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Capitulo 15: La plaga creadora

El interior de la colmena es sacudido por el estrepito de la artillería, y los movimientos del coloso al enviar a sus heraldos a llevar destrucción a las tropas templarías. Y en el corazón del conflicto, el lugar donde se decidirá el futuro de la guerra, el grotesco fauno divino se muestra amenazante delante de los invasores, quienes valerosos no retroceden ante la abominación, poseedora de un aura de desbordante instinto asesino cernido sobre sus pesarosas almas.

Los guardianes podían ver en ese par de enfurecidos orbes de flamas color esmeralda, un rencor homicida dirigido a los precursores de la incursión.

La bruja llamada Risha, observa con satisfacción el fruto de sus nuevos poderes oscuros, adquirido tras arduos sacrificios. Ningún templario se atrevió a venir a enfrentarla, no eran otra cosa que insectos que ha de fulminar con el endemoniado báculo, el cual lleva en su mano.

Los guardianes continúan atónitos tras la forma en la que apareció el acolito, pero no pasó mucho tiempo para recobrar la conciencia, y plantar cara a esos engendros, al tener acuestas el deber de no permitir el avance de esa deidad, capaz de amenazar la supervivencia de los reinos humanos por proteger la existencia natural y recupera la tierra a los inhumanos.

De repente la bruja saca de su bolso un pequeño cristal verde, colocándolo en la garra de su formidable criatura, y este al cerrarse en un puño, de entre los dedos surge un fulgor esmeralda, materializándose una monstruosa hacha de batalla de doble hoja, adornada en grabados rúnicos resplandecientes.

Aquel suceso desata el grito en las alarmas de los guardianes, atentos a cualquier movimiento agresor del grotesco ente divino de casi tres metros de altura.

—Los inhumanos han hablado, guardianes. Somos la prueba viviente de que el sistema debe perecer —habla la druidesa en alta superioridad—, ¿no entienden? No necesitamos su régimen agotado y viejo, aquellos que osan llamarse amos, no son otra cosa que débiles pusilánimes. Mandan espadas de contrato al temer a nuestro poder; ustedes creen luchar una causa justa e ignoran ser otro tipo de esclavos.

—¡¿Quién se supone que eres?! ¡¿A caso eres la reina de corazones?!

Demanda Drake con demente fiereza, y de su espalda surgen cuatro tentáculos de puntas afiladas cernidas delante de la bruja. Risha únicamente libera una sonora carcajada como respuesta, tal acto produce un helado escalofrío en los invasores, conmocionados por la firme seguridad de la bruja.

—Ay... mis dulces y estúpidos niños. Mi nombre es Risha Spriggan, formo parte de los acólitos de la reina de corazones. —Risha coloca la punta del dedo en el labio inferior, y mira a los guardianes como si fuesen un montón de niños, al traer una revelación que lleva sus almas hasta los pies—: mi señora es infinitamente superior a mí, inclusive supera a mi otro señor el rey brujo. Este poder que ven, me fue concedido por su majestuosa gracia.

«Un poder capaz de esclavizar dioses», escruta María con una gota de sudor resbalante sobre su frente.

Por nada de en el mundo la hechicera retira su mirada de Risha, al estar atenta a cada movimiento y aprieta su báculo con todas sus fuerzas. María sabe que solo ella podría hacer frente a la bruja.

—¿Qué tenemos aquí? —pregunta Risha de manera burlona, y el ojo artificial se estira en tres piezas, moviéndose el lente en un giro de 180 grados, posando la vista en cada uno de los guardianes—. Un humano de los umbra, proveniente de las tierras caminantes del norte, me pregunto si fuiste uno de esos niños soldados del eclipse... sería irónico... eres un arma que simplemente cambió de dueño... o te desecharon.

No hubo contestación alguna, la mirada de Lance se oscureció en un silencio espectral tan afilado como su propia espada. Ese ojo artificial parece tener la capacidad de detectar la raza, y el tipo de poderes que tienen los individuos que entran en su rango.

—Lance no la escuches... —exclama Drake, al conocer parte del pasado de su amigo, y los demonios que lo atormentan.

—Vaya... tenemos igual a un maldito clase campeón... dime, chico. ¿Ya dominaste al horror de estigma que se fundió contigo o esa cosa te domina a ti? —La druidesa se fija en Drake, al arrojar cual saeta esa cuestión cargada de una grotesca malicia.

Drake cierra los puños furibundos, en sus ojos verdes arde la rabia a punto de desatarse, y por la mera voluntad se controla a sabiendas que solo los está provocando.

—Mucho cuidado con lo que dices... todos tenemos nuestros límites —advierte Alice—, si cruzas esa línea, te prometo que enviaremos tus restos en varias malditas bolsas negras a la reina de corazones.

