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Capítulo 18: El descenso de los ángeles.

El cazador se aventuró en el sendero de hierba en la basta arboleda, guiado únicamente por el agudo sentido del olfato. El recorrido no albergó peligro o reto alguno al ser gritada la retirada de los rebeldes. No pasó mucho tiempo para arribar al punto de encuentro con sus demás compañeros: un campo de verde forraje cerca de un estanque de agua, en medio de algunos sauces anormalmente grandes, de raíces aferradas a la tierra, del tamaño de un humano adulto.

Según lo acordado al plan, debían disparar una bengala al cielo como una baliza, cual señal reconocida por los Templarios, quienes vendrían a rescatarlos; dicha tarea fue encomendada a Valkiria, al disparar una flecha eléctrica a las alturas para identificar su ubicación. Igual cabe la posibilidad de ser detectados por tropas enemigas, por lo que se preparan por si tienen que pelear nuevamente.

Los dos guardianes de la orden de lobo, pretenden instalar un implante mecánico para la pierna de Alice, de rostro arrugado ante el incómodo momento. Al ser conectada la pierna de metal a las terminales nerviosas de la joven, gana la capacidad de moverlo, sin embargo, al no tener piel sintética no podrá sentir nada; solo el helado de metal áspero que causa un sentimiento de aversión en ella.

La extremidad de repuesto era resguardaba en su dimensión de bolsillo, donde igualmente fue almacenada el hacha del dios, ya que a diferencia del báculo de Risha; ninguno de los guardianes supo qué hacer con la colosal arma, por lo que decidieron dejar ese tema para otra ocasión.

Por otra parte, la dragona de cabellos escarlata descansa al estar recostada en el hiervo con los brazos detrás de la nuca, y tiene una pierna arriba de la rodilla. Sus ojos amarillos están cerrados en una expresión de calma, mientras se distrae mordisqueando un pedazo de rama entre sus colmillos. La mano donde fue alcanzada por la mata dragones, está envuelta por unas vendas blancas, aunque ya tenga los dedos unidos de nuevo a la extremidad sigue entumida.

María se concentra en examinar algunos frascos, en los que guardó muestras del cuerpo creado por Risha, entre los que destacan dientes, órganos artificiales y galones de sangre. Esos lotes van a servir de material para sus experimentos. Ya ha tratado las heridas de los guardianes, por lo que deja la instalación del implante a los lobos.

Valkiria actúa de centinela en una posición similar al de una estatua de porte griego, inmóvil, y orgullosa a la espera de cobrar vida al realizar un limpio corte mortal sobre aquellos, que traten de importunar a sus compañeros. Nada escapa de su vigía, y es la segunda en sentir la presencia de Tonatiuh, ya que Sheila se sobresalta al mero segundo de escuchar pisadas acercándose, y se agrega el fuerte hedor a sangre mezclado con cenizas.

—Toda una reunión familiar... vaya locura que ha resultado todo este cagadero, ¿me perdí de una buena juerga? —pregunta el guerrero de cabello ceniciento, en una expresión macarra, mientras se apoya en un árbol, con tal de no caerse debido al cansancio.

De esa pregunta precede un grito de emoción por parte de la hechicera, al lanzarse hacia los brazos de su amado en un invasivo abrazo, y es rápidamente correspondida, en una muestra de afecto sincero.

—No mucho... solamente tuvimos problemas contra una bruja y di muerte a un dios.

En aires de grandeza, y en una sonrisa macarra, que muestra la dentadura blanca, el guerrero se apunta así mismo con el pulgar al presumir su proeza. A los pocos segundos, la faz arrogante se torna pálida al percatarse de que los lobos lo ven de forma severa, y que el rostro de María se vuelve amargo, lo cual es rápidamente comprendido por Tonatiuh.

—Drake... eres un pendejo, ten tantita consideración. Aparte de matar monstruos, cagarla es tu segunda mejor habilidad —espeta Alicia en desaprobación tal cual una primogénita a su hermano pequeño. Con mucho esfuerzo, se vuelve a poner de pie de manera torpe; todavía no se acostumbra al nuevo implante.

—¡Mierda, lo siento! olvidé por un segundo tu relación con esa cosa... digo ¡ese guardián de la naturaleza! No quise ofenderte; quiero decir... no nos dejó otra alternativa, en otras circunstancias pudo acabar diferente... claro que pudimos ser accesibles... —Con las ganas de que la tierra se lo traga, la lengua de Drake se enreda al no encontrar palabra correcta para sacarlo de esta mala situación sin empeorarlo todavía peor, y solo es devorado por la vergüenza y arrepentimiento.

