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Capitulo 13: Pandemónium

En la cámara de control de la corveta rebelde, los tripulantes se ocupan de operar la nave desde sus respectivos puestos en los monitores y teclados, atentos a la próxima orden de uno de los acólitos, quien se halla sentada en la silla de mando sobre una plataforma, ubicada en el centro de dicha área, delante de un alto mueble en forma de copa, y en el que descansa una esfera de cristal segmentada en rombos, de los que se proyectan pantallas holográficas alrededor como una vaga esfera traslucida azulada. Cada una de esas reproducciones muestran diferentes flancos de batalla en la superficie en tiempo real.

La operadora es una mujer de apariencia joven, de complexión delgada con una figura voluptuosa y escultural. Su piel es pálida como algodón, en las que resaltan un par de orejas largas y puntiagudas, características comunes de la raza de los elfos. Tiene el pelo largo y ondulado de color castaño rojizo, un poco esponjoso que llega a la mitad de su espalda. Uno de sus ojos está cubierto por un parche negro, mientras que el otro sigue expuesto y es de iris purpura. Viste una capa con capucha color verde hoja decorada por unas segmentaciones, que la hacen ver como si estuviese hecha de hojas. Lleva una placa pectoral recubierta de escamas verdes, con una falda de varios pliegues; bajo la ligera coraza se denota una camisa negra acolchada de manga larga, en el que lleva dos guantes de cuero con unas muñequeras de armadura. Lleva unos pantalones a juego, con unas botas color café y un bolso de cuero colgando en un hombro.

Responde por el nombre Risha Spriggan, y carga el puesto de capitana de la fragata hoja rapaz. Sus manos están casi rosando la esfera de cristal, y con una orden de sus dedos, las pantallas se mueven de una en una para llegar al mejor rango de visión del lugar a donde quiere observar, gracias a un conjuro implementado en los ojos de algunos de los ciclopes.

La suerte fue echada con la señal de Alpiel, se han destruido la mitad de las torres y hace poco se confirmó una última edificación destruida, por lo que podrían navegar en el cielo visible, mientras no lleguen al rango de los antiaéreos.

La peli castaña observa en cada una de las pantallas la imagen de los seis guardianes, desatados entre las legiones Templarías y las hordas barbáricas. En faz de seriedad mueve su único ojo atenta a las pantallas, su corazón bambolea por el peligro latente que corre su vida al dar la orden de mover la nave a la zona de guerra, pero prefiere este trabajo que su labor anterior de cuidar a la hija de sus patrones, por primera vez desde que perdió su ojo siente que puede realizar la diferencia en esta guerra.

La mujer elfo presiona la esfera y con un movimiento rápido forma la letra "D" lo que enciende una nueva pantalla holográfica, en la que se ve el rostro de otro de los acólitos tripulantes de la fragata.

—Estamos listos y esperando, Risha. La cuestión es que tu des la orden para proceder. —El hombre atrás de la pantalla, se nota entusiasta a pesar de permanecer en un semblante que trastrabilla entre la seriedad y la euforia, se nota que desea estar en el campo de batalla.

­­­­­­­­­­—Tendrás que esperar un poco, Dimitri. Primero quiero un resumen rápido de todos los acontecimientos sucedidos... —solicita la mujer, en voz templada pero firme como acero recién forjado.

­—Han eliminado a la meseta izquierda, y parte de la ofensiva frontal fue repelida demasiado rápido —explica Dimitri, cual valiente soldado a punto de salir a batallar—, la caída de cinco de las fortalezas móviles ha sido confirmada... aunque si seguimos avanzando, entraremos en el rango de los antiaéreos restantes.

—Aún quedan suficientes torres para que nos derriben, si llamamos a la caballería alada ahora... nos masacraran en el aire... —responde la druidesa, al apretar con una de sus manos el brazo del asiento en el que reside; en ella carga la frustración de años de esclavitud, y la libertad está muy cerca como para perderla en un mísero error. Deben derrotar a los templarios en esta precisa guerrilla—. No podemos prescindir de tanto material en una jugada de bajas esperanzas, tenemos que proteger las otras ciudades y tomar Grifia lo antes posible. No podemos seguir perdiendo el tiempo con los Templarios. Necesitamos prepararnos... la diosa está cerca... y ellos pronto vendrán por ella.

