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Melfitrei, un mundo mágico

Melfitrei es un mundo dónde la magia y los seres que creíamos que solo existían en los cuentos, existen en ese mundo. Ángel y Diana Terminan en ese mundo por accidente y reciben el poder de la guerrera legendaria, Melfi. A partir de ese día, comienza la divertida historia de estos dos hermanastros. Junto a nuevos amigos, emprenden un viaje para matar demonios, que no son lo que ellos pensaban. Este es un isekai de comedia, pero está lleno de acción.

Hector_Angel · Fantasy
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4 Chs

CAPITULO 3

Veo a mi alrededor, aquí solo hay mujeres, no veo a ningún hombre.

Me acerco a Diana y le susurro.

—Oye, ¿Ya te diste cuenta? Aquí no hay hombres.

—Tal vez estén trabajando.

—Tal vez...

Me acerco a Kia.

—Disculpe, señora, ¿Aquí hay hombres? Solamente veo mujeres.

—Los machos no existen en nuestra especie.

—¿Eh? ¿No existen los Elfos?

—No.

—¿Y cómo nacen los bebés? Sin un macho es imposible tener bebés.

—Cuándo llegamos a los 20 años, y si nosotras queremos, comemos una de las frutas del gran árbol. Después de unos días, en nuestro vientre empieza a desarrollarse un bebé, y después de 9 meses nace.

—Suena bastante raro.

Bajo la cabeza y suspiro.

—Todo este lugar es muy raro.. ¿Aquí hay humanos?

—Claro que sí, aunque se encuentran bastante lejos de nuestro pueblo. Los humanos y las elfas mantienen su distancia, así que por este lugar no verás humanos.

—¿Por qué?

Diana se acerca a nosotros.

—¿Se odian?

—No... ¿Cómo se los explico?... Los humanos... ¿Cómo se los diré?...

Nos voltea a ver y se ríe.

—Los humanos no saben de nuestra existencia- Dice con una gran sonrisa.

—¿Eh?

—¿No lo saben?

—Miren el cielo.

Levantamos la mirada y miramos el cielo. Es un cielo azul normal.

—¿Qué tiene?

Kia toma una roca del suelo.

—Miren.

Lanza la roca a una gran velocidad y atraviesa el cielo, literalmente. El cielo desaparece y se ve como una especie de montaña alrededor de toda la zona.

—¡¡Es muy fuerte, Kia!!- Dice Diana emocionada.

—¡¡¿Qué es eso?!!

—Los humanos no saben de nuestra existencia por qué nos mantenemos ocultos. Nuestro hogar se encuentra en el fondo de un, entre comillas, gran volcán.

El cielo vuelve a aparecer.

—Es magia de ilusión, nosotros vemos un cielo, los del exterior ven lava.

—¡¡Realmente es increíble!!

—¿Por qué se ocultan?

—Hace mucho tiempo, no sé cuántos años exactamente, los humanos y las elfas estuvieron en guerra. Los humanos nos derrotaron y pensaron que nos mataron a todas, pero un grupo de elfas se ocultó en el fondo de un volcán vacío y formaron su propio pueblo.

—Interesante... ¿Por qué pelearon?

—No lo sé, eso pasó hace mucho tiempo y los antiguos escritos nunca mencionaron la razón de la guerra.

Llegamos a una pequeña casa.

—Bueno, entremos.

Kia abre la puerta y entramos.

—¿Quieren algo de comer?

—No, ya desayuné.

—Igual yo.

—Bueno, tomen asiento por favor.

Nos sentamos en una mesa y Kia suspira.

—Hija, ¿Puedes traer la espada?

—Sí.

Kiasan se levanta y sale del comedor.

—Ahora que ustedes tienen el poder de Melfi, deberán aprender a pelear. Supongo que mi hija ya les contó algo.

—Tengo entendido que cuando la espada abriera un portal, significa que los demonios regresaron.

—Exactamente.

—¿C-cómo son los demonios?

—No lo sé.

—¿No lo sabe?

—No. No hay nada de información sobre los demonios. Solo sabemos la historia de Melfi.

Pongo mi cabeza en la mesa.

—Carajo, ¿En qué nos metimos?

Diana me da un golpe en la cabeza.

—¡¡Nos metiste tú, idiota!!

—Calma. A partir de ahora deberán llevarse bien, pues tendrán que luchar contra los demonios juntos. Si luchan juntos, el poder de Melfi estará completo.

—P-pero yo no sé pelear.

—Y yo tampoco.

—No se preocupen, yo les enseñaré a pelear.

—¿De verdad no podemos regresar?

—No es posible.

Diana baja la cabeza y se le salen unas pequeñas lágrimas.

—Mi vida se arruinó.

La veo y siento un poco de lástima por ella.

—Lo siento, Diana, pero al menos podemos intentar vivir aquí. Ya que no podemos regresar, al menos intentemos acostumbrarnos a este lugar.

—¿Acostumbrarnos?