—Está bien, Drake... en eso tienes razón, no hubo ningún otro remedio... —La hechicera aun decaída esboza una expresión comprensiva. No puede culpar a Drake, nunca podría, ya que todos cargan con ese pecado, en especial ella al ser parte elfo y fue la que dirigió la cruzada—. No fuiste tú solo el que mató a Frenyr o el que lo volvió en esa monstruosidad; todos colaboramos en su caída, estaba preparado para morir, la locura se cernía sobre él, estaba dispuesto a causar un genocidio y ¡por el dragón blanco! Quien sabe lo que pudo ocurrir si retornaba su poder. Tuvimos que detenerlo aun a sabiendas de lo que significaba... fue un mal menor.

El mal menor, Drake odia en sobremanera ese factor que lo ha golpeado durante muchos de sus viajes. El guerrero carmesí suspira con pesadez, y asiente con la cabeza gacha, jurándose que va a pensar antes de hablar o por lo menos va a tratar.

Desde una distancia cercana, Sheila observa todo sentada en el suelo, de piernas cruzadas y con el mentón apoyado sobre una mano, en una mueca de fastidio.

—Estoy muy agradecido de que hayan cuidado de María, en mi lugar —agrega Tonatiuh en un tono cansado, notándose como su cuerpo comienza a tambalearse, tal cual estuviese a punto de perder el equilibrio—. Me han demostrado ser gente de...

La oración del cazador nunca se completa, ante la debilidad de sus piernas sobrecogido por el punzante dolor, y lo jala a caer de rodillas al suelo, del que precede un alarido de espanto por parte de María, quien rápidamente se pone a su altura y saca de su cinturón el equipo de primeros auxilios.

—¡Lance, por favor ayúdame! —exclama la hechicera de forma airada

En colaboración de varios miembros del grupo, ayudan al cazador a sentarse en el hierbo, y retiran la dañada armadura del torso, descubriéndose algunas marcas de golpes, tras recibir un constante castigo por parte de grandes hordas enemigas.

La piel de Tonatiuh es muy resistente, ni siquiera debería usar una armadura, de no ser por los enfrentamientos contra seres que pasan la media de lo sobrehumano, la defensa extra es un factor a tener en cuenta.

—La fiesta que tuviste, no tiene nada que envidiar a la que tuvimos nosotros... —indica Lance al soltar una risotada, al pasar una poción al cazador.

—Tendremos una fiesta de verdad después, con un par de cervezas y buena música que toque baladas heroicas hasta el amanecer... —Tonatiuh acepta la pócima de buen agrado, y se la bebe de un trago. Tras un suspiro se queda viendo la botella, con una mirada decepción—. Necesito una cerveza o pulque urgentemente o me va llevar el maldito Chroneidos.

—¡Claro! —exclama Lance animado—, ¡Drake paga por supuesto! Nos tiene que invitar por ser el que se llevó la gran proeza.

—¡Oye, no me jodas! No quieras aprovecharte de la situación, que yo no voy a pagarle nada a nadie, ¡cada quien lo suyo! —replica Drake en alto ímpetu, y algunas venas marcadas en la frente.

—¡Tranquilo! Igual tú y yo podremos ir por unas cuantas mujeres. Tonatiuh no puede porque tiene correa. —Lance habla en un tono de picardía, sonriendo ampliamente bajo la máscara—. Estoy seguro que, en algún burdel habrá algunas chicas inhumanas que tanto te gustan. Hay que dar buen uso a las propinas que nos va a dar Dante por este trabajo; a ver si te animas al dos por uno esta vez.

—¡Carajo, tienes que decir ese tipo de cosas frente a los chicos! —vocifera con las mejillas enrojecidas—, ¡y el dos por uno jamás! ¿me quieres ver la verga o qué?

Drake sube la ceja, dándose una palmada en la cara, por la pena ajena provocada por ese comentario absurdo; murmura en voz baja la frase de "viajero dame paciencia, porque si me das fuerzas los voy a terminar matando a todos".

—Pensaba que por lo miserable que eres con el dinero, sería un descuento interesante —replica a Lance—, y en cuanto a tu verga, ¿para qué? No es la gran cosa.

—¡La próxima vez que abordemos una góndola, meteré tu cabeza en el agua! —Drake libera un carácter impaciente en una furia comparable al de un perro iracundo, ante las provocaciones altaneras de un gato sombrío.

María los observa en un gesto de pena, con las mejillas sonrojadas. Tonatiuh ríe a carcajadas que se anulan ante el dolor en sus costillas; uno de los hombres bestia lo golpeó muy fuerte. Alicia se presiona el tabique entre los dedos, y murmura algunas maldiciones entre dientes al sentirse avergonzada por el actuar de sus amigos.

Sheila por su parte no reclama o dice nada en respuesta a las bromas de mal gusto de Lance, al estar ocupada desentumiendo su mano, y retiene cualquier tipo de quejido doliente, capaz de arruinar su imagen, aunque sí se ha incomodado.

