webnovel

CAPITULO SÉPTIMO: MI AVENTURA EN EL HOSPITAL

1

Nos dirigíamos al hospital en el carro de la policía Británica. Yo me sentía algo enojado por el accionar de Linnet, no lo podía admitir delante de ella; pero estaba celoso, ella me observó y susurró en una voz muy baja; pero directa:

- No lo entiendo caballerito, estoy segura que si la situación fuese al revés, siendo tú el que recibía un beso por parte de una chica, no habrías dicho nada

- Podrá ser eso cierto con los demás hombres Linnet; pero yo no soy así- le respondí susurrando también- yo solo deseo besar a la mujer que ame con todo mi corazón

- Que tierno- me respondió con un tono dulce y sarcástico- sin embargo esta comedia fue útil, tengo algo de información que nos podría decir en donde se encuentra el asesino conocido como Feminys

- Pues tendremos que esperar a que salgas del hospital- le regañé, mientras cruzaba los brazos y miraba para otro lado con expresión de ofensa

- Para nada- me respondió con una sonrisa traviesa

- ¿Eh?- le pregunté mientras me volteaba sorprendido a verla

- Me temo que nuestra visita al hospital será demasiado necesaria, porque allí reposan los restos de la última víctima del asesino Feminys- me informó manteniendo su sonrisa

- El Andrada- empecé a decir; pero ella me respondió

- Androide- me corrigió Linnet con un tono molesto

- Como sea, ¿crees que él sea el asesino?- pregunté con verdaderas dudas

- Creí que ya habíamos hablado de esto- me respondió totalmente enojada

- Todavía no termino de entenderlo, ¿no piensas que eso sería llamar demasiado la atención?, lo más probable es que el infiltrado actué de forma más sutil- observé y por un minuto pude ver una sombra de duda en los ojos azules de Linnet, sin embargo su confianza se repuso rápidamente para decirme

- Supongo que tienes razón; pero conozco demasiado a Explorer, esa máquina no le agradan para nada los Humanos, posiblemente busque algo en que los distraiga o que los haga pensar en otra cosa, mientras prepara su verdadero ataque, una distracción sin lugar a dudas- el tono de voz de Linnet daba la sensación de que todavía mantenía todo bajo control; pero en el brillo de su mirada se notaba que parecía estar reconsiderando sus teorías y la situación en si misma también

Aun no estaba seguro del todo con esa situación; pero por desgracia en ese momento ya no importaba, porque habíamos llegado a nuestro destino.

2

El oficial nos escoltó a mí y a Linnet hacia la entrada del hospital, sujetaba de un brazo a Linnet tratando de que esta no se cayese, sé que a la Exploradora de Grumsier eso no debía hacerle demasiada gracia. Una vez dentro del hospital, el oficial habló con la recepcionista y ella llamó a un médico. Entonces entró un doctor de cabello castaño claro y una barba muy pronunciada.

- Doctor Wallace, necesitamos que observe a esta paciente de inmediato- le dijo la recepcionista con un tono acelerado; pero tranquilo a la vez- ha tenido una descompensación

- Llévenla conmigo, la examinare- pidió el doctor Wallace con el mismo tono

- ¡Iré con ella!- exclamé, temiendo ver algo similar a lo ocurrido en la comisaria; pero el doctor se negó

- Lo siento; pero no puedo permitirlo, no se preocupe soy un profesional

Iba a agregar algo más, cuando de pronto miré a Linnet. Ella estaba seria y su mirada era muy sombría, igual a la vez que me hablo de la inteligencia de Explorer; pero las maquinas no se encontraban cerca. Las habríamos oído ¿no? aun así, algo me decía que esa mirada sombría no era por eso. Era por algo mas, algo que no sé si quería saber.

- Disculpe mi atrevimiento doctor Wallace; pero deseo que mi primo se quede conmigo en todo momento- dijo Linnet con una voz dura y amable

- Señora, es por su bien, tiene que saber que tendré que pedirle que se arremangue y también me veré en la obligación de desabrocharle, profesionalmente, la camisa, para poder oírle el latir de su corazón- insistió el Doctor Wallace

Eso me alarmó. A menos que eso también fuese teatro, lo más probable era que el corazón de Linnet llevase sin latir durante años.

- ¿Cómo sé que no es un atrevido que desea aprovecharse de mí?- preguntó Linnet con una fría sonrisa- deseo que mi primo se encuentre en todo momento

- Usted me recuerda a mi prometida, mire señora, yo no soy ningún degenerado, soy un medico profesional, ahora por favor no discuta conmigo y déjeme revisarla a solas- le contestó amablemente Wallace, a pesar de que se notaba su enojo creciente

- Está bien, lamento haber dudado de usted doctor- se disculpó Linnet, con un tono de pena muy bien actuado, también bajo su cabeza en señal de vergüenza

- No hay problema señora, suele suceder a toda hora- le respondió el Doctor Wallace riendo

- Un medico de nacionalidad Británica puede ser de total confianza, me pregunto qué pasaría si fuese Irlandés o Escocés- añadió Linnet levantando la cabeza, podía ver un brillo triunfal en sus ojos. Su boca, a la vez, esbozaba una pequeña sonrisa maliciosa.

