclavos!! ¡Frenyr, mi señor! Por favor escuche mi plegaria, ¡No los deje ganar! ¡Mátelos a todos, no dejes que ellos nos pongan cadenas otra vez!».

Los pensamientos alcanzan a la deidad, cuyos ojos se encienden en unas ardientes flamas esmeraldas enfocadas en los dos guardianes, quienes se alzan desafiantes frente a él.

Inexplicablemente la entidad suelta el hacha, dejándola caer en el suelo de forma contundente, como si fuese un acto de rendición lo que confunde a los guardianes y un mal presentimiento se cierne en sus almas

La nebulosa niebla húmeda que emanaba el cuerpo del dios, se desvanece al ser la energía canalizada, y elevada en un único punto, justo sobre la garra abierta. Comienza como una pequeña luciérnaga, y rápidamente aumenta de intensidad hasta materializar una enorme esfera de poder el doble del tamaño de su portador; el cual la alza mandándola a levitar sobre su cabeza.

Aquel orbe de brillo maligno, de un poder acumulado de miles de vidas absorbidas capaz de crear una fuerza de atracción, de alta potencia, y todo a un rango de 30 metros es alzado del suelo por una fuerza invisible; llevándolo a la luz esmeralda hasta acabar en su interior y ser desintegrada en un resplandor de muerte. Un poder contrario a la naturaleza creadora de un elemental, el milagro de traer la destrucción, la nada absoluta.

El dúo de guardianes no tiene tiempo para escapar, por lo que, al ser alzados por la atracción magnética; Drake arremete al disparar unas cadenas carmesíes, que se amarran en uno de los pilares inclinados. Con la mano libre atrapa del antebrazo a su compañera, que ya estaba con los pies en el aire.

—¡Te tengo! —exclama Drake para su compañera.

—¡Tenemos que acércanos al pilar! —contesta Alice a todo pulmón.

Las botas del guardián se vuelven pesadas, devolviéndolo al suelo en pesado estruendo y de la espalda surgen las patas de araña que se anclan al suelo. Si Drake se mueve hacia adelante, puede romper la firmeza en su posición, y serían llevados a una muerte segura.

Todo ese equipamiento no basta para mantenerlo en el suelo, la fuerza de atracción sigue arrastrándolo lentamente a aquella luz de muerte, pero la fuerza de voluntad del guerrero lo mantiene de pie, con tal de salvar su vida y la de mujer que lo ha protegido desde que eran niños.

Contra todo pronóstico, el guerrero carmesí junta todas sus energías, y se aferra a la cadena, como al suelo, en una prueba de resistencia. ¿Qué aguantaría más? ¿Sus extremidades, la cadena o el pilar? O puede que algún escombro volador los golpes y los lleve a ser desintegrador por la esfera luminosa.

—¡¡Lance!! ¡¡María!! ¡¡Sheila!! ¡¿Pueden escucharnos?!

Drake vocifera por ayuda en alta desesperación; pero su suplica cae en saco roto al estar sus compañeros igual aferrados a algo, para no ser arrastrados por la fuerza la succión que parece aumentar a medida que las fuerzas del agarre que empieza a ceder lentamente.

La cobertura de piedra que cubre el capullo de Risha, la protege de ser llevada por el orbe, creado por el dios, de fauces abiertas al ser entonado un rugido colérico. Circos electritos parpadean alrededor de la esfera, de poder inconmensurable.

—¡¡M-maldita sea!! ¡¡Sujétate, Alice!!

Ruge el guerrero, sus ojos se cierran, y aprieta la mandíbula con ganas, su respiración yace acelerada, al ritmo de los latidos frenéticos del corazón; siente como los músculos se desgarran. Drake puede ver que no va a lograrlo, pero sigue necio a ese hecho y continua su lucha contra un destino que parece inevitable.

—¡¡Déjame ir, Drake!! —grita Alice una petición irracional para el guerrero.

—¡¡No!! —Niega sin dudarlo, su corazón se rompe al atestiguar el venir de otro fracaso, el no poder proteger a los que ama y verlos morir frente a sus ojos sin poder hacer nada—. ¡¡No voy a dejarte atrás!!

—¡¡Tienes que hacerlo!! Es tu única oportunidad de sobrevivir. —Alice sigue insistente, no aceptará un no por respuesta, en sus ojos azules carece de toda duda y acepta su destino—. Pase lo que pase, sé que estarás aquí por si mi plan no funciona del todo.