—¡¿Piensan en beber en un momento como esto?! —María estalla en una mezcla de desespero e incredulidad—, acaban de librar una situación de vida y muerte; traten de relajarse un poco.

—Es lo típico con estos chicos... —agrega Alice en un rostro de desfachatez, con ojos entrecerrados—. En un rato cargan sus propias entrañas tras la pelea con una bruja, y en el otro quieren ir a un burdel a beber hasta amanecer en una fosa.

—Tener metas y anhelos personales son combustible para salir endebles de guerras, cariño —contesta Lance al guiñar un ojo, en un despliegue de aura despreocupada en un tono exagerado que pretende falsamente ser refinado.

—Debo admitir que, de una manera burda y cínica, tienes algo de razón —contesta Alice tras un suspiro agotado. De igual manera, la joven mataría por una buena cerveza, una ducha caliente y tal vez un poco de compañía para calentar su cama.

—Hablando de brujas... ¿Lograron ultimar a la reina de corazones? —Como una semilla a punto de germinar, la curiosidad retoña en su ser por conocer sobre la legendaria trifulca en el cráneo del titán—. Debió ser un enemigo mortal, al tener el poderío de dominar la voluntad de un dios.

El hambre de conocimiento de Tonatiuh, es seguida por un silencio pesado en el grupo de guardianes de rostros largos, y cansados, completamente ajenos al festejo de victoria que tenían.

Con referente al tema de la bruja que enfrentaron, colocaba en cada uno de los guardianes un desmoralizador sentimiento de derrota, y temor hacia el futuro venidero. No por haber fracasado en aniquilar a tal terrible enemiga de manera definitiva. La causa del incordio en los presentes, es uno de los primeros mensajes de Risha, al proclamar a la reina de corazones como una bruja de inmenso poder, que podía eclipsarla a ella; una mujer con la voluntad de un dios bajo su mano. Sin duda alguna, las brujas no son enemigos a tomar a la ligera.

—La bruja con la que peleamos en el cráneo del titán, no era la reina de corazones. Era más bien uno de los acólitos —explica María en suma seriedad, al recordar lo complicado que fue enfrentar a Risha y con todos sus esfuerzos, no pudieron matarla—. Derrotamos al dios... pero su profeta escapó, será cuestión de tiempo para que la volvamos a ver. Ella ya conoce muchas de nuestras capacidades y debilidades. Pudo darnos pelea a todos al mismo tiempo... va a estar preparada para la próxima vez, y dudo mucho que venga sola... vendrán otros, los demás acólitos de la reina de corazones.

En la hechicera crece el resquemor mientras se muerde el labio inferior; en sus puños cerrados aplican tal presión que chirria el metal de los guanteletes. Habrá otros guerreros, no conocen el número exacto y los llevarán a todos sobrepasar sus límites.

—Para entonces estaremos listos. Risha podrá traer a quien sea, ninguno de los acólitos nos va a detener —interviene Alicia en mirada decidida—, no habrá un tercer enfrentamiento, la vamos a matar si se atreve a regresar.

—Si es que no la cazamos primero. —Tonatiuh todavía lamenta no haber estado en esa pelea, el contemplar las heridas de su amante, provoca en el guerrero un fuego de incordio que lo quema por dentro muy lentamente—. Alice si a futuro mi participación no requiere otra labor similar a la que hice el día de hoy, quisiera solicitar un emparejamiento junto a María.

—¡Claro! Lo tendré en cuenta, grandote. —Alicia libera una tercia risita con los ojos cerrados, y entonces pega un pequeño golpecito al pecho de Tonatiuh, más para animarlo que para lastimarlo mostrándose ya un apego de camaradería—. Tú y Valkiria nos salvaron el culo al mantener a la infantería lejos de la caverna, es lo menos que puedo hacer por ahora.

Otros líderes se sentirían ofendidos, y considerarían tal petición como una ofensa a su autoridad, cosa contraria a la joven guerrera al estar de apoco apegándose a los guardianes de la orden del águila.

María observa la interacción en semblante agradecido, forjándose una pequeña sonrisa de añoranza por el nacer de un verdadero equipo de elite, quizás los altos mandos tuvieron una razón de peso por juntar a estos seis inadaptados sociales.

—¡Otra razón para beber hasta perderse! —Lance ríe entre dientes al dar esa respuesta—, hay que hacer un brindis para Tonatiuh, por el logro de contener a una innumerable horda por cuenta propia.

—Tú solo buscas excusas para beber, Lance —inquiere Drake viendo al asesino por el rabillo del ojo, con los brazos cruzados y una sonrisa ladina en el rostro en señal de burla.

Las orejas de Sheila se mueven al escuchar esa indirecta, lo que la hace soltar un gruñido de molestia, y entonces se levanta de un brinco uniéndose de a poco al gran circulo formado de todo el equipo.