Las últimas palabras de Risha son cargadas de un miedo asesino al futuro cercano, peor del que estar en la primera línea del conflicto.

—Risha... envíanos a nosotros... somos la elite de su majestad por una razón, nos escogieron para esta misión... una mucho más grande de lo que alguna vez llegamos a imaginar. —Insiste Dimitri en voz tenue, con esperanza de poder convencer a su compañera—. Estoy preparado para morir de ser necesario. Podemos ocuparnos de los guardianes. Los ciclopes acabaran con las torres, de esa manera haremos la llamada a la fuerza área y aniquilaremos a lo que quede de esos hijos de perra.

—Los acólitos serán necesarios en la verdadera batalla que está por venir, no vale la pena el riesgo cuando puedo aplastar al enemigo fácilmente, usando mi propio poder con el menor número de bajas posibles. —Risha es contundente al ser firme en esa convicción fuerte cual fortaleza—. Ya perdimos a muchos en el primer asalto. Para estas alturas el seguir esta confrontación nos llevará a la destrucción, es tiempo de la segunda parte del plan... voy a utilizarlo.

El rostro de la druidesa se torna oscurecido, al tocar con su mano el parche en su ojo. Los recuerdos la atormentan, y su único consuelo es el pensar que ha valido la pena el sacrificio, con tal de tener la oportunidad de ser libres.

—Risha... ¿estas completamente segura que quieres hacerlo? —pregunta el acolito dudoso, conoce las implicaciones de esa antigua magia primigenia, por la cual pagaron con sangre y montañas de cadáveres—. Ese poder que tomamos es muy oscuro, incluso para nosotros... muchos han enloquecido por el mero hecho de siquiera leer una copia de ese libro.

—¡No perdí mi ojo por nada! ¡Nuestros camaradas no se sacrificaron como para que no usáramos este poder! ¡No permitiré que estos desgraciados, manchen más esta sagrada tierra que nos pertenece por derecho! —vocifera la druidesa en alto ahínco, en ella no hay duda alguna y no aceptará ninguna otra objeción. Saca del bolso dos piedras de esmeraldas con la forma y tamaño de huevos—. Créeme que voy a dar todo de mi para que el plan funcione, mejor dicho, no hay manera que fracasemos, meramente tendré que evitar el querer disfrutarlo demasiado. —Una sonrisa espeluznante se plasma en su hermoso rostro, al desatar esa última sentencia.

—Si esa es tu voluntad... enviare la orden a las tropas de refugiarse en las mesetas. Buena suerte. —Derrotado, el soldado corta la transmisión al culminar ese último mensaje.

Al apagarse la primera pantalla, le precedieron todas las demás y Risha se pone de pie encaminándose fuera de la cámara de comando. Tras bajar varias escaleras, recorrer los amplios corredores y ser saludada de forma respetuosa por los guardias en posición de firmes, la druidesa sale a la cubierta de la nave al aire libre.

Los cortinajes de la capa y los largos cabellos castaños, remolinean ante el aluvión de los fuertes vientos de las alturas. Risha camina hasta llegar al mástil, desde donde avizora a la distancia a los dos ejércitos masacrándose los unos a los otros, viéndose como un océano sangriento de miles de hormigas de diferentes colores corriendo de un lado al otro, y mucho más lejos las torres restantes la observan al regresarle la mirada, portándose agrietadas y humeantes, pero a la vez en un aire de imponencia como si dijeran: "acércate a mí y te haré caer de los cielos, en una lluvia de fuego".

