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CAPITULO DÉCIMO PRIMERO: PELEADORES CALLEJEROS

1

Kingswolf posó su espalda al lado de la mía, a la vez que yo adopté mi pose de boxeador.

Como ya habrán leído, no solía tener encuentros físicos con nadie; pero olvide mencionar que en mi dulce infancia mi padre me enseño algo de boxeo. No era mucho lo que me había enseñado; pero si era más que suficiente, para poder defenderme de cualquier agresor, suspiré y me preparé para la pelea.

2

Uno de los hombres del sucio Jim me ataco con un palo de madera, que perteneció anteriormente a una escoba, logre esquivarlo y con uno de mis fuertes puños le di en una costilla al malhechor, este se dobló; pero no soltó su palo. A mis espaldas Kingswolf esquivo un golpe de otro malhechor, que poseía una vara de metal. El inspector le propinó un fuerte derechazo que le rompió la mandíbula al temible delincuente, este sí pudo soltar la vara y caer desmayado. Desde mi lado, tres hombres intentaron agredirme a la vez. Aquellos miserables cobardes me propinaron una golpiza terrible, por un lado uno me golpeo en la cara con sus puños, mientras que el segundo hombre me golpeaba en el estomago con sus rodillas, el tercero intento rematarme con su palo de madera. El que había golpeado también se acercaba, como podía, blandiendo su propio palo con intenciones de noquearme. Sin pensarlo dos veces, tome de la camisa al que me había dado el rodillazo y le empuje hacia donde yo estaba. Él recibió el golpe del palo que el tercer sujeto tenía intenciones de darme, aquel hombre cayó al suelo, revolviéndose de un lado hacia el otro intentando sobarse la espalda. Kingswolf tenía problemas similares, porque se enfrentaba a cinco matones a la vez, por suerte para él, había logrado tomar la vara de metal, que poseía uno de los ladrones. Con la misma golpeó de un solo movimiento a uno de los matones y luego dio fuertes puñetazos en el estomago del segundo delincuente, los otros tres intentaron atacarles con cadenas. En cuanto a mí, con dos malvivientes y medio enfrentándome, no era sencillo tratar de esquivarlo, sobre todo si dos de ellos tenían palos de escoba.

El que intentaba noquearme, a base de puñetazos, no parecía cansarse con nada. Decidido a vencerme no media sus pasos, aquello me dio la oportunidad perfecta para darle yo un golpe directo en el mentón y de esa manera logré noquearlo. Los otros dos intentaron atacarme al unisonó.

Kingswolf, sosteniendo la vara de metal, decidió esperar a que los matones lo atacaran, dos de ellos lo hicieron en el acto; pero él bloqueó el ataque con su vara y las cadenas que usaban de armas se enroscaron en la misma. Después, de un movimiento rápido de la mano, pudo sacarles las cadenas y tirarlas al suelo. Los dos secuaces de Jim se asustaron; pero decidieron continuar con su ataque.

En cuanto a mí, pues trataba de esquivar el ataque que me propinaban los malvivientes con los palos de escoba. Me estaban llevando a la pared de una casa y no sabía qué hacer, hasta que vi a una rata de alcantarilla, hurgando en una manzana podrida que se encontraba en plena calle, sin pensármelo dos veces me acerqué a la rata y la tomé, para tirársela al rostro de uno de los matones. Este gritaba, la rata chillaba a la vez que le arañaba el rostro al hacerlo, aquel malhechor soltó el palo de escoba. Corrí lo más rápido que pude y lo tome. Después de eso comenzó un duelo de palos entre mí y el ladrón.

Kingswolf, con su vara de metal, se acercó a los dos malvivientes, que se encontraban desarmados. Intentaron atacarle a la vez; pero el audaz inspector se agachó a tiempo y les golpeo en el estomago con su vara de metal. Con los dos malvados en el suelo sobándose sus estómagos, el inspector Kingswolf se acerco y les propino una paliza.

Yo y el ladrón nos mirábamos fijamente, mientras blandíamos nuestros palos de madera, como si de espadas se tratasen. Tras una pequeña pausa ambos iniciamos nuestro ataque a la vez. Los palos chocaban y tanto uno como el otro intentaba atacar e intentaba defenderse del golpe, como los espadachines de las novelas románticas, peleábamos con verdadera gracia; pero al final logre golpear en el brazo al malviviente. Este soltó su arma y yo pude golpearle en su cabeza con la mía. Aquel hombre se encontraba fuera de combate, la pelea parecía haber terminado.

