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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urban
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Capítulo 98: Sorprendentemente, las ayudo

Las mucamas fueron apresuradas al lado de Seong-Jin, inmediatamente se agacharon para poder recoger los trozos rotos de la taza esparcidos por el suelo.

Temían que el joven amo se cortará y armara un escándalo por no hacer correctamente su trabajo.

Mientras que una de las mucamas recogía los trozos de la taza, otra limpiaba el café que se derramó cuando se rompió la taza.

Seong-Jin seguía quieto como una estatua, su cuerpo estaba allí pero él ahora mismo estaba en un planeta completamente diferente, estaba perdido en sus pensamientos.

—Joven amo, por favor mueva la pierna un poco—pidió la mucama que estaba agachada y recogiendo los cristales, había un trozo inalcanzable, ya que la pierna de Seong-Jin estaba en medio.

—...

Seong-Jin miró a la mucama sorprendido, ni si quiera se acordaba de que ellas seguían allí, pensó que ya habían terminado y marchado.

Durante unos segundos, no reaccionó ni contesto.

La mucama que estaba agachada, comenzó a temerle, quizás había hecho algo mal o tardado más de lo debido. Mirar la expresión de Seong-Jin le producían escalofríos.

La mucama comenzó a recoger los trozos de la taza todavía más rápido, deseaba terminar lo más rápido posible antes de que comenzara a temblar por el miedo.

De repente, la mucama sintió una mano en su hombro, en ese mismo instante miró hacia arriba sorprendida.

El hombre que hace solo unos segundos tenía una mirada fría y aterradora, ahora parecía un poco mas tranquilo.

¿A qué se debía ese cambio de humor tan repentinamente?

—Deja eso así, encárgate de las demás tareas y deja que me ocupe de lo que yo he roto—dijo mientras se levantaba de la silla.

La mucama ni siquiera se movió, estaba esperando a que alguien la golpeará para despertar de aquél sorprendente sueño.

Era imposible que el joven amo se ofreciera para ayudar a alguien, ¿el café le afecto?

La mucama no podía desobedecer su orden, mientras seguía intentando asimilar lo que había escuchado, se levantó.

Poco después, las mucamas que estaban en el despacho salieron y comenzaron a susurrar entre ellas.

—¿Qué le pasa al joven amo? No parecía él en ese momento.

—Cierto, ¿porqué se ofreció para ayudar?

—No, esto no es posible, seguramente esto sea alguno de los efectos del café, vayamos a comprobar la fecha de caducidad ahora mismo.

Las demás asintieron y fueron a hacer lo que había pedido una de ellas.

Seong-Jin estaba agachado, recogía lentamente los trozos de la taza rota, seguía pensando en lo que había ocurrido antes.

Él tampoco entendía porque él estaba recogiendo eso.

Sorprendentemente, sintió que necesitaba ayudarlas, ya que no quería parecer grosero...

Se preguntaba porque ahora le importaba lo que pensaran los empleados de la casa.

Seong-Jin pellizco la piel entre sus cejas, y siguió limpiando el suelo, era la primera vez que hacía eso.

Un rato después, ya llevaba todos los trozos de la taza rota sobre su mano, los observó durante unos segundos y luego salió del despacho para poder ir a la cocina y tirarlo.

De repente, notó como una molesta melodía se escuchaba desde su bolsillo.

Inmediatamente miró su teléfono para comprobar quién lo estaba llamando.

Frunció el ceño y luego contesto la llamada de Zheng.

—¡Tú, maldito mocoso irresponsable, por fin contestas una de mis llamadas! ¡Te he llamado más de 20 veces, no puedo estar esperando todo el día para hablar contigo!—exclamó enfadado, realmente parecía desesperado y costaba entender lo que decía por lo rápido que hablaba.

Seong-Jin no había escuchado ninguna de sus llamadas, tal vez lo llamo en el momento que estaba con su esposa y aquellos dos cómplices.