—¡¡No me obligues a hacer esto!! ¡Por favor te lo suplico! —Lagrimas comienzan a correr de los ojos de Drake, y su voz se torna quebrada al igual que su pobre espíritu—. Por favor... no puedo hacer esto sin ti... —El brazo de Alice se empieza a resbalar del guantelete, aunque el agarre sigue en una lucha de resistencia, negándose a soltarla.

Alice se queda callada, en un corto silencio que parece una eternidad y se rompe al ser murmurada una corta frase.

—Lo siento... —Inmediatamente la joven desparece en un parpadeo brillante, y retorna a cinco metros alejada de su compañero y es arrastrada al orbe.

—¡¡Alice!! ¡¡No!!

En un último intento desesperado, una cadena se dispara de la mano, pero no alcanza a la chica, dejándolo impotente de lo que está a punto de ocurrir, y tal como su padre, lo único que vio fue la espalda de su amiga al encarar a la muerte, todo por protegerlo.

Las voces en la cabeza de Drake, vociferan en un coro infernal que atacan a su propia mente: "los dejaste morir" "nunca alcanzaras a Rhaizak o a Clayton" "eres una abominación, un guerrero sin esperanza, un hombre roto" "¿No aspirabas a ser un campeón de la justicia?"

Alice tira sus armas y sigue la corriente de atracción con los puños alzados. Cuando está por ser succionada por el orbe, sucede lo imposible: la guardiana desaparece delante de los ojos del dios a través de un destello fulgurante. Sorpresivamente, regresa justo al lado de su desprotegida cabeza; se aferra férreamente con la mano diestra al cuerno restante, quitándoles el aliento a los presentes.

El poder de succión levanta el cuerpo de la chica, lo que lleva a ponerla de cabeza y no da tiempo a doblar la pierna derecha; el pie, y parte de la extremidad entra en el orbe, desintegrándolo en una vibración pesada, lo que desata un grito a todo pulmón en la garganta de la chica, pero no suelta su agarre en el cuerno y mucho menos la granada activa en su otra mano.

En un último esfuerzo, la guardiana arroja el explosivo en el interior de las fauces abiertas, entonces usa todos sus parpadeos restantes para alejarse lo más lejos posible, y finalmente la cabeza de la criatura explota en un fuego verde; al tiempo que el orbe se desmaterializa en centellas del mismo color.

El parpadeo regresa a la guardiana al suelo, con la pierna tullida la cual bota chispas y derrama un líquido negro al ser uno de sus implantes mecánicos.

Drake cae de cara contra el suelo debido al desgaste; entre jadeos cansados al estar sin aliento, por fin puede tomar un corto descanso tras haber resistido la fuerza de atracción. Una airada carcajada nerviosa es entonada por el guerrero, tras ver la audacia de su amiga.

Al levantar la mirada, el alivio del guardián se esfuma al ser el humo disipado y lo único que logrado fue detener el orbe.

Frenyr sigue en pie, pero no se fue limpio. La mitad de su cabeza ya no existe, y de la abertura se dispara un torrente de estigma, convertido en esmeraldas descargas eléctricas. Parte la coraza rocosa se ha vuelto quebradiza, desmoronándose poco a poco, y en su pecho se aprecia una larga abertura, que extiende desde el cuello y acaba en el abdomen.

En el centro de la fisura, el latente núcleo brilla expuesto; el cerebro, y corazón del dios es representado en una esfera carnosa, aferrada al pecho de ese golem usado como recipiente.

A sabiendas de ese hecho, Alicia desenfunda su pistola, y aun en el suelo abre fuego con la mira fija en ese punto débil, pero todas las balas son bloqueadas por el brazo derecho de la criatura, al tiempo que levanta el hacha del suelo.

Lance llega corriendo, pasa al lado de su compañera, y con la Ronin imbuida en poder oscuro, dispara un corte energético a la vez que el hacha es arrojada. Ambos ataques colisionan, repeliéndose entre sí.

De nuevo el dios arremete contra Lance, en una patada curva que el umbra esquiva al barrerse en el piso y se dedica a evitar a ataques más que contraatacar. Este último asalto es contemplado por Drake y Alice.

—Lance... —susurra Drake al ponerse de rodillas, con la mano derecha apoyada en el suelo.

La visión de Anisha del cadáver carbonizado en sus brazos en medio del llanto, llega a su mente con la fuerza de una bofetada de realidad, al ver el transcurso de la pelea en cámara lenta, y las palabras dichas por Lance hace semanas resuenan en su cabeza: "Se supone que nos cuidamos entre los tres, Alice".

