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Capitulo 4: Pesadilla

Dentro de unas de las carpas del campamento, específicamente uno utilizado para las unidades médicas, se encuentra el guardián sentado al pie de una cama, descansando y recuperando su cuerpo de la batalla pasada contra la quimera. Han pasado ocho horas desde que los soldados lo llevaron a este lugar; no han hablado nada sobre el pago o lo sucedido con Forte, únicamente se han ocupado de tratar de sus heridas.

Se haya con el musculoso torso desnudo, exponiendo varias cicatrices de contratos pasados, batallas en las que estuvo cerca de la muerte, pero salió endeble por puro ingenio y fuerza de voluntad. Vendajes recubren el antebrazo izquierdo, al igual que la mitad del torso musculoso, justamente en el abdomen bien trabajado; plano, y duro como un escudo de guerra. La vestimenta de guerra, se compone solo de un pantalón de lana negro, despojado de la mística indumentaria roja, a su lado descansa una bolsa con su equipaje.

Los cortinajes de la entrada de la carpa, son abierto permitiendo la entrada de uno de los soldados del libre pensamiento, cuya armadura completa es de un color blanco opaco, con algunas abolladuras en la envergadura; rastros de combates pasados. Drake no puede ver el rostro de aquel guerrero nacarino, a causa del imponente casco de visor azul polarizado.

—Hola, niño ¿ya te sientes mejor? dormiste toda la noche, no te preocupes por los gastos. —Le saluda condescendiente—, sanas rápido, una persona normal no podría levantarse en más de una semana.

—Creo que sí, gracias por preguntar… —dice el guardián aun adormilado, levantándose de la cama, estirando su cuerpo, para desentumir sus extremidades. Toma una camisa acolchonada de su equipaje y se la coloca encima.

—Por cierto. —El soldado ladea la cabeza, buscando algo con la mirada por toda la habitación, no encontrando su objetivo, dejándolo confundido—. ¿Dónde dejaste tu armadura?

—Mi armadura nunca me deja solo. —Drake se vuelve, cruzando miradas con el soldado y en una sonrisa ladina agrega.

El soldado queda sin aliento, al atestiguar como unos pequeños tentáculos rojos y negros emergen de la piel del guerrero; lo cubren por completo fortificándose tomando forma y contextura metálica, hasta crear la armadura completa.

—¿Có-cómo has hecho eso? —cuestiona con voz entrecortada.

Drake sonríe de lado, aún tiene fatiga, realmente siente pereza al tratar explicar algo que ni él entiende completamente, solo quiere recibir su pago, ya macharse lo más pronto posible, por lo que decide ir al grano.

—No estoy seguro realmente, la armadura está ligada a mí. Pero dejemos de hablar de eso, quiero saber que sucedió exactamente. Enviaron soldados a investigar, ¿verdad? —pregunta expectante.

—Permíteme presentarme; mi nombre es Roy Galador. El comandante John Forge bajó a ayudarte al escuchar tanto estruendo; no quiso que nadie lo siguiera, excusándose de que no pretendía sacrificar más de sus soldados. Pero al parecer no tuvo buena suerte, encontramos su cuerpo hecho pedazos. Debió sacrificar su vida, explotando con sus granadas, y te permitió rematar a la bestia, como regresar con vida. Ahora yo estoy a cargo, les di a los aldeanos un poco de provisiones de un nuevo cargamento que acaba de llegar.

—Bien… lamentablemente no pude ayudarlo… —dice Drake, al seguir la corriente, con tal de evitarse los problemas.

—Encontramos un segundo cuerpo fresco en la mazmorra. —El dialogo del soldado, es una ventisca congelante en los huesos del guardián; entonces recuerda al anciano—. Estaba completamente destrozado… mucho peor que Forge, no se podía distinguir quien fue alguna vez, pudo ser alguna víctima de la quimera que capturó en su última casería. No es algo que deba importarles a los granjeros, como el oro que había en esa bolsa podría ser de utilidad a mi pelotón, y tú puedas volver en paz a Trisary, por lo que evitamos problemas tanto para ti como para nosotros, que las cosas sigan su curso.