Eso pareció asustar y desconcertar al Doctor, el cual, después de un momento de serio temor en su rostro, dijo:

- Pero creo que por seguridad o cualquier tipo de información, que pueda ofrecerme, dejaré que su primo me acompañe

- De acuerdo- respondí mientras, en mi mente, ya me decía a mi mismo que posiblemente habíamos dado con el infiltrado.

3

Por desgracia, mis sospechas fueron falsas. El doctor Billy Wallace era de nacionalidad Irlandesa y él era cien por ciento humano. Lo descubrí al ver cuán feliz se encontraba hablando, con Linnet, sobre su prometida y que extrañaba a sus padres, los cuales, vivían en un pueblo llamado San Crispin, anteriormente llamado San Fristin; pero él no volvería por su dedicación al trabajo como médico.

Le revisó en todo lo que pudo; pero, fuera de tener un pulso muy débil o tener la piel muy fría, más no pudo hacer. Se preocupó bastante por la salud de Linnet y eso me hizo tenerle algo de estima, le aconsejó que tomara sol, que comiese muchas comidas ricas en hierro y proteínas. Después de eso nos dejo salir, Linnet se apartó un momento y me dijo:

- Espérame en la salida, enseguida salgo- su mirada era muy seria, inclusive algo aterradora. Me asusté un poco; pero Salí del lugar, mientras ella hacia su acto de desaparición.

La esperé afuera cuando, de pronto, escuché un ruido extraño; pero casi inaudible. Levanté mi cabeza y lo vi. Era el Águila Enorme, quien se encontraba por las cercanías. Decidí seguirlo. Las personas debieron pensar que estaba loco, cualquiera lo pensaría al ver a un hombre correr por las calles de la ciudad mirando hacia arriba. Todavía me pregunto qué hubiese pasado si alguien decidía ver hacia arriba, para saber qué era lo que me tenía tan apresurado. Supongo que los eventos de esta historia hubiesen tomado otro curso.

4

Seguí, hasta donde me dieron las fuerzas, al Águila de metal; pero no parecía ir a ningún lugar en concreto. Era como si estuviese paseando por la ciudad. Terminé perdiéndole el rastro en Picadilly, con las piernas cansadas y tratando de respirar por la boca, no pude continuar con la persecución; pero ¿Qué podía hacer si le atrapaba? No tenía nada con que defenderme, si esa máquina decidía atacarme, tampoco sabía cómo destruirla si quería tomarla por sorpresa. Me di cuenta de que esto era un despropósito y sin la ayuda de Linnet, no habría forma de destruirle. Volví al hospital, corriendo nuevamente, con la esperanza de que la Exploradora de Grumsier me estuviese esperando; pero ella no se encontraba allí cuando regresé. De pronto me preocupé seriamente por Linnet, sabía que era una gran guerrera; pero ¿y si el Águila había sido un señuelo, para que el infiltrado le atacase? Ella ya estaba muerta; pero eso no significaba que fuese invencible, además, una civilización capaz de alterar el curso de los asteroides, o de viajar a través de dimensiones, también podría saber cómo destruir a aquellos que ya están en los terrenos de la muerte. Viva o muerta Linnet igual podía correr gran peligro. Sin saber siquiera que estaba haciendo empecé a recorrer gran parte de la ciudad de Londres, buscándola. No podía gritar su nombre; pero si pensarlo fuertemente, a medida que corría por las calles de Londres pensaba con fuerza en su nombre.

5

"¡Linnet! ¡¿Dónde estás?!" pensaba con desesperación. Iba sin rumbo, totalmente asustado y desorientado. "¡Linnet!" gritaba mentalmente; pero no podía verla ni ¿sentirla? Por gracioso que sonase, la sentía. Era algo parecido a un cariño sin fronteras, de alguna manera sabía si estaba cerca o lejos, porque mi corazón así lo indicaba, como si ella estuviese en su interior. Después de varias horas de búsqueda, me percaté de que había anochecido. Triste, y sin esperanzas de encontrarla, me dirigí de nuevo a mi observatorio. Cuando regresé la encontré, con sus ropas de Exploradora, sentada en la mesa comiendo una presa de pollo con la mano. Ella me vio y dijo con un tono severo de regaño:

- ¿Dónde estabas? si te digo que me esperes en un lugar, deberías hacerme caso, ¡macho inferior!

- Yo, estaba … estaba- luego de eso rompí en llanto

Quizás el hecho de que me regañara, como si fuese una madre, o el hecho de que estaba contento de verla sana y salva, fue lo que hizo que llorase. Creía que ese llanto podía estar molestándola; pero no fue así, se acercó a mí y me abrazó colocando mi cabeza en su regazo.

- Cuando veas a una de esas maquinas no la sigas ¿de acuerdo?- me pidió con una voz tierna

- Si, señora- le respondí, entre sollozos, sin saber cómo fue que supo eso, aunque no me importaba tampoco en ese momento

- Vamos a comer, luego te diré lo que descubrí, para ser un varoncito eres muy valiente- me reconfortó ella adoptando un tono maternal conmigo

- Gracias- le dije mientras me sentaba a comer

Fue así como terminó el día lunes, de esa fatídica semana. Aquella noche dormí con Linnet a mis espaldas y siendo abrazado de forma cariñosa, como si fuésemos hermanos.