webnovel

CAPITULO DÉCIMO: LA INVESTIGACIÓN

1

Las calles de los barrios bajos de Londres suelen ser muy peligrosos, aun si es de día. Cerca de Linnet no me atrevía siquiera a pensarlo; pero, en una distancia segura, quizás podría hacerlo, sin embargo aun tenía mis posibles dudas.

La verdad era que temía por ella. Sentía mucho miedo por lo que podría pasar, si aquella brava Exploradora de Grumsier, iba por estas calles descuidadas y con ratas corriendo por las calles. Esos viles hombres intentarían propasarse con ella y terminarían muertos en el intento. Lo que llevaría a que el infiltrado se enterase de nuestra presencia; pero aquello también sonaba como una escusa barata, la verdad era que, sin importar lo que pasase, yo no quería que corriera peligro porque… la amaba y sin importar todas las lógicas del mundo, jamás iba a permitir que se expusiera a ningún tipo de peligro, aun si este era para sus atacantes.

Las indicaciones, que Linnet me había dado, decían que debía ir a donde se había encontrado el cuerpo de la última víctima de Feminys y buscase un pañuelo de color verde con unas inscripciones doradas, en el costado del mismo. Por supuesto que el lugar del crimen había sucedido en la parte más concurrida y central de ese barrio, posiblemente aquellos rufianes ya tenían consigo el pañuelo. Igual fui a ese lugar, con el fin de encontrar algo que nos pudiera ayudar y creo que al final pude haberlo encontrado.

2

La calle central de uno de los barrios más peligrosos de Inglaterra tiene por nombre Red Heart o Corazón Rojo, un nombre bastante apropiado si me lo preguntan. Allí, un grupo de ancianas sin techo, encontraron el cuerpo masacrado de Jennifer Sinaldi. Una maestra de primaria que fue desmembrada por Feminys. Cuando llegue al lugar, la sangre aun se encontraba en el pavimento con algunos pedacitos de los órganos de Jennifer, me acerqué al suelo y toqué el pavimento sin saber que estaba haciendo realmente. Luego miré a mí alrededor, mientras intentaba divisar el pañuelo. Estaba concentrado en la búsqueda, cuando alguien se acercó a mis espaldas y me habló:

- Señor Rumble, ¿qué hace un hombre de su reputación en este lugar?

Me di vuelta, asustado, por la inesperada pregunta que me habían formulado y vi que el inspector Kingswolf se encontraba a mis espaldas.

3

Trate de conservar la calma, mientras me incorporaba, para saludarle debidamente

- Leí del asesinato en el periódico y un amigo me dijo que habían encontrado el cadáver de la institutriz aquí mismo, quise venir a investigar- le contesté estrechándole la mano

- No creo que encuentre mucho señor Rumble- me respondió con un tono casi burlón- estuvimos horas buscando pistas que nos llevasen al paradero del asesino; pero nunca encontramos nada, por cierto ¿cómo se encuentra su prima?

- Ella se encuentra bien, en este momento está descansando en mi observatorio- le respondí, un poco nervioso ante aquella terrible casualidad

- Me alegra oírle decir eso, me gustaría que supiera cuanto ha rondado por mi cabeza el motivo de su visita a Scotland Yard, nunca me enteré de las razones por las que se encontraba allí y me gustaría poder ayudarle en cualquier inconveniente que tuviese- me dijo Kingswolf con un tono amable; pero podía ver ese brillo en sus ojos, era el de un sabueso que ha olfateado una presa

- Que nobles intenciones las suyas Inspector; pero la razón por la que fuimos allí se debía a que… – no sabía en realidad que decir a continuación, nunca hubo una escusa para justificar nuestra presencia allí salvo por una sola cosa- ¡mi tía se había extraviado por las calles de Londres y deseábamos pedirles ayuda a encontrarla!

- Ya veo- me respondió con una expresión pensativa mientras se frotaba su mentón con la mano derecha- es un asunto muy serio. Con ese asesino suelto no puedo ignorar semejante desaparición, si su sobrina no hubiese tenido dicho infarto posiblemente tendríamos más tiempo a nuestro favor. Sepa que haré hasta lo imposible para ayudarles

- Gracias- respondí con una sonrisa nerviosa

Ahora sí que lo había estropeado todo. Kingswolf estaría pegado a nosotros durante todo el camino, si no hacia algo para alejarlo. Posiblemente cualquier oportunidad para poder encontrar el pañuelo azul acababa de ser arruinada y yo no sé ustedes; pero a mí no me atraía la idea de llevar ese vestido verde durante toda mi vida.