No pasó mucho tiempo, para que la bruja se fije de igual manera en la líder de los guardianes, y de repente una carcajada escandalizada vuelve estallar en Risha, por una razón que solo ella comprende.

—¡Olviden lo que dije! ¡Esto es el epitome de la ironía! —farfulla la bruja limpiándose una lagrima del ojo biológico—. ¡Eres un ciborg alterada genéticamente! Para rematar los templarios contrataron a una norteña del libre pensamiento, sí que la derrota del conde los ha hecho tomar medidas desesperadas.

La guardiana de la armadura verde da un paso al frente, con un dedo a punto de presionar el gatillo, pero esas intenciones caen al vacío cuando la mirada pétrea e inanimada del fauno se posa sobre ella, produciéndose un gélido escalofrió, el cual recorre la columna.

Por último, la bruja se fija en la hechicera, y la sonrisa irónica es extinguida al ser remplazada al principio por una mueca de sorpresa, que poco a poco se transforma en una gélida faz de desbordante asco. Las miradas purpura de las dos mujeres elfo se cruzan, como las dos caras de una misma moneda.

—Que tenemos aquí... esto sí que es una sorpresa... y una de pésimo gusto —alza la cabeza con superioridad, viendo por debajo a María—, una hechicera medio elfo y medio humano... tal parece que escogiste un bando a pesar de los tratos que eso conlleva. No puedo imaginar a alguien... ni siquiera a un mestizo, con la suficiente sangre helada como para ayudar a esclavizar a su propia raza y a un intento de asesinato divino. La idea es simplemente repugnante.

—¿Tan repugnante como causar un genocidio y usar un elemental como arma? —contesta María de forma mordaz, aun cuando esas palabras fueron una punzada de veneno en su corazón.

—Parece que has olvidado la edad de la purga, cuando fuimos sometidos si es que tienes los años suficientes como para saberlo. —En desbordante desdén, Risha no tiene reparos en contestar aquellas acusaciones y con frialdad agrega—. Creo que los credos la llaman la edad de los héroes... la misma época de mi querido señor aquí presente, supongo que ya le dijiste a tus vasallos con quien están tratando, si es que tienes un poco de sangre elfica en ti.

El fauno divino vuelve a hablar en esa voz profunda, como el crujir de la madera en aquel idioma inentendible para los guardianes de la orden del lobo, venido de una lengua de los elfos muy arcaica, y una que puede ser casi comprendida por la hechicera, quien aprieta los dientes al ahogar un gruñido.

—¿María? —pregunta Alicia, observándola de reojo.

—Díselos... —ordena la druidesa en voz autoritaria.

—El nombre de este dios es... —La hechicera traga saliva por un segundo y expone—: Frenyr. Se supone que murió en edad heroica, durante la guerra de los clanes... cuando la renacida Trisary entró en el campo de batalla.

Los miembros de la orden del lobo abren los ojos totalmente, tornándose blancos al reconocer ese nombre, que había quedado solo como un pie de página en el santo libro llamado las cruzadas.

—Si... su muerte y el de su hermana fueron muy exageradas, tuvo un pequeño problema con dos tipejos... ¿Quiénes eran? —Risha chasquea los dedos, fingiendo tener falta de memoria—, ¡Ah ya! creo que se llamaban... Munraimund y Arnold.... ¿Acaso ellos no fueron sus antecesores?

El fauno pega un rugido monstruoso que produce gran eco en el panal, tras escuchar esos nombres pertenecientes a quienes lo derrotaron hace cientos de años y con los sucesores de esos dos hermanos presentes, el rencor es reavivado cuales flamas infernales.

De la monstruosa boca del dios, se materializa una poderosa esfera de energía esmeralda, potenciada por la magia de apoyo de la druidesa, lo que lleva acelerar la carga y el fulminante resplandor es desatado, pero la hechicera reaccionó rápido, y se pone delante de sus compañeros, y con un grito imperecedero de coraje desbordante, crea una rápida barrera de mágica capaz de bloquear el poderoso proyectil.

Los cortinajes de la capa, y las trenzas ondean por la fuerza del ataque; la hechicera únicamente puede ver el cegador resplandor delante de ella, obligándola a apartar la mirada.

Con toda su fuerza de voluntad, aferra los pies en la tierra que poco a poco la hacen trastrabillar levantándose humaredas por debajo de las plantas, sacándose un quejido de angustia, hasta que su retroceso es frenado por unas manos enguantadas posadas sobre su espalda.

La hechicera inclina cabeza levemente por encima del hombro, y descubre que se trata del guerrero carmesí, cuyos tentáculos sobresalientes de la espalda, se aferran en la tierra a modo de anclas.

