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Capitulo 9: Princesa Fénix

Llegan a un salón grande con varias mesas, y sillas, donde miembros de la corte están sentados en los laterales, como jurado. En las paredes sobresalen grandes, y gruesos vidríales en los que se plasman la figura de un fénix, y seres angelicales.

Más adelante está la guardia real, con sus capas azules, cascos con una pluma de pavorreal, armaduras completas y armados con bayonetas, se posicionan a los lados del trono, el cual es un asiento en forma de una flama creciente, y con cabezas de aves en cada brazo. Sentado en la silla de la realeza, reside el gobernante del país del fénix: Salomón Lazarus.

El rey es un hombre ya mayor con unos bigotes puntiagudos, de cuerpo robusto. Tiene una cara redonda con arrugas, su cabello castaño ya muestra algunos mechones teñidos de blanco con algunas. Sus ojos son de color azul. Lleva una túnica blanca con detalles dorados, y una capa de color rojo. Y sobre la cabeza destaca la corona dorada con joyas anaranjadas.

Los guardianes se arrodillan, y bajan las cabezas enfrente del rey. Tonatiuh, aun con su cabeza gacha, asoma la vista de forma disimulada hacia el trono, como si quisiera estar sentado a ahí. Drake mira a sus compañeros, todos están serenos, todo lo contrario, a él. El guerrero carmesí piensa en su padre, rogando a su espíritu que preste un poco de su fuerza, y coraje, al conocerlo como el hombre fuerte, que a nada le teme.

Drake se da cuenta, de dos personas conocidas acaban de entrar a la sala del trono, y se ponen a los lados del rey; son el inquisidor y la princesa. El guardián carmesí trata de disimular para no llamar la atención; es carcomido por los nervioso, por la alta población en el salón.

—Con que estos son los guardianes, ¿eh? —dice el inquisidor de forma macarra—, solo son un montón de niños. Bueno, la mayoría no llega a viejos. Solo hay como cinco o quizás diez que son mayores, y son quienes los lideran, pocos los llaman héroes suicidas, pero la mayoría dicen que son un montón de sociópatas.

—Un poco de ambos, señor inquisidor. —Tonatiuh muestra una enorme sonrisa burlona.

Tanto el rey como el inquisidor se carcajean al unísono por el comentario, inclusive causa gracia en el guerrero carmesí, al ser cierta afirmación, sin embargo, se mantiene al margen. No puede dejar que el inquisidor lo reconozca.

El inquisidor, es un hombre con una edad cercana a los 50; de estatura alta y fornida, con una cabellera castaña con mechones blancos que llegan hasta la nuca; un bigote poblado con puntas enroscadas, y de piel bronceada. Es de rasgos duros, con algunas arrugas. La vestimenta se conforma por un sombrero ancho, de color negro a juego con una gabardina en la que se adhieren algunos ornamentos como hombreras, una placa pectoral, muñequeras, y un cinturón táctico en el que tiene dos revólveres enfundados, junto a un sable. Pantalones oscuros, y unas botas cafés con punta de casquillo, y unos guantes de lana del mismo color.

El guerrero carmesí tiene miedo de lidiar con ese hombre, al ser este un hechicero nombrado como el archí mago de Lazarus; la mano derecha del rey. Pero la persona que realmente quiere evitar es la princesa.

La joven hija del rey, mide un metro sesenta, de complexión delgada, y aparenta una edad en plena adolescencia, en rostro muy hermoso en forma de corazón. Ella tiene el pelo rubio largo y ondulado, que llega hasta los hombros, con dos mechones de cabello que enmascaran su cara, hasta tocar la punta de la nariz. Sus ojos son grandes, de color verdes, con largas pestañas y cejas finas, pero con unas negras ojeras, convertidas en bolsas bajo las ventanas del alma.

Lleva un vestido blanco esponjoso con escote, y una diadema con un cristal rojo en medio. Cualquier hombre quisiera desposarla, pero su padre siempre rechaza todos los matrimonios que se han ofrecido, por alguna razón que se desconoce. La princesa posee una mirada cansada, como si no hubiera dormido en varios días.

—Queridos guardianes, por favor muestren sus caras. No soy su rey; solo soy un cliente más que suplica por su asistencia —dice Salomón, mientras mueve la mano en señal de que se pongan de pie, y eso hacen los guardianes—. Por favor, descúbranse la cara ustedes tres, quiero ver sus rostros. —refiriéndose a Drake, Lance y Sheila—, tú primero, el que viste de negro.

—Lo lamento, mi señor —replica Lance, al realizar una educada reverencia—, pero cumplo unos votos muy estrictos. Es en honor de mi maestro, y compañeros muertos. Le suplico que me perdone.

—¿Te atreves a negarte a su majestad? —dice el inquisidor, al tomar la negativa del guardián oscuro como una ofensa—. Esos votos no significan nada en este lugar. Leí tu expediente, por lo que puedo discernir, la razón de seguir fiel a ese régimen, si te convertirse en un guardián.

