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Capítulo 26: Los secretos de la magia.

El cielo de grises nubarrones de denso manto, capaz de nublar el sol, se respiraba un aire templado y húmedo de venidera lluvia. El clima común en piedras negras. En la basta arboleda ubicada en la parte trasera de la fortaleza negra, conocida como los jardines; Lance realizaba entrenamientos por cuenta propia. Saltaba de rama en rama, en agiles acrobacias dignas de un maestro de parkour, y arrojaba estrellas metálicas delante de blancos puestos estratégicamente en los troncos.

Cada estilete cortó a través del viento, en silbante vuelo rapaz y finalmente cuando el aspirante cayó de rodillas al suelo, se percató de que había acertado tres de los cinco objetivos. Una pericia que necesitaba ser afinada, como las afiladas cuerdas de un violín en manos de un joven aspirante, en caminado a ser maestro.

Al ponerse de pie dejó escapar un quejido doliente, a causa de unas laceraciones en la espalda, recientemente ejecutadas por los Bloudclaws, a modo de castigo debido a la muerte del instructor. Para la gravedad del siniestro, siete azotes con la cuarta fue un castigo leve para la clase de falta cometida por los infantes.

El crujir de una rama al ser rota, rompió la concentración del umbra. Como si hubiese activado un interruptor biológico, Lance recogió una piedra del suelo y de un salto se dio la vuelta a punto de arrojar el objeto justo a la cara de sus visitantes; pero se detuvo en seco tras darse cuenta de que se trataban del par de niños que ayudó a enfrentar al instructor.

Tanto Drake como Alice se sobresaltaron, y se pusieron en exageradas poses de lucha. Ninguno de los dos cargaba algo parecido a un arma en sus manos, por lo que rayaba en lo ridículo, en especial por la canasta que sujetaba la chica del grupo, como si pretendiera golpear a alguien con la misma, tal cual una abuelita desquiciada y llena de cólera rodeada de malvivientes después de una mala noche de borrachera.

—¡Baja esa cosa, maldito loco! ¡¿Quieres sacarnos un ojo?! —vociferó el chico del parche, en pleno ritmo cardiaco acelerado, justo frente a su compañera, en plan de protegerla aun cuando ella no lo necesitara.

—¿Qué no sabes que no debes sorprender a un umbra? —Lance entrecerró los ojos, en una pregunta en la que habitaba cierta burla—. De no estar jodido por los latigazos, habría acabado con todos ustedes usando esta simple piedra —dicho esto, arrojó el objeto justo atrás de su hombro.

—Uy si claro y yo te golpearía con la canasta ... —Drake lanzó un comentario sarcástico. Tal cosa sacó una leve risa de simpatía en Lance.

Una vez evitada la violencia, la calma regresó a los infantes acompañada por un aire de confianza, por lo que la chica de ojos azules se acercó en pequeños saltitos, para ofrecer la canasta al enmascarado en el que había un presente envuelto en servilletas blancas.

—Queríamos agradecerte por habernos ayudado, por poco no la contamos.

Alice desenvolvió el envoltorio, para revelar un delicioso pastel de chocolate oscuro recién hecho, todavía podía sentirse el aroma dulce del cacao, capaz de hacer agua la boca de los tres niños.

—¿Cómo? —preguntó Lance, incrédulo por ver semejante postre rara vez otorgado a los aspirantes, por lo general era algo exclusivo para los instructores.

Drake y Alice se miraron las caras, en sonrisas de complicidad, como si fuesen compañeros de crimen que acaban de cometer un gran golpe. De cierta forma lo habían hecho. Los dos adoraban las cosas dulces, en especial cuando se trataba de pasteles.

—Practicamos un poco lo aprendido en la clase sigilo e infiltración y hurtamos la cocina. Creo que sacaremos la máxima nota en el próximo examen. —Alicia se vanaglorió de su proeza—. Los profesores comen tanto, que no cuentan el inventario. Por poco nos descubren, porque el señorito quería queso... —escupió esas palabras con desdén, fijándose en Drake.