—¡Sheila! ¿Qué te pasó? Me estuvieron persiguiendo todo un ejército, pude ganar distancia con mi magia explosiva, pero no te vi en ninguna parte en medio de ese mar de enemigos. —Tonatiuh se percata de la presencia lejana de la dragona, y las palabras de Lance lo hicieron recordar una cuestión que se estuvo haciendo durante la solitaria trifulca—. Se supone que estarías atacando otro lado de la montaña, atrayendo parte de los enemigos. ¿Dónde estabas?

El cazador habla en una faz de extrañeza, ya que no encuentra lógica a la razón por la cual se vio abandonado en esa jungla; rememora como ganaba vuelo, al usar explosiones bajo sus pies para moverse en el páramo, y perdió de vista a su compañera poco tiempo de iniciarse la campaña.

Cuando Tonatiuh estuvo rodeado, se veía en la necesidad de golpear el suelo con su hacha para liberar parte de su poder, en un despliegue de energía que hizo retroceder a las hordas. Estuvo una eternidad peleando, hasta que su mente casi se perdía, y era una mera maquina asesina, movida por el deseo de sobrevivir, de ver de nuevo a su amada, y volver a sus brazos para no apartarse de ella jamás, aun sabiendas que el llamado a las armas es cruel e inclemente. De no ser por el grito de retirada, posiblemente lo hubiesen matado a la larga. De cierta forma, sus compañeros igual salvaron su vida.

—Sí.... Sheila... ¿Por qué abandonaste tú puesto y te arriesgaste a entrar al cráneo del titán? —recrimina Alicia en suma severidad con los brazos cruzados, mostrándose imponente frente a la dragona, aun cuando hay una diferencia considerable en fuerza entre las dos guerreras—. Creo que nos debes una explicación. Se suponía que debías provocar disturbios en los alrededores junto a Tonatiuh, tanto para debilitar las tropas y la posibilidad de afectar la conexión psíquica del dios con el cuerpo del titán.

Los demás guardianes observan la escena de manera expectante, en especial el Réquiem por su ferviente riña con la joven de pelo escarlata.

—¿Val? —pregunta la hechicera a su familiaridad, más por buscar consuelo al temer un nuevo conflicto dentro del equipo, que por las ansias de saciar la curiosidad.

—Estaba rodeada de enemigos, la asistencia de la ama Sheila fue repentina e inesperada... lo que no la volvió menos bien recibida. —Valkiria realiza una reverencia, de tal manera que baja levemente la cabeza frente a su maestra en señal de profundo respeto—. Permití su avance tras una corta ayuda al materializar un muro de fuego, las ordenes que me indicó mi muñequita fueron detener el paso enemigo, no de aliados.

—¡Mierda, un vacío legal! —Lance resalta lo obvio—, esto no pinta bien, hermano.

—¿Tú crees? —responde sarcásticamente el ejecutor carmesí.

—Te estoy esperando, Sheila —insiste la guardiana de ojos azules, esta vez en mayor autoridad al mostrarse en un enojo helado que peligra a volverse una intensa llamarada.

—¿Así agradecen que fui en su ayuda? —arremete indignada la dragona, con los puños apoyados en la cadera e inclina el torso hacia adelante—. ¡Ese elemental por poco y los mata, lo debilité para ustedes! Pensé que Tonatiuh por ser uno de los guardianes de mayor poder en mi clan, podría arreglárselas solo por un rato. No veo el caso de regañarme, no hubo bajas de ningún tipo, ganamos ¿no?

Aun cuando no quiere aceptar su error, la dragona es invadida por el resentimiento de haber dejado por su cuenta al cazador, y con una rápida mirada que se dan los dos guardianes de fuego se dicen todo, sin necesidad de expresarlo en palabras. No hay rencores o nada que perdonar por parte de ellos dos, lo que no es compartido por el guerrero carmesí.

—¡Corrección! Frenyr y Risha por poco te matan, al caer miserablemente en cada una de sus trampas... —Drake no aguanta más la arrogancia de la dragona, por lo que decide intervenir con suma imprudencia, como si fuese el líder del equipo—. Nosotros tuvimos que salvar a una señorita soberbia, que no supo acatar órdenes, y pensaba más en la gloria, que en la seguridad de sus propios compañeros... ¡A Tonatiuh por poco lo matan!

El orgullo pesa en la dragona, marcándose gruesas venas en la frente. Se supone que es su primera misión sin sus tutores, y no ha hecho nada relevante. Siente que ha fallado en sus expectativas auto impuestas al jurar restablecer el honor y el orgullo de la antigua raza de los dragones.

La dragona se ve como una total decepción para sus antepasados, lo que llena su pecho de un negruzco remordimiento; sobre todo una llameante rabia infernal que la consume lentamente y deseosa por ser desatada.