—Es suficiente Bast —espeta el rey, al ordenar al inquisidor se detenga—, muy bien, respetaré eso. Tú, el de la armadura roja; dudo mucho que tengas algún voto. Tu armadura es bastante intimidante; incluso mi bella hija se ha asustado ante tal visión. Por favor, muestra que eres humano.

«Tengo que hacerlo, pase lo que pase tendré que permanecer firme. Si intentan matarme tendré que huir, posiblemente me hagan pedazos antes si quiera lograr salir del castillo», piensa Drake.

—Vamos, hazlo o yo mismo te quitare el yelmo —dice el inquisidor con impaciencia.

Drake no tiene otra alternativa, y su cuerpo se estremece. No se quita el casco de forma mental, como está acostumbrado. Materializa un seguro bajo el yelmo, lo desajusta, y pretende que se quita el casco, cuando la realidad es que da la orden al ente para retirarlo. Al descubrirse el rostro del guerrero carmesí, el rey no parece sorprendido, pero el inquisidor pone una mueca de desagrado y sujeta con mayor firmeza el rifle; deseoso por vaciar el cargador. La princesa en cambio, su expresión cansada se torna en una mirada gélida.

—Su majestad...

Bast contiene un grito, al llamar a su rey. Ambos hombres intercambian miradas en silencio, y el semblante sereno de Salomón se torna en uno se sorpresa, que poco a poco se oscurece en seriedad.

—Eso fue en el pasado... y hemos hecho un pacto. Haga lo que haga, no se cambiará nada. Si lo han traído aquí, debe ser por recomendación de los lideres guardianes, y ellos hicieron un estudio de nuestra situación. Son los representantes de Munraimund, quien fue alguna vez el mejor amigo de nuestro sagrado viajero; todo ocurre por una razón. —El rey suspira agobiado, al masajear sus cienes por el dolor de cabeza, provocado por el mensaje telepático que mandó el inquisidor—. Quizás el santo viajero te ha concedido una nueva oportunidad, niño... no la desperdicies y cumple tu deber esta vez.

—Si señor... —Drake baja la cabeza, con la vergüenza de los errores del pasado sobre su espalda.

—Bueno, sigues tú misterioso encapuchado, déjame ver tu rostro —solicita el rey, al enfocarse en Sheila.

Al ponerse de pie, la mujer se retira la capucha, y en ese instante, todas las sonrisas, y cuchilleros de los nobles mueren, debido a la apariencia física de la joven escarlata. El propio Salomón se levanta de su asiento, airado con los ojos fijos en la guardiana.

—He leído los reportes sobre ti... —dice el inquisidor con un aire de curiosidad, y casi aguatando una risa—, a diferencia de todos tus compañeros, no dice exactamente la naturaleza de tu raza; simplemente redacta como inhumano hibrido ¿Qué se supone que eres?

—Déjeme mostrárselo —responde Sheila con seriedad.

El ambiente se torna pesado y caluroso, tras un latido de corazón dos bultos se forman en la frente de joven, los cuales crecen a una velocidad alarmante hasta tomar la forma de dos cuernos, y La piel que los envuelven, se diluye en un resplandor blanquecino, y cambian a una tornamenta segmentada de color carmesí.

—¡Un demonio! —grita uno de los miembros de la corte.

—¡Rápido! ¡Alguien haga algo! —exclama otro.

Los guardias se ponen delante del rey, en una posición defensiva con los rifles preparados apuntando hacia la chica escarlata. Sheila no duda en ponerse en posición de combate, al alzar los puños cerrados. El resto de guardianes, igualmente se ponen frente a su compañera, por si ocurre una confrontación.

—¡Deténganse de una vez! Si vino por parte de Trisary, significa que esta domesticada y esta de nuestra parte. Así que deténganse de una vez; no va haber un derramamiento de sangre frente a su majestad —exclama autoritario el inquisidor al decretar la orden a sus hombres, que bajen sus armas, y es secundado por el rey—. Esta niña es un hibrido o un alterado, al igual que el resto.

—No es así, señor inquisidor. —Sheila habla en temple de acero; en sus ojos arde una flama creciente, y sin titubeos completa—. Mi nombre es Sheila la hija del fuego; por mis venas corre la sangre de un dragón, y me convertiré en la mayor guardiana que haya existido.

Los presentes murmuran entre sí, anonadados por semejante revelación, no pueden creer que un ser de la antigua raza de los dragones, siga con vida; sin embargo, el factor de ser una mediana, hace que pierda credibilidad sobre su verdadera naturaleza.

Se ha escuchado de personas que poseen características de dragones en algunos lados del mundo, en especial en el imperio, debido a experimentos de los brujos. La mayoría teorizan que es pura fanfarronería, clasificándola como un mutante o un hibrido de demonio, por lo que la impresión se apaga poco a poco.