—Claro, no hay problema… que las cosas sigan su curso —dice Drake con frialdad. Puede entender las palabras ocultas de la boca de Roy. No es su problema lo que ocurre en estas tierras, únicamente quiere regresar a casa y tomarse un descanso de tantos viajes buscando monstruos.

—Claro, tampoco queremos problemas con tu amiga —dice el soldado, sacando una leve carcajada.

—¿Amiga? —La confusión en Drake dura poco, su mente se iluminada, cual véngala al captar de quien podría tratarse, mejor dicho ¿de quién más podría tratarse?

—Si es una guardiana nativa del libre pensamiento —agrega el soldado—, me alegra saber que tiene algunos guerreros dignos en su ejército. Llegó cuando estabas dormido, hablamos un poco y dijo que te vería a medio día en la entrada de la ciudad. Faltan unas pocas horas, por lo que tienes tiempo para comprar algunas cosas.

—Parece que mi suerte empieza a mejorar —dice Drake, rascándose la nuca. La alegría invade su ser al saber que Alice había llegado, pero igual sus piernas tiemblan, al comprender que tendrá que darle una explicación de lo sucedido en Vomiza.

—Aunque igual hay otras cosas que podemos discutir, si quieres un poco más de dinero. —Roy sonríe con complicidad bajo el casco, cruzándose de brazos.

—¿Qué quieres decir? —pregunta el guardián, expectante. Tiene un mal presentimiento, debido al tono falsamente amigable de Roy.

—La verdad, no me gustaban los métodos de Forge, —sentencia el soldado con desdén, se veía hasta feliz de que el primer comandante haya muerto, por lo tanto, obtuvo un mejor puesto en el ejército—. Teníamos que liberar a esta gente de la ignorancia, pero no haciendo lo que hacen los Templarios. Ellos acusan a mujeres de brujas y las queman por motivos absurdos, sin ningún tipo de evidencia. Masacran gente por no querer seguirlos o hasta azotar niños por nacer diferentes. Respondemos a ellos con la misma violencia, traeremos justicia y salvaremos a esos niños… esos niños especiales... como tú. —habla como un orador carismático orador, queriendo llegar a Drake—. Si te gustaría tener el doble o hasta el tripe de un contrato, podría darte el puesto de mi guarda espaldas ¿qué dices? aún queda mucho avance en esta campaña y necesitamos guerreros con habilidades especiales.

Sus palabras suenan duras y conmovedoras, sin embargo, es la misma cosa que el guardián escucha todo el tiempo de los credos, con los que ha tenido la desdicha de encontrándose, y que han intentado intentando unirlo a su causa, usando palabras bonitas a sabiendas de su código de guardián.

Lo único que Drake puede hacer y ha hecho en repetidas ocasiones, es escucharlos con la poca paciencia que tiene, para entonces rematar la conversación en una respuesta que cala hondo como la estocada de una lanza.

—No existe la justicia perfecta, nadie es libre de pecado —dice Drake con frialdad—, yo respeto tu forma de pensar, pero críticas a los Templarios por sus métodos. Ellos también dan esperanza a la gente de alguna forma, también tienen su lado bueno. No puedes decir que son unos monstruos sin corazón, como tampoco ustedes no pueden decir que no masacran poblaciones enteras, por no pensar como su credo dicta.

Drake no puede ver la expresión de Roy debido al casco, sin embargo, se da una idea del incordio que debió sentir, al escuchar un gruñido irritante por el fracaso de su plan. El soldado se dirige al escritorio adjunto a la cama, y saca de un cajón una bolsa rebosante de monedas de oro, del tamaño de un puño.

Sin tener cuidado, el soldado arroja la bolsa como si fuera una piedra apuntando a la cara del guardián, quien la atrapada fácilmente con una sola mano. El rostro de Drake se ilumina al abrir la boca del saco, encontrándose la jugosa cantidad de quinientas coronas doradas.

La felicidad llena su cabeza de miles de todos los placeres carnales, y todo lo que podrá invertir en la doncella, con todo ese dinero. La euforia lo hace olvidarse del leve dolor en el costado, el cual se ha ido apagando desde hace un rato.

