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Ángel y Demonio

¿Qué ocurre cuando mueres? ¿Vas al cielo? ¿Vas al infierno? ¿Quién lo decide? Hiyami es una chica de 16 años que por una mala jugada de la vida termina envuelta en un accidente. Cuando pensó que su vida había terminado, aparece ante las personas que decidirán el destino de su alma, ¿ira al cielo? ¿ira al infierno? ¿Qué pasaría si su alma no puede ir a ninguno de los dos reinos? Hiyami tendrá que descubrir como lograr que su alma alcanza el cielo o el infierno, pero ¿Cómo lo hará?

RisingTempest · Fantasy
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Capítulo 1: Un encuentro con el destino.

Incluso antes del accidente, el día de Hiyami ya era bastante malo.

Cuando despertó, hizo su rutina diaria de abrir las cortinas para observar el sol saliendo, hasta que se percató que el sol estaba más arriba de lo habitual. Al mirar su despertador se dio cuenta de que estaba roto, echo un vistazo a su teléfono solo para darse cuenta de que ya eran las 10 am, por lo que se había quedado dormida y que ya llevaba 3 horas de retraso a su trabajo de medio tiempo.

- Aaah, ¡maldición! – gritó enérgicamente mientras se tomaba la cabeza – ¡otra vez rompí el despertador! Esto me pasa por que el viejo me obliga a entrenar hasta tarde.

Corrió lo más rápido posible mientras se vestía y desayunaba al mismo tiempo para intentar no llegar aún más tarde, sobre todo teniendo en cuenta que era el tercer atraso en el mes.

Al llegar a la tienda de comida rápida donde trabajaba su jefe la estaba esperando e la entrada con una cara notoriamente disgustada, ese fue el primer indicio de Hiyami para prepararse para lo que se venía.

- Señorita Hiyami – dijo el jefe mientras miraba a Hiyami sobre sus lentes – ¿Qué fue hoy? ¿una anciana te pidió que la ayudaras a llevar sus cosas a su casa? ¿ayudaste a un niño a cruzar las calles hacia su escuela? ¿ o quizás ayudaste al cartero a entregar los paquetes cerca de tu vecindario?

- Hehe – rio Hiyami nerviosa mientras miraba hacia un lado – creo que pude haber roto mi despertador por accidente.

- Vamos Hiyami, sé que puedes inventar una excusa mejor que esa – dijo el jefe mientras suspiraba.

- Es verdad jefecito – dijo Hiyami mientras se arrodillaba y hacia una reverencia a su jefe esperando que la perdonara – le prometo que ahora si será la última vez que llegue atrasada al trabajo, incluso hare horas extras a la noche para compensarlo.

- Hmm – el jefe miro con una cara casi diabólica a Hiyami – está bien, ya que me lo pides te lo perdonare.

- ¡Eres el mejor jefe! – dijo Hiyami emocionada.

- Siempre y cuando cumplas en horas extras las horas que perdiste esta mañana, además de entregar los pedidos de medio día – dijo sonriendo el jefe – además de limpiar los baños antes de irte.

- Igh – la cara de Hiyami palideció mientras su jefe recitaba tales castigos sacados de los más profundo del inframundo – supongo que es lo que merezco por ser tan perezosa.

Hiyami entro al local notablemente cabizbaja, mientras en su mente se preguntaba si es que los jefes serán alguna especie de demonios que disfrutan torturando a sus empleados. Cuando iba llegando a sus casillero logró escuchar que sus compañeras de trabajo la llamaban.

- Ahora sí que las has liado eh Hiya-chan – dijo la que parecía ser la mayor de las chicas.

- Ni lo menciones, Sara-san – dijo Hiyami mientras se ponía su traje de trabajo.

- Se supone que deberías dar el ejemplo acá Hiyami-senpai, es increíble que hasta tus menores lleguen a la hora y tu termines llegando casi a la hora de salida – exclamo la chica más nueva mientras intentaba aguantar la risa.

- ¡Ahora si te lo ganaste Kao! – gritó Hiyami mientras intentaba pasar a través de sus compañeras para agarrar a Kao

- Basta, basta chicas, todas podemos tener algún mal día – dijo otra de las chicas grandes mientras le daba palmaditas a Hiyami y Kao para calmarlas – ahora sigamos trabajando antes de que el jefe venga y nos regañe a todas.

Las siguientes 2 horas transcurrieron con normalidad mientras Hiyami estaba en un vaivén entre la cocina haciendo los pedidos y la caja registradora atendiendo clientes. Cuando llegaron las 12 del mediodía, Hiyami se alistaba para irse hacia sus clases de verano, ya que, por quedarse dormida, no llego a su examen de fin de año y tuvo que asistir a clases extras para poder avanzar al siguiente curso.

Cuando Hiyami estaba por irse, su jefe se le acercó.

- Hiya-chan, ¿no se te está olvidando algo? – preguntó el jefe con una cara sarcástica.

- Mmh, oh es cierto – dijo Hiyami mientras se ataba los zapatos – gracias jefe, pude haber tenido un accidente por estos cordones desatados.

