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CAPÍTULO 15: TORMENTA.

Respiro profundamente, cuando me doy cuenta de que he perdido el bolso que llevaba con todas mis cosas mientras caía por el abismo y con la manera en que está cayendo la nieve, es imposible ver en donde ha quedado tirado para tratar de recuperarlo. Así que como puedo, trato de volver a subir por donde había caído hace un momento, pero mi rodilla me molesta bastante para caminar, la visibilidad es prácticamente nula por la nieve y el frio es implacable.

 

Subo y subo por un muy buen rato, rato que para mí es como si hubiera sido horas, porque es un total infierno tratar de avanzar y de ubicarme con semejante tormenta, por no decir que la vista es más que pésima. Sigo tratando de avanzar, pero la hipotermia que me está dando tampoco ayuda mucho, pero de repente, comienzo a escuchar la voz de una persona que grita a lo lejos pero que se pierde con el sonido del viento que ruge con fiereza. Trato de quedarme en silencio para escuchar y estar así segura de que no es producto de mi imaginación y después de unos segundos, la puedo escuchar como si estuviera encima de mi ubicación.

 

- Hay alguien ahí?, me escuchan?. - Creo escuchar la voz de un hombre a lo lejos.

 

- Ayuda!!!, ayuda!!!, aquí!!!... - Digo al tratar de gritar con todas mis fuerzas, porque la voz no me sale mucho por el frio desgarrador que está congelando mi garganta y cuerdas vocales con el pasar del tiempo.

 

- Tirare una cuerda, trata de sujetarte bien de ella. - Me dice la voz que ahora la escucho un poco más cerca.

 

A los pocos segundos, veo como una cuerda de color anaranjado cae muy cerca de mi posición, así que como puedo doy algunos pasos y luego agarro la cuerda lo mejor que puedo y con la fuerza que me queda, trato de amarrarme muy bien a ella.

 

- Ya!!!. - Logro decir.

 

De inmediato, siento como comienzo a elevarme y a avanzar por el abismo que me quedaba por subir. Al llegar a la cima, un hombre con ropa de nieve cubierto totalmente de esta, me hace señales para que lo siga y sin titubear, lo hago rápidamente.

 

Avanzo detrás de él por varios metros y por un rato largo, prácticamente sin poder ver nada, solo al hombre porque su ropa es del color que tiene la cuerda con la que me sacó del abismo hace unos momentos atrás por su color brillante y muy diferente al blanco de la nieve que lo cubre completamente todo, hasta llegar a una cabaña a la que podemos ingresar rápidamente.

 

Doy gracias por estar ahora en esta cabaña, bajo el calor de la chimenea y no bajo esa terrible tormenta que hay afuera. Unos minutos más bajo ella y no la cuento.

 

- Ten linda... - Me dice la esposa del campesino que me acaba de encontrar y me ha ayudado con una taza de té caliente.

 

- Mu... muchas gra... gracias. - Le respondo como puedo porque estoy completamente congelada.

 

- Con estas mantas y el té, se va a calentar mucho más rápido. - Comenta el hombre al que le debo mi vida y que por casualidad de la vida, pasaba muy cerca de mi posición, vio mi auto y de inmediato pensó que alguien podría estar en problemas a causa de la tormenta y efectivamente estaba en lo cierto y me ayudó.

 

- Gra gracias... - Le respondo a Joseph que es su nombre.

 

- Acá está el botiquín para curarte esa herida de la cabeza que se ve bastante fea y está sangrando bastante. - Dice ahora la esposa de Joseph al volver con una cajita de metal pequeña entre sus manos.

 

- Voy por más leña. - Dice Joseph.

 

- Perdón... por tantas... molestias. - Digo aun temblando por el frio que tengo.

 

- No te preocupes, es una suerte que Joseph te haya encontrado a tiempo antes de que pudieras morir congelada ahí afuera. - Me dice Renata, la esposa de Joseph.

 

- mmm... esta herida esta algo profunda, creo que vas a necesitar ir en cuanto puedas y se calme esta tormenta, a un hospital para que te pongan algunos puntos. - Me dice nuevamente Renata al mirar y comenzar a limpiarme la herida de la frente con el mayor de los cuidados.