—¿No eras tú la que quería el queso? Pensaba buscarlo para ti, después de todo estuviste jodiendo una semana porque se te antojaba algo de queso con vino —se excusó el chico indignado por todo el esfuerzo dado, no sea reconocido.

—Un leve antojo no equivale a arriesgarlo todo por tan poca cosa. Además de que lograste salir de ahí cargando el pastel, gracias a que distraje a la cocinera. Me preocupa que algún día tenga que mandarte solo —agregó Alice, en un hablar que imita a una mujer de altos estándares, mientras posicionaba una mano en su pecho, después se retorna la atención hacia Lance—. Lo que hago para proteger a este miedica que tengo por amigo ¿no crees?

—¡Oye! lo tenía perfectamente controlado —se excusó al borde de un puchero infantil justamente contenido, por la idea de que un hombre debía ser duro como el hierro.

—¡Lo que digas, pequeñito! —Alicia siguió la burla—, así como en el patio de juegos. Ya veía al instructor rogándote mientras te tenía en el suelo.

—¡A ti también te dio una paliza! sin mi te hubiera hecho pomada. —Drake siguió en la defensa de su orgullo herido.

—¡Ustedes son todo un caso! —intervino Lance, en sus palabras llevaba el indicio de una risotada, lo que llamó poderosamente la atención del par de amigos.

—¡Es la primera vez que te escuchamos hablar tanto! Esto sí que fue inesperado. —El buen humor contagió a Alice, por lo que no pudo evitar poner un gesto amistoso y de repente se tornó apenada, tras una corta epifanía—. ¿Dónde están nuestros modales? Mi nombre es Alicia Wilson y este es mi fiel achichincle el pequeño Drake Réquiem.

—Llámame solo Drake... no es cierto lo de achichincle... —expresó Drake con leve fastidio—, ¿cómo te llamas?

—¿Mi nombre? He tenido muchos a lo largo de mi corta vida. —Una risa sombría sonó desde el interior de la máscara, con una mano puesta en la barbilla—, me conocen como Lance Fudo. Mis enemigos me llaman "por favor ten piedad" los educadores "pedazo de mierda" las sacerdotisas de la iglesia de piedras negras me apodaban "engendro" aunque el pastor en un pueblo de paso, me decía "chiquitín" ese viejo rabo verde daba miedo.

» Siempre me ofrecía dulces y a fuerzas quería quitarme la ropa. Le di un "estate quieto" robándome todos los dulces. Después llegué aquí al lado de mi padrino, con el fundillo intacto.

—¡Eso fue demasiada información, compadre! —Una risotada se dejó escapar en Drake, al tener cierto grado de humor negro—. Creo que pude evitarme la imagen del viejo jode niños. Estamos casi iguales, las sacerdotisas me llamaban patán, por dormirme en los sermones.

—¿Quién lo diría? "patán y engendro" suena a un buen dueto. —Lance no se ha dado cuenta, que es la primera vez que se ha abierto en mucho tiempo.

—Ustedes dos no tienen remedio... —dijo Alice en pena ajena, y entonces se percató de los blancos acertados por los cuchillos—. ¡Vaya! realmente tienes buena puntería ¿cuál es tu secreto?

—Tres cosas: mucha práctica, ingenio y muchas, pero muchas pelotas. —Con las manos puestas en la cintura, Lance infló el pecho en señal de arrogancia.

—Estoy empezando a creer que esa mascara te aprieta el cerebro. —Drake pensaba que el niño oscuro sería un tipo callado o de personalidad fría. Jamás hubiese creído ese lado excéntrico, de no haberlo experimentado en carne propia.

—En realidad es porque soy demasiado hermoso y los mortales como ustedes se derretirían al ver mi belleza —contestó una broma con otra, ambas igual de malas lo que pone un gesto de pena ajena en Alice, quien decide retomar el tema en los blancos.

—Claro... eso es una total tragedia... —intervino Alice en un comentario sarcástico, y sacó uno de los cuchillos para verlo fijamente—. ¿Podrías darnos unos consejos para lanzar cuchillos? Digo, uno quiere salir adelante.

