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CAPITULO 1

Hace millones de años, Dios creó la Tierra, dotándola de miles de especies diferentes y hermosas. Creó al hombre a su imagen y semejanza, y la humanidad prosperó durante siglos. Sin embargo, llegó el año 2024, un tiempo en el que la Tierra estaba plagada de muertes, violaciones y terrorismo. La ley humana se volvió frágil y corrupta, y parecía que nadie podía hacer nada para detener el caos que se había desatado.

EN LIMA, PERÚ...

Un hombre peliblanco, cuyos rasgos eran una fascinante mezcla de herencia peruana y japonesa, se levantó de la cama con cautela. Cada músculo de su cuerpo dolía, y al mirarse en el espejo, notó los moretones que pintaban su piel perfecta con sombras de violeta y azul.A pesar de los golpes que había recibido, su rostro mantenía una serenidad que contrastaba con la evidencia de la pelea de la noche anterior. Se acercó al teléfono que insistía en sonar, rompiendo el silencio del cuarto.Con manos aún temblorosas, levantó el auricular y escuchó la voz al otro lado de la línea. Era un amigo cercano, preocupado por su bienestar. La voz del interlocutor resonó con inquietud y alivio al mismo tiempo....: - ¿Estás bien, mi amigo? - *preguntó preocupado al otro lado* - Escuché lo que pasó anoche. ¿Necesitas ayuda? -El hombre peliblanco sonrió débilmente, agradeciendo la preocupación de su amigo.... 1: - Estoy bien, Ben, solo unos golpes y moretones. Pero necesitamos hacer algo al respecto. No podemos permitir que esto continúe. - *serio*La conversación continuó, entre planes de acción y reflexiones sobre lo sucedido. Aunque su cuerpo mostraba signos de la violencia, su determinación no se quebró. Decidió enfrentar el problema de frente, sin importar las adversidades que se presentaran.Con la llamada concluida, el hombre peliblanco se vistió lentamente, decidido a enfrentar el día que se presentaba. Su mirada reflejaba una mezcla de determinación y calma, como un guerrero que ha pasado por la batalla y está listo para la siguiente.Ryuga, el joven de 18 años con ancestros japoneses, vivía en un modesto departamento en una calle relativamente tranquila. Después de la noche tumultuosa, decidió comenzar su día de una manera apacible. Se acercó a unos estantes en su pequeña cocina y tomó una caja de cereal casi vacía. Sirvió una porción en un plato y le añadió un poco de yogurt de fresa.Mientras disfrutaba de su desayuno, encendió la televisión para ponerse al día con las noticias del día. Sin embargo, suspiró con desánimo al ver que, una vez más, las historias predominantes eran de delincuencia, trata de personas, robos y accidentes. El tono negativo de las noticias parecía ensombrecer la percepción general del país.Con cada bocado, el pelinegro reflexionó sobre la tendencia de los medios de comunicación a destacar lo negativo, dejando de lado las historias positivas y hermosas que también ocurrían en la nación. Se preguntó por qué la realidad de su país, que tenía tanto que ofrecer, se veía eclipsada por los aspectos más oscuros de la sociedad.Decidido a cambiar su perspectiva, Ryuga apagó la televisión y se detuvo un momento para apreciar las pequeñas cosas que le rodeaban: la luz del sol que se filtraba por la ventana, el suave zumbido de la ciudad despertando y el reconfortante aroma de su desayuno. A pesar de las noticias desalentadoras, recordó que aún existían momentos bellos y positivos en su vida y en su entorno.Con una determinación renovada, el pelinegro se dispuso a enfrentar el día con una actitud positiva, buscando la belleza y la esperanza en medio de las adversidades que rodeaban su mundo.UNA HORA DESPUÉS...Con su atuendo cuidadosamente elegido, Ryuga se miró en el espejo del diminuto pasillo de su departamento. Vestía un polo negro con la distintiva marca de Adidas en el pecho, que contrastaba con sus pantalones jeans ligeramente ajustados. Sus pies estaban protegidos por unos resistentes zapatos militares de color negro, y una gorra blanca completaba