Aquel destino, para la druidesa suena a un mejor consuelo que el ser capturada, y probablemente violada por múltiples soldados templarios hasta que se aburran de ella o terminen plantando alguna semilla en su interior dando a luz a un bastardo hibrido, de ahí el destino augura la ejecución o ser llevada a los campos de concentración donde la domesticarían para ser esclava, tal como lo intentaron cuando era una niña pequeña, hace muchos años atrás.

—Prefiero morir de pie antes que vivir arrodillada... —pronuncia la hechicera asqueada, el ver esas torres y a los Templarios, causa en ella un odio profundo, uno que ha resguardado durante años—. Cinco torres... cinco torres que volverán a la tierra... todos volverán a ser parte de la madre tierra.

Besa uno de los huevos de jade, y levanta la manga derecha lo que expone un negro tatuaje de oscuros símbolos arcanos que rallan en lo demoniaco, en una lengua arcaica y muerta. Una energía verde se disuelve del cuerpo de la bruja, y materializa un círculo mágico bajo los pies.

Aquellas marcas en la extremidad emiten un brillo sombrío, al ser recitado un conjuro frente aquel extraño artefacto, hasta que repentinamente tras la última estrofa, la mujer elfo lo arroja por los aires mandándolo a caer en las tierras ensangrentadas donde se suscitó la emboscada contra la caballería, ahora convertida en una necrópolis de la que se alzan torrentes negros de humaredas y pilas de cadáveres destripados, tanto de humanos como inhumanos.

El huevo se hunde en el interior del océano de cuerpos, perdido en la marejada roja de los caídos en los que descansan espadas y fusiles abandonados; sumergida usando la carne como tierra y la sangre como su agua para retoñar.

La orden de Dimitri llegó rápidamente por la radio de los líderes de horda, lo que hizo retroceder a los rebeldes a las mesetas usando a los ciclopes como fuego de cobertura.

Los ejércitos Lazarianos no se detuvieron, siguieron avanzando al tomar la estrategia del enemigo como una debilidad que llevaría a la próxima victoria. El inquisidor ha ordenado la preparación de las torres, para cualquier movimiento en falso de la aeronave. Igualmente, Bast se ha retirado a su edificación por si tiene que usar su magia de nuevo en caso de que caiga un bombardero.

Dante fue dejado al mando de la conquista y los seis guardianes nuevamente unidos se mueven como el líquido y van en la primera línea de fuego adentrándose en las tierras altas, derrotando fácilmente a las tropas enemigas, apoyados por los golems y tanques.

Los hijos de Trisary y el fénix se han entregado por completo a la batalla, ignorantes de los espasmos sísmicos de la tierra que paulatinamente se elevan en fuerza, confundidos como la resaca del poder embrutecido de hechiceros y sobrehumanos, pero llega tal grado que ya no pueden ser dejados de lado, por lo que muchos de los cruzados giran sus cabezas en búsqueda del origen de aquel fenómeno.

Tras decapitar a un enemigo con un hacha de doble hoja, Drake se detiene al sentir como de su armadura de estigma emergen pequeñas espinas, y un escalofrió de nerviosismo recorre la espina, elevándose el bamboleo de sus pulsaciones. Un mal augurio se siembra en los instintos del guerrero carmesí, al sentir como su propio ente de cierta forma enseña los colmillos, en un estado de alerta y miedo, lo que planta un mensaje en la mente de Drake que dicta: prepárate, soldado... la verdadera batalla está por empezar.

María y Sheila cubren sus espaldas, al disparar combinaciones de rayos eléctricos con poderes pirománticos, enfrentando ferozmente a los rebeldes. En la elegía del combate, la hechicera es sobrecogida por un calor hormigueante en la marca de familiar en su cintura baja.

Una cúpula de energía recubre al grupo de guardianes, materializado por los hechiceros, y dar un respiro a las tropas principales, para poder usar sus magias curativas junto a medicina convencional, muy cerca del risco de esas tierras altas; desde donde se divisa a lo lejos una extraña bruma verdosa acumulándose, donde alguna vez fue la emboscada a la caballería.