4

Es divertido pensar como a veces las cosas se mueven a una velocidad alarmante. En un minuto me encontraba observando las estrellas y al siguiente, conocía a seres de otro universo. Ahora tenía al inspector Kingswolf al lado mío en mitad de mi investigación, como un posible adversario; pero después de la pelea contra la pandilla del sucio Jim. Él seria nuestro aliado.

5

Continuaba con la búsqueda de mi "tía" desaparecida, por los barrios bajos de la ciudad de Londres, cuando de pronto lo vi. Un pañuelo azul, con inscripciones doradas en los bordes. Sin pensarlo dos veces le dije a mi inoportuno acompañante.

- Inspector Kingswolf, disculpe mi falta de discreción; pero ¿ese pañuelo no le pertenecía a la última víctima del asesino Feminys?

- Si, supongo que también sabes quién lo posee en este momento ¿verdad?- me preguntó con seriedad Kingswolf

- Si- dije con pesar

El pañuelo descansaba en la mano de un hombre gordo, con cabello rojizo largo y una nariz prominente llena de espinillas y hoyuelos. Ese hombre con aspecto desagradable, al punto de parecer una versión gigante de un duende Irlandés, era el conocido delincuente llamado el Sucio Jim.

Enorme, con una gordura prominente, no vestía de verde; pero no era necesario para parecer a la mítica criatura. Fumando una pipa en ese momento, se secaba el sudor de la frente, mientras una mujer cocinaba en plena calle una rata muerta. Al lado suyo se encontraban varios rufianes, con varas de metal y palos de escoba decapitados.

Nadie se atrevía a enfrentar al sucio Jim, a menos que supiese pelear o que ya no le importase mas nada en la vida. De mala reputación, ese hombre era un líder criminal de la mayoría de las pandillas Londinenses. Siendo un sobreviviente de gran éxito, dudo mucho que tomase ese pañuelo si supiese a quien pertenecía; pero creo que Kingswolf encontró una oportunidad de oro para capturarlo de una vez por todas.

Sabiendo que muchas oportunidades no tendría para poder tener ese pañuelo sin contar con la ayuda de Linnet, decidí hablar con Kingswolf al respecto:

- Inspector sepa que necesito ese pañuelo tanto como usted

- ¿Por qué?- preguntó con verdadera extrañeza

- Solo es una corazonada; pero quizás ese pañuelo pueda no ser de la ultima victima de Feminys y ser de mi tía desaparecida- le mentí mostrando una preocupación que a pesar de ser real, no era por mi "tía" desaparecida precisamente

- ¿Estás seguro?- volvió a preguntar

- No del todo; pero de ser de la ultima victima de Feminys, entonces ¿no podría ser el asesino que todos buscan?- era una especulación bien acertada y aparte una oferta tentadora. No todos los días se podía tener al sucio Jim con las manos en la masa

- Es un buen punto, quizás debamos preguntarle- asintió Kingswolf con una chispa de alegría en sus ojos

- De acuerdo- asentí rogando internamente a que todo saliese bien

Kingswolf se acerco a donde se encontraba el sucio Jim, mientras que sus rufianes se ponían a su lado.

- Hola Jim- le saludó Kingswolf

- ¿Qué quieres ahora inspector?, no he hecho nada malo y solo quiero comer mi almuerzo- le respondió el sucio Jim con gruñidos, parecidos a los de un cerdo

- Solo quería saludarte y preguntarte en donde conseguiste ese lindo pañuelo azul con bordados de oro, deben ser muy costosos para un hombre de tu reputación- le dijo Kingswolf con un tono demasiado burlón antes que amable

- Solo lo encontré por allí, ahora lárgate antes de que le ordene a mis hombres que destrocen tu cabeza- nos respondió Jim con un gruñido aun mas ronco y con un tono verdaderamente amenazador

- Solo quería saber en donde lo habías encontrado por que al parecer, según algunos informes de mis compañeros policías, este pañuelo pertenecía a la última víctima del sádico Feminys- continuó provocándole Kingswolf, muy en mi interior comenzaba a cuestionarme si había sido una buena idea el señalarle aquello al inspector

Eso puso en alerta al sucio Jim, el cual parecía capaz de ordenar nuestras muertes de un momento a otro. Con un movimiento de dedos hizo que sus rufianes guardaespaldas se pusieran en posición de combate

- ¡Atáquenlos!- gritó

La batalla callejera había comenzado.