su imagen.El joven se ajustó la gorra con un gesto decidido, sintiéndose listo para enfrentar lo que el día le tenía preparado. A pesar de los moretones que marcaban su cuerpo, su expresión reflejaba determinación y valentía. El pelinegro estaba dispuesto a salir y enfrentar los desafíos de la vida con la confianza que solo la juventud podía brindar.Cerró la puerta detrás de sí, inhalando profundamente el aire fresco de la mañana. Mientras caminaba por la calle, se propuso no solo enfrentar las sombras del mundo, sino también encontrar la luz y la belleza que sabía que aún existían en su entorno. Con cada paso, Ryuga se encaminó hacia un nuevo día, listo para desafiar las adversidades con estilo y determinación.El pelinegro caminó por las bulliciosas calles transitadas por peatones y vehículos. Un autobús se detuvo a su lado, y con gesto decidido, subió a bordo. Mientras se acomodaba en su asiento, sacó unos AirPods Pro 2 y comenzó a sumergirse en su propia banda sonora, aislándose del bullicio exterior con la música que resonaba en sus oídos.El autobús avanzó por la ciudad, llevando a Ryuga a través de paisajes urbanos familiares y desconocidos. Entre canciones, observaba el ir y venir de la vida cotidiana a través de la ventana, perdido en sus pensamientos.Finalmente, llegó a su destino. Descendió del autobús y continuó caminando unos metros más, hasta que se encontró frente a las imponentes puertas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de América y un símbolo de conocimiento y tradición en su país.El pelinegro se detuvo un momento para admirar la majestuosidad de la universidad antes de adentrarse en el campus. Se mezcló con el flujo constante de estudiantes que se dirigían a clases, con su música aún resonando en sus oídos. Con determinación en cada paso, se preparó para enfrentar las responsabilidades académicas y los desafíos que la jornada universitaria le deparaba.Ryuga sintió una mano cálida posarse en su hombro y, al girar, se encontró con la mirada amigable de Ben. La presencia de su amigo aportó una chispa de alegría a su día. Ben, el único confidente genuino en su vida, había estado a su lado cuando muchos otros se acercaron por conveniencia y desaparecieron en momentos difíciles.Ben: - ¡Ryuga! ¿Cómo estás, amigo? - *con una sonrisa sincera*La expresión de el pelinegro se iluminó, y devolvió la sonrisa de su amigo. Ryuga: - Hola, Ben. Un poco magullado, pero en pie. - *con un tono tranquilo.*Ben asintió comprensivamente. Ben: - Sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad? ¿Cómo fue tu noche? -Ryuga compartió brevemente la experiencia de la noche anterior, desde los moretones en su cuerpo hasta la reflexión sobre las noticias y la decisión de abordar el día con una actitud positiva.Ben asintió de nuevo, mostrando su apoyo incondicional. Ben: - Eres fuerte, Ryuga. Y estoy aquí para ti, pase lo que pase. Ahora, ¿vamos juntos a enfrentar lo que la universidad nos tiene preparado hoy? - HORAS DESPUÉS...Mientras el pelinegro y Ben disfrutaban de su almuerzo en la hora de descanso, la normalidad del día se vio interrumpida cuando Ryuga notó la presencia del mismo grupo que lo había golpeado la noche anterior. Observó con preocupación cómo intimidaban a otra persona, recordando la razón por la cual había enfrentado la violencia la noche anterior: defender a alguien que estaba siendo acosado.Un suspiro escapó de los labios de el pelinegro, y sin decir una palabra a Ben, se levantó de su asiento con determinación. Ben lo miró con una mezcla de preocupación y respeto, sabiendo que su amigo estaba a punto de enfrentarse a una situación complicada.Ryuga se acercó al grupo intimidador, manteniendo la calma a pesar de la tensión en el aire. Recordó la lección de la noche anterior: aunque no pudiera ganar físicamente, no podía quedarse de brazos cruzados mientras otros sufrían.Ryuga: - ¿Podemos hablar un momento? - *intentando calmar la situación.