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PROLOGO

Pertenecía a un circo ambulante instalado en un

carromato bastante gastado que era jalado por tres

yeguas con arneses coloridos que servían de

propaganda para el espectáculo, yacía ya el atardecer

y nos encaminábamos por un sendero de tierra, dos

hermanos de acto de ilusionismo arreaban todo el

camino; eran los más viejos en la caravana, llevaban

barbas largas pálidas como su piel. Teníamos cuatro

carros más que seguían al principal, el segundo

llevaba dentro un Tigre Blanco de avanzada edad, era

la mascota del Domador de Bestias lo tenía en su

custodia desde ya hace algún tiempo. El Domador era

proveniente de las selvas tupidas de Rusia en una

huida de los azotes Vikingos que dejaron devastada la

aldea natal, termino siendo parte de nuestro

campamento, el tercer Carro era el de las provisiones

arreado por un buey bastante corpulento, en el techo

de este iban tres hombrecitos de muy baja estatura

sorprendentemente eran los acróbatas del acto, los

aplausos eran robados por ellos apenas entraban en escena. El último carro solo era un depósito para

trasladar los artistas, estaba enganchado al de las

provisiones por un gancho improvisado, en toda la

entrada colgaban los pies del escupe fuego un

hombre de contextura delgada y facciones toscas a su

lado su compañera una mujer de cabellos largos y

dorados su acto consistía en meterse en una caja muy

diminuta mientras los ilusionistas la hacían

desaparecer; cada sobresalto del carro por los

desniveles del camino hacían aullar insultos del

presentador del show un hombre anciano de edad

casi tan avanzada como la del Tigre, usaba un traje

magenta que nunca se quitaba aun estando fuera del

escenario solía acostarse en el último vagón para

descansar y alejarse de la peste de los animales , un

payaso, dos gemelas malabaristas y yo. Mi acto era el

de usar unos cuantos cuchillos arrojándolos mientras

tapaba mis ojos con una venda hasta una base de

madera que tenía amarrada a mi asistente sin darle

un mínimo corte en la piel. Luego de cada función emprendíamos un viaje en

busca de nuevos Lugares donde actuar, en uno de

los traslados, estábamos subiendo las colinas y el

estrecho camino no aguataba desmoronándose con

cada paso, la tierra empezó a desprenderse de las

paredes montañosa, entre gritos y el brusco freno del

carromato asustaron al buey desbocando el carro

lanzándolo ladera abajo reventando las bases del

carro enganchado dejándonos a la orilla con las

ruedas incrustadas en la tierra, uno de los

hombrecillos quedo atrapado en el carromato

teniendo la misma suerte que el animal, un

estruendoso golpe dio fin a la caída contra unos

árboles que se asomaban cuesta abajo terminado en

un desfiladero bastante empinado. Sin provisiones y

solo con las ropas que llevábamos puestas estábamos

obligados a parar en el siguiente pueblo siendo este la

entrada de un territorio de Bulgaria que se

encontraba inestable.

Eran épocas de invierno y no todos llegarían al

destino, no en esas condiciones tan paupérrimas...

Efectivamente muchos no lo lograron eran tiempos de la peste bubónica o la conocida peste blanca que

azotaba la zona… El camino era de al menos una

semana, sin comida ni abrigo suficiente fue un

milagro que al menos una cuarta parte

Sobreviviéramos, cada que algún desafortunado

fallecía teníamos que dejarlo en el camino; hacer un

esfuerzo demás Nos debilitaría cada vez más

dejándonos sin fuerzas para continuar. Al quinto día

ya las yeguas no podían continuar, sacrificarlas Era lo

más favorable para el grupo sobreviviente como

comida al menos por unos dos días mas, dejar las

carretas y Continuar a pie durante dos días se nos

hizo eterno el tigre flaqueo ante el frio dejándose caer

en la nieve jadeando con el hocico abierto y las

pupilas apagándose cada vez más, su dueño reusó

abandonarlo prometimos volver por el pero a sus

adentros él sabía que solo eran palabras de aliento la

muerte se le haría menos dolorosa junto a su

compañero , la última noche de la travesía perdimos

al escupe fuego La hipotermia abrazo su débil cuerpo

mientras descansaba, dormir era sinónimo de muerte

esa noche. La mañana llego Tarde, solo un poco más para llegar,

con la mirada fija en el horizonte, un aviso colgaba de

un enorme marco "Sean Bienvenidos" citaba

abrigándonos de una esperanza que se había perdido.

Fuimos recibidos por un grupo de soldados, el pueblo

ya había sido invadido para ese entonces y la

caballería había reforzado salidas y entradas habidas y

por haber en kilómetros... ya dentro nos llevaron a

unas carpas improvisadas donde nos esculcaron los

harapos que llevábamos; en unos días todos los

hombres fuimos reclutados, armados y presentados

ante un hombre ojeroso, alto y de porte árabe al

parecer era el comandante de la tropa invasora.

Llevaba una espada envainada a la cintura lista para

lanzarse al cuello de cualquiera, durante los siguientes

meses nos entrenaron en coordinación Militar, por lo

que entendía durante el entrenamientos seriamos

usados como cebo en caso de algún ataque sorpresa

nos desplegarían por toda la base debilitando las

tropas que ataquen, un acto suicida que no tardó

mucho en afectar los nervios de todos los que

estábamos ahí, no éramos solo el grupo superviviente de la caravana al parecer otros desdichados viajeros,

vendedores capturados y hasta ladrones huyendo de

su ejecución fueron a parar aquí.

Durante un tiempo se escuchaban rumores de que los

árabes querían expandirse y el imperio búlgaro estaba

entre su camino eso forjo una línea delgada de

guerra/discusión en ambas partes, otros rumores

fantasiosos corrían entre las lenguas de hombres

caídos en batalla se levantaban y desaparecidos entre

otros cuentos para no dejar dormir a los niños.

Durante uno de los ataques de recuperación muchos

de mis compañeros fallecieron, todos para ser

exacto, de una manera u otra era mejor escape que

seguir órdenes del enemigo, El comandante en jefe

dio la orden de ir a las armas ya que el ejército de

Kam entro en el pueblo mediante Una estrategia

desesperada intento de evitar más reducción de

tierra, la caída del imperio búlgaro pendía de un hilo

y dependía de ese enfrentamiento, durante el ataque

vi caer árabes unos tras otros, mi satisfacción era

indescriptible ver morir a quien hizo sufrir mi gentehaciéndonos sus aliados a la fuerza... por ese

descuido fui alcanzado por un puñal, un golpe exacto

y certero pero mi atacante estaba malherido era su

ultimo respiro antes de caer. Corrí casi trastabillando

hacia los barriles de contención cerca de una barraca,

me sentía débil, la herida era profunda creo que hasta

mortal, entre gritos, sangre y muerte, me deje caer,

una sonrisa invadió mi rostro al menos moriré viendo

sufrir a los malditos árabes, la pesadez de los ojos era

enorme, todo se tornó grisáceo y un sabor metalizado

ahogo mi garganta hasta perder el sentido.