La semilla plantada en el suelo, eventualmente se convierte en algo diferente, en el despertar de una entidad dormida por muchos tiempos que reclama el hambre, y propagar el poder de la naturaleza.

Centellas rugen en la necrópolis acompañada de una húmeda neblina verdosa, como si la tormenta se sitiara en la tierra. Los sismos elevan su fuerza hasta agrietar la superficie, ante el retumbar de las pesadas pisadas de lo abominable, precedido de un alarido histriónico que cayó la batalla por un instante y podría silenciar una ciudad capital.

Una enorme cabeza surge de las nieblas, con una cornamenta parecida a la de un ciervo hecha de piedra adornada de púas similares a arboles carentes de hojas; de la que cuelgan plantas verdosas similares a una larga cabellera mal arreglada, que cubre parcialmente su rostro grotesco. Tiene una boca en forma de rombo, repleta de filas y filas de colmillos iguales a los de un tiburón del que destila humareda verdosa, cual aliento fantasmal. Posee tres ojos completamente esmeraldas, que resplandecen fulgores llameantes y una gruesa barba conformada de tentáculos citrinos, como raíces negras. Atrás la cornamenta alberga una gruesa arboleda, y tiene un cuello largo en el que se divisan bosques de hongos rojizos, y se conectan al enorme cuerpo del gigante en forma del caparazón de una tortuga forrado de vegetación. Posee dos brazos delanteros vagamente humanos y atrás múltiples tentáculos de varios kilómetros que levantan su gigantesca materia. A diferencia del verdoso bosque del cuerpo, las extremidades de la entidad, eran forradas por arboles compuestos de amalgamas de cuerpos de humanos e inhumanos convertidos en abominaciones carne, que al parecer continúan gimiendo y babando en palabras incomprensibles, soltándose alaridos de dolor que suben y bajan en tonos angustiantes.

El dios es una montaña que camina en medio de las torres de humo y la destrucción propiciada por la guerra, cubriendo el sol con su colosal y sombría figura, en el que brillan sus ojos esmeraldas como tres estrellas malignas.

El terrible dios entierra sus tentáculos a la tierra, y de la misma surgen holeadas de árboles, y raíces espinosas que se ciernen en los campos caóticos, cual descontrolado incendio, formando densos bosques oscuros, empalando en sus gruesas ramas a muchos soldados templarios que no pudieron retroceder a tiempo.

De entre las líneas de los árboles de aquel pandemónium, surgen holeadas de monstruosidades vagamente humanoides, similares arboles seco cubiertos en capas de musgo ennegrecida. Las aberraciones avanzan en una masacre descontrolada al despedazar con sus garras, a todo cruzado lo suficientemente desafortunado como para ser un obstáculo en el camino a las torres.

En el frenesí violento, las criaturas verdes arrancan extremidades y beben de la sangre, lo que potencia el crecimiento de la tétrica arboleda centímetro a centímetro, expandiendo el pandemónium como una plaga que reclama la tierra como suya, no había cabida para los templarios en esos lares.

En un latir de corazón, las torres proceden a disparar sin cuartel contra la bestia. El gigante ruge encolerizado al recibir los impactos producen explosiones en la envergadura del cuerpo, aquella munición sería capaz de convertir a humanos en fina niebla roja, sin embargo, no logra abrumar al dios, el cual se alcanza a cubrir la cara con sus enormes brazos. El fuego de las maquinarias, apenas lo mantienen a raya.

—¡¡Todo el mundo de la primera línea atrás, retrocedan!! —grita Dante desde el comunicador de su casco, a cada uno de los tenientes del ejército.

Las legiones Templarías huyen despavoridas de aquel ser, más por salvaguardar sus vidas que por acatar la orden del comandante. No importaba quien se interpusiese en su camino, llegaban a pisar a sus propios compañeros, con tal de escapar de la muerte segura.

Los inhumanos gritan ovaciones de victoria, al ser sus oraciones respondidas y uno de sus dioses ha venido a ayudarlos, todo lo contrario, a los Templarios, cuyo único dios, y leales celestiales parecen estar ausentes aun cuando sus fieles seguidores son masacrados y absorbidos por aquel ser amalgamado.

