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Prólogo

Estaba intentando hacer mi tarea de cálculo, y cuando digo "intentando" me refiero a que solo miraba el cuaderno como si fuera algo salido del noveno anillo de infierno, y cuando digo de "cálculo" me refiero a que era de la única materia en el jodido planeta que parecía querer mi alma a cambio de resolver un ejercicio bien.

¿Iba a terminar mi tarea? Probablemente no, ¿Quería dormir? Tal vez. ¿Tenía hambre? ¡Dos pizzas por favor!

Cuando logré resolver uno de los ejercicios, sonreí triunfal: Si la profesora pensaba que no iba a llevar la tarea mañana, se equivocaba. Sí que la llevaría, no completa; pero la llevaría.

Entonces, por precaución tomé la calculadora y Verifiqué el resultado, porqué vamos; todos hacemos eso y además la que lo había resuelto era yo: y eso era motivo suficiente para revisar el resultado como quinientas veces.

Cuando vi los números que la calculadora había arrojado, dejé salir una carcajada que poco a poco se iba convirtiendo en lloriqueo.

Obviamente, me había quedado mal. A mí me dio un simple número y en la calculadora salían hasta raíces elevadas a no sé que potencia.

Tiré el cuaderno y este se deslizó por el escritorio hasta caer al suelo. Enseguida me levante de la silla y lo recogí,porqué bueno, a mí me gustaba mantener mis cuadernos bonitos.

La maestra ganaría. Solo esta vez...

5 -0 profesora Patinson, Pensé, pero remontaría el marcador.

Cuando organicé mi escritorio, me acosté en la cama y me puse a revisar mis redes sociales desde mi celular.

Estaba dándole "me encanta" a la foto que Emma había subido de nosotras dos, cuando repentinamente, el celular sonó; y como la mala suerte esta encabronada conmigo: me Asusté, dejando caer el celular en mi rostro.

—¡Ashg!—Exclamé, mientras lo tomaba. El número de quien me llamaba no estaba registrado en mis contactos.

Extraño... Muy extraño, dije en mi mente y respondí.

—Acá Satán, ¿allá con quién?—Dejé salir automáticamente, y arrepintiéndome enseguida por ese saludo tan ridículo que Emma me había pegado.

—¿Satán?— La voz del otro lado se burló.—Pero si antes eras Gomigoma.

Mi ceño se fruncio. Esa jodida voz la conocía.

—¿Thornner?—Él pronunció un "uju"—¿Por qué tienes mi número?—

La sorpresa en mi voz era obvia. Pero, ¿quién podía culparme? Hacía como dos millones de años que él y yo no hablábamos.

—Lo conseguí por ahí—Dijo sin más: como si no sonara a acosador tipo criminal minds

—¿Y para qué me llamas?—Pregunté, dando un salto en mi cama hasta quedar sentada.

—Solo quería saludarte.—

Eso era extraño; muy extraño. Y no exagero.

Que Ethan Thonner me llamara no podía significar nada bueno.