- Los pedidos, señorita – menciono su jefe – debes hacerlos para compensar tu retrato de hoy.

- Que injusto – susurro Hiyami mientras recibía la bolsa con el pedido que debía entregar camino a sus clases.

- Que tengas un buen viaje – dijo el jefe mientras sonreía y veía como Hiyami se alejaba en sus bicicleta.

Mientras Hiyami avanzaba a paso firme por la calle en dirección a entregar el pedido, pensaba en lo monótona que era su vida, que, teniendo 16 años, lo único que hacía era ir a la escuela, luego al trabajo, o viceversa, los sábados y domingos se quedaba entrenando artes marciales con el gerente de los apartamentos donde vivía, ya para él, una defensa personal era de lo más útil en la vida. Tampoco tenía padres con los quien conversar, ya que desde pequeña el único que la ha cuidado es el mismo gerente de los apartamentos, al parecer la abandonaron en las afueras de la casa principal del gerente cuando aún era una bebe y desde entonces él y su mujer se encargaron de cuidarla y darle lo básico para una vida normal. Cuando cumplió 15 años decidió trabajar para pagarle al menos la renta al gerente ya que sentía que él ya había hecho mucho por ella.

Pese a todo lo anterior Hiyami se sentía vacía, sentía que algo le faltaba, quería que su vida diera un vuelco de 180 grados para que todo se volviera más emocionante y menos rutinario.

Cuando finalmente Hiyami se despejo de sus pensamientos, comenzó a notar frio en su cuerpo, pero era un frio algo cálido, algo indescriptible en su totalidad, y, cual rayo atravesando las nubes en un día tormentoso, un escalofrío recorrió su cuerpo justo antes de observar que un auto se había salido del carril e iba directo a impactarla.

- Aah, demonios vida, ¿no podías traerme una emoción más normal?– pensó mientras volaba por los aires justo antes de perder la conciencia.

Cuando Hiyami recupero la conciencia se encontraba en una completa oscuridad, y sentía su cuerpo ligero como un globo de helio que vuela sin rumbo por los aires. Lo primero que hizo fue comprobar que aun tenia todo su cuerpo, por lo que movió álgidamente sus brazos y piernas, al parecer todo estaba en su posición. Lo siguiente era saber dónde estaba, parecía flotar en una completa oscuridad, por lo que, haciendo movimientos de nado, intento llegar a algún lado, pero no lo logro. Cuando ya se daba por vencida sintió que alguien la observaba, se giró, y lo que se encontró al dar la vuelta fueron 3 grandes personas, y no solo eran grandes, eran enormes, y estaban flotando frente a ella- La primera persona era un hombre, se veía bastante joven y guapo, su pelo blanco ondeaba hacia atrás como los de los modelos (aunque no había ni una pizca de viento), vestía una túnica blanca similar a las que se asociaban a los griegos, y sus ojos celestes parecían ofrecer una calidez inigualable . La segunda persona tenía un traje formal y una máscara, por lo que era difícil dar una mejor descripción. La ultima persona era una mujer, tenia una mirada certera y una sonrisa llena de confianza, tenía un tono de piel rojizo que intimidaba y era difícil decir si vestía tiras de tela negras o eran pinturas que llevaba en su cuerpo.

- Hofu Hiyami – dijo con un tono solemne la persona enmascarada – sabemos que tienes muchas preguntas, pero por ahora te pedimos que estés tranquila, ahora daremos comienzo a tu juicio.

- ¡Si! – grito Hiyami antes de darse cuenta de lo que pasaba – Espera ¿¡un juicio!? ¿de que se me acusa? ¿Qué hice para merecer esto? ¡Quiero a mi abogado!

- Tranquila pequeña, no tomara demasiado tiempo, solo necesitamos de tu cooperación – dijo la primera persona con una voz tan calmante que casi provoca que Hiyami se tranquilizara.

- ¿¡Como puedo estar tranquila!? – dijo exaltada Hiyami – no se donde estoy, ni quienes son ustedes, ni porque estoy siendo juzgada, ¡es normal estar alterada!

- Oye, oye niñita, relájate – dijo la tercera persona - nadie quiere estar acá, pero tú nos has llevado a esto así que agarra tu trasero y siéntate para que terminemos con esto rápido, tsh, que fastidio.

Hiyami palideció, a pesar de que las palabras de la mujer parecían desganadas, logro sentir una fuerte presencia y agresividad emanando de ella, aun así, fue capaz de seguir:

- Al menos díganme quienes son ustedes y porque estoy aquí – dijo Hiyami mientras bajaba la mirada.

- A tu izquierda, Dios, a tu derecha, Diablo, y yo, soy el intermediario – dijo el enmascarado mientras aparentemente miraba a Hiyami – moriste, y ahora tu alma está siendo juzgada para determinar si iras al cielo o al infierno.

- ¿Eh? – dijo Hiyami con una incomoda sonrisa - ¿¡EEEEHHHHH!? ¡Es-es-es-esperen un momento! ¿Dios? ¿Diablo? ¿Como que morí?