Drake suelta una pequeña risa por el enorme ego de la dragona, que sea capaz de gritarlo abiertamente. Ella se da cuenta al instante, y lo fulmina con la mirada; esas orejas no están de adorno. La raza de la joven escarlata causa en el guerrero carmesí cierta curiosidad, por lo que pretende observarla de cerca, y averiguar si realmente es lo que dice ser.

Inesperadamente, el rey de Lazarus suelta una resonante carcajada, sujetándose el vientre. Aquella risa, se contagia entre los miembros de la corte real, convirtiéndose en una escandalosa orquestas de burlas enfocadas en la dragona, de mirada que destila sed de sangre, con los puños rígidos.

María se acerca a tocar a su hombro, y ambas se miran mutuamente; en el rostro de la mediana lleva un gesto de piedad, al rogar que se calme en silencio, mientras que la faz de la dragona es de una rabia fría, pero comprende las implicaciones, por lo que decide no hacer nada.

—Fuertes declaraciones y en especial frente a un rey —pronuncia el inquisidor con desdén, con el atisbo de una sonrisa en su rostro.

—Discúlpame... hija... eres aceptada en mis filas. —El rey logra recuperar la compostura, y al levantar la mano, para que los presentes cesen la burla—. ya seas un mestizo o un ser puro, por la protección que te da Trisary eres bienvenida tú y los tuyos.

...

Al cerrar la reunión, los guardianes caminan por los pasillos en dirección a los barracones para descansar, pero un aire tenso se respira entre los miembros del grupo.

—Sheila, ¿Se puede saber que estabas pensando? —pregunta Drake, en un semblante molesto—. Mostrar tus cuernos de esa manera, en medio de un montón de Templarios influyentes y legiones de guerreros armados hasta los dientes, ¡Fue una jodida locura! pudiste hacer que te mataran ¡Pudiste hacer que nos mataran! —El avance del grupo, frena al iniciarse una nueva discusión.

—Estoy de acuerdo con el rojizo —agrega Alice—, fue un acto muy imprudente, que nos pudo costar el cuello a todos

—En primera... no estoy de humor para que me jodas; tengo muchas ganas de golpear algo y no quisieran ser mis objetivos. —Sheila sigue resentida por la burla, al ser su ira creciente—, en segunda, era mejor de esa manera. Mis cuernos pueden surgir de manera inmediata en el mínimo uso de mis poderes. Si aparecían en medio de la batalla y los Templarios no eran conscientes en primera mano, sobre mi naturaleza, entonces ahí si era probable que me mataran.

—Sí, pero... —Alice intenta protestar, pero María se acerca en un semblante serio.

—No estoy de acuerdo, con la actitud presentada por Sheila —interviene María—, pero para evitar un mal entendido durante la cruzada en el Tridente, fue la mejor alternativa que pudiésemos tener.

—Apoyo el argumento... fue el mejor método que pudiésemos tener. Aun si se les avisaba por medio de un documento, era necesario que lo vieran con sus propios ojos. —Continua Tonatiuh—, no quiero quedar mal con ustedes chicos; fue un evento que era inevitable... el cual pudiste habernos avisado. —En esta última afirmación, el guerreo caminante habla entre dientes, como un regaño.

Sheila no dice absolutamente nada, al permanecer con sus brazos cruzados en un semblante estoico, y amargado.

—¿Lance? —pregunta el Réquiem al solicitar apoyo.

—Lo mismo que Tonatiuh y María —indica el asesino oscuro, oponiéndose a sus compañeros de la orden del lobo—, es mejor que se corra la voz tras una demostración contundente. Tenemos la protección de la espada rota, por lo que no pueden hacernos nada, a menos que hagamos una cagada enorme... ese espectáculo fue una de pendejada, pero no llega a ese grado.

—Espero que, por esto, nuestra colaboración no se vea mermada —espeta la hechicera, preocupada.

—No tienes por qué preocuparte, María. Es un simple desacuerdo. Todo está bien. —Drake actúa comprensivo, al tratar de no llevar el conflicto a mayores.

—Estaba deseosa de dejar de usar esa estorbosa capa —habla Sheila—, y no me avergüenza lo que soy; al contrario, estoy muy orgullosa. Prefiero caminar con mis cuernos expuestos, que andar escondiéndolos, me es incómodo.

—Si es lo que crees... —mustia María, al calar ese comentario en ella, debido que oculta sus orejas de elfo en su cabello. Al ser mestiza, son del tamaño de un humano normal, solo que acaban en punta.

—Entonces... el único error de Sheila fue no avisar. —Alice se pasa la mano en la frente, cansada por el estrés de lo sucedido—, espero que no vuelvas a hacer otra locura similar.

—Lo tendré en cuenta... —dice Sheila en completo desinterés, más por querer pasar del tema que admitir su error.

La dragona continua el andar hacia adelante, sin esperar replica de sus compañeros. Lo que lleva a la guardiana pistolera a fruncir el ceño, y murmurar una serie de insultos entre dientes. María solo suspira, de manera cansa al saber que la misión va a ser de una dificultad mayor, a causa de esta fricción en el grupo.

