Al día siguiente, Cristina se despertó por el sonido de una conversación en el exterior.
—Son las diez y Srta.Cristina aún no ha salido, ?la ha matado él?
—No lo sé, anoche hubo mucho revuelo en la habitación y luego no se oyó nada. Hubo un silencio espantoso.
—Cuando él se volvió loco antes, golpeó a la gente hasta la muerte. Srta.Cristina probablemente no pudo escapar y murió.
Marcos se acercó a rega?ar:
—?De qué estás hablando aquí, no quieres trabajar más?
Los sirvientes se dispersaron.
Marcos miró la puerta bien cerrada de la habitación, estaba lleno de ansiedad pero no se atrevió a llamar a la puerta.
Bajó a ver a Don Navarro y le preguntó:
—?Debo llamar a la puerta?
El rostro de Don Navarro era sombrío y serio:
—No, confío en mi nieto.
Anoche había oído el estruendo y el ruido en la habitación y quiso acercarse a detenerlo para que Cristina no se hiciera da?o.
Pero se rindió al final.
Ella era la última esperanza de Gonzalo.