Alice se coloca al lado de María, ayudándola a sostener su báculo, y ambas se miran de reojo, a pesar de tener el casco puesto, la hechicera puede sentir como por debajo de la careta, su compañera sonríe con confianza.

—¡Estamos aquí contigo, María! —grita Alicia.

De la cobertura emerge el guardián sombrío, en un sprint alrededor del campo de batalla, y en la mano diestra carga la espada embadurnada en poder oscuro, como si fuese un manto acuoso de color negro que destila humaredas.

—¡¡Todos estamos aquí!!

Farfulla Lance al arrojar un tajo al aire, y desata una oleada cortante de oscuridad en forma de media luna en contra de los engendros. Risha entra en alarma, rompe la conexión con la descarga esmeralda y choca sus palmas lo cual levanta tres muros de piedra a modo de barrea.

Los dos primeros muros son atravesados, ante el paso del corte oscuro y acaba por ser detenido en la última defensa rocosa, produciéndose un estallido de granito y polvo durante un efímero temblor.

Alicia se tele transporta en el otro extremo, y abre fuego sobre la retaguardia de la bruja, sin embargo, el fauno se pone delante de ella usando su cuerpo como escudo; desestabilizándose la potencia en el ataque energético, anteriormente arrojado.

Finalmente, el poderoso resplandor esmeralda se dispersa en parpadeantes telarañas eléctricas sobre el muro de energía aun en pie, en medio de cortinas de bruma ennegrecidas. Tras un jadeo de la hechicera, la protección mágica cae al suelo, cual puerta de fortaleza en la carga del guerrero carmesí, uniéndose a sus otros compañeros de la orden del lobo.

El fauno ruge furibundo, y con hacha en mano responde la agresión al abalanzarse sediento de venganza, en contra de los sucesores de aquellos que lo hirieron en el pasado.

La bruja se eleva por los aires, y al estar por preparar un conjuro de apoyo, se detiene en el acto al detectar por el rabillo del ojo a María volar tras ella. En cruce de miradas purpura, ambas mujeres desatan de sus báculos poderes arcanos: un rayo eléctrico por parte de la hechicera y el un resplandor solar en lado de la bruja.

Un impacto de ambos rayos hace resonar el lugar, una potente oleada de energía sacude a todos los presentes. Ambos seres son repelidos mutuamente, sin embargo, ninguna está dispuesta a ceder y continúan aun suspendidas en las alturas.

—¿Estas listas para jugar en las ligas mayores, perrita mestiza? —desafía la bruja de forma déspota, canalizando nuevamente un nuevo conjuro en su báculo endemoniado.

—¡Estoy absolutamente segura que sí, bruja! —contesta la hechicera a todo pulmón.

Hechicera y bruja se elevan por los aires, perdiéndose en las plantas altas del enorme panal.

En tierra los tres guardianes atacan por diferentes flancos al gigante. Drake se desplaza con los tentáculos, y arroja unas rápidas estocadas que son bloqueadas por la gigantesca arma de su enemigo. El guerrero carmesí se echa para atrás y pone los pies en la tierra, continuando el frenesí esta vez usando los cuatro apéndices, hasta que dos extremidades atraviesan la defensa y punzan el torso acorazado del monstruo, en rebosantes chispas.

En un grito feroz la criatura continua la marcha en un hachazo, desviado por un revés de los tentáculos; Lance entra en escena en un corte diagonal a una de las piernas, pero es detectado por el dios y este retrocede evitando el ataque.

Drake retorna en un doble chicotazo bloqueado por el arma de su enemigo, lo que lleva al asesino oscuro a ejecutar un tajo sobre la espalda, pero el dios reacciona y pega una patada trasera como un animal embrutecido, conectando el golpe en el estómago de Lance, catapultándolo lejos y hacerlo caer rodando en el suelo, sin aire.

Las entrañas del guerrero oscuro se contraen, por lo que se obliga a subir su máscara y vacía el contenido del estómago.

Al repeler aquella molestia, Frenyr se abalanza sobre su primer oponente, y cierne un hachazo descendente que es finalmente bloqueado por los apéndices al cruzarse justo sobre el yelmo con cuernos, pero la fuerza del ataque pone de rodillas al guardián.

Las flamas de los ojos de ambos guerreros se encuentran, reflejándose la voluntad de hierro de cada uno de ellos. En los ojos del dios cala el odio, uno de mayor intensidad dedicado únicamente para el guerrero carmesí. De nuevo Frenyr habla en esa lengua inentendible cargadas de rencor, maldiciendo el origen de su oponente.