—Vaya manera bombástica de iniciar nuestra santa cruzada —Lance habla sarcásticamente, al rascarse la nuca.

—¡Podemos hacer que mejore! ¿Qué tal si para conocernos mejor vamos por algo de beber? —Tonatiuh aparece por detrás de Lance y Drake, abrazando a ambos por los hombros de manera un tanto invasiva.

—¡Me leíste la mente, grandulón! Un poco de cerveza, nos quitará este mal sabor de boca —Lance acepta fervientemente la invitación de Tonatiuh—, quiero probar mis habilidades de resistencia en al alcohol junto a un caminante.

—¿Ese es un desafío? —pregunta Tonatiuh de forma retórica, en una sonrisa ladina.

—¿Hace falta que desenvaine mi espada para dejarlo claro? —reafirma el asesino oscuro.

—Los voy a acompañar... solo que la verdad no me gusta beber... —dice Drake, al querer zafarse del agarre del moreno.

—Tranquilo, de seguro hay juguitos de manzana para niños —se burla Lance.

Los guardianes varones ríen y bromean entre ellos. Desde el balcón del tercer piso, son observados por princesa, apoyada en los barandales. En sus ojos verdes, carecen de vida y son el vivido reflejo de la frialdad invernal.

—Drake... ¿Cómo te atreviste a volver? —murmura la princesa.

...

Al día siguiente, durante el desayuno los guardianes fueron informados de la junta que se dará a medio día, para planear la incursión al Tridente. Drake camina por los jardines del palacio, en completa soledad debido que necesita un momento a solas para reacomodar sus pensamientos, tras lo dicho por el rey.

En su interior alberga muchas dudas, teme no ser lo suficiente bueno para cumplir esa encomienda, al estar su pasado lleno de fracasos, hubo gente que confió en él y no pudo salvar a nadie.

Pensó que nació para ser un guerrero, y lo único que ha logrado hasta ahora fueron errores que lo consumen día a día; no fue lo suficientemente valiente para ayudar a su padre, no tuvo la fuerza para proteger a Naomi, y careció de experiencia para salvar a Connor. Por lo que se pregunta, la razón por la cual lo seleccionaron para este contrato, y quien, de los altos mandos, tuvo el cinismo para colocarlo como parte de ese supuesto escuadrón de elite.

Cuando menos se lo espera, de atrás de los arboles emerge la princesa aparentemente sin escolta alguna, interponiéndose en el camino del guerrero carmesí, quien se sobre salta ante tal inesperado encuentro.

—E-esmeralda... d-digo...S-su majestad... y-yo... —Se tapa la boca, no puede completar la palabra sin que la voz se le quiebre. Resiente un fuerte agarre en el corazón, apretándolo en firmeza, llevándolo a un dolor inmenso, el pesar del pasado, de una promesa sin cumplir.

—Envié al inquisidor a llamarte, y se topó con tu amiga del libre pensamiento. —La princesa toma la palabra. A pesar de su aspecto frágil, se muestra implacable y carente de dudas al plantar cara al guerrero—. Ella le informó que saliste a caminar solo, por lo que vine a hacerte una visita... para ajustar cuentas del pasado... Drake... —hace una breve pausa para tomar aire—. ¿Tienes algo que decirme?

Pregunta en dura frialdad; en esos ojos esmeralda carentes de brillo, y negras ojeras cruzan con los anegados orbes carmesí. No queda nada de esa pequeña, y risueña chica llena de ilusiones; emocionada por conocer a un guardián.

—Lo siento... perdóneme. —musita en voz quebrada; cabizbajo las lágrimas corren tenuemente. Evita verla directamente; es una tortura que destroza el afligido corazón.

—¿Por qué lloras? —La petra mirada de la princesa es una expresión sería, una mezcla entre piedad y lastima.

—Te fallé...

—¿Qué fue lo que me prometiste?

—Yo... —Duda en su respuesta, el remordimiento continúa envenenando le el corazón.

—Dime, habla que lo haces más difícil —dice insistente. No aceptará una evasión más por respuesta.

—T-te prometí que tu hermano y... yo vendríamos por ti —responde a duras penas. El color en el corazón no hace más que aumentar.

—Tardaste dos años, ¿Está mi hermano contigo? —pregunta por algo que ya conoce respuesta.

—No, su majestad —responde con voz quebrada.

—Connor se fue de mi vida y dudo mucho que quieras llevarme contigo —dice la princesa en voz calmada. Alberga una expresión de tristeza en su cara. Drake se queda callado por un breve instante, como si dudara de la siguiente respuesta.

—No, su m-majestad —finalmente responde, al aguantar un ardor en el pecho.

—Entonces no hay nada que discutir. —La princesa cambia su expresión de vuelta a la frialdad—. No hay nada, ni amistad, ni rencor, nada, solo aléjate de mí vista. Ve, termina tu misión y vete, ve a morir en algún lugar olvidado de la mano de Dios.