*El líder del grupo, el mismo individuo que lo había golpeado antes, lo miró con desdén.Líder: - ¿Y tú quién te crees que eres para meterte en nuestros asuntos? -El pelinegro inhaló profundamente y respondió, Ryuga: - No me creo nada. Pero no puedo quedarme indiferente mientras ustedes acosan a alguien más. -Ben se levantó de su asiento, uniendo su apoyo silencioso a la causa de Ryuga. Aunque sabían que la confrontación podría volverse peligrosa, la valentía de el pelinegro inspiró a su amigo a respaldarlo.La tensión en el aire aumentó, pero Ryuga estaba decidido a hacer lo correcto, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios miedos y limitaciones.El puñetazo del líder del grupo golpeó con fuerza el estómago de el pelinegro, haciendo que se doblara momentáneamente, perdiendo el aliento. Sin embargo, la determinación ardía en sus ojos, y en un acto de pura resistencia, Ryuga respondió con un puñetazo sorprendentemente fuerte que conectó con el rostro del líder.El sonido del golpe resonó en el aire, y el líder retrocedió, llevándose una mano a la nariz sangrante. Los demás miembros del grupo miraron la escena con sorpresa, no esperando tal respuesta de alguien a quien consideraban derrotado la noche anterior.Ryuga, a pesar de sentir el dolor en su estómago, se mantuvo de pie, mirando al líder con determinación. Ben, su amigo, se acercó a su lado, mostrando su apoyo silencioso.El líder, enfadado y humillado, escupió una maldición y señaló a el pelinegro. Líder: - Esto no se queda así, vas a lamentar haberme golpeado. -El pelinegro, sin ceder ante las amenazas, respondió con calma, Ryuga: - No se trata de mí. Se trata de detener el acoso y la intimidación. No voy a quedarme de brazos cruzados. -La confrontación había cambiado el tono del encuentro, y el líder, aunque resentido, se retiró con su grupo. Ryuga, a pesar de los dolores que recorrían su cuerpo, se sintió fortalecido por la decisión de no permitir que la injusticia prevaleciera. Con Ben a su lado, continuaron su día, conscientes de que enfrentarían las consecuencias de sus acciones, pero también sabiendo que habían defendido lo que creían correcto.EN LA NOCHE: MINIDEPARTAMENTE...El pelinegro había llegado a su minidepartamento, cuando estaba apunto de echarse a la cama para poder dormir, su teléfono vibro, saco su teléfono y vio que era del hospital, al final contesto.El corazón de Ryuga latía con fuerza mientras respondía la llamada del hospital. La noticia de que su amigo Ben estaba gravemente herido envió una oleada de pánico a través de su cuerpo. Apagó el celular, dejando caer el dispositivo como si fuera una carga insoportable, y se precipitó hacia la puerta de su mini departamento.Bajó las escaleras apresuradamente, pero la urgencia del momento lo hizo tropezar. Rodó por los escalones hasta llegar al piso, sintiendo el dolor pero levantándose con pura determinación. Cada paso hacia la parada de autobús estaba cargado de ansiedad y miedo.Abordó el primer autobús que se aproximaba y se aferró a la barra de sujeción mientras el vehículo se desplazaba rápidamente por la ciudad. Sus pensamientos estaban enfocados en Ben y en lo que podía haber sucedido. Cada parada del autobús se sentía como una eternidad.Finalmente, llegó al hospital y corrió hacia la recepción con el corazón en la garganta. La ansiedad le hizo tartamudear al dar la información de su amigo. Ryuga: - Be-Ben... ¿dónde está Ben? Me llamaron... dijeron que estaba herido. -La recepcionista, con una expresión compasiva, lo condujo a la sala de espera donde los familiares y amigos aguardaban noticias. El pelinegro se aferró a la esperanza mientras esperaba ansiosamente recibir información sobre el estado de Ben, su único amigo verdadero en medio de la adversidad.Ryuga permaneció sentado en la banca de la sala de espera, con las manos apretadas y la mirada fija en la puerta. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad, y su mente estaba llena de pensamientos y plegarias por la recuperación de Ben. Mientras esperaba, se aferraba a la fe de que su amigo saldría bien de esta situación.Las memorias compartidas de pérdidas familiares conectaban aún más a el pelinegro y Ben. Ambos habían enfrentado tragedias desde una edad temprana, construyendo una amistad basada en la comprensión mutua de la soledad y la pérdida. Ben, que había perdido a sus padres desde pequeño, y Ryuga, que había experimentado la tragedia de un accidente automovilístico que le había arrebatado a sus padres, compartían un vínculo especial.El pelinegro recordaba la sensación de haber perdido a sus padres y no poder contar con una familia tradicional. Ben había sido su apoyo constante en medio de esa soledad, y la idea de perderlo también le resultaba insoportable.Finalmente, la puerta se abrió, y el médico salió. Ryuga se levantó rápidamente, con la esperanza y el temor palpables en sus ojos. Ryuga: - ¿Cómo está Ben? ¿Qué pasó? -Doctor: - Lo siento chico, hicimos todo lo posible para salvarlo, pero lamentablemente falleció. - *triste*El corazón de el pelinegro se detuvo en seco al escuchar las palabras del doctor. El aire parecía faltar en sus pulmones, y una mezcla de incredulidad y dolor se apoderó de su ser. La noticia de la muerte de Ben golpeó como un mazo, y la sala de espera se volvió un lugar sombrío, envuelto en el lamento de quienes compartían la angustia.El rostro de Ryuga palideció mientras intentaba procesar la dolorosa realidad. Ben, su amigo leal, aquel que lo apoyó cuando nadie más lo hizo, ahora se había ido. La pérdida de alguien tan cercano dejó un vacío insondable en su corazón.Lágrimas llenaron sus ojos mientras miraba al doctor, buscando alguna esperanza, alguna explicación que pudiera cambiar el cruel destino de su amigo. Pero las palabras del médico resonaron en su mente, confirmando la tragedia que ahora debía enfrentar.El pelinegro se levantó, sintiendo que sus piernas apenas lo sostenían. Caminó hacia la habitación donde Ben yacía, queriendo desesperadamente negar la realidad. La visión del cuerpo inmóvil de su amigo le hizo estremecerse, y las lágrimas que había estado conteniendo finalmente brotaron.Se quedó allí, junto a la cama, despidiéndose de su amigo en silencio. Ben, quien había sido su único apoyo genuino, ahora descansaba en paz. Ryuga se aferró a la tristeza, a la pérdida abrumadora, mientras enfrentaba la realidad de que la vida había arrebatado a su único amigo verdadero.La determinación llenó los ojos de el pelinegro mientras se despedía silenciosamente de Ben. Su corazón, ahora envuelto en dolor y rabia, se endureció ante la oscura verdad que había descubierto. La maldad que contaminaba a la humanidad había tocado directamente a alguien a quien consideraba su familia, y no podía quedarse de brazos cruzados.Se vistió con prendas oscuras, una vestimenta que simbolizaba su nueva misión. La gorra y el abrigo completaban la imagen de alguien decidido a sumergirse en las sombras para enfrentar la oscuridad que acechaba en el mundo.Ryuga, ahora con una determinación fría en su mirada, cerró la puerta de su minidepartamento con firmeza. El camino que había elegido no era fácil, pero estaba dispuesto a asumir el peso de sus decisiones. Si el diálogo y la bondad habían fracasado, se embarcaría en una misión para eliminar a aquellos que representaban la maldad, con la esperanza de purificar el mundo.El lamento de la pérdida de Ben se mezcló con la promesa silenciosa de el pelinegro de hacer justicia de la única manera que creía posible. Mientras caminaba hacia la oscuridad, llevando consigo la carga de sus decisiones, se preguntaba si la violencia podría algún día redimir la corrupción que había presenciado en la humanidad. Con el peso de su nueva carga, Ryuga se adentró en la noche, decidido a cambiar el destino de aquellos que habían caído en la oscuridad.La máscara negra de Halloween de Ben, que el pelinegro ahora llevaba en una de sus manos, evocaba recuerdos de momentos más ligeros y felices. La risa compartida, las travesuras inocentes; eran recuerdos que ahora se mezclaban con el dolor de la