El dios permanece quieto en medio de su bosque, imponiendo su gran tamaño, a una distancia prudente la aeronave navega los cielos con orgullo.

Los guardianes miran todo desde un risco la mórbida escena, con los cortinajes de sus ropas cubiertas de sangre seca silbantes con el viento, en un lugar parecido al que hicieron la ceremonia. Esa era una clase de monstruo, solo vista en leyendas y mitos antiguos.

Poco a poco los seis héroes están por entrar en la desesperación, al igual que la mayoría de las tropas templarías. En sus rostros jóvenes cala la duda y el miedo de ver a ese ser imparable. Son impotentes ante el avance de aquel maligno ser, y llegaban a ellos varias preguntas ¿acaso no eran ellos los guardianes en contra del abismo? ¿no eran ellos los campeones de Munraimund? No pueden hacer nada, el enfrentar a ese pandemónium era encarar a la muerte; la batalla parece perdida.

—¡Por el amor al viajero! ¡¿Qué carajos es esa cosa?! —vocifera Drake aterrorizado. Quiere creer que es un sueño, algo de esa magnitud no podría ser invocado y mucho menos controlado por los mortales.

—Es un guardián elemental... un antiguo dios de los bosques —pronuncia María taciturna, en un rostro que no termina de germinar todas las emociones que la corroen. Hoy lucha por el dios de su padre, en contra de uno de las deidades guardianas que adoraba su madre—. Uno de muchos...

—¡No puede ser! Se supone que esas criaturas ya no existen en nuestro continente, tienen años sin haber avistamientos confirmados. —Alicia no cabe en su sorpresa, incrédula de aquella criatura fantástica realmente se haya hecho presente.

—En el bosque de verderol... —susurra Lance, en una mirada de porte serio.

—No subestimes las capacidades de supervivencia de razas antiguas.

Reclama Sheila, y por primera vez su serio rostro estoico, es remplazada por una mueca de nerviosismo, al ser abrumada por la presencia del dios. Pero el orgullo de guerrero supera ese sentimiento, manteniéndola firme aun cuando sus puños cerrados tiemblan.

—Es muy posible que hayan traído esa entidad de más allá del continente o el bosque de Verderol. Hay muchas alternativas, el punto es como lograron controlarlo —agrega una teoría Tonatiuh, en la que trata de mantener la calma, sin embargo, el corazón golpea su pecho con la fuerza de un ariete, a punto de desquebrajar costillas.

—¡Lo que sea esa cosa o cómo lo invocaron no importa! La situación no cambiara aun si tratamos descubrirlo, estamos perdiendo el tiempo. Tal vez esto parece superarnos, pero recuerden lo que decía Munraimund... "todo monstruo tiene un punto débil" él, su hijo, Arnold y sus aliados llegaron a enfrentar y derrotar a deidades de esa índole en la edad de los héroes ¿Por qué nosotros no? —habla Alice al ponerse en medio de sus compañeros guardianes, con la moral pendiendo de un hilo. Para la pelinegra no queda de otra que tomar las riendas del liderazgo, y hacer honor al cargo otorgado—. Debemos buscar la forma de derribarlo o asegurar la retirada.

—De hecho, hay una manera de matarlo aquí y ahora... pero es muy arriesgada

María arroja esa afirmación al aire, cual saeta al aire y llama la atención de todos los guardianes. Drake, Alice y Sheila se ven esperanzadores ante la posible propuesta que esta por dar la hechicera, no pueden imaginar algo que puedan hacer en estas circunstancias para derrotar a ese dios.

Tonatiuh y Lance permanecen en silencio, en semblantes de seriedad sombría y ambos se miran por el rabillo de ojo. Sin palabras pueden transmitirse entre ellos dos, de que pueden tener una idea de la posible propuesta de la hechicera.