«Esta noche sí que me divertiré», piensa Drake con corazón acelerado, pareciendo un niño pequeño cuyas manos albergan un juguete nuevo.

—Ahí tienes tu dinero. ¡Ahora lárgate y no vuelvas, maldito!

Tras esas palabras, Drake cierra la bolsa de golpe, fijándose en el soldado con una mirada espeluznante en un gesto de amargo coraje. Los ojos rojos se tornan completamente en intensos orbes esmeraldas, como flamas encolerizadas, lo que es tomado como una amenaza para el soldado, quien pone la mano sobre la empuñadura de la pistola, descansando en la funda, en señal de advertencia.

En un corto lapso de tiempo en silencio, el guardián llena los pulmones de aire al inhalar profundamente, y tras un suspiro de resignación, los ojos flamantes vuelven a su color carmesí, entonces el guerrero procede a marcharse sin medir palabra, llevando consigo su bolsa de dinero al igual que su maleta de viaje.

"Maldito" una simple palabra, cargada de un significado venenoso, convertido en uno pesado estigma para los hombros del guerrero, quien sale de la carpa dirigiéndose hacia la salida del campamento, pasando por el pueblo donde comprará algunos víveres y después se marchará para nunca volver. En su andar, aprieta los puños con furia, detesta de sobre manera que lo llamen por el sobre nombre de maldito.

«¿No que muy amable y comprensivo? por lo menos no intentaron matarme esta vez, no sería la primera vez que me dieran casería. A estas alturas no puedo acercarme a la ciudad de Vomiza, por las apuestas de Lance», razona Drake al salir del edificio.

Al caminar por las calles, los aldeanos lo ven pasar en silencio. Algunos lo miran con ojos de agradecimiento, otros con frialdad y asco; hay quienes murmuran palabas despectivas con la palabra "maldito" siempre presente, pero ninguno se atreve a levantar un dedo para detenerlo.

Los soldados del Libre pensamiento que hacen guardia en la calle, lo dejan pasar, saludándolo en posición de firme, al reconocer a Drake como otro guerrero que libra la guerra desde otro frente, luchando batallas que ellos no pueden pelear.

El guerrero carmesí llega a un establo, y compra un caballo alazán, por un valor de quince coronas doradas. Lo checa para asegurarse de que no se morirá en el camino; cuando Drake era niño, vivía en una granja así que sabe de animales, por lo que para él es fácil darse cuenta si pretenden estafarlo, con un caballo mermado por una aguadura en el casco. Tras regatear un poco; logra llegarse un caballo medianamente en buen estado y algunas unas provisiones.

El camino a su país es de pocos días, ya que este pueblo está cerca de la frontera de Valermont, por lo que regresará pronto a casa. Una pequeña risa alegre sale de sus labios, debido a la idea de volver a casa, olvidando por un segundo aquel mal trato, el cual tuvo en aquel contrato.

Al llegar a las a fueras del poblado, el sonido del rugir de un motor no muy lejos de su posición, capta la atención de Drake, quien alza la mirada viendo a allá a la deriva una motocicleta acercándose a una enorme velocidad, frenando a una distancia de diez metros de distancia, justo frente al jinete, liberando una estela de humo y polvo.

El caballo relincha espantado, raspando la tierra con los cascos; de no ser porque Drake agarró corta la rienda, el animal hubiera reparado. Algo de los nubarrones negros alcanza el rostro del guerrero carmesí, provocándose un ataque de tos e irritando sus ojos carmesíes, y haciéndolo soltar maldiciones entre dientes.

La máscara del yelmo astado, es abierta en dos piezas, mostrando la cara del guerrero, quien se tapa la boca y aclara la garganta, para finalmente llenar los pulmones de aire puro una vez esparcidos los nubarrones negros de la moto.

El motorista se baja del vehículo, acercándose hacia Drake a paso seguro, entonándose el sonido aparatoso de una armadura del libre pensamiento al moverse, deslumbrada por el sol, la cual resalta por sus colores verde militar, perfecta para camuflarse en ambientes boscosos. La figura femenina es de cuerpo estilizado y atlético, de una altura de metro setenta y cinco.