Los dedos del guantelete arañaron la tierra, hasta formar un firme puño tembloroso cargado de coraje, y el guerrero se despierta al desatarse en una carrera en línea recta, dejándose atrás todas sus inseguridades que dan paso al espíritu de lucha, que destilan en dos largas humaredas esmeraldas, desprendías de las dos ardientes flamas de los ojos queda ver el carmesí yelmo. Con todas las fuerzas de sus piernas, procede saltar entre las estructuras, al ganar altura en la que apuesta todo en una última jugada.

Un puñetazo lateral por parte de Frenyr, despacha a Lance mandándolo lejos, y al estar por llamar su hacha, el dios detecta a Drake a la orilla de un monolito del cual salta a una gran altitud, justo sobre su cabeza.

Durante la caída el guerrero carmesí pone la mano a la altura de sus pies, materializando una nueva construcción. El dios lo recibe al disparar a través una de sus garras, un refulgente rayo de energía que impacta de lleno en su objetivo en el aire, que causa una explosión.

—¡¡Drake!! —grita Alicia aterrorizada con las manos en el casco, al pensar lo peor, pero se queda sin aliento al disiparse el humo.

Una esfera protectora color violeta semitransparente recubre a Drake, que tiene un escudo en redondo cual espartano a la batalla, usado como tabla y protección.

La mujer ciborg parpadea confundida, con la quijada colgando e instintivamente se gira a sus espaldas, encarándose a la dragona acompañada por la hechicera, esta última tiene su mano derecha alzada, siendo sujetada por la zurda en una mueca de esfuerzo. La sorpresa no acaba, ante un nuevo movimiento de la mano, al ser ejecutado un nuevo hechizo.

Tanto el escudo como la cúpula se desmaterializan en compuestos de hilos de diferentes colores, y se unen todos juntos en la mano diestra del guerrero, forjándose un carmesí hacha de doble hoja mejorada con la magia de la hechicera, refulgente de colores cambiantes como el propio arcoíris.

Con un simple pensamiento, el dios llama a su hacha, en un último esfuerzo por huir del destino que lo espera, una historia que vivió en un lejano pasado; en el cumplimiento de uno de los mayores temores de una deidad creadora. Antes de que la garra rosara la empuñadura del arma, su final fue sellado.

—¡¡Púdrete en el abismo!!

Drake ejecuta cual verdugo, el hachazo justo en el núcleo expuesto, convirtiéndose en algo más, en algo nuevo, en aquel que carga un destino maldito, en un asesino de dioses.

La hoja penetra toda coraza, y se hunde en el núcleo reventándola en una sanguaza sangrienta. La mitad de la cabeza de la entidad, libera una última ignición deslumbrante al ser su cuerpo jalado hacia atrás por el impacto y frente a los ojos presentes, ocurre lo imposible: un mortal acaba de asesinar a un dios.

El grito del elemental hace eco en la colmena, y su caída es transmitida en cada rincón del pandemónium, hasta llegar sus fronteras en donde el fuego oscuro ya estaba a las faldas de las torres móviles.

Los hijos del dios dejan de luchar al mirar a la cabeza del titán de fauces abiertas, que de a poco cesa todo movimiento, y de los de esa criatura se liberan múltiples explosiones de esporas brillantes remolinantes por el viento, perdidas en la nada.

Lo que fue una masacre, de a poco se convirtió en una orquesta de llantos por parte de las criaturas del bosque en un luto por su padre. La moral de los inhumanos cae por los suelos, junto a su fe, negados a creer en la posibilidad de que los templarios pudieron matar a uno de sus guardianes.

En la desesperanza del fuego oscuro, se renueva la voluntad de los guerreros de la santa iglesia al cambiar su posición de resistencia, por una de completa ofensiva, lo que obliga a los desmoralizados rebeldes a retroceder al aceptar la derrotar, mientras que muchos otros enloquecidos por la pérdida se lanzan en un ataque suicida como venganza por el elemental.

El cráneo del titán se llenó en un solo silencio, únicamente perpetrado por las respiraciones jadeantes de Drake, arrodillado sobre el pecho de la muerta deidad. El guerrero saca el hacha del helado cadáver cuyo pecho libera lo que parecen ser brillantes esporas cual luciérnagas, que se elevan y dispersan por todo el terreno en una tenue lluvia de ascuas, que al tocar la tierra se extinguen como la vida del dios que ahora es una carcasa vacía.