—¡Claro! ¿Por qué no? —Lance aceptó ayudar a sus dos compañeros, los cuales se habían ganado su respeto por lo sucedido en el patio de juegos.

En el transcurso de dos horas Lance dio algunos consejos, implementados en simulacros en los que el par de niños, arrojaban los entes metálicos. Alice y Lance no tardaron en lograr un puntaje completo en tandas seguidas. Drake por su parte tuvo que esforzarse el doble para no quedarse atrás, no pudo en ese momento atinar de forma seguida a todos los objetivos, lo que no evitaba que lograra puntuaciones medianamente aceptables; necesitaba practicar en mayor intensidad.

Pasado todo un entrenamiento, los tres aspirantes fueron abordados por el rugir de sus tripas, una señal clara como el clarín en la que debían tomar un descanso y se dispusieron a devorar el pastel de chocolate.

El postre fue reducido a la mitad al ser consumido entre los tres. El sabor del dulce se sintió mejor, acompañado de una amena platica de temas triviales aderezada en algunas risas infantiles.

Los tres aspirantes desearon que ese momento durase para siempre, por un breve instante recuperaron lo que alguna vez les arrebataron, fueron niños otra vez.

Terminado el almuerzo, Lance se chupaba los dedos y una idea malévola surgió en su mente.

—¿Quieren ver algo impresionante? —En esa pregunta se relamió los labios, en una mueca traviesa de un niño al estar parte de su cara pálida expuesta, la cual volvió a ser cubierta por la máscara.

—Impresiónanos, chico oscuro... —retó Alice guiñando un ojo todavía enervada por el azúcar en la sangre, y el dulce sabor del chocolate impregnado en su boca, como manchados sus dientes de restos del cremoso postre.

—Eso va a ser difícil... —desafió Drake, en faz confiado.

—Pero no imposible... —contrarrestó Lance, al sacar una trinidad de estiletes clavados en los blancos: dos estrellas voladoras y un cuchillo, alzándolos justo frente a su cara de tal forma como si el filo de las hojas dividiese su rostro enmascarado a la mitad, en el que oculta una gallarda expresión—. Voy a dejarlos con los ojos... en blanco.

Tras fijarse que había suficiente luz para proyectar una sombra, el umbra arrojó primeramente las dos estrellas y lo imposible sucedió: el cuerpo del umbra se disolvió convertido en umbra, fundida en la sombra del primer ente metálico en veloz vuelo. Cuando estaban por conectar contra un árbol, Lance surgió de la sombra del segundo ente metálico.

Esta vez en las manos del umbra sujetaba un cuchillo, envuelto en un manto de poder sombrío; del cual arrojó un corte de media luna, hecho de pura energía oscura que arrasó con varias ramas a potente velocidad hasta impactar en un árbol.

Astillas, y aserrín volaron en el duro tronco que fue sacudido, del cual, como evidencia de esa magia, se ha dejado una profunda rajadura que dejaba ver el interior blanco de la planta, en la que escurría sabía, como si fuese una herida sangrante.

Jadeos salían expedidos de la garganta del asesino oscuro, en la diestra temblorosa sujetaba el cuchillo agrietado, como si los años de cientos de batallas hubiesen pasado en su acero. Las estrellas metálicas clavadas en un árbol, igualmente fueron dañadas por la merma.

En ese entonces Lance no dominaba por completo ese hechizo, tampoco podía encantar sus armas, para que no se malogren al ser embadurnadas por las sombras de esa dimensión oscura, a la que viaja por un breve instante.

Tanto Alice como Drake han quedado con la boca abierta, y tal como fue lo prometido, los ojos de ambos se abrieron de par en par, al punto de haberse tornado blancos.

—¡¿Cómo carajos hiciste eso?! —exclamó Alice en alto asombro.

—¡Fue magia o quizás una mutación de los cristales! —completó en teorías el chico del parche.

—Un hechizo... una ecuación simple de la magia de realidad... —explicó Lance, satisfecho por dejar sin aliento a sus camaradas.

