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29.

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| CAPÍTULO VEINTINUEVE. |

El pelinegro y el rubio salieron de la habitación dejándo a Leta con su madre. Ailén caminó hasta su hija sentándose en la orilla de la cama, la miró sin saber como comenzar aquella conversación algo incómoda para ella.

-¿Enserió quieres un hermanito?- preguntó la pelinegra mientras miraba a su hija

-Si- respondió con una radiante sonrisa la pequeña -Por favor mamá, quiero tener un hermanito para jugar con él o ella-

Ailén suspiró.

-Bien lo pensaré- respondió levantándose de la cama -Ahora vamos a desayunar-

Leta asintió con emoción a las órdenes de su madre. Y cuando estuvo lista, ambas bajaron a la cocina. Ahí Lily y Narcissa las recibieron con una sonrisa.

En la mesa se encontraban Harry, Draco, Blaise y Theo. Los cuatro niños saludaron a Leta con una sonrisa.

-Buenos días- sonrió la pelinegra acercándose a sus amigas -Leta cariño, ve a sentarte con tus primos- miró a su hija y esta asintió

-Si mamá- respondió sentándose a lado de Harry

Mientras los pequeños hablaban en la sala; Narcissa, Lily y Ailén estaban en la cocina hablando y preparando el desayuno.

-¡Ya quiero estar en Hogwarts!- exclamó Draco con una sonrisa

Ailén servía el desayuno y al escuchar al rubio no pudo evitar sonreír. Hogwarts podría ser malo por culpa de Dumbledore, pero no podía negar que en ese castillo pasó los mejores años de su vida.

-¡Si yo también!- exclamó ahora Harry -¿De qué casa era Tía Ailén?-

-Bueno yo era de Gryffindor- respondió la pelinegra con una sonrisa -Tu padre, James también era de esa casa- agregó

-Si, mamá me lo contó- sonrió el azabache

-Bueno, desayunen que iremos al callejón Diagon- dijo la Malfoy con una leve sonrisa

Todos desayunaba mientras hablaban sobre Hogwarts y los materiales que ocuparían, cuando entraron Severus, Lucius y Tom.

-¿Paso algo?- preguntó preocupada Ailén

-Mi señora- habló el Malfoy mirando a los niños, su esposa, Lily y por último a Ailén -Sirius y Remus han sido capturados por él- anunció sorprendiendo a la pelinegra

-¿Q-qué?- la pelinegra miró a su esposo el cual asintió levemente

-¿Qué vamos a hacer?- preguntó la pelirroja preocupada por sus amigos

Ailén miró a Lily. Tenían que recuperar a Sirius y Remus de una forma u otra.

-Quiero que envíen a tres escuadrones a buscarlos- dijo Ailén con seriedad -No podemos dejar a Sirius ni a Remus solos-

Lily sonrió ante las órdenes de la pelinegra. Ailén siempre se había preocupado por el bienestar de sus seguidores, lo cual era algo admirable ante los ojos de Tom. Sabía que aquella pelinegra no se permitiría perder a un Mortífago o ser querido.

-Enseguida mi señora- habló Severus saliendo de la habitación junto a Lucius

Ailén miró a Tom y luego a los niños.

-Bueno niños, vayan a cambiarse que vamos a ir a comprar sus útiles- sonrió la pelinegra

Los niños salieron entusiasmados mientras eran seguidos por Narcissa y Lily. Haciendo que Ailén se quedará a solas con Tom.

-¿Qué haremos Tom?- preguntó preocupada Ailén -No podemos seguir perdiendo mortífago o aliados-

-Duplicaremos la guardia- comentó Tom con seriedad

-No, eso solo nos haría perder más Mortífagos- dijo la pelinegra tomando del vaso con agua que tenía en la mesa

-Es mejor que discutamos esto después- agregó el pelinegro mientras salía de la cocina

La pelinegra suspiró mientras se levantaba. Era mejor ir arriba con Leta para ayudarla a vestirse. No quería que los niños se sintieran tristes, así que no comentaría nada de esto frente a ellos.