—¡Metete en tus propios asuntos, Réquiem! —Sheila responde insolente apuntando a Drake con el dedo, y suelta uno de sus mayores venenos—: no voy a escuchar sermones de la mediocre sombra de Clayton Réquiem.

Tal declaración hace que Alice se tape la boca, con los ojos abiertos al máximo, y Lance arruga la cara en una expresión de dolor, ya que hasta él pudo resentir ese golpe de tan solo escucharlo. La mención de su padre toca una fibra sensible en Drake, por lo que aparta el uso de la razón y deja que los impulsos lo guíen.

—¡Escúchame bien, niña! No me gusta golpear a una mujer, lo que no me hace incapaz de hacerlo... ¡no me contengo con nada ni con nadie! —advierte el guardián envuelto en un aura de hostilidad. Las heridas mentales de Drake lo han agotado visceralmente, volviéndolo poco paciente—. Todos estamos aquí metidos en esta mierda, si quieres odiarnos hazlo, no tengo ningún problema al respecto; lo que si te voy a pedir es que no nos andes jodiendo con tu maldita actitud de perra.

—¡¿Cómo me llamaste, bastardo come mierda?! ¡Te clavare en una cruz espinosa! —Sheila no tiene reparos en atacar a puntos sensibles.

Los dos guardianes se encuentran fuera de sí, y al estar por ser arrojado el primer golpe por cualquiera de los dos, el sonido de una bala disparada al cielo los despierta de la cólera retornándolos a tener un segundo de lucidez, meramente para volverse en dirección al origen del disparo.

Alicia permanece inmóvil, en un porte sombrío con el abrazo diestro aun alzado con la pistola en mano de cañón humeante. La puesta del sol atrás de su cuerpo, produce en ella una sombría imagen, y el visor azul emana un brillo puro tal cual el único ojo de una criatura mítica que irradia poder.

—¡¡Es suficiente, deténganse de una buena vez!! —grita Alicia en potente ímpetu, al dirigirse a sus conflictivos compañeros—, escúchenme bien par de idiotas, porque lo diré una sola vez: Drake no puedes escarmentar a Sheila, como si fueses el líder del equipo, ese rol me corresponde únicamente a mí. Lo que haces es empeorar la pésima relación que tienen ustedes dos y acabas de dañar la dinámica del equipo.

—Pe-pero Alice...

Drake intenta replicar en protesta, al albergar un nudo en la garganta que evita el completar las palabras ante el nerviosismo.

—¡A callar! —interrumpe la guardiana de forma severa.

Lance toma al guerreo del hombro, en un rápido cruce de miradas lo hace entender que calle y escuche.

—No, Drake... —niega con la cabeza el ser oscuro, en un gesto compasivo y por ende el guerrero carmesí se torna cabizbajo, cual perro regañado.

—En cuanto a ti, señorita... —Alice no tarda en concentrar su atención en Sheila—, no solo desobedeciste mis órdenes... te pusiste en riesgo a ti misma de forma innecesaria, también a tus camaradas y comprometiste la misión. No estamos aquí por la gloria, vinimos a representar a Trisary; nos están pagando por salvar vidas... nada de caprichitos pendejos para elevar tu ego.

El sermón de Alicia es toda una balacera de palabras contundentes, que impactan sobre la estoica dragona de rostro amargo, quien permanece en un absorto silencio, y aun cuando parece escuchar todo en completa atención, en los ojos amarillos se puede notar un profundo enojo al borde de explotar.

—¿A quedado claro? —En esa pregunta demandante, la mirada azul de la guardiana se enfoca en el rostro del dragón en forma de mujer—. Es mi responsabilidad cumplir la misión, asegurándome que todos regresen con vida, lo cual estoy dispuesta a cumplir a cualquier costo, siempre y cuando obedezcan mis órdenes.

—Tus demandas son claras, Alicia —En lugar de ser comprensiva, habla a regañadientes en imperioso desdén.

El repudio emana de los ojos carmesí del guardián rojo, al fulminar al a dragona con la mirada; los puños temblorosos se cierran, soportando el impulso de irse encima de ella.

—Sheila tranquilízate, Drake no es nuestro enemigo... esos comentarios que hiciste fueron muy hirientes... me atrevo a decir que llegan a ser discriminatorio, por su condición de ser un portador —dice María al sostener del brazo a Sheila, en un esfuerzo vano por disminuir las tensiones dentro del equipo.

—Lo que no estoy dispuesto a tolerar, son las insolencias de esta excusa de guardián mediocre, cuyo poder es regalado. —Haciendo caso omiso de la segunda al mando, rápidamente la dragona regresa su atención de nuevo en el ejecutor carmesí—. Te debilité a ese dios, y luego te vanaglorias de haberlo matado... meramente distes el golpe de gracia. ¡En lugar de agradecerme, te atreves a insultarme!