—Eso de ecuaciones las han mencionado mucho en las clases, pero seguimos sin profundizar mucho en el tema, por concentrarnos en el entrenamiento físico y mental —dijo Alice, tras recordar una prueba en la que tocaban un cristal, si este se iluminaba tenían capacidad de mago, de lo contrario eran normales—. ¿Tú papá no era un mago, Drake?

—Creo que era un esper, la verdad no me hablaba mucho del tema y no ejerció el oficio de hechicero, por no tener licencia. —dijo Drake—, era otro ganadero, por lo que me enseñaba todo referente a ese trabajo, acompañado por entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo y armas blancas. Nada de magia. Lo que me han contado, lo siento un poco borroso.

El rostro del chico se volvió cabizbajo, por recordar que no nació con el talento de hechicero, de esa forma tuvo que compensarlo en otras ramas, las cuales costó trabajo dominar.

—Drake... ¿estás bien? —preguntó Alice un poco preocupada.

Drake parpadea como si hubiese despertado de un largo sueño, y se percató que ha hecho que sus dos compañeros lo miren con gestos de piedad. Por lo que para aliviar las aguas y quitarse ese peso de encima al menos por un rato, decidió realizar una pequeña broma

—¡Claro que estoy bien! ¡Eso fue hace tiempo! De todos modos, ese viejo puede que no supiera la gran cosa —pronunció en alta ímpetu, y fingió no tomar mayor importancia a esa cicatriz de su pasado—. Si llegaba a preguntar algo de esa índole, me respondía: "Déjate de babosadas, mocoso y concéntrate en tu trabajo o te quito tu caballo por una semana".

Drake imitó de forma exagerada el tono seco y mandón de su padre, en el que se escaparon algunos gallos típicos de un niño en plena pubertad, encaminado a ser hombre. Percatándose de lo que había hecho, se tapó la boca, soltando algunos tosidos y desvió la mirada con el rostro ruborizado.

—¡Anímate, Drake! ¡Vas a ser todo un hombre! —Alicia bromeaba en un tono juguetón—, primero son los granos, luego la vocecilla y después pelo en el...

—¡No empecemos con la plática ahora! —interrumpió el niño del parche—, mejor sigamos hablando sobre la magia. Que yo sepa... los espers saben algunos hechizos, no los suficientes para ser un brujo y no tienen la licencia como para ejercer como hechiceros... ¿no?

—¡Exacto! —afirmó Lance y da un leve puñetazo sobre la palma—, no por conocer algunos hechizos, vas para la cárcel o la hoguera. Hacer magia no es ilegal. Simplemente necesitas la licencia para ejercer un trabajo referente a la hechicera, como vender pociones o ser consejero en la corte de un rey o profesor. Te consideran brujo si haces magias prohibidas.

—He escuchado mucho sobre los hechiceros y brujas. Más que nada rumores, los llaman "constructores de la realidad" pueden hacer cualquier cosa con la magia —explicó Alice, interesada por el tema, por lo que hizo uso de memoria para recordar todo el conocimiento que alguna vez escuchó, referente a la magia—. ¿Qué otros guardas, chico oscuro? Sería genial que puedas reconstruir ese pastel con magia o volver las piedras albóndigas de carne. De esa manera podríamos comer postre por una semana.

El comentario de la chica es soltado en broma, lo que es tomado en cuenta por Lance al tornar su faz pensativa.

—O hacerte menos fastidiosa, Alice... —molestó Drake a la chica que solo lo fulminó con la mirada.

—Bien te daré un resumen rápido. —Estirándose se acercó al dúo—, no todo lo que dijiste es cierto... muchos de esos rumores son exageraciones o tonterías de desprestigio... llegan a ser hasta infantiles... lo siento.

—Oh, vaya... entiendo —Alice se rascó el pómulo de la mejilla, con cierta pena porque su simple chiste fue tomado enserio.

—Claro... Si seguimos la lógica de los magos, "Todo es posible en el riesgo" A lo mejor alguien encuentra la ecuación adecuada, en la que convierta las piedras en chocolate sin volverse una antorcha viviente.