La pesada hacha se vuelve cenizas en manos del guerreo, quien baja del cadáver, y camina torpemente entre jadeos, con una mano en el costado en dirección a sus compañeros reunidos nuevamente, aun atónitos por la proeza imposible efectuada por todos ellos, aunque Drake fue el que ejecutó el golpe final, cada uno de ellos colaboró para llevar a la extinción a esa ser divino: todos se han convertido en grandes pecadores, tal como lo fue Arnold Trisary en su momento, asesinos de dioses.

Lance carga por medio de su hombro a Alicia, tras perder una de sus piernas; al no ser biológico no hay peligro de morir desangrada. Mientras tanto María, y Sheila se apoyan mutuamente, al recibir ambas una gran cantidad de desgaste en el transcurso del conflicto que por fin han ganado.

—No esperaba hacer nada parecido en este contrato... o cualquier otro contrato futuro...

Espeta Drake entre risas cansadas al debatirse entre un susto de muerte, y la euforia, mientras se estira, y la máscara de su casco se abre para mostrar el rostro marcado con algunos hematomas, y un ojo morado.

—Vete acostumbrando, que nos espera muchas locuras si es que sobrevivimos... —agrega Alicia con una mano en el pecho, y confirma que las palpitaciones aceleradas en su corazón, por fin se han relajado.

—¡Joder, hermano! ¡Eso fue una maldita locura! ¡¡Me tenías muy preocupado!! —exclama Lance—, menos mal que la enana actuó rápido. Espero que no te mamones de esta proeza después.

—¡No me jodas ahora, Lance! —exclama el guerrero al estirar su espalda, y después se fija en su compañera de cabellos violetas, de mirada puesta en el cadáver del golem.

Los ojos purpura de la joven se tornan anegados, en una faz que deja entrever sentimientos encontrados de melancolía y tristeza. Ella quiere creer que hizo lo correcto, que no tuvo otra alternativa, era la vida de cientos o la de ese dios enloquecido, aunque llevó a muchos inhumanos a la condenada esclavitud.

María hace tiempo que se alejó de los elfos, pero siguen siendo una parte de su madre, y la culpa sigue en ella, aun cuando trata de mantenerse cuerda a sabiendas de que sus manos permanecerán manchadas de sangre, debe apegarse a las reglas y no cometer los mismos errores del pasado.

La única esperanza albergada en su pecho, es que de esas esporas nazca otro elemental, fuera de estos conflictos y este nuevo dios pueda crear nueva vida para sanar este planeta, azolado por las guerras. En su mente puede escuchar susurrante la palabra "traidora" como una aguja caliente que penetra sus tímpanos y corazón. La dama violeta se arrodilla al lado del cadáver, colocando la mano sobre la enorme garra.

—Espero que a donde hayas ido, puedas encontrar la paz...

Una lagrima se desliza de sus purpuras ojos, y las palabras de la hechicera crepitan como una flama débil. A pesar de que el perdón jamás llegaría, planea seguir el sendero del guardián; y salvaguardar esos ideales que le enseñaron los Trisarianos, a los que considera su verdadera gente, aun cuando lleva acuestas el estigma de ser una mestiza.

El resto del equipo la observan en silencio, con miradas llenas de pesar por su compañera. El tiempo de lamentarse todavía no llega, al ser los oídos de todos asaltados por el sonido de enredaderas moviéndose a la par de la caída de varias rocas, durante el desmoronamiento de una estructura de piedra.

Todos los guardianes se percatan que, a lo lejos, donde la druidesa se ha atrincherado sus defensas caen. La cubierta de roca se abre cual mariposa emergente de una crisálida, y se alza la druidesa con un nuevo brazo compuesto de raíces, como si fuese parte de un árbol seco.

En el rostro de la bruja se plasma la rabia absoluta, en marcadas venadas y la dentadura expuesta que chirrían los molares. Del ojo purpura cae una lagrima de dolor, y furia, en la que se canaliza un odio terrible, dirigido a los cinco guerreros frente a ella.

—¡¿Se dan cuenta de lo que acaban de hacer, malditos monstruos?! —pregunta la bruja en completa histeria, en voz que se haya al filo de un desconsolado llanto—, ¡¿Tienen una mínima idea de lo que hicieron?! ¡del pecado que han cometido!¡La esperanza por la libertad estaba en ese dios! ¡¡Y ustedes lo han destruido!! ¡¡Malditos perros de los templarios!!