pérdida. Ryuga no pudo evitar sonreír con melancolía mientras recordaba la vez que Ben, en medio de risas y diversión, se cayó a una piscina durante Halloween debido a su disfraz.Aunque en aquel entonces pudo haberse burlado de Ben por ese pequeño accidente, ahora la máscara se convirtió en un símbolo de la amistad que compartieron. Mientras la sostenía en su mano, el pelinegro se preguntó cuántas risas y memorias felices habían quedado atrás.La máscara, ahora más que un simple accesorio de Halloween, se transformó en un recordatorio tangible de la conexión especial que compartió con Ben. Con cada paso en su nueva misión, Ryuga llevaba consigo no solo la máscara, sino también el espíritu alegre y valiente de su amigo, inspirándolo a enfrentar la oscuridad con fuerza y determinación.Ryuga: - (No abra más sufrimiento) - *se coloca la máscara*El pelinegro se sumergió más profundamente en la oscuridad de la noche, cada paso resonando como un eco de su resolución. La ciudad, antes iluminada por las luces de la calle, ahora se volvía un laberinto de sombras donde los secretos más oscuros se ocultaban. La oscuridad que sentía en su corazón se reflejaba en la arquitectura de edificios altos que parecían tocar el cielo, pero que apenas dejaban pasar la luz lunar.La frialdad del abrigo negro que lo envolvía coincidía con la frialdad de su misión. Ryuga, con la gorra baja, ocultando parcialmente su rostro, se movía como una sombra entre callejones estrechos y solitarios.Su mente estaba llena de preguntas sin respuestas y de una sed de justicia que lo impulsaba a seguir adelante. La venganza por la pérdida de Ben, mezclada con la creencia de que estaba en una cruzada divina para purificar la tierra, guiaba sus pasos por la noche.A medida que avanzaba, la ciudad se volvía más silenciosa, sus pasos resonando en el vacío. El pelinegro, con el peso de su nueva responsabilidad, se preguntaba si estaba destinado a convertirse en un instrumento de justicia o en una sombra más en el oscuro panorama urbano.La oscura misión de Ryuga lo llevaba a un territorio desconocido, donde los límites entre lo correcto y lo equivocado se desdibujaban en la oscuridad de la noche. La historia de este joven se escribía en las sombras, donde la justicia y la venganza se entrelazaban de una manera peligrosa.UNOS MINUTOS DESPUÉS...El pelinegro se encontraba de pie frente al lugar donde la recepcionista le había indicado que encontraron a Ben. La vista de los mismos individuos que habían golpeado a su amigo, ahora disfrutando de cervezas como si nada hubiera pasado, encendió la llama ardiente de la ira en su interior, eran los mismo tipos que los golpearon ayer y enfrento hoy.Con una mirada fría y decidida, Ryuga deslizó un bate de béisbol negro de aluminio de su manga. Un regalo de cumpleaños de Ben, ahora convertido en un símbolo de venganza. Sintió el peso del bate en sus manos, recordando los momentos felices que compartieron con ese simple obsequio.Sin mediar palabra, el pelinegro avanzó hacia los agresores, su determinación iluminada por la luz tenue de la noche. Los hombres se volvieron hacia él, sorprendidos por su presencia, pero la sorpresa se convirtió rápidamente en hostilidad al reconocer a Ryuga que alzo su máscara para que reconocieran a su verdugo.El bate de aluminio se alzó en el aire, y en un movimiento rápido y certero, el pelinegro lo descendió con fuerza contra el suelo, emitiendo un sonido metálico que resonó en el aire. La expresión de los agresores cambió de sorpresa a temor al darse cuenta de la furia contenida en los ojos de Ryuga.Sin decir una palabra, el pelinegro se preparó para enfrentar a aquellos que habían causado tanto sufrimiento. La oscuridad de la noche se cernía sobre él, pero en sus manos sostenía la luz de la justicia que estaba decidido a hacer prevalecer.Ryuga, moviéndose con agilidad y destreza, esquivó al agresor que corría hacia él con torpeza debido al estado de embriaguez. Con un movimiento preciso, golpeó con el bate la espalda del