De repente unos disparos de bala explotan en la retaguardia del monstruo, aflojándose la fuerza aplicada en el hacha. Alicia corre alrededor de los combatientes mientras abre fuego de forma implacable, tal valor por parte de la guardiana no es equivalente a la potencia de ataque, al ser insuficiente para lograr penetrar el duro caparazón divino.

Una patada recta en el torso bastó para vapulear al guerrero carmesí; al deshacerse de ese segundo estorbo, el dios se vuelve sobre la guardiana, pero su avance es mermado por un tajo en su pierna por parte de la espada de Lance.

Tras ese ataque el guardián oscuro alarga la trayectoria apresuradamente, y previene un contra ataque.

Frenyr arroja su hacha como si fuese una bala de cañón, dirigida a la espalda del asesino en plena huida. Lance lo detecta y en completa pericia, salta hacia un costado y evita el empalamiento.

—¡Te doy 10 puntos por el entusiasmo, pero 4 por la puntería, cornudo!

La entidad continua con la mano alzada, lo que ocasiona un gélido sudor frio en la espalda del guardián y su alma cae al suelo, al detectar por el rabillo del ojo aquella hacha retorna mientras gira como un disco cortante.

—¡¡Lance cuidado!! —vocifera Drake apenas reincorporándose.

El grito de su amigo, termina por encender los sentidos afilados del asesino, y pega un nuevo salto hacia atrás lo que lleva a aquel espiral a pasar por debajo de sus piernas. El hacha regresa a la mano del dios, mientras su otra extremidad para cubrirse de la refriega de balas de guardiana hasta que se vacía el cargador.

Alice retrocede y arroja unas bombas que liberan una espesa bruma grisácea. En feroces abanicadas del hacha, Frenyr se desplaza en búsqueda de sus enemigos.

—¡Hace tiempo que he querido usar este truco!

Grita Drake, quien de brazos cruzados se catapulta hacia el frente con sus tentáculos, los cuales desaparecen en el aire, siendo remplazados por un par de espadas motosierras emergentes de las muñecas.

El coloso se aparta moviéndose a un costado, evitando un tajo empicada de esos aceros móviles. Al alzarse de nuevo, el guerrero carmesí ve como el dios se regresa con un hachazo vertical, el cual es eludida por Drake al saltar hacia atrás ganando distancia en un despliegue de agilidad y fuerza sobre humana.

—¡Me toca, hermano!

Vocifera un Lance recién recupera y ejecuta un nuevo corte en la pierna de soporte del dios, el cual torpemente se vuelve alzando su hacha dirigida a la cabeza de su enemigo, pero tal golpe nunca llega, ya que Drake vuelve a la batalla, y arroja un zarpazo en la cadera del enemigo, abrumado por la constante lluvia de ataques.

Las aspas de las motosierras penetran levemente la dura coraza del fauno, liberándose un grito espectral del enorme morro, dejándose una gruesa marca de la que se escapa sanguaza verdosa.

Los dos guardianes ejecutan una lluvia de espadazos simultáneos, todos bloqueados por la poderosa defensa del hacha doble, aun cuando el dios es obligado a retroceder. Chispas remolinean por los aires en el choque de los aceros, entonándose los sollozos chirriantes en alto eco expandido por todo el panal.

—¡Ábranse! —exclama Alicia arrodillada, activando el compartimiento de su rifle: una lanza granadas.

El dúo de guardianes acata la orden, y antes de que el dios pueda acomodar sus ideas; cual pedrada una granada golpea de lleno el hocico de la criatura, liberándose una poderosa explosión anaranjada, que se vuelve de a poco en una pétrea nube de humo.

Los guardianes vuelven a reagruparse, en una prudente distancia atentos a lo que saldrá de esa cortina de oscuridad.

De las brumas emerge el dios de un salto hacia adelante entonando un alarido, en sus manos el hacha se embadurna de un resplandor esmeralda, tal efecto enciende las alarmas en los guardianes.

Frenyr toma el arma con ambas manos, alzándolo sobre su cabeza y lo deja caer en un hachazo masivo sobre el suelo, haciéndola temblar levantándose una nube de polvos, mandando a volar escombros, y desde esa posición la tierra se deforma, y se desgarra, modificándola al surgir múltiples estacas de piedra, árboles secos de ramas que parecen garras alzadas al cielo y gruesas raíces que se alargan como serpientes

El entorno se modifica y se expande como una olea, y afecta a toda materia en los alrededores. Tal acto obliga a los guardianes a retroceder en acción evasiva.

