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Subcentro

U-4

-Nada- Fue lo que atino a decir el profesor el que ya había dejado sus pertenencias en su mesa -Geomara rompió su botella y nos asustamos un poco por eso, pero no es para tanto así que Geo ya deja de llorar.

-Lo siento- Fue lo que yo respondí mientras me agachaba, aún con lágrimas corriendo por mis mejillas, a recoger los restos de mi botella.

Acabo de morir.

-Te ayudo- Un Pablo sonriente se agachó junto a mí y empezó a agarrar los trozos de vidrio. Sonreí por impulso.

Después de hora y media el taller se terminó, no toque nada hoy con la escusa de que no me sentía bien, que después de todo era cierta. Antes de que pudiera salir de la sala el profesor me retuvo, hablamos de cosas superficiales como cuantas veces tendría que practicar esta semana, o si iba o no a hacer un solo para la presentación final, mientras que todos salían de la sala. Después de eso su cara cambio a una seria.

-¿Qué fue eso Geomara?- Pregunto con una seriedad impropia de un alocado profesor de música como lo era él.

-Una yo de otro universo, que llego a través de un portal multiversal- dije detenidamente, también tratando de analizar lo que había sucedido hace menos de dos horas -No se preocupe tanto por eso, tal parece no había ningún común cuando paso y de todas formas mañana iré donde la organización y reportaré el hecho.

-Confiaré en ti, pero este tipo de cosas no pueden dejarse pasar, entiendo que no sea tu culpa, pero de haber estado un común hubiéramos tenido que llamar a la organización y todo el rollo, sabes como se ponen cuando tienen que borrarle la memoria a un menor- Dijo esta vez más sereno que antes- ¿Segura de que estás bien?

-Lo estaré- Le aseguré antes de salir por la puerta, al lado que la cual estaba apoyado Camilo, quien se acercó y empezó a caminar a mi lado.

-¿Detectable?- Pregunto él, en tono bajo y calmado, mientras me miraba atento a mi respuesta.

-No y no quiero hablar sobre eso ahora- Le respondí tajante.

-Está bien, Miguel dijo que vendrías a jugar mañana ¿Lo harás?- dijo fijando su vista al frente.

-Ese es el plan- Mencione de forma desinteresada mientras veía a los demás estudiantes que caminaban a unos 10 metros de nosotros con dirección a la salida.

-¿Qué harás el domingo?- Volvió a preguntar, esta vez solo lo mire esperando que continuara- Hace unas semanas compre boletos de cine para ir con la Paula y como terminamos ya no sé con quién ir.

-¿Por qué terminaron?- le pregunte con cierta sorpresa. Hace como 6 meses que no hablaba con Camilo, desde que empezó a salir con Paula, ella no me caía muy bien que digamos.

-Perdió el interés...- Dijo con cierto halo de duda en su voz -No lo sé, fue hace como una semana y aún no estoy bien con ello, ¿pero es lo que hay, no? Como sea, la película es la premier de "la rebelión"

-Voy a ir, ¿De qué se trata?- Le pregunté quisa para hacer que no siguiera pensando en su ex. El Camilo siempre me agrado, hubo un año en el que incluso fuimos mejores amigos e íbamos juntos a todos lados, era un buen chico.

-Es una típica película de gringos en una invasión extraterrestre, pero me gustan sus efectos especiales- Dijo, honestamente, mucho más animado que antes- Bueno te dejo- me dio un beso en la mejilla como despedida haciéndome caer en cuenta de que ya estábamos en la salida.

Camine a casa, estaba cansada por lo que llegue a dormir y de la nada me desperté por el sonido de mi alarma, a las 8 de la mañana del día siguiente, muerta de hambre por no haber tomado once. Me fui a bañar y me vestí un short otra vez, pero esta vez con una polera apretada y un poleron del mismo color que mis zapatillas y el short, gris. Me miré en el espejo antes de salir, tenía mis cejas todas despeinadas, las trate de arreglar con mis dedos, me peine el cabello y salí del baño. Baje y me hice un desayuno rápido, leche y un pan con queso. Escuche pasos bajando por la escalera y bi a mi mamá asomarse.