agresor, quien emitió un gemido de dolor antes de caer al suelo.En un instante, el pelinegro giró para enfrentar al segundo agresor que intentaba atacarlo por la espalda. La mandíbula del agresor chocó con fuerza contra el bate de aluminio, provocando un sonido sordo y el silencio momentáneo de la noche. El segundo agresor se desplomó, sosteniéndose la mandíbula con claros signos de dolor.Ryuga se mantenía en silencio, con la respiración agitada pero la mirada firme. Aquellos que una vez le causaron dolor y le arrebataron a su único amigo, ahora eran víctimas de su propia violencia. La ironía no escapó a el pelinegro, quien había preferido las artes marciales como forma de autodefensa pero que, ante la realidad de la maldad, se vio obligado a usar la violencia como medio para restaurar la justicia.La navaja brilló en la mano del líder del grupo mientras se abalanzaba con la intención de apuñalar a el pelinegro. Sin embargo, la agilidad y destreza del joven pelinegro le permitieron esquivar el ataque, evadiendo la amenaza inminente. En un rápido contraataque, Ryuga comenzó a golpear al líder con una furia desenfrenada.Cada golpe era una manifestación del dolor y la ira que llevaba consigo por la pérdida de Ben. El sonido de los golpes resonaba en la noche, una expresión física de la furia contenida que el pelinegro había mantenido durante tanto tiempo. Cada puñetazo era una descarga emocional, un grito silencioso por la injusticia sufrida.Cuando el líder cayó al suelo, Ryuga no mostró signos de detenerse. Golpe tras golpe, su rabia se expresaba en cada movimiento. La sangre salpicaba su máscara y ropa, convirtiendo el escenario en un cuadro impactante de violencia y venganza.Sin embargo, en el momento crucial, cuando el pelinegro estaba a punto de cruzar la línea y llevar la violencia al extremo, se detuvo. La realidad de lo que estaba a punto de hacer lo golpeó con fuerza. A pesar de la furia que lo consumía, no permitiría que la oscuridad lo transformara en aquello que tanto odiaba.Dejó caer el bate y retrocedió, mirando al líder caído en el suelo. Aunque la violencia había sido su respuesta, se negó a cruzar el último umbral hacia el asesinato. Respirando con dificultad, Ryuga se enfrentaba a la dualidad de su propia naturaleza, luchando con la fina línea que separa la justicia de la venganza.El pelinegro se quedó allí, parado en la oscuridad, contemplando el rostro golpeado y ensangrentado del líder caído a sus pies. La respiración agitada reflejaba la tormenta emocional que rugía en su interior. La línea entre la justicia y la venganza, entre la luz y la oscuridad, parecía más difusa que nunca.La sangre del líder manchaba sus puños, la máscara y la ropa de Ryuga. Cada gota recordaba la violencia que había desatado en respuesta al sufrimiento y la pérdida. Pero al mirar más profundo, el pelinegro también veía su propia lucha interna, el dilema moral que enfrentaba.El silencio de la noche parecía más denso que nunca. El pelinegro, con la mirada perdida en el horizonte oscuro, se cuestionaba a sí mismo. Había utilizado la violencia como medio para buscar justicia, pero ahora se enfrentaba a las consecuencias de esa elección. La línea borrosa entre el héroe y el antihéroe se desdibujaba en la penumbra.Finalmente, se alejó del líder caído, dejando atrás la escena de violencia. Aunque la furia aún ardía en su interior, también había una sombra de duda. Ryuga se adentró en la oscuridad de la noche, llevando consigo el peso de sus decisiones y la incertidumbre de lo que le depararía el futuro.UNAS HORAS DESPUÉS...El pelinegro se encontraba solo en el puente de los suspiros, un lugar que normalmente estaba lleno de vida y susurros durante el día, pero que ahora, en la oscuridad de la noche, estaba envuelto en silencio. Ryuga se detuvo, sintiendo el dolor persistente en su cuerpo por la caída de las escaleras y por los enfrentamientos recientes.En la quietud de la madrugada, el pelinegro se despojó de la máscara negra que había sido testigo de la