—¡¡Te reto a decirlo de nuevo, perra de mierda!! —Drake estalla en ira, liberándose del agarre de Lance, moviéndose al frente. Los guantéateles se transforman en enormes garras afiladas.

De nuevo, ese dolor de cabeza atosiga a Drake, como si fuese un torniquete apretado fuertemente entre sus cienes. Ese último insulto, fue capaz de romper de nuevo al guerrero, desatando una rabia casi demencial. Ha pasado por tanto en su travesía para dominar la armadura, y volver ese poder suyo; que alguien se atreva a negar o desestimar ese hecho, le es repugnante, como si todo por lo que luchó hubiera sido por nada.

Sheila enciende sus puños en fuego a punto de responder con violencia, hasta que una prisión cristalina la envuelve y frena su avance por un breve instante. La dragona se percata que fue materializada por María, de rostro cansado y nariz sangrante por el desgate mágico.

Valkiria se interpone en el camino del guerrero carmesí, parándose de manos con las espadas gemelas en mano; si uno quiere pelear tendrán que derribarla a ella primero.

—¡¿No escuchaste lo que dijo María?! —Lance vuelve a colocarse al frente de Drake. Estira las manos, señalando que retroceda—. ¡Cálmense los dos! Si quieren sacarle los sesos a alguien, que sea el enemigo. Si nos peleamos entre nosotros, nos van a terminar matando a todos.

La barrera violeta se fractura en un sonido quebradizo, del que precede un estallido al caer en miles pedazos como vidrios brillantes, y dejan el paso libre de la dragona sorprendida al no ser ella la causante de la desmaterialización de esa magia. Las dudas son respondidas cuando María cae hincada al suelo, entre jadeos cansados.

El conflicto es olvidado al ser la preocupación de por la hechicera aun mayor que el odio, por lo que todos los guardianes se reúnen para ayudarla a ponerse de pie, entre palabras de aliento y cuestiones sobre su estado.

—No es nada... estoy algo cansada, eso todo —espeta María al limpiar la sangre en su nariz, y no tarda en recuperar el aliento.

Pasado el susto, la lideresa retoma el tópico del conflicto entre Drake y Sheila, dispuesta a poner un alto de una vez por todas.

—¡Ustedes dos! Será mejor que hagan las pases, o voy a tener que llenarles el culo de plomo —demanda la guardiana en medio de los dos guerreros.

—Simplemente no te metas en mi camino, Réquiem o créeme que no me contendré... —. Sheila acepta los términos tanto de Lance como los de Alice, antes de proceder a alejarse de los miembros de la orden de lobo.

—¡Lo mismo digo! —exclama Drake furibundo, viéndola marchar.

El guerrero carmesí respira hondo, en un intento por relajarse y se refleja en la armadura, al volver a la normalidad. La cabeza palpita provocando un punzante dolor, debido al estrés.

—Lamento el comportamiento de mi compañera, Drake; es solo que es algo explosiva. Estoy segura que con el tiempo podrán entenderse. —María es amable y condescendiente. A pesar de lo sucedido, no desea un mal trato para Sheila, después de todo un conflicto interno entorpecería la misión.

—No hay problema, me han caído muy bien tú y Tonatiuh; estoy seguro que puedo confiarle mi espalda a cualquiera de ustedes dos. —menciona Drake en un alto lujo de confianza—, en cuanto a Sheila, se nota que soy el amor de su vida —expresa sarcásticamente.

Alice retira el casco, y saca de una de sus bolsas un cigarrillo con un encendedor; para su mala fortuna no enciende el fuego. Una preocupación que no tarda en ser resuelta por Tonatiuh al generar una chispara solo con chasquear los dedos, y enciende la colilla de tabaco, para que la guardiana de una profunda fumada, ayudándola a relajarse.

—¿Conseguiste recuperar el enlace con Dante o el bastardo del inquisidor? —Drake pregunta a Alice.

—Eso he intentado, pero el comunicador de mi casco se dañó durante la pelea.

—¡¡Tenemos movimiento!! —Apunta Valkiria al cielo en explosiva alarma, lo que llama la atención de los seis guardianes.

—Parece que las reuniones no se han acabado... de verdad tenemos que irnos...

Lance señala como gwibernos salvajes vuelan desde los bosques lejanos, y pasan por encima de ellos a gran velocidad, ignorándolos completamente. Valkiria ya se preparaba para disparar una saeta, incluso si las bestias estaban demasiado lejos, sin embargo, su accionar es frenado por María.

—¿Por qué no nos atacan? —pregunta el guerrero carmesí, todavía alarmado por si debía enfrentarlos.

—Esto es completamente fuera de su naturaleza, a menos que... —Tonatiuh capta el inconfundible rugir de no una, sino de varias aeronaves y la presión del aire se eleva de golpe—. Algo los haya asustado.