Tras el emerger del ultimo pilar de piedra, el poder del golpe de la gigantesca hacha sigue resonando en la tierra. El escenario fue reconstruido y convertido en algo retorcido y grotesco, en un asimétrico pandemónium errático que no da lugar para otra vida, ajena a la fuerza creadora del gran dios de tiempos remotos, uno de los protectores de esta dimensión.

...

En la cobertura de los pilares, Alicia recarga su rifle y toma un respiro junto a sus dos compañeros de la orden del lobo.

—Primero era una secta, que resulta ser una armada rebelde y traen a un dios antiguo a modérennos el culo —exclama Lance entre jadeos, con la espalda apoyada en la enorme estaca—. Esa hacha puede modificar el ambiente y la puede arrojar, eso le da el control del terreno. Tenemos que retirarnos y reagruparnos con las águilas, para un contraataque en campo abierto. El enemigo es peor de lo que pensamos.

—Ya sabes lo que dicen... —espeta Drake, en respiración acelerada mientras mira disimuladamente desde el borde de la cobertura—. Siempre hay una primera vez para todo y no podemos llevar la pelea afuera, aun con Val nos arriesgaríamos a enfrentar a un montón de enemigos al mismo tiempo. Y no me iré de aquí sin María, se lo prometimos a Tonatiuh y Val. —Drake resalta estas palabras en determinación de acero.

—Tampoco pienso dejar a María, pero ¿Tienen alguna idea? Estoy abierto a cualquier estupidez o esperanza que nos mantenga vivos —exclama Lance.

—Creo tener un buen plan... —explica Alice tras un suspiro agobiante, lo que llama la atención de los dos varones—, pero como todos los que hemos tenido, es una completa locura. Es jugar mucho con la suerte y de funcionar, puede que tengamos una sola oportunidad para que funcione.

—Para estas alturas todo es aceptable —dice Drake en tono de resignación.

...

El fauno divino observa por todos lados, en búsqueda de una señal de sus oponentes, y de repente escucha el movimiento aparatoso de una armadura entre los monolitos.

Alicia se desplaza con la espada de Lance en un mano, y en la otra una pistola, mientras que el rifle lo resguarda en su espalda, y presiona el gatillo hasta vaciar el cargador, aun cuando las balas no parecen causar ningún daño a la armadura biológica, continua la balacera.

El dios embiste como un toro, y al estar por vapulear a la chica, pero ella desaparece en un parpadeo, y regresa aferrada con un mano a una de las estacas esta vez en lugar de la pistola y la espada, carga una escopeta recortada la cual dispara en alta potencia en la espalda del monstruo, sacándolo de balance por un segundo, y este se regresa al abanicar con el hacha.

El golpe mortal únicamente parte en dos al pilar de roca, ya que Alicia se tele transporta y reaparece de nuevo en el suelo con la espada en sus manos, y entonces cual jabalina arroja el acero que pasa por encima de la cornamenta, y por puro reflejó el fauno protege su rostro con el hacha, al creer que ese ataque era para él.

La guardiana alarga la distancia de un ágil brinco de sorprendente pericial, ante el coloso de rabia creciente, el cual se prepara para atacar nuevamente, ignorante del cuchillo de vuelo rapaz que silva del viento y pasa por su retaguardia.

De la sombra de la espada girante en el aire, es materializado el asesino oscuro de bufanda ondeante, quien toma con ambas manos la empuñadura, embadurnando la hoja en poder oscuro.

—¡Por aquí, cornudo!

Lance alza el acero de Magnamis llamado Ronin, y se arroja en picada en un corte descendente detectado por el Dios, de ira tan grande que lo hizo bajar la guardia y se aparta, pero no es lo suficientemente rápido.

Un relámpago oscuro desciende en el fauno, y el cuerno izquierdo sale volando en una marejada de sangre esmeralda, envuelta en una estela de brillo negro dejada por la espada.

Como si hubiese ocurrido una explosión, el suelo tiembla cuando ambos combatientes caen simultáneamente. El umbra al descender de rodillas, la energía sobrante de su ataque continua su curso y desgarra la tierra al partirla en una larga fisura.

La monstruosidad se pone de pie, entre bramidos y quejidos suelta unas palabras en ese dialecto extraño, mientras cubre con su garra el cuerno cercenado y toma de nuevo su hacha. Lance no tiene que pensar mucho, para comprender que fue sentenciado a muerte por ese dios.

Lance acata la estrategia y arroja una bomba de humo atrás de si, nublando el campo de batalla, lo que asegura su huida.

Nuevamente reincorporado, el fauno lanza golpes con el hacha en demente fiereza, al desplazarse en línea recta en búsqueda de aquel que ha cortado su cuerno.

Unos disparos impactan en su flanco derecho, al mirar de reojo vuelve a ver a la guardiana del fusil de avance directo hacia él.