violencia y la ira. La sostuvo en sus manos, mirándola fijamente como si buscara respuestas en su superficie opaca. La máscara, ahora manchada con la sangre del líder del grupo, se convirtió en un reflejo visual de la violencia que Ryuga había desatado en su búsqueda de justicia.Sin palabras, el pelinegro sintió que la máscara también simbolizaba su propia dualidad, la lucha interna entre la justicia y la oscuridad que lo había acompañado en su camino. Se preguntó si la máscara también era un recordatorio de lo que había perdido y de las decisiones difíciles que había tomado.En el silencio de la noche, con el río fluyendo debajo del puente, Ryuga se quedó allí, sosteniendo la máscara en sus manos temblorosas. El futuro se extendía ante él, incierto y lleno de sombras. Con la máscara en sus manos, decidió que, aunque la violencia había sido su respuesta hasta ahora, también debía confrontar la oscuridad dentro de sí mismo si quería encontrar una verdadera redención.En medio de la oscura noche, el pelinegro se dejó llevar por el peso abrumador de sus emociones. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras, con la máscara en sus manos, gritaba al cielo, expresando su dolor y frustración. Su voz resonó en el vacío del puente de los suspiros, un lamento angustioso dirigido a un ser superior.Ryuga: - Gritas por justicia, sigues las reglas, intentas ser bueno... ¡pero al final, las personas buenas son las que se van primero! - *exclamó en medio de sollozos, como si desafiara a un ser divino que parecía indiferente a su sufrimiento* - ¿Es todo esto solo un juego para ti? Ben siempre siguió tus mandamientos, vivió con integridad, y aún así murió. ¿Cuál es el punto de seguir tus reglas si al final todos perdemos?" -La oscuridad parecía absorber sus palabras, pero Ryuga continuó su diálogo con lo desconocido. Ryuga: - ¿Cómo se supone que debemos complacerte? ¿Romper tus reglas nos condena y seguirlas nos lleva a la muerte? ¿Dónde está la justicia en eso? No importa si eres un santo o un pecador, al final, ¿quién gana? ¿Cuál es el propósito de todo esto? -El eco de sus preguntas se desvaneció en la noche, pero el pelinegro, en su desesperación, esperaba alguna respuesta, alguna señal que le diera sentido a la tragedia que había vivido. En el silencio que siguió, solo quedaban las lágrimas, la máscara en sus manos y la incertidumbre en su corazón.... 2: - Veo que estás triste. -Ryuga, con la sorpresa marcada en su rostro, se quedó mirando al hombre que le había hablado. Cuando se volvió para enfrentarlo, notó que la mano del hombre brillaba con una luz especial. La apariencia de Morgan Freeman de blanco desconcertó al pelinegro, pero el hombre le ofreció una explicación que trascendía la realidad que conocía.... 2: - Siento llevarte a Ben a tan temprana edad. - *dijo con una voz calmada pero llena de compasión* - Pero ha cumplido su propósito, y ahora descansa en el Cielo. -La confusión y el dolor se mezclaron en la expresión de el pelinegro, quien, aunque desconfiado, escuchó las palabras del hombre. Le pidió que se marchara, pensando que era una broma cruel, pero el hombre, con un gesto de poder divino, creó una esfera de luz ante sus ojos.La sorpresa de Ryuga alcanzó su punto máximo cuando vio a Ben dentro de la esfera, sonriendo y saludándolo. La realidad de la presencia divina se manifestaba de una manera que el pelinegro no había imaginado.El hombre reveló su verdadera identidad. .. 2: - Soy Dios. .- *con serenidad* - He escuchado tus palabras hasta el Cielo y comprendo tu dolor. Puedes cumplir tu objetivo de traer paz al mundo. -El pelinegro, con respeto y asombro, cuestionó cómo podría lograrlo siendo simplemente un humano. Dios, con una sonrisa misteriosa, le entregó un anillo y le indicó que no se lo quitara hasta la mañana, para comprender a lo que se refería.Desapareció en partículas de luz, dejando a Ryuga con el anillo en la mano y la promesa de una misión divina que iba más allá de lo que jamás hubiera imaginado.CONTINUARÁ...