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ROBERT GOLDEN, UN HOMBRE Y UN SUEÑO

¿Podrá Robert Golden salir de su estado de miseria viviendo en las calles y cumplir sus sueños de tener su propio taller de automóviles?

crazor_productions · History
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CAPITULO 3: APRENDIENDO A SOBREVIVIR

Las heridas le dolían mucho, al punto de que apenas si podía apoyarse en la pared. Sin saber qué hacer, Robert, intentó buscar algo con que reflejarse, ya fuera el vidrio de un auto o la vidriera de un negocio. No importaba lo que fuese, solo necesitaba verse por un momento nada más.

Encontró un auto estacionado en un callejón y se dirigió a él para poder ver sus heridas. Con cautela se acercó al coche mientras se quitaba el saco. Era un coche muy hermoso; pero algo sucio, pertenecía a la marca Ford. Caminando, casi en puntillas, pudo acercarse al espejo retrovisor, se levantó la sucia camisa que tenia y pudo ver sus heridas, no le gustó nada lo que vio.

Había perdido mucha sangre, la cual ya no salía por suerte; pero las heridas podían correr riesgo de gangrenarse si no eran atendidas de inmediato.

Suspiró mientras veía aquel hermoso coche y le dijo en voz baja:

- Si me diesen la oportunidad podría arreglarte, dejarte en perfecto estado; pero me parece que nunca podre hacerlo

Silenciosamente se retiró del lugar.

Sabía que no podía ir a un hospital. Allí lo descubrirían fácilmente, tenía que sacarse esas heridas él solo de algún modo.

al ver un pedazo de vidrio en el suelo, tuvo una alocada idea.

Había un tarro con fuego cerca de los muelles de la ciudad. Compañero le seguía ladrando de felicidad.

- Si, sé que es una locura Compañero; pero si no lo hago entonces yo seré el que deje de estar a tu lado y no sé lo que tú pienses; pero a mí no me gusta la idea de irme tan pronto- le habló con verdadera preocupación Robert

Se acercó con el filo al fuego para calentarlo un poco, solo un poco, podía ser que este explotara; pero no importaba, mejor que explote fuera antes que dentro.

Se puso el vidrio, que se encontraba casi al rojo vivo al punto de quemar sus manos, en la piel para comenzar la operación que, por desgracia, tendría que ser a ciegas.

Sintió un dolor agonizante al clavarse ese filo caliente en la espalda; pero continuó escarbando en su piel, quemándola, hasta que sintió el acero del proyectil y, con un grito de dolor, se sacó ese sucio metal del cuerpo.

- Una … menos- gimió Robert con una sonrisa, Compañero le ladraba de preocupación- falta… una mas

Sin perder el tiempo reinició ese doloroso trabajo en donde se encontraba la otra herida de bala, el ardor del vidrio en su mano y en su cuerpo fue mayor esta vez. Estuvo a nada de desmayarse; pero continuaría o moriría en el intento.

Escarbó hasta que encontró el otro proyectil y, con otro grito de dolor, se la sacó del cuerpo. Compañero ya no ladraba, ahora aullaba al ver como su amigo agonizaba por esa locura que estaba cometiendo.

- Solo… tengo … que quemarme… las heridas- le contó Robert a Compañero sintiéndose brutalmente mareado y al punto de la inconsciencia

Esta vez tomó un palo de madera y la calentó hasta que estuvo en llamas. Respirando de forma agitada se puso la madera en las heridas las cuales cicatrizaron de inmediato.

Robert dio un alarido, soltando la madera y tratando de no caerse; pero no tuvo éxito, cayó al suelo. Escuchaba de lejos las sirenas de la policía, eso era mala señal, sobre todo si un policía era el causante de este problema. Con gran esfuerzo se levantó, como pudo, y comenzó a huir, escapó nuevamente con un dolor agónico mientras las sirenas se oían más cerca. Sin saber cómo salir de esta situación decidió tirarse al agua y esconderse en el puerto, Compañero saltó a su lado para nadar a donde él estaba escondido. Estuvieron en silencio por varios minutos hasta que las sirenas volvieron a sonar y se alejaron de donde ambos estaban.

- Creo… que… se… Han… ido- gimió Robert sujetándose de uno de los postes de madera del muelle cuando perdió el conocimiento y se hundió en el mar.

Al caer en la inconsciencia tuvo la visión más horrible que pudo contemplar en su vida.