 

Mientras ella me limpia la herida de la cabeza, trato de observar por una de las ventanas de la cabaña la fuerza de la tormenta para no concentrarme en el dolor que me produce la herida, en donde puedo ver que todo se ve blanco, que la visión es prácticamente nula y el sonido del viento da mucho miedo y escalofríos por sus gruñidos, como si hubiera afuera una especie de monstruo.

 

- Hice lo que pude con esta herida, hay que estar pendiente de que no se te vaya a infectar. En dónde más te duele?. - Me dice Renata.

 

- Me duele el costado derecho y me lastime la rodilla. - Le digo ya sin temblar tanto.

 

- Déjame ver...

 

Me levanto algo adolorida, todo el cuerpo me duele como si me hubiera pasado una aplanadora por encima. Ella me ayuda a levantarme un poco la blusa y luego a levantarme un poco el pantalón.

 

- Te van a salir unos hematomas horribles, te golpeaste muy feo al caer y rodar por el acantilado. Voy a calentar un poco de agua con sales para bajar un poco la inflamación, mientras tanto, te puedes cambiar la ropa. Te voy a buscar una con la que te puedas sentir más cómoda. - Me dice al levantarse del sofá para luego dirigirse hacia una habitación para buscar la ropa que me va a prestar.

 

A los pocos minutos, ella regresa y me entrega una muda de ropa para que me pueda cambiar, señalándome el baño para hacerlo.

 

Me levanto y luego camino con alguna dificultad hasta llegar al baño, cierro la puerta al entrar, me quito las mantas que tengo encima colocándolas sobre un pequeño armario que hay al lado del lavamanos con algo de frio y aun temblando, empiezo a desvestirme. Cuando me quito la blusa, veo el gran hematoma que está comenzando a hacerse visible en mi costado derecho, el cual será algo grande y bastante morado con el centro de color rojo oscuro. Luego me quito el pantalón, me inclino un poco para observar mi rodilla y se ve igual que mi costado.

 

Me cambio la ropa y salgo del baño, vuelvo a acercarme al sofá con dificultad. Renata me recibe mi ropa para lavarla, ya que esta toda sucia, mojada y rota.

 

- Siéntate, ya regreso. - Me dice Renata con mi ropa en sus manos.

 

Vuelvo a tomar asiento con mucho frio y algo de dolor, al volverme a acomodar en el sofá, Joseph ingresa a la sala con más leña y comienza a colocar un poco en la chimenea, manipulando después las brasas con unas pinzas. Después, llega Renata con unas toallas y un recipiente con agua caliente para ponérmelas en los golpes y ayudar a bajar la inflamación de las zonas más afectadas.

 

Han pasado ya algunas horas y la tormenta no parece calmarse, la pareja y yo comemos juntos, comida caliente que me ayuda a calentarme para combatir la hipotermia que aún tengo.

 

Mientras ellos me cuentan sobre a lo que se dedican que es la venta de productos agrícolas orgánicos a baja escala por sus pocos recursos, de repente se escucha que alguien toca la puerta de la cabaña con gran fuerza.

 

- Rápido Joseph, abre. Debe ser alguien que está tratando de huir de la tormenta. - Dice Renata.

 

Joseph se levanta rápidamente para abrir la puerta. En cuanto la abre, entra una gran ventisca que me provoca escalofríos y que hace que sostenga con mayor fuerza, las mantas que aún tengo encima para calentarme.

 

- Entre por favor... - Le dice Joseph a la persona que está de pie en la entrada y completamente tapada por la nieve.

 

Cuando los dos logran cerrar nuevamente la puerta, la persona que acaba de llegar, comienza a sacudirse un poco la nieve que lo cubre con las manos que están arropadas con guantes.

 

A medida que va cayendo la nieve en el piso de la entrada, puedo ver que la persona está completamente vestida para afrontar esta tormenta, bajándose al final una especie de mascarilla de la boca para poder hablar.

 

- Perdón por invadir su casa de esta manera, pero esta tormenta esta terrible y estoy buscando a una persona. Quería saber si por casualidad la han visto porque encontré su automóvil algo cerca de aquí, al lado de la carretera muy cerca de un abismo y...

 

- Christofer?... - Digo en voz baja al escuchar la voz del hombre que acaba de llegar y estaba hablando hace un momento.