Esas palabras lo desgarran como si de un cuchillo se tratara. Drake simplemente limpia sus lágrimas y se queda en silencio. El pasado vuelve a golpearlo en una puñalada envenenada, echando en cara una promesa rota dedicada a una pequeña doncella: cumplir su trabajo, y traer con vida a su hermano mayor.

Ni siquiera estuvo con ella cuando se dio un funeral, no estuvo para darle sus condolencias, no pudo estar para sostener su mano y rogar el perdón. No pudo hacerlo, no podía confrontar esos ojos esmeraldas, y hoy cuando es obligado ir a responder el llamado a las armas, reconfirma ese hecho inaudible como el destino de un maldito.

El sonido de la hierba moviéndose a sus espaldas, alerta al guerrero carmesí y reacciona al volverse de golpe, en una posición de pelea. De detrás de unas paredes de arbustos, sale el inquisidor de andar tranquilo, sin embargo, lleva la mano diestra sobre las empuñaduras de una pistola enfundada.

—¿Pensabas que dejaría a la princesa andar sola, con una monstruosidad como tú merodeando? —El inquisidor chasquea la lengua, al mirar fijamente en el guerrero carmesí, a la expectativa de una reacción, que de una excusa para desenfundar—. Eran ciertos los reportes, te convertiste en un maldito... si es que no siempre lo fuiste.

—¡No tengo tiempo para tu mierda, Bast!

Exclama Drake, mermado por un fuerte dolor en su cabeza, al ser invadida por la legión de voces que reclaman por violencia. Tentáculos crecen de la gargantilla, hasta forjar el yelmo de refulgentes flamas verdes en los ojos.

Bast reacciona y desenfunda, apuntando al guardián. La princesa retiene un quejido, con la mano en el pecho y retrocede un paso. El arma del inquisidor es una pistola de diseño arcaico de un solo tiro, con una mirilla.

—Balas de Maleficarium... yo que tú no me pongo como muy machito —advierte el inquisidor, al retirar el seguro del arma—, ¿sabes lo que esto puede hacerle a tu armadura? Amé a ese chico como si fuera mi hijo, le enseñé todo lo que sabía. De no haber estado herido de gravedad en ese tiempo, lo habría acompañado, y no lo hubieras atrapado en tu espiral de muerte.

—No me hables como si fuese un niño, conozco ese maldito material y no caeré en tus provocaciones. —Drake se contiene, mirando a Bast con fría rabia—, Nunca podré perdonarme por haberle fallado a Connor. Me perseguirá por el resto de mi vida, y puedes culparme todo lo que quieras; no pienso pelear contra ti.... no aquí. Vengo a realizar el trabajo, al que me han obligado. Nada más, ni nada menos.

El guerrero carmesí aguanta su gran rabia; tiene mucha frustración que desahogar, pero no es el momento ni el lugar, y tampoco. Inclina la cabeza por encima del hombro, y encara a la princesa, cuyo semblante es de miedo.

—Tranquilo, mi señor... —La princesa toma al inquisidor del brazo—, el guardián no me estaba molestando. Únicamente me encargaba de atar unos cuantos cabos sueltos, como ya se lo había dicho.

—Descuide princesa —dice Bast a Esmeralda, y entonces vuelve a fijarse en Drake—, con que trabajo ¿verdad? Por mi fuerza, te clavaria en una cruz espinosa. Tienes suerte que no pueda reclamar la justicia por mi niño. Una gloria con la que no podré embriagarme, tenemos planes para ti. —Tragándose el orgullo enfunda la pistola. Por ende, el guerrero carmesí baja los puños—. Dante y su majestad me prohibieron tocarte un solo cabello, por estar protegido por la espada rota... serás màs útil como carne cañón contra los elfos... y con suficiente suerte, no sobrevivirás.

—No pienso morir en esa guerra —responde tajantemente. Drake continúa manteniendo la compostura, lo más que puede, llevando el consuelo que va desquitarse con todo fuego oscuro que alcance a ver en la batalla.

—Trata de no estropearlo esta vez. —Escupe estas últimas palabras con odio.

—¡Drake! ¡Con que aquí estas! —exclama Alicia desde el otro lado del campo, acercándose apresuradamente junto a Lance—. Te estuvimos buscando.

La guardiana toma al guerrero carmesí del brazo, pegándose de manera invasiva, lo que llega a confundirlo. Lance se mantiene en silencio, al asecho de cualquier reacción por parte del inquisidor.

—¿Interrumpimos algo? —pregunta Lance, en voz seria al frente de sus compañeros, con las manos en la cintura.

—Nada, ya hemos acabado —contesta la princesa, de manera cortante.

—Si nos disculpan, tenemos que prepararnos para la reunión; una guerra no se planea sola. Será mejor que lo veamos ahí, señor inquisidor.