En esa última vociferación las manos de la druidesa se cubren en orbes refulgentes, salpicados de centellas electicas. El único ojo biológico que le queda, se abre completamente en señal de asombro, por no poder llamar su báculo que se encuentra en las manos del umbra y no tarda en deducir lo que ha pasado.

Lance levanta el báculo frente a la bruja, quien retrocede temerosa de estar desarmada por tantos enemigos rodándola. El articulo mágico se trasforma en un brillo negro, hasta tornarse en algo completamente diferente: un báculo negro con la cabeza de una calavera, con rubís en vez de ojos.

—¡¿Qué carajos?! —vocifera Alice estupefacta, al no comprender el repentino cambio en la herramienta.

—¡Luego te lo explico! —dice tajantemente el umbra.

—E-El es-estigma de mi cetro... —tartamudea la bruja.

El umbra aplicó su poder mágico en el centro, hasta superar el de Risha; por ende, el núcleo de estigma reaccionó y cambió a una forma que refleje al asesino oscuro. Lo que denota ya no ser un artefacto perteneciente a la druidesa.

Inmediatamente, Lance entrega el báculo a la hechicera, invadida por la satisfacción de haber conseguido su venganza sobre la bruja, al ser pagada con la misma moneda, por lo ocurrido con su centro anteriormente.

—Sabes cómo terminará esto... —exclama Drake todavía dispuesto a pelear. Su yelmo se cierra al tiempo que materializa una espada y escudo, colocándose en una posición de pelea—. No importa si eres una bruja, no vas a poder contra todos nosotros a la vez. ¡Si pude matar a un dios, te juro que voy averiguar cómo matarte a ti también!

—¡Eso sí que no! ¡Si alguien va a despedazar a esa perra! ¡Esa seré yo! —exclama Sheila al ponerse al lado del guerreo.

—Aun si eres una bruja muy poderosa... por tu estado actual, no vas a sobrevivir a enfrentarnos a todos a la vez. —María es contundente y fría como un tempano de hielo—, Perdiste un brazo y no tienes tu báculo, estas expuesta. Se acabó, Risha.

Lance permanece en silencio, a la espera de conocer las ideas de su compañera de ojos purpura. Ha conocido a muchos asesinos antes, pero el instinto de matar de María es de los más sanguinarios que nunca ha visto en el pasado, incluso mayor que el de todos los guardianes presentes.

—¿Se acabó? —Pregunta con una burla descarada la druidesa, sin apartar la vista de su odiosa rival, al escupir esas palabras como un ácido veneno, mientras en el puño de la mano de carne y juego, sujeta algo muy pequeño—. Ninguno de ustedes tiene ni idea, de lo que está por comenzar.

Alrededor de Risha surgen múltiples venus mata moscas gigantes, y de sus fauces desatan rayos calóricos que son detenidos por una barrera mágica creada por María frente a sus aliados.

—¡No la dejen escapar! —exclama la hechicera.

Drake y Sheila salen por ambos extremos de la barrera, siendo recibidos por dentelladas de otras de esas plantas carnívoras, obligándolos a retroceder por un breve instante. El desafío no es nada para derrotar los guardianes; nunca se tuvo esa intención, meramente es para ganar tiempo.

Bajo las piernas de Risha sale una última planta carnívora con las fauces abiertas, las cuales se cierran con su ama adentro, y antes de ser devorada dedica unas últimas palabras:

—Te prometo que continuará, María...—Esta vez llamándola por su nombre, reconociéndola como una enemiga a tomar en cuenta.

Al ser cerrada el par de mandíbulas, la criatura se retrae de nuevo en la tierra hundiéndose como un gusano subterráneo, hasta desaparecer en la oscuridad.

Unas lluvias de flechas doradas entran en escena, y fulminan a cada una de las plantas, destrozando sus tallos, mandándolas a caer muertas al suelo. La hechicera igualmente se desploma de rodillas, apoyada en el báculo por todo el cansancio y rápidamente es apoyada por Sheila, ayudándola a ponerse de pie.

—¡¡Maldita sea!! —ruge furibundo el guerrero carmesí, al perder la oportunidad de ultimar a uno de los acólitos.

Lance, y Alice se dan la vuelta pata ver el origen de esas flechas, encontrándose con la poderosa Valkiria, con su armadura biológica manchada de sangre y lodo por todos los combates en los que se ha enfrascado. Algunos pedazos de intestinos entre otros órganos cuelgan en su cuerpo, cuales mórbidas enredaderas, o sean vuelto pulpas aplastadas bajo los cascos

—¡Queridos, amigos! Perdonen la tardanza, el trafico estaba mortal —exclama la reencarnada todavía con el arco humeante, al contemplar el estado degradante de su ama, su corazón se hace un nudo y acaba desatando sus sentimientos en un gran sobresalto—. ¡¡Muñequita!! ¡¡¿Quién te ha hecho esto?!!