—¿Qué tienes en mente? Cualquier locura es aceptable, siempre y cuando no nos mate en el proceso —pregunta Alicia bastante airada, atenta a las palabras de su segundo al mando.

—¡Guardianes! Al fin los encuentro... —Dante entra en escena, siendo escoltado por varios de sus hombres—. ¡Tenemos que preparar la retirada de inmediato! No hay que...

—¡Mi señor! —pronuncia Alice—, creo que María tiene un plan para derrotar a esa entidad.

—¿Qué? por el amor al viajero y al santo fénix... dime que es verdad.

Dante igualmente aun incrédulo, anhela una posibilidad que puedan vencer al monstruo; los soldados cruzados se ponen a murmurar entre ellos, al declarar que son solo delirios de grandeza. María respira hondo y se toma unos segundos para mantener al ser todas las miradas puestas en ella, por lo que decide ser contundente con su explicación.

—No contamos ahora con ningún poder humano, capaz de frenar ese coloso por mucho tiempo. —El alma de los presentes cae hasta los pies, por aquella verdad desgarradora, y al segundo surge una revelación arrolladora—: por lo que tenemos que buscar al verdadero dios, su núcleo. Lo que estamos viendo es solo el vehículo... un medio por el cual pueda alimentarse y recuperar su antiguo poder, sin correr mucho peligro. —La hechicera apunta a la cabeza del dios, específicamente al bosque que esta atrás de los cuernos—. En el culto a los elementales decían que estos seres del bosque, tiene su corazón y cerebro en un solo órgano. "El guardián descansa plácidamente, en un trono de flores y luciérnagas esmeraldas en lo más alto de la corona, donde gobierna un reino viviente del que forma parte, siempre vigilante en la protección del mundo natural" si destruimos ese núcleo... el gigante se apagará al igual que su colmena.

—Tenemos el tiempo medido. El dios está en un estado "semidormido" por así decirlo. Por ahora no se podrá mover. —Complementa Tonatiuh—, si sigue matando y devorando humanos, ira recuperando sus fuerzas... hasta el punto en el que ya nada podremos hacer.

—Sé que puede resultar una locura... estoy sugiriendo el matar a una deidad desde adentro, no será nada fácil. Es la única manera que conozco para derribarlo... —María vuelve a hablar en un tono de comprensión, no quiere obligar a nadie a seguirla a ese lugar infernal, ni siquiera ella quiere ir a plantar cara a algo que la maldeciría por siempre—. Quisiera conocer otra alternativa, enserio no puedo imaginar otra solución que no sea esa. Acabar con el núcleo y salir de ahí lo más rápido posible. Lamento tener que pedirles el cometer este pecado... el convertirnos en asesinos de dioses.

No es el miedo a una muerte inminente, lo que siembra las dudas en su corazón, es el tener que matar a sangre fría a una deidad que protege la naturaleza y era adorado por su madre. Lo que no comprende es como los rebeldes pudieron someter a un ser de esa magnitud; en ella llega la posibilidad, de que la misma tierra ha decidido considerar a la humanidad como una plaga y desea liquidarla, para poder purificar el mundo.

—Esta es una locura, nos pagaron para sublevar una insurgencia —interviene Drake, dubitativo, casi a punto de querer huir. No se siente apto para enfrentar a semejante titán—. El pelear contra dioses antiguos es una cosa totalmente diferente.

—¿Tienes miedo? —pregunta Sheila de brazos cruzados, viéndolo de reojo con decepción.

—¡Por supuesto que tengo miedo! ¡Es un maldito monstruo gigante! Y... —suspira abrumado al sentir que tal contrato lo supera—. Si alguien está controlando a ese ser, no me cabe la menor duda de que es la reina de corazones —expone Drake con seriedad con una mano sobre su frente, tratando de tomar un respiro y acomodar sus ideas.

—Todos tenemos miedo, Drake... de aquel sentimiento puede surgir el coraje. —Complementa Tonatiuh comprensivo—, nadie te está obligando, puedes quedarte y apoyar a las tropas templarías

—Puede que nos encontremos con ella, en la joya de la corona de ese monstruo —expone Sheila pensativa ante esa posibilidad.