Se levanta y me toma de la camisa.

—¡¡¿Acostumbrarnos?!!

Me empieza jalonear.

—¡¡¿Cómo puedes decir eso?!! ¡¡Ya no volveremos a ver a nuestros padres, nuestro pequeño hermano, nuestros amigos, todo!!

—Estoy tratando de ser optimista. Ella dice que no podemos regresar, eso significa que ya no podemos hacer nada. Nos tenemos que acostumbrar a estar aquí, quieras o no.

—Lo sé, pero...

Le limpio las lágrimas y sonrío.

—No te preocupes, tengo un buen presentimiento de este lugar. Estaremos bien, te lo prometo.

Diana se sonroja y voltea a ver a otro lado.

—E-está bien.

Volteo a ver a Kia.

—Bueno, supongo que debemos aprender a pelear.

Kia nos sonríe.

—Hacen una buena pareja.

—¡¡No somos pareja!!

—¡¡Somos hermanastros!!

—¡¡Yo nunca me enamoraría de una loca temperamental como ella!!

—¡¡¿A quién llamas loca?!!

—¡¡A tí!!

—¡¡Eres un idiota!!

Me da un golpe en la cara y me da una patada en la entrepierna.

Me pongo de rodillas.

—E-eso me dolió mucho.

—¡¡Por idiota!!

Kiasan llega al comedor con una espada rosa. La espada tiene una empuñadura negra y en la espada hay unas marcas de ojos.

—¡¡Aquí está la espada!!

Me levanto con dificultad y la veo sorprendido.

—¡¡Se ve increíble!!

La espada empieza a brillar.

—¡¡¿Eh?!!- Grita Kiasan.

Empieza a gritar de dolor.

—¡¡Me está quemando!!

Suelta la espada y esta empieza a flotar en el aire.

—¡¡¿Qué le pasa, madre?!!

—No lo sé, esto es raro.

La espada empieza a agrietarse.

—¡¡¿Se está rompiendo?!!

La espada se parte a la mitad y se regenera rápidamente.

—¡¡¿Se volvió dos espadas?!!

Una de las espadas se vuelve blanca y la otra se vuelve roja.

—¡¡Increíble!!- Grito emocionado.

La espada roja de dirige a Diana e impacta en su pecho.

—¡¡Increíble!!

La toma y la observa emocionada.

—¡¡Es muy ligera!!

La espada blanca se dirige a mí e impacta en mi pecho.

—¡¡Genial!!

La tomo y empiezo a fingir que ataco a alguien.

—¡¡Realmente es muy ligera, casi no pesa!!

Kiasan se dirige a nosotros.

—¡¡¿Me la prestas?!!

—Claro.

Tomo la espada de la punta y le extiendo la empuñadura.

—G-genial.

Kiasan la toma y suelto la punta de la espada. Cuándo la suelto, Kiasan cae al suelo inmediatamente.

—¡¡¿Eh?!!

—¿Qué te pasó?

—¡¡Esta espada es muy pesada, no puedo levantarla, ayúdame!!

—¿Pesada?

Me agacho y tomo la espada.

—No pesa nada.

Kiasan se pone de rodillas y se acaricia la mano.

—¡¡Es muy pesada!!

Kia se acerca a nosotros.

—Pon la espada en el suelo.

—Está bien.

Pongo la espada en el suelo.

—Intentaré levantarla.

La intenta levantar y no la levanta para nada.

—Es muy pesada... Creo que solamente pueden levantarla los que posean el poder de Melfi... Diana, intenta levantar la espada.

—Está bien.

Diana se agacha e intenta tomar la espada.

—N-no puedo.

—Diana, pon tú espada en el suelo, Ángel, intenta levantarla.

Diana pone su espada en el suelo y me agacho e intento levantarla.

—No puedo tampoco.

—Eso significa que solamente los dueños de la espada podrán usarla.

—Es como el martillo de Thor.

—¿Thor?

—Luego le cuento la historia.

Tomo mi espada y la levanto fácilmente.

—Es genial.

Diana toma su espada.

—¿Y qué haremos ahora?

—¿Quieren empezar a entrenar ahora?

Volteo a ver a Diana.

—¿Qué quieres hacer?

—No lo sé... Esto es muy repentino.

—Supongo que primero debemos digerir la noticia de que estamos en otro mundo.

—Les daré un tiempo a solas. Kiasan, vámonos.

—Sí.

Las dos salen de la casa y Diana y yo nos sentamos en la mesa.

—Entonces... Supongo que ahora seremos guerreros.

—Sí... Ya no podemos regresar.

—Intentemos acostumbrarnos a este lugar, no creo que sea tan malo estar aquí.

—Sí... Supongo que debemos intentarlo.

—Y Diana... Lo siento, es mi culpa de que estemos en este lugar.

—No... Es mi culpa también.

—Entonces... ¿Quieres ir a recorrer el lugar y ver cómo es?

—Claro.