- Efectivamente moriste en un accidente de tránsito, al parecer un conductor se quedo dormido y se desvío justo para impactarte – dijo el enmascarado – lograste evitar que el auto te diera de lleno, pero saliste volando e impactaste contra una muralla de concreto y moriste.

- Ah, ya veo – dijo Hiyami mientras se desplomaba – ya recuerdo.

- Pfff, debe ser de las muertes más patéticas en la historia – dijo riendo Diablo – no veía algo así desde el talón de Aquiles.

- Cállate demonio, una muerte no es para reír – dijo Dios mientras alzaba la voz – si el intermediario no estuviera ya habrías desaparecido.

- ¡Silencia ambos! – sus peleas no tienen importancia en este momento – dijo el enmascarado – por ahora concentrémonos en el destino del alma de Hiyami.

Los 3 entonces extendieron su mano hacia Hiyami mientras recitaban palabras inentendibles para Hiyami. Cuando terminaron, un orbe se genero sobre la cabeza de Hiyami, el cual oscilaba entre los colores blanco y negro, hasta que freno dejando la mitad del orbe blanco y la otra mitad negra, entonces Dios, Diablo y el enmascarado se sorprendieron.

- ¿Cómo es posible? – dijo Dios asustado.

- ¿Oooh? Esto se puso mas interesante de lo que esperaba – menciono Diablo con una sonrisa de oreja a oreja, literalmente.

- Esto… - el enmascarado no termino su frase.

- ¿Eh!, ¿qué paso? – dijo preocupada Hiyami.

- Eres un espécimen bastante… inusual, Hiyami – dijo el enmascarado mientras se volteaba – por lo general, las personas siempre tendrán un porcentaje de bien y de mal en su alma, este porcentaje siempre se inclina hacia uno de los dos bandos. Obviamente nadie es totalmente bueno o totalmente malo, pero como dije, siempre hay algo que resalta mas en las almas de las personas, pero en tu caso… estas totalmente equilibrada, no tienes el suficiente bien como para ir al cielo, o el suficiente mal como para ir al infierno, esta situación no tiene precedentes en la historia de la humanidad.

- Entonces… -dijo Hiyami sin entender que pasaba - ¡no me digan que mi alma va a desparecer!

- Hmm ciertamente es una situación bastante peculiar – dijo Dios – aun así, me gustaría recibirla en mi reina, creo que tiene el suficiente bien como para ir allí.

- Espera, espera, espera – dijo Diablo seria – yo preferiría que viniera al infiern0, tiene mas que suficiente maldad, y es demasiado mala para entrar a tu hermoso reino, Dios.

- No seas ridículo – dijo Dios mirando fijamente a Diablo – aún es joven, probablemente se hubiera vuelto una persona de bien en el futuro.

- O una de mal – dijo riendo Diablo.

- Oigan, oigan – dijo Hiyami con una sonrisa coqueta – se que todos me quieren en sus reinos, pero ¿no les gustaría escuchar mi opinión?

- ¡Silencio¡ - dijeron al unísono Dios y Diablo.

- Esta bien – dijo Hiyami decepcionada.

- Bien, claramente no podemos enviarla, así como así a alguno de sus reinos – dijo el enmascarado – el problema es que hacer con ella, ya que tampoco podemos dejarla en el vacío como ahora, no llegaríamos a nada.

- ¿Y si le damos una segunda oportunidad de vivir? – menciono Dios – podemos devolverla a la vida momentáneamente hasta que su equilibrio se rompa y se incline hacia el bien y así poder recibirla en mi reino.

- O puede volverse una criminal y venir a mi reino – dijo Diablo visiblemente emocionada – creo que esta vez coincido con arrogante, démosle una segunda oportunidad y veamos en que se convierte.

- Ya que solo soy un intermediario, si ambos están de acuerdo, su voluntad se hará realidad – dijo el enmascarado mientras alzaba un báculo – Hofo Hiyami, se te concederá una segunda oportunidad de vivir momentáneamente, en 6 meses, tu alma volverá a ser juzgada para darte un veredicto final y enviarla al reino que corresponda, por ahora disfruta tu vida, nos vemos.

Una luz brillo intensamente y Hiyami junto al enmascarado desaparecieron, dejando solos a Dios y a Diablo.

- Bueno, es hora marcharme, espero no verte pronto demonio – dijo Dios mientras se daba la vuelta.

- Espera – dijo Diablo mientras mantenía su mirada en el oscuro horizonte – ¿crees que esa chica, Hiyami, este relacionada con "el"?

- No seas ridículo – dijo Dios con sus ojos perdidos en la nada – "el" desapareció hace milenios, probablemente murió, esta es solo una coincidencia sin precedentes que probablemente nunca se repetirá.

- ¿Estás seguro? – menciono Diablo mientras miraba a Dios – nunca lo volvimos a ver ni a saber de "el", creo que esta es una coincidencia demasiado exacta como para ser solo eso.

- Bueno, de igual forma ella morirá en 6 meses, así que no tiene caso pensar demasiado en ello – dijo Dios mirando a Diablo – adiós.

- Hmm, veremos a donde nos lleva esto – pensó Diablo mientras sonreía y se desvaneció entre las sombras.