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Dos hombres se encontraban atados en una húmeda celda de un oscuro calabozo. Ambos estaban golpeados, habían sido torturados por Arthur Weasley con el fin de sacarles información sobre Ailén y Tom. Pero eso no dio resultado, aquellos hombres no hablaron en lo absoluto.

Los pasos se escuchaban acercarse a los dos Mortífagos, que ahí se encontraban.

-Pero miren a quien tenemos aquí- se escuchó una voz muy conocida para aquellos hombres

-Dumbledore- pronunció Sirius con rencor ante el viejo hombre enfrente de ellos

-Sirius, Remus- dijo el anciano con una sonrisa burlona -Creí que eran leales, pero veo que me equivoqué- agregó con molestia mientras jugaba con su varita

-Jamás seríamos leales a alguien tan repugnante como tu- habló el Lupin con repulsión

-¡No podríamos ser leales a ti después de lo que le hiciste a Lily y James!- exclamó molesto el Black -Sabemos que los mataste y que te quedaste con Harry, ¿dónde lo tienes maldito?- ambos sabían toda la verdad, sin embargo tenían que fingir para que nadie sospechara que Lily y Harry estaban bajó el cuidado de Tom y Ailén

-Harry, él esta en un lugar seguro- comentó el de la barba con una sonrisa divertida

Aquel viejo creía tener al azabeche bajó su control. Pues le había pagado a su familia solo para que lo mantuviera con vida, no importaba que le hicieran. Lo que no tomaba en cuenta era que Tom Riddle había puesto una ilusión para que el de la barba blanca creyera que se había salido con la suya. Mientras que él y su amada tenían al azabache bajó su protección.

-¡El jamás estaría seguro contigo maldito viejo!- gritó molesto Sirius

Dumbledore se estaba empezando a cansar de aquellos dos Mortífagos. Así que fastidiado de todos los reclamos de Sirius y Remus, dejó de jugar con su varita y les lanzó a ambos hombres la maldición, Crucio. Los gritos de dolor resonaban por toda la habitación; Sirius y Remus se retorcía de dolor en el piso con cada Crucio que les daba el viejo.

Arriba de la casa, iban entrando la familia Weasley. Habían llegado del callejón Diagon después de comprar los útiles de Percy, Fred, George y Ron.

Los primero tres hermanos mayores eran parte de la orden del fénix, a petición de sus padres. Aunque la familia nunca contó que tanto Bill como Charly, estaban de parte del señor Tenebroso y que solamente habían aceptado estar en la orden del Fénix. Para que su familia no sospechara, además de que le brindaban información a Lord Voldemort.

Al entrar a la casa los gritos provenientes del sótano los alarmaron.

-Madre, ¿de quienes son esos gritos?- preguntó Percy mirando a sus padres

Los patriarcas de la familia Weasley se miraron para luego mirar a sus hijos y responder aquella pregunta.

-Capturamos a dos Mortífagos que torturaba a una familia de Muggles- mintió la señora Weasley

-¡Por Merlín! Pero que desagradable- agregó Bill con molestia

-Entonces si lo merecen- habló ahora Charly con seriedad

Los patriarcas sonrieron sintiéndose orgullosos de sus hijos. Estaban del lado de Dumbledore y eso les enorgullecía demasiado.

Por otro lado los cinco hijos Weasley mayores estaban que hervía la sangre de furia. Severus les había informado que Sirius y Remus habían sido capturados y que era posible que Dumbledore los tuviera. Y así fue, el hombre de la barba blanca tenía a los dos Mortífagos en el sótano de la casa Weasley.

Albus hizo actor de presencia con un poco de sangre en sus manos. Algo que alertó a los hermanos Weasley.

-Con permiso, voy al baño- habló Bill mirando a sus padres y hermanos para luego retirarse

El señor tenebroso tenía que enterarse de todo esto. Y eso era lo que Bill iba a hacer. No permitiría que Sirius o Remus murieran a manos de ese viejo.