Alicia indica que tienen que irse, de manera que evitan profundizar en la conversación. Los dos grupos se dan media vuelta, retirándose, pero al dar apenas dos pasos, Bast se da media vuelta de golpe y proclama.

—¡Espera! Antes de que se vayan, tengo una última pregunta que hacerte, guardián carmesí

—¿Qué quiere? —Drake frena de golpe, mirándolo de reojo. Los otros dos guardianes ya adelantados, igualmente se detienen a la espera.

—¿Por qué el estigma de tu armadura tomó la forma de un demonio? —pregunta el inquisidor—, se supone que materializa un reflejo de tus deseos

—No es un demonio... —Fastidiado, el guerrero niega la suposición con frialdad y vuelve a darse la vuelta. Al retomar la caminata, da una respuesta sin mirar atrás, uniéndose de nuevo a sus amigos—. Es un dragón.

...

A través de los pasillos la orden del lobo se reagrupa con la de las águilas, y juntos llegan a la sala de juntas, donde los esperan el inquisidor y dos caballeros, quienes permanecen absortos en un mapa del Tridente, el cual yace sobre una mesa larga.

Los representantes de la nación de fénix, visten ornamentadas y tecnológicas armaduras completas. El que parece estar a cargo, lleva un yelmo con alas de acero en los extremos, y es de una complexión corpulenta, de una estatura de poco más de dos metros; un gigante entre hombres. Aquel caballero se retira el yelmo, colocándolo sobre la mesa. Es de largo cabello castaño que llega hasta la nuca, con rasgos de un hombre maduro; sus ojos son de color café, y el rostro resalta una espesa barba completa.

—Guardianes, soy el comandante Sir Dante Arrow. No hay necesidad de que se presenten, me han enviado sus documentaciones con anterioridad. El punto clave de la reunión, es la guerra que tenemos con el fuego oscuro. —Dante posa su dedo sobre una ubicación en el mapa—. Esta secta tomó gran parte de la región del Tridente. El lugar tiene una relevancia crucial, en cuanto a minería. Desde la caída del conde Cesar, perdimos la reserva de aeronaves de la capital, por lo que enviamos nuestros navíos con tropas al puerto dorado en Grifia. Hemos mantenido el contacto con esas fuerzas de avanzadas, por medio de la radio, el paradero del conde y su familia sigue siendo desconocido hasta el momento.

—Es un honor, jóvenes... me llamo Sir Turner Lichwood —dice el segundo caballero, de yelmo adornado por una pluma de pavorreal—. Pueden dirigirse a mí o Dante si tienen dudas —Turner pone un dedo en el mapa, apuntando a la entrada del Tridente y agrega—: ya no contamos con fuerza aérea o marítima disponibles en la capital; ni el tiempo para hacer otras naves. La única manera que podamos entrar en su territorio, es por tierra atreves del pomo; un enorme bosque salvaje, con varias llanuras y cerros que tendríamos que atravesar.

—Perfecto para emboscadas... ¿podría darnos un poco más de información, de nuestro enemigo? —dice Alicia.

—El número de monstruos que tiene es indefinido tras su invasión —responde Dante—, hasta ahora su fuerza principal han sido hordas de elfos, hombres bestia y enanos, liberados de los campos de concentración de la región. Lograron tomar las bases en el norte, el pomo del Tridente, y dos ciudades grandes, pertenecientes a las tres puntas del Tridente, la tercera ciudad sigue plantando resistencia.

—El Tridente, y esas tres ciudades no solo son cruciales para el país... también para todo el territorio Templario —complementa el inquisidor con seriedad, y entonces agrega el último recurso que hiela la sangre de los guardianes—, En los terrenos mineros alrededor de las tres puntas, se trabajaba en la extracción y refinamiento de los cristales. Por lo que las capacidades armamentístico del ejército rebelde, se ha elevado exponencialmente, agregando demonios, alterados, hechiceros y posiblemente malditos... poniéndonos en desventaja en cuanto al número de guerreros con habilidades sobre humanas; sumado a las habilidades de los enanos en el trabajo con tecnología, ya podemos considerar a esta secta con una fuerza casi equiparable al de un país Templario o alguna nación extintita de la antigua edad heroica.

—Si lo dirige una bruja, debe saber cómo sacarles el máximo potencial —dice María, aun pálida.

Los guardianes ya conocían el dato sobre los cristales debido a los informes, sin embargo, el recordar que enfrentaran a ejércitos, potenciados con el poder de los cristales capaces de donar vida, capaces de sembrar muerte los enerva como ningún otro contrato en el pasado. Los poderes de varios de ellos, nacieron gracias a la intervención de ese codiciado mineral.

—Desconozco mucho de la magia —agrega Dante—, pensaba que los cristales solo servían para crear alterados y rituales de contrato.

El caballero es un hombre de gran poder físico. Ama la justicia y la propia fuerza natural. Dedicó la vida entera en el manejo de la espada como en los estudios tácticos; nunca profundizó demasiado en la magia, no tener el don daba peso a ese desinterés.