 

Él me escucha, se gira para mirarme quitándose las gafas para la nieve.

 

- Stefania... Stefania!!!. - Dice Christofer al verme.

 

De inmediato, él entra en la sala, yo me levanto del sofá y él se abalanza para abrazarme con bastante fuerza.

 

- Pensé que no iba a poder encontrarte, no sabes lo preocupado y desesperado que estaba sin saber cómo estabas, en dónde estabas. - Me dice sin dejar de abrazarme y yo solo me quedo en silencio, pero dándole pequeños golpecitos como si fuera un bebe para que se tranquilice un poco.

 

- Bueno... parece que ya la encontró. - Comenta Joseph al vernos.

 

- Es mejor que te quites esa chaqueta y lo que este cubierto por la nieve para que te seques y te calientes mientras pasa la tormenta. - Dice Renata.

 

- Joseph, ayúdalo mientras yo voy por más té. - Dice nuevamente Renata a nuestras espaldas.

 

- Perdón... estoy mojando todo... - Dice Christofer al soltarme para luego irse de nuevo a la entrada y colgar ahí toda su ropa de nieve, quedando en jeans y un buzo manga larga color blanco.

 

Mientras él termina de quitarse toda la ropa llena de nieve, Renata aparece con más tazas de té en una bandeja.

 

- Ten, toma para que te calientes un poco. - Le dice Renata a Christofer mientras le ofrece una taza.

 

- Muchas gracias. - Le responde él con una sonrisa de agradecimiento.

 

Mientras miro la escena aun sorprendida por la reacción que tuvo al verme hace un momento, la analizo un poco... Acaso él había venido hasta acá, hasta el centro de la tormenta solo para buscarme porque estaba preocupado por mí, exponiendo su vida para hacerlo, pero porque?. No entiendo nada y sigo mirándolo como si tuviera muerta cerebral.

 

- Ven, siéntate y caliéntate un poco. - Le dice de nuevo Renata con una sonrisa amigable.

 

Christofer vuelve a la sala y se sienta a mi lado, bebe un poco de té y luego deja la taza en la mesa del centro para luego enfocarse en mirar la gaza que tengo puesta en mi frente.

 

- Estás herida... - Me dice al mirar la herida y tocarme un poco por la zona.

 

- Estoy bien. - Le respondo en un susurro.

 

- Yo le limpié la herida lo mejor que pude con lo que tengo aquí, pero creo que va a necesitar puntos. En cuanto pueda, debe ir a un servicio de urgencias para cerrarla y para que no se vaya a infectar que eso es lo que más me preocupa. - Comenta Renata.

 

- Qué pasó?, por qué no me esperaste como habíamos quedado para venirnos juntos?. - Me pregunta Christofer serio y algo enojado.

 

- Cómo me preguntas eso y me reprochas, si tú anoche por medio de un mensaje de texto me cancelaste. - Le respondo muy seria mientras veo que Renata nos deja a solas.

 

- Yo no te envié ningún mensaje de texto para cancelarte Stefania...

 

- Pues si... de tú número de teléfono me llegó un mensaje donde me decías que te disculpara, que no podías acompañarme como habíamos quedado, que algo había ocurrido que te impedía venir y que ya me contarías después lo que había sucedido. En cuanto recupere mi celular o la información de este, te muestro el mensaje. - Le digo algo enojada.

 

- Maldición... tuvo que ser durante el tiempo que no pude encontrar mi celular anoche después de que hablé contigo, alguien lo tuvo que haber cogido y haberte enviado el mensaje haciéndose pasar por mí, para evitar que nos viniéramos juntos como lo teníamos planeado.

 

- Piensas que alguien está tratando de impedir que vayamos a la construcción?. - Le pregunto algo sorprendida por lo que acaba de decir.

 

- Creo que se trata más de impedir que estuvieras conmigo y creo saber quién fue... - Comenta, pero creo que en la última parte habla para sí mismo.

 

Guardo silencio y pienso que hay algo raro en todo esto, porque estoy casi segura de que el auto en la carretera quiso atropellarme y que no fue alguna pérdida de control de este porque el conductor no me auxilio y nunca escuche que hubiera intentado frenar o que hubiera derrapado en el asfalto, pero eso sería algo de lo que me ocuparía en averiguar con Max.