La idea de tener que ir a escalar una montaña viviente resulta una locura en el guerrero carmesí, que de no detenerla miles de personas morirán. Si ese dios vengativo recupera sus fuerzas, nada ni nadie podrá evitar que invada a otras ciudades del país.

El guerrero carmesí cierra el puño firmemente, cargado de impotencia. De nuevo se ve inmerso en no poder hacer nada ante una masacre. Aquella frustración impulsa su determinación y se gira hacia aquella montaña viviente, retumbando su corazón de forma acelerada. Si hay una posibilidad de victoria, Drake pretende aferrase a ella, tal como lo hubiese querido su viejo amigo Connor.

—Esto es una maldita locura... —vuelve a bramar el guerrero carmesí y en un suspiro de resignación, se vuelve hacia sus compañeros con una mirada decidida—. Una que solo nosotros podemos hacer... me apunto... espero que nos den un bono por esto comandante.

—Llevaran consigo camiones repletos de riquezas, y los vientos de la historia cantaran sus hazañas ahora y siempre por toda la eternidad, ... tal como lo hizo el legendario Munraimund Trisary y el valeroso Salazar Lazarus en su tiempo. —La afirmación Dante, motiva a los demás guardianes; no se han absuelto de sentir miedo, sin embargo, de aquel sentimiento surge el coraje y sentido del deber.

—¡Estoy dentro!... — Se une Lance en un actuar frívolo y en una emoción casi infantil—, no dejaré que ninguno de ustedes se quede con toda la diversión.

Disimuladamente el guardián oscuro ve por encima de su hombro, su segunda espada enfundada, y por el nivel de peligrosidad del nuevo enemigo, está convencido de que es el tiempo de desenvainarla.

—Y yo cubriré sus espaldas... —expone Alicia, sin titubeos al apoyar su rifle en el hombro con una sonrisa llamante—. Les enseñaremos a esos hijos de puta, de que estamos hecho los guardianes.

—Tienen al fuego viviente de su lado, esa mera verdad vuelve imposible la derrota. —Surge Sheila, en completa seguridad al agregarse a la causa al chocar sus puños de los que remolinean ascuas doradas.

—Los guardianes nos cuidamos entre nosotros, si uno solo va al infierno... todos los demás lo seguirán... y mataremos al mismo Chroneidos. No estás sola, Mari... compartiremos ese pecado contigo. —Tonatiuh coloca la enorme mano en el hombro de la joven hechicera, con el viento haciendo hondear sus trajes—. Una criatura capaz de tales actos, no puede ser considera un dios, tenemos que detenerla. Vamos a descubrir la verdad al llegar al núcleo.

María sonríe de forma tenue con sus ojos tornándose vidriosos, lo dicho en la ceremonia sobre que Trisary es su verdadera gente vuelve a su memoria, provocando un sentimiento cálido en su pecho. Limpiándose las peligrosas lagrimas con los dedos, asiente y tras sorber los mocos da un pequeño golpe al suelo con su báculo.

—Creo tener un buen plan para asaltar el cuerpo del dios... —interviene María, en moralidad revitalizada—, necesitaremos que los templarios hagan una distracción y aguanten hasta que podamos destruir el núcleo.

—Dejen que Bast y yo nos ocupemos de eso, les daremos fuego de cobertura con toda nuestra artillería. —Dante se acerca a los guardianes y alza su espada, en un glorioso saludo que desborda de un aluvión de respeto dirigido hacia los seis héroes—. En el nombre del omnipotente, el viajero y el santo fénix les deseo suerte en su justa cruzada, campeones de Munraimund. Si cumplen este contrato, con el honor que sustenta mi cargo de comandante, desde hoy los nombre... ¡Los héroes de fénix!

Al terminar de relatar el plan entre los guardianes y el comandante, proceden a actuar en sus respecticos puestos de combate.