Aquella explicación despertó la curiosidad en los niños. No acabaron de comprender lo que quiso decir el enmascarado, dándoles mayor impulso a una curiosidad irrefrenable.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Alice—, es probable que nos hagan un examen escrito sobre eso, por lo que sería genial tener un conocimiento de antecedente. Drake sabe un poco del tema, pero yo no me especializo ni estuve cerca de la magia antes.

—Veras, aquellos que nacen con el don, se les dice esculpidores de la realidad, igualmente llamados hechiceros o brujos —explicó Lance—, sus poderes se basan en controlar diferentes aspectos de las leyes de la física, distorsionando la realidad... virtualmente al seguir una serie de números junto con runas, mejor conocidas como las ecuaciones y son controladas por las geas de seguridad.

—Sigo sin entender... —En lugar de guiarla, parece que la explicación de Lance ha dado una patada en la materia gris de la chica, arrojándola al abismo.

—Enseguida voy. —Lance hablaba con sus dos compañeros, como si fuese un profesor de suma paciencia—. Todos los hechizos se dividen en cuatro grandes magias: magia del caos, compuesta de los elementos de la naturaleza; fuego, agua, tierra, aire y sus variantes.

—¡Acabo de recordar algo! Esa magia creo que es de las más comunes. He visto magos practicando en el patio de entrenamiento. Arrojaban bolas de fuego. —Drake se emocionaba al relacionar la explicación de esa magia con una vivencia pasada.

—Si es de las comunes, muy lejos de ser la imponente sobre las otras tres. —Hizo una pausa, para volver a acomodar sus ideas en la cabeza. Al ser frenado de golpe, todos los factores del tema se le revolvieron.

—¡Drake, no lo interrumpas! Eso es muy descortés—Alice regañó autoritaria al niño del parche, jalándolo de la oreja.

—¡Lo pillo! ¡Por amor al viajero, suelta! —Adolorido su petición es aceptada y es liberado, por lo que, entre bufidos dolientes, Drake se masajeó la oreja.

—Por favor, prosigue —solicitó Alice.

—¿Cómo iba diciendo? ¡Ah, sí! —Lance no tenía reparos en continuar la explicación, lo que era difícil es dar un resumen rápido y conciso—. Las siguientes son... la magia santa, usada en técnicas basadas en el apoyo y la luz.

» La magia abismal conformada por muchos hechizos prohibidos de las otras ramas, por su peligrosidad como la tele transportación o rituales demoniacos y por supuesto el elemento oscuro. El elemento oscuridad, aunque mal visto, no todas sus magias están prohibidas por el archivo de Idonia, por no ser peligrosas para el usuario y quizás para no tener problemas con los miembros del eclipse.

—¿Lo dices por experiencia? —preguntó Alice.

—Temas políticos que llegué a escuchar en mi tiempo en las islas luna, aunque no es lo que nos concierne. La magia de sombras es una combinación de dos tipos —continuó Lance.

» La ultima magia y la más poderosa... es la magia de realidad; en ella pueden hacer pactos con seres de otros planos, generar portales, tele transportarse. La magia abismal y la de la realidad van muy de la mano, algunos hechizos pueden ser combinaciones de dos clases diferentes. Mi magia de sombras es un ejemplo.

—Creo que entiendo eso, lo que me deja en duda es esos de... ¿ecuaciones? —preguntó Alice—. ¿Cómo funcionan exactamente?

—Aquí viene la parte divertida de ser un usuario de magia.

El umbra le cuesta controlar la emoción de mencionar esta parte. Parece que la persona que se ilusionaba era él. Se acercó al cinturón táctico del uniforme, sacando de las bolsitas una pequeña libreta y un lápiz. En una hoja blanca de papel escribió una serie de números, letras y runas de extraña composición. La fórmula era corta, hasta abarcar un renglón.

—¿Qué es eso? —preguntó Alice, al visualizar la ecuación.

—Esto, cariño... ¡Esto es magia! Por el viajero, siento escalofríos... —Casi perdió el aliento, al dar la revelación, como si fuese lo mejor del mundo—, ¿Han escuchado que algunos magos murmuran algo? No todos tenemos que hacerlo, depende principalmente del funcionamiento del truco; algunos tienen que recitarse un cantico, esos son encantamientos.