El dios en plena cólera arroja su hacha, tal acto ya era esperado por guardiana, quien reacciona rápido y rueda en el suelo por el flanco derecho.

El hacha continua su trayectoria traspasando algunos pilares y da la vuelta retornando de nuevo a su dueño. De repente un borrón carmesí salta en zigzag entre los pilares, usándolos de impulso, se trata de Drake y logra posicionarse atrás del arma en pleno retorno, y dispara dos cadenas de sus manos que enredan en la empuñadura del hacha.

En lugar de poder frenar el avance, Drake es arrastrado por la fuerza telequinesia a pesar de los esfuerzos por diezmar la velocidad. La gigantesca hacha llega a pasar en medio entre dos pilares, lo que lleva a iluminar repentinamente la mente del guerrero.

Al estar por atravesar el umbral, de la espalda del guardián se materializan cuatro patas de araña que se aferran a ambas estructuras.

Al bajar un poco la velocidad, Drake fortifica sus piernas en botas pesadas, y eleva al tope el peso de su armadura al derrapar en el suelo, mientras sujeta con todas sus fuerzas las cadenas al punto que puede sentir como los músculos de sus brazos, se estiran al punto de desgarrarse ante el abominable derroche energético de frutos prolíferos, al ser el hacha temblante detenida en el aire. Esa efímera oportunidad no puede ser tomado a la ligera, por ninguno de los guardianes.

—¡¡Ahora Lance!!

El llamado es respondido por el asesino sombrío, en agiles saltos entre los pilares acorta la trayectoria con el arma capturada por las cadenas carmesí. Lance sujeta firmemente a Ronin refulgida en poder oscuro, y desata la ráfaga de poder maligno que pega de lleno en el hacha suspendida en el aire, disparándola lejos y llega atravesar algunos pilares, enterrándola en una montaña de escombros.

Mientras tanto, el dios gruñe de rabia por ser ultimado el retorno de la fiel hacha. Alicia arroja una granada a los pies del a criatura, a la par que ella toma cobertura atrás de uno de los pilares, desde donde escucha la prominente explosión.

Entre las humaredas surge Freyner aturdido y tambaleante, hasta que unos disparos de bala lo reactivan haciéndolo alzar sus puños para bloquear la descarga proveniente de la guardiana desde el borde de la cobertura.

La criatura embiste cual toro, pero la chica salta de forma evasiva lejos de la cornamenta, dejando que el pilar caiga derribado por la fuerza del impacto.

Una vez reincorporada, la guardiana pasa un buen rato esquivando los ataques erráticos y contundentes del dios, hasta que de repente cambia la estrategia y Alice se desplaza hacia adelante de la criatura, de nuevo los dos combatientes se encaran.

El gigante explota de rabia y se lanza como un rinoceronte furioso, mientras la guardiana descarga todo su arsenal que resulta ineficaz sobre la dura coraza.

Frenyr arroja un puñetazo y al estar por rosar la cara de la chica, esta desaparece con uno de sus parpadeos resplandeciente, y al instante que esa luz se desvanece, tal cual el alzar de un telón en el escenario, el guerrero carmesí se hace presente con un guantelete pesado, y se catapulta hacia el frente al arrojar un puñetazo recto en el abdomen del dios, haciéndolo retroceder y lo saca de balance como si hubiese recibido el impacto de una bala de cañón.

Drake toma impulso, y de un brinco se eleva propinando un rodillazo en la quijada lo que jala la cabeza de su enemigo hacia atrás, al salpicar una línea de sangre verdosa al retroceder hasta que la espalda del dios golpea con uno de los pilares haciéndolo temblar. Sin embargo, aquellos golpes no son lo suficientemente fuertes, como para apagar las llamas de los ojos de aquel animal herido que está atacando a pura ira.

El guerrero carmesí cae de rodillas al suelo, forjando un nuevo guantelete pesado y vuelve a la carga con un gancho que es frenado por el antebrazo del dios, quien contra ataca con un gancho izquierdo en la cara del guardián, haciendo ladear la cabeza a la vez que retrocede.

Al querer remontar con un gancho izquierdo, el golpe de Drake nuevamente es bloqueado y recibe un puñetazo en el rostro, luego es tomado por la espalda, y recibe un rodillazo en el estómago alzándolo unos centímetros sobre el suelo, y es rematado por una patada recta que lo dispara lejos hasta que su espalda se impacta con la dura roca de uno de los pilares, cuarteándolo, marcándose su figura, mientras los oídos del guerrero son atravesados por los aullidos del vibrante sonido blanco.

