Gonzalo se levant�� y camin�� detr��s de Cristina. Baj�� la cabeza a su o��do, oliendo el aroma crujiente y medicinal de su cuerpo.
��Creo que no asesinar��as a su propio marido ��Gonzalo dijo.
Se inclin�� demasiado, por eso, su c��lido aliento roci�� justo la oreja de Cristina.
Este era un punto sensible para ella.
��No defraudar�� a Sr. Navarro ��Cristina le contest��.
Gonzalo cre��a que era tan bonito al mirar su peque?o movimiento.
Esta mujer que anoche era salvaje y alocada pero hoy se ve��a linda y suave.
Realmente le gustan todas partes de ella.
Cristina volvi�� siendo sostenido en los brazos de Gonzalo y durmiendo esa noche.
Como una gata, permitiendo que Gonzalo hac��a todo lo que quer��a.
***
A la ma?ana siguiente, Cristina se separ�� del abrazo de Gonzalo y sali�� a hacer ejercicio.
Escuela de Medicina no solo ten��a conocimientos m��dicos, sino tambi��n de veneno y ense?aba antiguas artes marciales.