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LA ESPOSA PROMISCUA DEL CEO FRÍO

—Oooooooo... no... no lo hagas. —Bebé, tú lo deseas. Nancy quiere llorar sin lágrimas tumbada en la mesa, mirando al gran jefe detrás de ella seguir follándola sin descanso, la primera vez que se arrepiente de trabajar aquí. Día tras día era follada y le dolían la espalda y las piernas. ¡Solo era una pequeña secretaria que quería hacer bien su trabajo! ¿Cómo podía ser tan difícil? —Jefe tienes que trabajar en serio, no puedes entregarte al sexo femenino todo el día, tú... ah... —Nancy intentó razonar con el gran lobo gris detrás de ella, pero él no escuchaba en absoluto e incluso intensificaba su comportamiento. —No me entrego al sexo femenino, solo me entrego a ti. El hombre yacía detrás de su oreja, respirando pesadamente, extremadamente seductor. El aliento ardiente que exhalaba hacía que Nancy resistiera tensando su cuerpo. —Sssss... relájate... no... —No había vergüenza en la oficina, mientras que en un lugar distante, otra asistente miserable miraba al cielo sin palabras. ¡CEO y señora por favor déjenme ir, cambien a alguien para exprimirlo! ¿Por qué todos son subordinados del CEO, pero el asistente y la secretaria reciben un trato diferente?

Xiao_Yan_0938 · Urban
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Capítulo 27 ¡Chupando la polla del CEO debajo del escritorio!

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—Ah, jefe, no, por favor... —dijo ansiosa Nancy. Su camisa aún no estaba abotonada y solo vestía un par de bragas por debajo; su falda y medias aún no estaban listas para vestirse.

Si alguien la viera así, ¿qué cara tendría ella para encontrarse con la gente?

¡Ella era una nueva secretaria!

Miguel no le prestó atención y señaló debajo de la mesa con su dedo.

Después de terminar de arreglarse, respondió hacia afuera:

—¡Entren!

Al oír el sonido de la puerta al abrirse, Nancy sintió la sangre subirle a la cabeza y, en ese momento, sin más vacilación, agarró la ropa en su mano y rápidamente se metió bajo la mesa.

Nancy se sintió un poco agradecida por ser rápida y, después de meterse, tomó dos respiraciones profundas para calmarse.

Porque no podía enderezarse, justo se había sentado en la mesa y sus tacones le rozaban las plantas de los pies con un dolor enorme.

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