Drake la conoce perfectamente, como ninguna otra persona que haya visto en su corta vida, fue la persona que se encargó de forjar su carácter, durante sus años de entrenamiento en la Balsa, y hasta la fecha sigue molestándolo con sus pesadas bromas cada vez que puede.

—Hasta que por fin nos reencontramos, pequeñin. ¿Qué tienes que decir en tu defensa, por haberme dejado sola en la taberna? Me tenían muy preocupada.

—Lo siento, no quería que las cosas escalaran a ese nivel. —Drake baja del caballo y rápidamente se excusa, avergonzado por lo sucedido. —Pero en mi defensa, no fue mi culpa. Lance me terminó arrastrando. El cabrón perdió mucho dinero en una apuesta en las carreras de caballo, y tuve que pagar la mitad para que no lo mataran, para colmo se acostó con la esposa del dueño, por lo que tuvimos que salir corriendo.

—Claro que sí, estoy enterada. Bueno eso ya no importa, lo bueno es que sigues vivo para cumplir con tus responsabilidades. —La chica es de carácter firme, regañando al guerrero como una figura de autoridad—. No has pagado la cuota anual del clan, tienes dos meses de retraso y los intereses suben ¿cómo crees que se mantiene el barco? o pagas o das las nalgas. No voy a cubrirte más, espero que tengas el dinero o nos vamos a meter en un problema con la administración.

—Tranquila, no soy un niño —agrega Drake, tratando de que la situación se enfrié—, pude recuperarme con el contrato de la quimera; si no he vuelto a la capital a pagar, es por haber estado corto de dinero. ahora tengo suficiente para saldar mis deudas y pensaba volver a la capital a pagar. —Las mejillas del guardián se enrojecen, a tal grado que harían palidecer a la propia armadura—. y te he dicho que no me llames "pequeñin" tengo 20 años, por favor

La mujer se quita el casco y a ladear la cabeza, derrama el laceo cabello sedoso de color negro con puntas azules, el cual le llega hasta la nuca. Los ojos son color azul cielo; la piel es de una tez blanquecina, levemente bronceada. Es una hermosa mujer, de fisionomía delgada y curvilínea. Podría ser la mujer más bella que Drake haya visto en todos los reinos por los que ha pasado, de no ser porque a veces llega a ser irritante. En propias palabras del guardián, la considera una "llevadita". El nombre de la joven es Alicia Wilson, alias el destello azul.

—¡Oh, vamos Drake! tú sabes que es de cariño, después de todo es a honor de tu pequeño amiguito. —Interviene en un hablar juguetón, juntando el dedo índice y el pulgar sin llegar a tocarse, en un ademan burlesco—. Todos se olvidaron de ese día, pero yo lo sigo recordando por nuestras aventuras en la Balsa.

—Tampoco olvido tus locuras, payasita —Como el hijo de perra que puede llegar a ser el guardián, sabe cómo puede vengarse de Alice. Una sonrisa descarada se esboza en el rostro de Drake, y sin piedad saca a relucir el punto débil de la chica.

—¡Ja, ja, ja! extrañaba que me llamaras así. —Ella pone una cara de acida sorpresa y repentinamente se empieza a reír, pero se ve que esa risa es fingida—. Tú y yo recordando traumas del pasado. —La chica se rasca la nuca, transformando la faz de diversión por una sonrisa un poco apenada—. Lamento haber llegado para ayudarte. Tuve unos percances en el camino, por unos daños en mi moto y siguiéndoles la "pista" como borrando sus huellas de esos cabrones —dice Alicia, recalcando lo que hizo para ayudar a sus compañeros—. Me topé a Lance en el trayecto, le dije no perdiera el tiempo, y atravesara la frontera, que lo estaban buscando precisamente a él todavía y acababan de poner precio a su cabeza. Si Lance hubiese llegado, no habrían tardado en encontrarlos aquí y se armaría otro problema, agregando al libre pensamiento en el conflicto. Por lo que me dijo que lo sentía y que te pagaría en la capital, así que no te preocupes ya le cobré a él su respectiva cuota.