—Los cristales tienen un uso versátil; abren puertas a otros lugares que van más allá de nuestra imaginación —explica Lance de una manera entendible—, son usados en rituales de invocación, mutaciones genéticas que pueden crear alterados, energía y en la manufactura de artilugios generando los encantamientos en los conductores místicos, como los Nibelungos y restos de seres sobrenaturales, creando herramientas mágicas.

—¿Qué son realmente esos minerales? ¿Qué clase de poder contienen? —Dante realiza preguntas cargadas de gran asombro.

—Los cristales no contienen poder... son el poder encarnado. Valen reinos enteros —Habla Drake con seriedad

—Nadie sabe de dónde vienen o que son realmente. Aparecen en lugares en donde hubo actos de extrema violencia, son puertas a lo desconocido en los que aparecen grandes cantidades de monstruos —explica el inquisidor con sumo detalle—, La iglesia de Juana, y la escuela de Idonia, tienen la labor del desarrollo e investigación de diferentes estudios y disciplinas usando dicho material. Algunas personas que nacen cerca de esas minas, pueden tener capacidades para ser magos o espers, Por eso son tan codiciados.

—Al perder comunicación con esas ciudades; perdimos muchas mercancías, parando gran parte de la producción. —Turner les resume la importancia del territorio perdido—, solo el viajero sabe, lo que esos desalmados rebeldes, les están haciendo a nuestros ciudadanos.

—Posiblemente sacrificios humanos, o engendrar demonios en sus mujeres; torturar gente para rituales macabros. Son los ejemplos más comunes en cuanto al actuar de las sectas.

Lance da una grotesca afirmación, a una pregunta que no necesitaba respuesta. Los Lazarianos palidecen cual fantasmas, en un gesto de repugnancia. Alicia realiza una señal para Lance, indicando que guarde silencio.

—¡Perdónenlo, no quiso ofenderlos! —Alicia se disculpa con nerviosismo—, es un poquito "especial" compensara todo en el campo de batalla, lo prometo. —Se acerca al oído de Lance, con una vena marcada en la frente, y susurra amortiguando un alarido—. Deja de cagarla... vas a hacer que nos maten.

—Estoy rodeado de idiotas... —Sheila para sí misma con desdén, al tachar a sus compañeros como payasos inútiles.

—Prosiga, por favor —solicita Drake, esperando que la situación no se haya agravado. Tiene demasiados problemas con Lazarus, como para ganarse más por culpa de Lance.

—Hemos contactado por radio con los restos del ejercito del conde —explica Dante de forma solemne—, dos de nuestros caballeros lideran un pequeño ejército y se han unido a los refuerzos que enviamos. Son Sir Tom Lichwood y su hija la asesina de dragones, Sir Clara Lichwood.

Las orejas de Sheila se levantan al escuchar "asesina de dragones" una ira muy fría le corroe, aderezado con un asco brutal, al pensar que haya personas ostentando tal título, sin haber visto un dragón en sus vidas.

—¿Una asesina de dragones? —Sheila se dirige a Turner con una expresión de molestia, pidiendo una explicación.

—Ammhh... el estilo de combate de Clara, se basa en las antiguas técnicas de esa antigua orden, espero que no la moleste, señorita. Mi sobrina es una de las espadas de mayor honor en el reino, el titulo se lo puso el rey, no ella —Turner defiende a su sobrina, con una gota de nervosismo resbalándose por la frente.

—Da igual... —contesta Sheila a secas.

—Me cuesta creer que los elfos, siendo creyentes de la fe de los espíritus del bosque, se hayan unido a adoradores de Dioses oscuros —añade María.

«Al parecer María al ser una mediana, tiene cierta simpatía con los elfos» —piensa Drake—, eso lo averiguaremos más adelante... al recuperar el mango del tridente, podríamos levantar unas barricadas de forma defensiva en el bosque, montando un campamento, para luego dividirnos en tres, y lanzar un ataque final.

El guardián rojo, se ha mantenido neutral en todo el asunto con los no humanos. Al enterarse de que la naturaleza de esa secta, está conformada en su mayoría de esclavos, supo adivinar que este conflicto va más allá de un simple contrato de matar monstruos.

—Al tener el pomo del Tridente, nadie puede salir de la región —explica Bast—, en esa parte la zona se volvió salvaje, plagada de monstruos, en especial en el Templo.

—¡Eso es todo! —Interrumpe Sheila, súbitamente—, yo puedo ir al frente, no podrán derribar a un dragón tan fácilmente.

—¿Y dejar que tu sola te lleves la gloria? —Tonatiuh suelta una risotada, por la impulsiva reacción de Sheila—. Recuerda que eres una novata, que ha apenas ha alcanzado el rango plata; tu padrino nos encargó mantenerte en la retaguardia.