El guerrero carmesí cae de cara al suelo, pero logra poner los brazos amortiguando su caída, y al tratar de reincorporarse con los brazos temblorosos, contempla como el dios corre en estampida con la intención de cornearlo.

Pero una descarga de media luna oscura pasa delante de la frenética criatura, entorpeciendo su ritmo, y se da la vuelta encargando como los dos guardianes dejan a un lado la estrategia y se reagrupan frente al abatido Réquiem.

—¿Estas bien, Drake? —pregunta Alicia mirándolo de reojo, con el rifle apuntando al dios en todo momento.

—Creo que vi al viajero por un segundo, y en vez de darme la mano... me regresó de un golpe al mundo de los vivos... o fue ese bastardo —espeta Drake en voz doliente y abultada, tras ponerse de pie, al tiempo que apoya una mano en la estructura rocosa.

—Sobrevivirá... —complementa Lance, preparado a todo movimiento en los alrededores por si el hacha regresase—. ¿Cuál será nuestro siguiente movimiento? Es cuestión de tiempo para que restablezca el vínculo psíquico con el hacha.

—Tenemos que darnos prisa —Drake recupera los sentidos al tronar su cuello y acomodar su casco—, María nos va a necesitar.

La mejor pregunta que deberían hacerse ¿es como pretender matar a un dios? Una fuerza de la naturaleza creada por el planeta, a modo de anticuerpo de elementos externos de esta dimensión. Por lo que pueden comprender, el dios ha absorbido los conocimientos de lucha de los soldados que ha consumido, es cuestión de tiempo para que vuelva imparable.

Frenyr se alza de forma desafiante delante de los guerreros, en una respiración agitada y pesada a pesar de las heridas sangrantes que bañan la armadura biológica, no pretender ceder ante los sucesores de los que alguna vez pudieron derrotarlo.

Aun en un estado modorro y hambriento, el avatar del dios permanece imbatible ante los ataques de los humanos. Tal como lo dijo Val y María, no poseen poder humano que pueda detenerlo; en el pasado se necesitó bomba Ragnarock o ejércitos de cientos de guerreros, apoyados por celestiales y sobre todo dragones.

De la nada una luz dorada surge a un costado de los combatientes, cegándolos y llenándolos de desconciertos por tal fenómeno extraño. El dios brama en ese lenguaje extraño que puede ser traducido como "¿Quién se atreve?" un meteoro flamígero surge de entre los pilares y colisiona en la cabeza de cabra, sacándolo de balance.

Una silueta escarlata salta entre los monolitos, se trata Sheila envuelta en fuego y se hace presente catapultándose, en una patada directo a la cara de la criatura haciéndola tambalear

El dios cae sobre uno de los pilares, rompiéndolo en pedazos y es consumido por los escombros. La joven dragona desciende de rodillas frente a sus compañeros, dándoles la espalda, pero inclina la cabeza por encima del hombro, mostrándose una sonrisa macarra.

—¿Sheila que haces aquí? Ya tenías una posición asignada —reclama Alicia airada, aun no cabe en el shock de la aparición de la dragona, lo que llega a entorpecer el plan inicial por lo que una mezcla de sentimientos la consumen por dentro.

—¡A la mierda con tu plan! ¡vengo a salvar sus descarriados culos! Siéntanse y vean como parto en dos a este desgraciado

Exclama en alto ímpetu la joven dragona, al tronar sus puños deseosa por una buena pelea que la lleve a la gloria. La adrenalina se enciende en ella, cuando ve al dios levantarse entre los escombros con un hilo de sangre chorreante del morro.

El fauno endereza su cuerpo en una posición dominante. En grito de ferocidad Sheila embiste de forma directa con todas sus fuerzas, dejándose atrás a sus compañeros que gritan señales de advertencia que caen en saco roto.

Dragona y el dios chocan los puños desatando una onda de choque que sacude el panal, lo que obliga a los guerreros a retroceder.

—¡¡Esto es una maldita locura!! —vocifera Drake cubriéndose la cara con los brazos.

En otro lugar del campo de batalla, los arboles surgidos por el estallido del hacha en la tierra, repentinamente cobran vida, y se liberan de las raíces en el crujir de madera, acompañado de un inhumano siseo inquietante que resuena con hambruna.

—Lo que faltaba parece que tenemos colados a la fiesta...

Lance se voltea y ve a estos nuevos adversarios no muy lejos, los cuales son apenas un puñado que aun continua como una fuerza a tomar en cuenta. A pesar de haber perdido el elemento sorpresa, los engendros pegan quejidos salvajes y flanquean a los guardianes.

—¡Alice cúbrenos! ¡Debemos derribarlos rápido y con fuerza! —ruge el guerrero carmesí al materializar una espada y escudo, lanzándose a la batalla a la par del asesino oscuro.