El decir de "mago" englobaba hechicero, Brujo y esper en un solo concepto de forma muy general.

» Verás cada mago debe aprenderse las fórmulas de sus hechizos, comprenderlas y canalizarlas creando un plano mental. Es algo extremadamente complicado, no por tener el don de un aura mágica, te vuelves un hechicero inmediatamente. Tiene años de práctica. —Se apunta la frente con el dedo. Dándosela de un genio frívolo, ofreciéndole el papel.

—¿Esto es un hechizo? Eso explica por qué los magos son unos sabelotodo —Drake alzó la ceja, al tomar el papel.

—Eso no es todo, lo hermoso son las posibilidades... en sencillas palabras, si modificas la ecuación agregando otros algoritmos o quitando otros, el simple hecho de modificarla creas un nuevo conjuro... o explotas en pedazos. —agregó esa última afirmación, arrugando la cara en un gesto de dolor.

—¡¿Qué clase de loco quiere arriesgarse a morir por eso?! —La chica se tornó pálida, exaltándose al comprender el nivel de peligrosidad que puede ser la creación de hechizos.

—El tiempo de investigación no es en balde. Para eso son las geas. —Se apoyó en un árbol, al dar los últimos detalles del resumen—. La magia tiene cientos de años, en defecto miles... tiene demasiados intentos de ensayo y error; varias vidas se sacrificaron al hacerlo. No muchos magos hoy en día intentan modificar las formulas establecidas... si te sale bien, creas una magia única para ti y te sientes como un puto dios.

—Geas... geas... creo que papá o Rhaiz lo mencionó una vez... —Drake trataba de recordar al cerrar los ojos, en el que dijo las siguientes palabras—. Hablaba... ¿un sistema de protección?

—Digamos que es lo que evita volar en pedazos... —Lance sacó el último tema a relucir—, las geas o mandamientos, son algoritmos de seguridad que funcionan para asegurar que un hechizo no te mate. Digamos que son limitantes o condiciones que debes seguir, pones el digito e instantáneamente en tu mente entrará lo que debes hacer para que funcionen.

—Suena bastante complicado. —Alice se rascaba la cabeza para comprender el tema—, ¿Nada más entra en tu cabeza esa información?

—Se podría decir que si... —dijo Lance—, es algo extraño, las geas es un solo dígito y cuando lo colocas en la ecuación e intentas analizar el hechizo, en tu mente te envolverás en esa ecuación en el que sabrás la limitante que te tocó. Nunca escoges la limitación, es completamente al azar, más que nada referente al hechizo.

—¿Qué clase de limitante? —preguntó Drake, intrigado.

—Puede ser cualquier cosa, hasta lo más absurdo. He escuchado que en algunas debes explicar la habilidad a tu enemigo en media pelea, con tal de que funcione, mientras mayor sea el poder, tiene peores limitantes. —Lance sacó una de las estrellas mal logradas del árbol, mostrándola a sus compañeros—. Por ser una magia sencilla de realidad y abismal, mi ecuación no tiene muchas geas: debe haber cierto de grado de luz y oscuridad combinada, para que pueda abrir un portal.

» Solo puedo meterme a las sombras de objetos inanimados, entro en uno y salgo por otro en un corto lapso de segundos. Para imbuir en oscuridad, debo entrar en las sombras para cargarla, ahí de preferencia debo usar un arma especializada o bendecir mis armas con otra ecuación que todavía estoy practicando. Consume mi energía mágica, como las calorías, por lo que nunca engordaré mientras use mi poder. Es otro musculo que se debe trabajar.

—¿Nunca engordar? ¡Diablos que envidia! —pronunció Alice disgustada, al punto de hacer un leve puchero—. Espero que las mutaciones de los cristales tengan esa ventaja.

—Claro que tiene esa característica. Después de todo entran en el mismo saco —contestó Lance de forma afirmativa

—¡Dime por favor que no me estas jodiendo! —Los ojos de Alice se iluminaron por dicha revelación.

