El Joven Maestro es tan coqueto

—No estoy enojada —El rostro de Qiao Mianmian estaba rojo. Mientras él se acercaba más, sentía dificultad para respirar.

—¿De verdad? —Mo Yesi se movió hacia ella otros dos centímetros. Su aliento cálido y suave estaba contra sus labios. Sus dedos estaban colocados en su barbilla, acariciándola ligeramente—. Bésame y te creeré.

—Espera, ¿¡qué?! —Los ojos de Qiao Mianmian se abrieron de par en par por la sorpresa.

Mo Yesi miró su boca ligeramente abierta. Entrecerró los ojos mientras su mirada brillaba de un modo diferente.

Sus labios se sentían increíbles.

Tenían un gusto dulce.

La había probado muchas veces esa noche.

Pensando en lo que pasó esa noche, sus ojos se llenaron aún más de vida.

Viendo el fuego ardiente en sus ojos, Qiao Mianmian se puso nerviosa y lo empujó.

Se hizo a un lado para mantener distancia de él. Roja como un tomate, dijo:

—Mo Yesi, ¿puedes ser más serio?

Sus acciones la tenían extremadamente alborotada.

Incluso tuvo el impulso de huir.

Ella era como un conejo asustado con las orejas tiesas.

No sólo le ardían las mejillas, sino que incluso sus orejas claras ahora estaban rosadas.

Mo Yesi tuvo que superar el impulso de pellizcar su oreja cariñosamente. No quería que ella se pusiera aún más tímida de lo que ya estaba.

Después de todo, él y su pequeña esposa llevaban casados menos de un día.

No quería asustarla demasiado.

—De acuerdo —Mo Yesi se enderezó y ajustó sus botones—. Primero comamos. Haremos eso después de la comida.

Boom…

El rostro de Qiao Mianmian se enrojeció mientras la sangre afloraba a su rostro.

Podía sentir su cara ardiendo.

Desde fuera, él parecía tan solemne y frío.

¿Cómo era posible que por dentro fuera tan pícaro?

—¿Era así delante de otros? En el asiento del conductor.

La cara del Tío Li se enrojeció cuando escuchó su conversación.

—Diablos, quién sabía que el Joven Maestro era tan coqueto. Inicialmente pensó que el Joven Maestro no sabría cómo llevarse bien con la Joven Señora. Parece que sus preocupaciones eran innecesarias.

*

Comieron en un restaurante giratorio de alta categoría.

En el piso 68 del rascacielos.

El mejor asiento del restaurante estaba siempre reservado para Mo Yesi.

El gerente vino a darle la bienvenida y lo saludó respetuosamente.

—Joven Maestro Mo.

—Mm —Mo Yesi asintió en respuesta.

El gerente miró a Qiao Mianmian, que salió del ascensor con Mo Yesi. Al ver su apariencia de estudiante, se quedó sorprendido y preguntó:

—Joven Maestro Mo, ella es...?

—Yo…

Antes de que pudiera decir algo más, él pasó su brazo alrededor de su cintura y la atrajo hacia sí con fuerza.

—Esta es mi esposa.

—¿Joven Señora Mo?!

El gerente se quedó petrificado de la sorpresa.

Miró a Qiao Mianmian con incredulidad, como si alguien le hubiera dicho que el fin del mundo era mañana.

Unos segundos después, volvió en sí y se inclinó apresuradamente hacia Qiao Mianmian.

—Joven Señora Mo, buenas noches.

—Ejem, buenas noches.

Era la primera vez que tenía gente saludándola con una reverencia. Parecía un poco incómoda.

Mo Yesi la miró, sonrió maliciosamente y caminó hacia adelante, sujetando con fuerza su delgada cintura.

Después de un par de pasos, Qiao Mianmian de repente sintió un aliento cálido derramándose en sus oídos. La fragancia del hombre también se metió en su nariz.