La criatura equina acorta la distancia hasta llegar con la hechicera, arrodillándose a su lado.

—¡Estoy bien, Val! Aún no ha acabado... es hora de pasar a la última etapa del plan —agrega María.

—¡Carajo, es cierto! La puta aeronave sigue sobre nosotros, con el dios muerto es cuestión de tiempo para que nos arrojen un bombardeo. —Drake se haya acelerado al dar esa posibilidad ya vista por la hechicera.

«¡Tonatiuh! ¿puedes escucharme?», la hechicera se pone las manos sobre su cabeza, al mandar ese mensaje telepático a su pareja.

En otro lugar de las zonas boscosas del ya muerto coloso, montañas de cadáveres destrozados de inhumanos, y familiares de elfos se amontonan, como un tributo a los animales carroñeros que se sacian con sus carnes.

Entre toda la necrópolis, en la cima de un alto cerro, se encuentra Tonatiuh sentado en medio de múltiples cuerpos de soldados rebeldes, víctimas de la magia explosiva del guardián y del filo de su hacha.

—¡Fuerte y claro, cariño! ¿Qué sucede? ¿te encuentras bien? —Dice Tonatiuh con un dedo presionado sobre la frente; él tiene la mala costumbre de hablar en voz alta, incluso si es un mensaje telepático—. El elemental ha dejado de moverse, y sus tropas han empezado a retirarse. ¿Consiguieron matarlo?

El guerrero caminante se alegra al escuchar la voz de su enamorada, temía que ese último abrazo fuese un adiós; ahora sabe que ella sigue con vida, por lo que no tiene ninguna otra duda o miedo en su ser, más que el deseo de regresar a ella.

Parte del traje de Tonatiuh ya está encharcado de sangre y lodo, por los estragos de una batalla en solitario contra hordas de enemigos al ser abandonado por Sheila, cuando dividieron caminos para tener mayor rango.

El plan de los guardianes era simple, un equipo iría a destruir el núcleo, mientras que el segundo se ocuparía de llamar la atención de los familiares del dios, al causar caos en cada rincón posible de la montaña viviente. Al ser dos guerreros con la afinidad al fuego, serían objetivos de alta importancia.

«No hay tiempo de explicaciones, tienes unos segundos para derribar la aeronave, te autorizo a usar a eterno amanecer», María es contundente en la orden, que es clara en la determinación del cazador verde.

Al pisar firmemente el suelo, el cazador saca del cinturón la gema, y en un brillo abrazador se materializa una larga flecha dorada, con una punta similar a un taladro refulgente de un aura mística luminosa que se expande por gran parte del terreno.

Tonatiuh se arrodilla, mientras saca el arco de la funda, y al plegar las dos palas, se tensa la cuerda y libera corrientes eléctricas que corren parpadeantes por toda el arma.

Las faldas del traje y las colas gemelas de la banda en la frente ondean ante las vertiginosas olas de viento caliente, al ser la temperatura elevada de golpe. La tenue energía emanante de la flecha se esparce en el cuerpo del guerrero, con la vista de halcón puesta en la maquinaria hierro en el aire, como su claro objetivo.

Con todo su poder centrado en un solo punto, la flecha es finalmente disparada, liberándose una energía que hace temblar la tierra, agrietándola y tanto cadáveres como rocas salen disparados del cerro ante la onda expansiva.

La saeta vuela por los aires en línea recta, a una velocidad arrolladora capaz de desgarrar el aire a su paso, hasta convertirse en un rayo de energía dorada que impacta en uno de los motores del dirigible; del que precede una poderosa explosión que devora la nave, y libera una onda de choque de se siente hasta en tierra, cual oleada de veros viento.

Los restos de la nave caen desplomados en alguna parte del cadáver del coloso, como un ángel caído de alas llamantes; un segundo estallido toma lugar y la tierra se estremece por última vez, hasta quedar en un solo silencio.

—¡En el blanco!

Exclama el guerrero jadeante, por lo que se propone reunirse de nuevo con sus compañeros. Han cumplido una misión que parecía imposible, vencieron a la muerte encarnada de un creador de vida, llevándolos a seguir un camino sin retorno plagado de espinas.