—¡Esto no se trata de gloria! —Dante golpea la mesa con su puño—, es sobre justicia, el honor de nuestra gente está siendo mancillado. El conde era el hermano menor del rey, no podemos quedarnos de brazos cruzados.

—¿Cuántos hombres tiene su ejército? —cuestiona Lance en un tono serio.

—Lo que hemos calculado, deben tener alrededor de 40,000 contando monstruos y no humanos... sin embargo es lo que hemos estimado en nuestras guerrillas pasadas... —explica Turner con un nudo en la garganta—, quien sabe lo que tendrán en su guarida.

—¿Cuántos hombres tienen ustedes? —pregunta Lance.

—Contamos con 50,000 y contándolos a ustedes seriamos 50,300... he escuchado que un guardián vale por cincuenta hombres —Turner expresa un poco de confianza al referirse a los guardianes, como guerreros invencibles.

—Eso es mentira, podemos morir como cualquiera; ya sea porque nos caiga un escombro, o un tiro de suerte del enemigo más incompetente, incluso por nuestros aliados... —Alicia desmiente el argumento de Turner, firmemente.

—Si esos bastardos han llegado así de lejos, deben guardar sus mejores cartas para el final... —Lance deja ir una conjetura bastante interesante. Los caballeros Lazarianos se ponen a hablar entre ellos, pensando sus propias hipótesis en base a esa teoría.

—Parte del ejército de reconocimiento que enviamos, no pertenece a Lazarus. Fueron otorgados por el pontífice en Rhodantis —informa Bast—, en total son 40,000 soldados, entre ellos hay 20,000 que pertenecen a una banda de mercenarios llamada "el príncipe" y son liderados por una inquisidora llamada Flora. Se han adherido a las tropas restantes del caído conde.

—Flora... —susurra María de forma casi inaudible, al subir por su columna un escalofrió de desagrado, sin embargo, se mantiene calmada, y piensa que puede ser otra persona con el mismo nombre.

—Nos reuniéremos con el ejército de Flora en Grifia, una vez que tomemos el pomo. Luego atravesaremos los bosques, recuperaremos las dos ciudades —indica Dante, con fuerte temple—, por cierto ¿ya tienen a un líder para su grupo? Ustedes serán una compañía más, pero necesitarán un comandante con quien dirigirnos.

Los guardianes se quedan en silencio. No habían considerado en ningún momento escoger un líder. Este acontecimiento, deja a relucir su inexperiencia en esta clase de misiones.

—El guardián de mayor rango de nuestros dos grupos, fue el mediador con los altos mandos... —Tonatiuh, quien ha estado callado durante toda la junta, decide hablar—. En nuestro caso es María; ella ostenta el rango de plata cuatro estrellas, una estrella más que la mía. En lo personal paso de ser líder, prefiero ser un hombre de vanguardia.

—Con los lobos, me ocupe de reunir al equipo —Alicia habla con voz seria—, Tengo el mismo rango que María, al igual que mis otros dos compañeros. La estrella de mi clan, me llamó a mí, por ser la que tiene mayor contacto con el plano administrativo, pero ¿Qué me dicen chicos? ¿Les interesa ser líderes? —pregunta a Drake y Lance.

—No en realidad. —Lance alza la mano en señal de negación—, no me gusta liderar, soy más un soldado ¿Qué hay de ti, Drake? siempre quieres hacer estrategias.

—Mis planes van para mis propios movimientos —se excusa Drake al instante—, no tengo experiencia, y no sirvo como para ser líder de un grupo; no me siento capaz. Creo que Alice es la mejor alternativa.

—Ya veo... —La guardiana de ojos azules, apoya los hombros en la mesa, con las manos entrelazas al observar de reojo a su compañero rojizo. En ella cala una mezcla de decepción y preocupación.

—Estoy de acuerdo con Drake —vuelve a hablar Lance, al dar su apoyo—, Alice nos ha salvado incontables veces desde la academia, tiene el potencial de una líder nata.

—Lo haré si nadie más quiere. —Alicia habla en amplia seguridad, e intenta asegurarse de que no haya ningún descontento u oposición—. Si tienen alguna objeción, hablen ahora o callen para siempre.

—Si ustedes tienen a Alice en ese grado de aprobación, creo que abogaré por ella. —María se une al dar el tercer voto.

—Como sea... mientras me dejen ir al frente, y no me estorben, para mí está bien —Sheila acepta los motivos de María, con poco interés al no querer darle demasiadas vueltas al asunto.

—Gracias a todos, les prometo que no los defraudare... —La joven pistolera se dirige a los dos grupos, ahora convertidos en uno solo. Orgullosa acepta el cargo de manera honrada—. María serás mi segunda al mando ¿te parece?

—Humildemente acepto la responsabilidad —afirma la mediana, en ojos iluminados y una tranquila sonrisa.

De esa forma, los dos equipos se han vuelto uno solo y a la espera de iniciar próximamente, la santa cruzada por recuperar el Tridente, de manos de la armada rebelde "El fuego oscuro"