-Geomara, van a ser las 9 ¿Qué haces despierta tan temprano?- Me pregunto con su típica vos adormilada, mientras se frotaba un ojo.

-Tengo que hacer unos trámites en el subcentro, te había dicho- le respondí mientras miraba la hora en el teléfono para confirmar que eran las 8:57.

-¿Quieres que te acompañe?- Dijo mientras ponía agua en el hervidor.

-No, estoy bien. Voy a ir con el Miguel, él nunca ha ido- La miré poner el hervidor en su base he ir a abrir el refrigerador -Vamos a almorzar allá.

-¿Quieres que te pase plata?- Se ofreció, mientras sacaba la mantequilla y la ponía en la mesa.

-Si, por favor- Le respondí animada, nunca viene mal tener más del presupuesto inicial -También quiera saber si me dejarías ir a jugar con los chicos en la tarde.

-¿Basquetbol?- Cuestiono mientras sacaba y me pasaba cuarenta mil pesos.

-Si, ¿Por qué me pasaste tanto?- Pregunte, realmente extrañada, mientras recibía el dinero.

-Quiero que me compres un par de tabletas de Drequeidol para niño para llevarle a tu prima- Dijo mientras agarraba el tostador y lo ponía sobre la estufa. Se giró y me miro -¿Puedes?

-Si claro, no hay problema- Me apresure a responderle y me pare para ir asía la entrada porque Black empezó a ladrarle, seguramente, al Miguel.

-¿Nos vamos?- Fue lo primero que él me dijo apenas habrí la puerta.

-Si- Me gire y camine hasta el sillón tome la mochila que había preparado con mis cosas -Chao mamá.

Después de que me despidiera y saliera de mi casa caminamos hasta la parada de micro más cercana, esperamos un rato, y luego nos subimos a la F25, nos sentamos juntos, él a la ventana. No fue hasta ese momento que me fije en lo que él traía puesto, eran unos pantalones negros con un tajo a la altura de la rodilla, un poleron gris y un gorro negro. Es gracioso que se ponga ropa oscura para tratar de ser menos llamativo, pero termina haciendo todo lo contrario. Al llegar a la estación de metro nos bajamos, entramos a la estación, pagamos la entrada y bajamos dentro de la estación hasta llegar a la línea 5 nos subimos al metro y nos volvimos a sentar, había poca gente a esa hora. Nos bajamos en estación plaza de armas y subimos de vuelta a la superficie.

-¿Cuánto rato falta? - Me reprochó él, mientras se estiraba -Ya ha pasado más de una hora.

-Deja de quejarte, solo faltan unos minutos- Le dije mientras subía los últimos escalones que me faltaban.

Caminamos un par de cuadras, hasta que llegamos a un a pequeña cafetería y entramos en ella. Miguel me siguió y aun que estaba confundido no dijo nada. Me acerqué al dependiente.

-Hola, buenos días, queremos bajar- Le dije al señor que debía tener unos cuarenta años, él se limitó a asentir y mirar a una mesera que se encontraba descansando porque no había nadie en todo el café además de nosotros.

-Síganme- La mesera nos hizo una seña para que la siguiéramos por el estrecho café, al fondo y a la derecha estaba una puerta con un cartel que decía baño y al frete de esta e izquierda de nosotros había otra puerta que decía solo personal. Abrió la puerta, era un almacén, se estiró y tiro un cordel que colgaba del techo haciendo que bajara una escalera plegable del techo, ella subió primero y yo me puse en posición para seguirla.

-¿Adónde estamos yendo?- Me pregunto Miguel con vos nerviosa, claramente confundido. Suspire y pensé en algo para tranquilizarlo, yo sabía que esto se veía raro.

-¿Alguna vez te has subido al Xtreme Fall?- Él me miro y negó con la cabeza -Bueno ahora lo harás, necesitamos hacerlo para llegar, pero tranquilo cientos de personas lo hacen todos los días. Te encantara cuando lleguemos, lo prometo.