En el crepúsculo del agonizante orbe del día, y el inicio del cielo estrellado, de las nubes del anaranjado firmamento son navegadas por toda una flota de aeronaves que cortan a través del viento como colosales espadas, que sobrevuelan el cadáver del dios elemental, y sacuden las vastas arboledas de esas tierras.

Los guardianes quedan anonadados, al ser golpeados por las oleadas de aire que mueven sus cabellos, y los pliegues de sus ropas por la mera presencia de esos titanes del cielo, en una sinfonía de motores acompañada del soplar vertiginoso de feroces ventiscas descontroladas.

No se puede calcular el número exacto de naves, parecía haber cientos de ellos; desde globos aerostáticos, hasta múltiples buques voladores formando una amplia flota que es liderada por un acorazado crucero de guerra de proporciones inmensas, impulsado por varios motores.

—Una nave presagio... —En un rostro pálido; Alice reconoce la nave madre, y acaba tirando la colilla de cigarro de su boca por la mera impresión.

—¿De dónde han salido esas naves? ¡Se supone que Lazarus no contaba con navíos disponibles, al tenerlos en el frente de la guerra santa! —exclama Sheila al escalar el corazón por la garganta, en un gesto agresivo similar a una bestia que se siente amenazada por una fuerza de mayor poder.

—Quizás guardaron algunos... aunque... —Valkiria igualmente busca hallar sentido al suceso—, dijeron que perdieron mucho material en la caída del Tridente.

—No todos son de Lazarus... —habla María al percatarse de que las diferencias de las naves, pueden separarse en dos grupos.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Drake.

En un porte solemne, la hechicera dirige la atención de sus compañeros a ciertos navíos en específico.

—Varias de las naves doradas llevan el símbolo del fénix en sus banderas —dice María mientras que las coletas de su cabello, y los cortinajes de la capa son alzados por el soplar del viento—. Y en las otras naves en especial el presagio, carga el símbolo del Pegaso blanco perteneciente al reino de Rhodantis.

Esa indicación es suficiente para que todos los guardianes se alteren, llevándolos a rastrear ese símbolo en la gigantesca nave blanca perteneciente a Rhodantis, la nación principal de la alianza Templaría; todos los demás países son sus vasallos y Lazarus no es una excepción.

—¿Qué hace aquí una flota Rhodantiana? En especial una liderada por crucero de batalla presagio; nos avisaron que habría una compañía de ese país, pero no incluía aeronaves. —Drake no cabe en la conmoción, al escalar un escalofrío de incertidumbre en cada uno de sus huesos—. Esas naves las envían al frente de la guerra santa, ¿Por qué se molestarían en usarla para subyugar una rebelión de un país vasallo? Dudo que lograran pedir refuerzos en pocas horas, por lo del dios elemental.

—Estamos en las mismas, Drake... —Alice se coloca el casco de nuevo—, tenemos muchas preguntas, es la primera vez que veo una nave presagio en algo que no sean fotografías.

—¿Primera vez? Parece que no soy el único que se alejó de su hogar. —Tonatiuh es irónico, debido a que Alicia es originaria de un país altamente tecnológico, y él pasó mucho tiempo en la jungla de las islas de caminantes—. ... algo no está para nada bien aquí ¿por qué nos ocultarían algo así? Mejor dicho ¿Por qué envían las naves hasta ahora? No tiene sentido, pudimos arrasar al elemental sin tener que casi morir.

—Esto me huele a una sola cosa... —Lance ve por encima del rabillo del ojo a sus compañeros en un tono de fría seriedad—. No nos están contando toda la verdad.

La flota de naves es apenas el presagio, que dan gran peso a las ultimas oraciones de Risha durante la retirada; no tienen idea de lo que está a punto de comenzar. El ambiente se torna denso de repente, el viento feroz se pone en contra de las oleadas producidas por las aeronaves y alarma a los guardianes.

—¡¡Todos pónganse detrás de mí!! —vocifera Valkiria en voz prominente, en lo que alista su arco que apunta al cielo a lo que sea que ha llegado desde la retaguardia.

El resto del equipo dan la vuelta, por donde ve en las alturas en el punto donde el sol esta por ocultarse, y dar paso a la oscuridad, a una brigada de magos Rhodantianos montados en grifos, y pegasos blancos, los cuales son liderados por dos seres alados de porte angelical que se alzan imponentes; sus siluetas oscurecidas por los rayos agonizantes de los crepúsculos, los dotan de una imagen divina en contraste del grotesco pandemónium verde que los rodean.

—¡Guardianes bajen sus armas y controlen a ese demonio que les sirve! Mi nombre es Sir Clint Reynard, el caballero de la tormenta y están todos bajo mi custodia. —Habla el que parece ser el líder. Su voz es sobrenatural, como si fuese la caída de un rayo en noche de tormenta.