Drake deja salir un suspiro de alivio, rascándose el pómulo de una mejilla con una sonrisa tranquila. Ella siempre sabe cómo sacarlo de quicio, pero también lo protege constantemente, ha sido así desde la Balsa y lo inspiró a hacerse fuerte.

—Te debo una… —dice Drake.

—¿Solo una? —sonrisa con complicidad, alzando una ceja.

—Okey, te debo de aquí a la próxima vida —Remata el guardián, soltando una carcajada.

—Bueno pequeñín, sabes que se celebra dentro de unos cuantos meses, ¿verdad?

—¿Es cuando te consigues a alguien más a quien joder? —Drake de brazos cruzados, sonriendo de forma arrogante.

—No, idiota. —Rueda los ojos—. ¡Tu cumpleaños! cumplirás veintiuno. Debes estar feliz, ya serán ocho años de nuestra bella amistad, habrá una gran fiesta que te voy a organizar en el clan —dice eso último con un cierto brillo en los ojos.

—Rayos. —Drake pone una mano sobre la nuca, con cierta pena—, lo olvidé por completo, no soy bueno para las fechas.

Alice sonríe de oreja a oreja, con los ojos entrecerrados dando una faz siniestra, enciendo las alamas del guerrero, al contemplar como la chica se acerca lentamente, cual depredador a su presa. Drake retrocede al sentir el peligro; hasta el ente que es su armadura se siente intranquilo, por esa aura siniestra liberada en la chica.

—Oh, pequeñín. Todavía me voy a cobrar lo de dejarme plantada; un día voy a joderlos a ustedes dos, de la manera más épica posible —habla en un tono lúgubre que le hiela la sangre al guardián, haciéndolo sudar frio por un mal augurio. De la nada regresa a una actitud jovial y animada al agregar—: además porque me gustan las fiestas y disfruto de tu compañía.

«Esta tipa puede ser mi ángel protector, luego cambia en un segundo a una harpía sin corazón, que estoy seguro que se alimenta chupando el alma de cachorritos y vuelve a ser una chica jovial ¡¿Cómo carajo funciona eso?!», piensa el guardián para sí mismo—. Claro… —contesta, atemorizado.

—Como te dije, me topé con Lance en el camino. Se retrasó por estar borrando sus huellas de quienes lo perseguían, por lo que pensó que podrías apañártelas solo. —Alice se torna seria al hablar—, aparte de regañarlo por la falta de su cuota y lo de Vomiza. Igual no me agradó que terminaras haciendo este contrato tu solo. Se supone que uno de los dos debe acompañarte siempre. Pudimos meternos en problemas de haberse enterado algún alto mando.

—No es para tanto… —Drake desvía la mirada, claramente incomodo por tocar ese tema—, todo está bien, ya estoy mejor y eso jamás va a volver a ocurrir.

—Bien… eso espero —espeta preocupada, quedando ambos sumidos en un silencio incómodo. Calando en Alice el arrepentimiento de haber tocado ese tema delicado—. Debo estar al pendiente de ustedes dos todo el tiempo, ya parezco su madre. —Alicia levanta la cabeza en una sonrisa orgullosa, contando una broma para romper esa capa de hielo incómodo, lo cual es efectivo, al sacar una pequeña sonrisa en el guardián carmesí—. Por cierto, dile a Lance que se prepare, algo grande se vendrá y necesitaré su ayuda para este trabajo, de hecho, necesitaremos la ayuda de otro clan para cumplir este contrato.

—¿Ahora qué? —pregunta con fastidio.

—Es una sorpresa, te lo diré cuando nos reunamos con Lance —Alice sonríe ampliamente poniéndose un dedo sobre los labios—, y no intentes insistir, que no te diré nada hasta entonces.

«¿¡Qué!? Vengo saliendo de una carnicería y me tiran otra que suena peor. Parece que mi noche en la casa de putas tendrá que esperar. —Drake se decepciona al predecir que su próximo día libre, se ve lejano—. Típico de ella, siempre me dice las cosas a medias solo para joderme. Bueno, como sea, no debe ser tan caótico como me está diciendo… ¿Verdad?».