—El ritual de los cristales es un proceso alquímico ligado a la magia abismal y realidad; produce mutaciones en la persona. Otorgando cualidades físicas sobre humanas, entre ellas súper fuerza, agilidad y reflejos aumentados. —Lance no escatimó en detalles, y fue directo al grano—. En algunos casos, puede llegar a crear una habilidad especial, no se sabe con exactitud lo que determina la naturaleza de ese poder.

» En el archivo han teorizado que es algo ligado a la personalidad del usuario, similar al estigma; igual este consume calorías. Esto último aun lo estoy estudiando, por lo que no puedo darles mucha información del mismo.

—Lo del estigma es de los malditos... creo que lo veremos en la próxima clase de preparación de pociones —dijo Drake.

—¿El uso de esos poderes quema calorías entonces? —Alice quiso reafirmar, completamente inmersa en ese conocimiento.

—Esos poderes mutantes es como si se creara una nueva ecuación, que vive en el usuario. Es como si fuese un mago artificial, o mejor dicho una criatura mágica. —Dicha revelación deja atónitos al par de niños—. Por lo que consume tu energía al usarla, te iras cansado mientras la practiques. Esa "ecuación artificial" tiene sus propias geas, que iras descubriendo en tus sueños.

—Por lo que me estas contando, la magia tiene mucho que ver con los sueños... —Alice analizaba con cuidado la narración de Lance, no quería que se escapara ningún detalle—. Dijiste que es una ecuación artificial, ¿los hechiceros podrían crear una magia igual para ellos?

—Tienes un buen ojo... —Lance reconoció admirando la capacidad deductiva de la chica—, pueden hacerlo, podría ser complicado, es cuestión de descubrir cómo sería la ecuación. Lo de los sueños, es un tema bastante complicado... digamos que la subconsciente te pone en profundidad contigo mismo, ligado al alma y vez cosas que se ocultan en la misma.

—¡Bien, estoy deseosa por hacer el ritual! ¿Estás conmigo, Drake? —La chica animada dio una palmada en la espalda al niño del parche, el cual no parecía compartir ese objetivo.

—Creo que paso... —La respuesta dejó incrédula a la chica.

—¡Oh, vamos! ¿no dijiste que harías lo que sea para ser un guardián? —insistió.

—¡Y no he cambiado de parecer! No necesariamente debo hacer el ritual para ser un guardián, es completamente opcional... —Drake siguió firme en su convicción, en la que entra su sentido de auto preservación, tras lo que sabe de ese experimento—. No todos los guardianes son mutantes. De por si la gente nos ve raro por ese oficio, creo que ser normal me pondría en una mejor posición. Confiaré en mis propias habilidades.

—¿Es enserio? —preguntó indignada. En Alice se mezclaron una serie de emociones, que chocaban mutuamente: enojo, autoridad y preocupación. Temerosa por la supervivencia del Réquiem en algún contrato, optó por tomar medidas—: ¡actúas como un cobarde! Te mataran fácil si decides ir por ese camino ¿Estás rechazando la idea de tener los poderes de un dios? No logro comprender una razón válida como para no tomar esa oportunidad.

«Porque hay una posibilidad de cincuenta y cincuenta de volverte un bulto de ensangrentada carne deforme, que ruega por la piedad…», de repente una extraña voz resonó dentro de la cabeza de los niños, sobresaltándolos y fueron recorridos por un escalofrió fantasmal en sus columnas vertebrales. Un golpe telepático que los había sacudido, en cuerpo y espíritu.

Pasos se escucharon en los jardines, provenientes de una entidad que había ocultado su presencia en los árboles, completamente fuera del alcance de la futura trinidad de lobos. Y por fin se dejó notar.

Los tres aspirantes buscaron el origen de la pesada entidad, encontrándola allá el fondo de la vereda de piedra, levemente oscurecida por la sombra de los árboles de hojas caídas tenuemente, llevadas por el viento ante el paso de ese enigmático hombre, como si la propia naturaleza lo reverenciara tal cual un rey.