Posee una armadura corporal completa, blanca con detalles dorados en la envergadura de aspecto angelical. Las botas se adornan pequeñas alas a los lados de los tobillos. En el peto se graba el símbolo de la cruz templaría adornada en alas angelicales a los lados. Los guanteletes son blancos, cuyos dedos poseen cortas garras y los nudillos son blindados en cuatro pequeños picos. En la cintura alberga un cinturón táctico.

Dos alas arman los lados del yelmo, en el que arden furibundos dos ojos azules liberadores de destellos eléctricos. Dos alas de ángel repletas de ojos azules adornan la espalda y aletean en un vuelo elegante que suspende al caballero en el cielo.

—Clase Nephilim...

Susurra Drake al cerrar sus puños firmemente, y con los orbes esmeraldas de sus ojos ardientes fijados en el autonombrado caballero de las tormentas. Ha escuchado ese nombre en el pasado, una oscura leyenda llega a la mente del guerrero de puños cerrados.

—¡Nunca se nos informó de una flota Rhodantiana aparte de la compañía del príncipe! —vocifera Alicia, sin ápice de duda o miedo.

—En el nombre del omnipotente y la inquisidora Flora, será mejor que cooperen con nosotros —Tras decir esas palabras, Clint realiza una breve pausa al efectuar un movimiento de mano, que es una señal clara para los magos que lo acompañan para sacar de sus abrigos unas gemas azuladas—. O habrá consecuencias.

Cada una de las joyas son embadurnadas por resplandores lapislázuli. Alrededor del espacio aéreo son materializados múltiples círculos mágicos, plasmados, y adornados en ecuaciones ajenas al conocimiento de cada uno de los guardianes, obligados a retroceder en el acto, expectantes de lo que ha de ser invocado.

Una aurora semitransparente emana en el contorno de los pentagramas de invocación, en un color cambiante, como el reflejo de la luz sobre el agua. Suben y bajan cuales ondas de océano. Legiones innumerables de luciérnagas de múltiples colores nacen del velo de aquel torrente luminoso.

Revolotean juguetonas, dejando atrás una estela intangible de una longitud creciente, aparentemente inagotable. Cruzan unos con otros en un espectáculo inimaginable, como si fuese las entrañas del arcoíris en el final de la tormenta.

Embelesados los guardianes siguen con la vista los luceros de vuelo ágil, las cuales reúnen sus huestes por encima de los círculos mágicos. Conjugan unas con otras fundidas en varias esferas resplandecientes de amalgamados colores aceitosos; estrellas de la noche bajada a la tierra por el poder de los hechiceros, justo cuando el sol perece y el cielo se torna oscuro.

Las parvadas de los cuervos huyen despavoridos de las copas de los árboles en cacofonías de graznidos.

Oleadas de fiero viento sopla de aquellos luceros; Lance piza firmemente en contra posición a las fuertes ventiscas, las colas de la bufanda negra ondean hacia atrás conjunto a la gabardina y las largas coletas de la hechicera.

Valkiria usa su cuerpo como defensa para su maestra, de tal forma que no quita la mirada dorada de los orbes luminiscentes que los sobrevuelan.

Un efímero, y agudo zumbido de un enjambre de avispas del tamaño de una persona se hace presente, venidero de aquellos orbes lumínicos.

Las esferas crecen en tamaño al tiempo que la luz se apaga, se vuelve tangible, en una materia física definida. Materializa varias formas humanoides en posición de ruego. En cada una de esas entidades, surgen dos prominentes apéndices de plumaje cristalino que yacen doblados recubriendo el cuerpo, en un capullo de brillante diamante.

Descienden lentamente y extiende las extremidades; son de una estatura de dos metros con la complexión de un hombre corpulento. Las criaturas están forradas en relucientes armaduras de placas nacarinas de porte angelical y protección completa; adornadas en blasones rúnicos en la envergadura que refleja la luz de la luna, como si estuviesen hechas de vidrio.

En la diestra sostienen una delgada espada corta, hecha de un material similar al vidrio cuyo interior desprende una energía anaranjada como si fuese fuego, y en la zurda un redondo escudo, incorporado a la coraza que solo puede ser cargada por un hombre fornido. De las anchas espaldas extiende dos largas alas angelicales, conformadas de un plumaje cristalino, transparente que cambia de color a cada segundo.

Las corazas son hermosas, como sacadas de un cuadro en el que las huestes del omnipotente cargan a la batalla y mandan al averno a aquellos que contradicen el mandato divino. Un haz de esperanzas para aquellos que creen en su palabra y en su llegada.

No hay ninguna palabra o acción natural proveniente de las inmóviles criaturas, lo que llega a ser desconcertante. Mejor dicho, no hay rasgos fáciles por el casco sellado que únicamente tiene la abertura del visor oscurecido, negrura absoluta.