Aún no parecía muy convencido, pero de todas maneras me siguió hasta en segundo piso, que era una habitación parecida a un cuarto de pánico y te daba la sensación de que si gritaras ahí nadie de afuera podría oírte, todas sus paredes eran acolchadas a excepción de una en la que estaba el elevador. La mesera se acercó al panel de control e ingreso una contraseña y luego se giró a vernos.

-Pasen sus tarjetas ahora- Rebusque en mi bolso y saque mi pase estudiantil el cual era diferente al que se ocupaba en la superficie. Miguel me miro tratando de que entendiera algo.

-Él no tiene un pase- Le dije a la joven por él, ella se limitó a sonreírle. Yo marque mi tarjeta en el panel y este se iluminó de color verde.

-¿Es tu primera ves allá?- le pregunto con curiosidad, pero a la vez fue como si se estuviera burlando, como si le hablara a un niño pequeño. Él se limitó a asentir -Puede pagarnos cuando vuelva, no hay problema con eso, pero si no es un ... "especial", bas a estar en problemas chiquilla.

-Pagará a la vuelta, eso seguro- Dije con cierto halo de desagrado. Ella me miro mal y abrió la compuerta dejando a la vista el interior del ascensor, el cual tenía tres asientos con seguridad como si fueran parte de un juego en un parque de atracciones, y se fue, dejándonos solos en el segundo piso.

-¿Qué fue eso?- Preguntó él mientras me seguía dentro del ascensor.

-Nada, tú solo ignórala, ven siéntate aquí- Le señale uno de los asientos, él se sentó y yo lo asegure.

-¿Por qué tanta seguridad para un ascensor?- Me cuestiono mientras yo me sentaba y me aseguraba.

-Porque es rápido- Sentencie.

-¿Qué tan rápido?- Presione el botón rojo de la pared y empezamos a caer a una velocidad de 100 kilómetros por hora. Él no paraba de gritar, jiji sé ba a enojar por esto. En un minuto ya estábamos abajo.

-¿Estás bien?- Ahora me siento mal por él, parece a punto de desmayarse o como si ya se hubiera desmayado. Sacudió un poco la cabeza mientras yo me desabrochaba el cinturón y me paraba para ir a ayudarlo a hacer lo mismo.

-¿Ya... llegamos?- Dijo desconcertado y mareado. Lo termine de desabrochar y lo ayude a ponerse de pie, se veía más pálido de lo usual.

-Si, bienvenido al subcentro- Dije mientras presionaba el botón para que se abrieran las puertas, su cara después de eso no tenía palabras.

-¡Ahí por dios!- Su cara de sorpresa seguía ahí aun después de unos segundos de avernos bajado del elevador. Era comprensible puesto que era su primera vez viendo la imponente ciudad subterránea de más de 200 metros de altura que se alzaba frente a nosotros, pero quisa más que su tamaño lo que lo sorprendía era que los detectables estaban transformados y se los podía ver volando de un extremo a otro, o la los niños jugando a darse cabezazos con sus distintos tipos de cuernos, o a algunos más extraños con sus colas y orejas, o con sus brazos o piernas extra.

-No metas a dios en esto- Me burlé de su expresión, mientras avanzaba otros pasos más asía las escaleras que conducían asía el centro del lugar.

-¿Por qué brillan? ¿Tienen luces o son radioactivas? -Pregunto señalando a un dracord.

-Los dracords brillan por su flor draquecia- Expliqué, pero él paresia seguir sin entender. Me acerqué a uno del los muchos árboles dracord, que había en el sendero del parquecito al borde de los muros, donde nos dejó ese elevador. Estire mi mano para tocar una de sus hojas plateadas, luego la estire aún más para arrancar una rama en la cual había dos flores -Este árbol se llama dracord, sus flores se llaman draquecias estas brillan y dato curioso de ellas está hecho el Drequeidol, la medicina que te tomas todos los días.

-Y... ¿Por qué brillan?- Dijo mirando el hipnótico brillo azul que provenían de las flores.

-Que sé yo... no es como que me vaya bien en biología ni nada- Le solté derrepente notando que lo único que me había dicho por los últimos 15 minutos eran puras preguntas -Ya espabila y apúrate que van a ser las 11 y ni un pie en la central de la OCID hemos puesto.