Aquel individuo era un hombre alto, entrado en sus treinta años en el que destaca un rostro de rasgos andróginos, que lo dotaban de belleza angelical, salida de algún cuadro de ágil mano maestra. Era de piel blanca muy pálida, tal cual la luna, como si nunca hubiese sido tocado por la caricia del sol. Sus ojos eran de color azul opaco, de cabello largo hasta la nuca, en un corte elegante muy bien cuidado de color rubio cenizo. Un lunar negro se alojaba bajo el ojo izquierdo, mientras que, en la parte derecha del rostro, era cubierta por la mitad de una máscara similar a un rostro sonriente, en el que destacaba un ojo de deslumbrante fulgor dorado.

El cuerpo de dicho hombre era de complexión delgada, pero atlético y musculoso bajo los ropajes, los cuales se conformaban de una túnica blanca de detalles dorados, parte del pecho yacía al descubierto en el que se mostraba una camisa oscura, de cuello alto. Un cinturón táctico ajustaba las ropas y llevaba unos negros pantalones ajustados de, junto unas botas que llegaban a las rodillas.

Alice se puso delante de sus dos compañeros, con ambos brazos extendidos como si fuese una muralla protectora, o pretendiera sacrificarse de alguna manera. La chica esbozó un rostro de valor, que menguaba en temor y sus ojos se tornaban anegados.

Por otra parte, el niño del parche, aun con miedo apartó la mano de su compañera para ponerse a su lado. El semblante de Drake no era mejor que el de la chica, aun cuando tenía un coraje de guerrero, no podía apartar la enervante sensación que lo recorre, por estar frente al director. Ese hombre era el precursor de las torturas en el extremo entrenamiento, sometido a los niños.

El tercer cachorro de lobo se mostraba en faz seria y afilada, como si su mirada pudiese cortar la carne. Estaba frente al hombre que lo apadrinó, y con el que viajó por largos días. Lance consideraba al director, como alguien de una personalidad excéntrica, narcisista y sobre todo cruel.

—Di-director Rolando… ¿Qué podemos hacer por usted? —preguntó Alice, apenas pudo mantener la compostura. Después de todo, fue ese individuo quien ordenó el castigo público a los niños.

En el rostro del director se dibujaba una enorme sonrisa, de dientes demasiado blancos y ojos entrecerrados llenos de una sensación malicioso, como un depredador frente a sus presas. En la mano diestra sujetaba un libro abierto, a la altura del abdomen y la zurda la oculta atrás de su cintura, al caminar como una persona acaudalada, parada de forma recta.

De golpe y porrazo, el libro fue cerrado en un fuerte sonido retumbante que produjo un jadeo o una gota de helado sudor en los tres aspirantes. Rolando colocó el libro en su axila y procedió a aplaudir.

—Magnifico, joven Lance. Una síntesis de un libro bien explicada. Escuché parte de la conversación, tienes madera de profesor —alabó Rolando—, en algunos años, si se presenta la oportunidad, podría ponerte a prueba para impartir alguna clase.

«¿Cuánto tiempo estuvo cerca y no lo pude sentir?», se preguntaba Lance, pálido como fantasma.

—Te faltó agregar lo que une los magos, al estigma y los mutantes… —Rolando alzó el dedo—, todos vienen de grietas en nuestra dimensión, de la que salen los entes. Es la fuente de la magia y todo viene con un precio… como el que se debe pagar por robar un pastel que fue hecho para mi persona. Me pregunto… ¿Qué punitiva es adecuada? Robar es un acto desdeñable, chiquillos.

El brazo zurdo fue expuesto y alzado a la altura del rostro de Rolando, relevándolo como un implante mecánico carente de piel sintética. La extremidad es de una negra coraza de segmentación agresiva, compuesta de piezas afiladas y los dedos eran garras dignas de una bestia monstruosa.

Como si un vidrio se rompiese a sus espaldas, los niños automáticamente retrocedieron. Esa mueca burlona y grotesca del director, era peor que la imagen de un monstruo encolerizado o un guerrero desatado por la rabia.