3

El Sucio Jim se levantó de su silla y se acerco a nosotros, resoplando de furia.

- ¡Realmente admirable señores!- ladraba con verdadero enojo- ¡he de admitir que en mis buenos tiempos los hubiese contratado para las peleas clandestinas!; pero ya no son, por desgracia, esos mejores tiempos

- ¿Piensa darnos el pañuelo y entregarse de una buena vez Sucio Jim? – le preguntó seriamente el inspector Kingswolf

- ¡Para nada señor inspector!- le respondió Jim adoptando una pose de combate- no olvide que yo también fui un boxeador en mi juventud y le enseñé todo lo que sé a mis antiguos peleadores, incluidos los que ustedes acaban de vencer

El combate volvía a iniciar.

4

Nos quedamos viendo unos segundos antes de reiniciar el combate. El Sucio Jim dio un puñetazo directo al rostro del inspector Kingswolf; pero este pudo esquivarle y devolverle el golpe con un derechazo al mentón, aquel hombre ruin se tambaleó por un minuto; pero se recompuso de inmediato. Yo intenté asestarle un golpe con mi palo de escoba, por desgracia él lo esquivo, para después darme un golpe en el mentón. Intente conservar el equilibrio; pero ese sujeto tenía un puño de hierro. Kingswolf continuó intentando darle un golpe en la sien; pero el escurridizo sujeto se agachó y le dio un puñetazo en el estomago. Tratando de levantarme, quise darle otro golpe; pero ese sujeto me golpeó nuevamente en el mentón y terminé perdiendo el conocimiento.

5

Cuando recobré el conocimiento, me encontraba en mi cama, con una bolsa de hielo en la cabeza. Linnet estaba a mi lado portando su hermoso vestido verde, enfrente mío se encontraba el inspector Kingswolf, intenté levantarme; pero Linnet puso su mano sobre mi pecho y me empujo suavemente hacia atrás; pero a pesar de ser suave su empuje, podía sentir mucha fuerza en el mismo.

- Tranquilo querido primo- me dijo Linnet con una voz tierna, algo muy raro en ella- aun te encuentras muy mal herido

- ¿Qué … sucedió?- pregunté débilmente

- Que ese malhechor del Sucio Jim le noqueo señor Rumble- me dijo Kingswolf- por suerte pude darle su merecido, no se preocupe por nada, él ahora esta tras las rejas

- Le agradezco su consideración inspector- le dijo Linnet con una sonrisa- por favor no olvide decirme si tiene alguna información sobre mi tía

Kingswolf se veía muy intranquilo ante la presencia de Linnet, tragó saliva y le dijo:

- No se preocupe señorita cualquier información que pueda tener se la daré de inmediato; pero por favor, no deje que su primo ronde solo por los barrios bajos de Londres. Es un buen peleador; pero no tiene la experiencia suficiente

- Lo tendré en cuenta, gracias- le respondió Linnet con un tono demasiado tranquilo

- Señorita, señor Rumble- dijo Kingswolf mientras se sacaba su sombrero y se despedía

Luego de unos minutos le pregunté a Linnet que había sucedido.

- Que fuiste noqueado; pero por suerte ese sujeto fue vencido- me respondió ella con un tono tranquilo que me dejaba inquieto

- Los siento Linnet- me disculpé, intentando levantarme, sin embargo la Exploradora de Grumsier nuevamente me empujo, suavemente, hacia el colchón- fallé, no pude traer el pañuelo de la ultima victima de Feminys y ahora el inspector Kingswolf estará encima nuestro en todo momento, supongo que merezco llevar ese vestido, no soy un hombre en lo absoluto

Linnet me acaricio con su dura; pero delicada a la vez mano, mientras me decía:

- Eso no será necesario John, peleaste como todo un hombre de tu mundo y pudiste vencer a cuatro hombres a la vez, eso es algo que no suele verse muy seguido en Grumsier, sobre todo si dos de esos hombres estaban armados, además- de su manga verde con volantines blancos saco el pañuelo que poseía el Sucio Jim – obtuve lo que buscaba

- ¡¿Cómo?! – pregunté sorprendido

- Kingswolf es un buen mentiroso, es cierto que le dio pelea al sucio Jim y que ahora esta tras las rejas; pero olvido mencionar que fui yo quien le derroto

Después de decirme eso sonrió y me guiño un ojo.