La orden del lobo responde la agresión en demente fiereza, y rápidamente ganan fulminante ventaja sobre las creaciones del dios. En medio de la masacre los guardianes son conscientes de que Valkiria no pudo ser derrotada todavía, por lo que deducen rápidamente que nacieron en este pandemónium creado por la fuerza del hacha, lo que cala la horrida posibilidad de que Frenyr se encamina a recuperar todos sus poderes y eso equivale a la creación.

Mientras los héroes confrontan la emboscada, ocurre un enfrentamiento que no ha sido atestiguado en tierras templarías desde la edad de heroica: un dragón contra un dios.

Sheila elude un segundo gancho del enemigo, al apartarse a un costado. De las botas de la dragona surge un fogonazo que la impulsa hacia su oponente, tacleándolo y finalmente logra tirarlo de espaldas contra el suelo, con ella encima de esa gigantesca mole.

En una sed desmedida por la gloriosa victoria, la guardiana escarlata imbuye sus manos en fuego, y desata una lluvia de puñetazos descarnados sobre el rostro del dios. En cada golpe conectado, sangre verde salpica el suelo y manchas ropas de la joven extasiada, al contemplar cómo será reconocida por todos como un verdadero dragón.

Todos esos anhelos de repente se tornan difusos, al cernirse sobre la guardiana una niebla verdosa y húmeda emergente del cuerpo del dios.

La arrogancia de la dragona la vuelven descuida, de repente las flamas de sus manos se tornan moribundas al ser alcanzadas por la bruma, y al apenas notarlo, su marcha es frenada al ser tomada del rostro por la enorme garra del dios, el cual se impulsa hacia adelante y acaba estampando a la guardiana contra el suelo, tan fuerte que se agrieta.

Frenyr alza sus brazos y forma un solo puño, que deja caer sobre la guardiana que aun valerosa bloquea el golpe al poner sus manos que se recubren en escamas al igual que todo el cuerpo de la joven, sin embargo, la fuerza del dios es tal que no tarda en doblar las extremidades de la chica, y merma la defensa.

El dios alza su pata y pega un pisotón sobe la cara de Sheila, enterrándola aún más en la tierra que se salpica de sangre tras romper su nariz. Entonces la garra toma del cuello a la chica alzándola, solo para recibir un puñetazo en el estómago, soltándola y antes de caer al suelo es alzada por un rodillazo que la levanta de nuevo y antes de estamparse de cara, la dragona es culminada por una patada que la empuja a rebotar en la tierra, dejando un camino del líquido vital.

Del pecho del dios surge un revestimiento de roca que cubre todo su cuerpo, lo que lleva a multiplicar la defensa además de continuar emanante de la densa bruma húmeda.

Frenyr alza su mano para recuperar su arma, pero a lo lejos se deslumbra un fulgor negro que vuelve a sucumbir el llamado psíquico, al tiempo que unas cadenas carmesíes se enredan en el cuello del dios ahorcándolo y jalándolo hacia atrás, aflojándose su agarre en la dragona que cae de espaldas contra el suelo.

—¡Es hora del tiempo fuera! —vocifera Drake con firmeza.

Alicia se acerca a paso rápido y acorta la distancia con la dragona, al usar su quinto y último parpadeo de su dimensión de bolsillo. La guardiana de armadura verde toma la dragona del hombro alejándola, sin embargo, esta última reacciona apartándose bruscamente de su salvadora.

—¡Déjame, todavía puedo pelear! —vocifera entre jadeos la dragona en voz abultada por las hinchazones y la sangre derramada de su boca.

De las heridas de la guardiana se desprende un vapor blanquecino, cerrándose muchas de las hemorragias y curando algunos de los hematomas.

El dios toma la cadena de Drake, y lo arranca de la tierra arrojándolo como si fuese una bala de cañón que choca contra Alicia, lo que lleva ambos a caer rodando en el suelo.

Impulsada en fiera determinación, Sheila pega un rugido que libera un poderoso fogonazo sobre el dios, lo cual da de lleno, sin embargo, sucede lo inesperado. Las flamas no dañan a la criatura de brazos cruzados en posición defensiva, apenas y lo hacen retroceder.

La bruma húmeda disminuye en gran medida la intensidad del fuego, la defensa rocosa funciona como una segunda armadura que protege el núcleo.

Sheila corta de cuajo la desbordante carga de energía, al igual que su desmedida confianza se apaga y por mero reflejo, retrocede en piernas temblantes con los ojos abiertos al máximo enfocados en la presencia abominable de aquella deidad, mientras que en su cabeza retumban las palabras de Alice sobre una contramedida para los poderes de fuego.