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Prologo "AQUELARRE"

Un hombre joven de 18 años estaba sentado en su cama, en pocos días cumpliría años, el se llamaba Hernán Il Rosso, con ascendencia del norte de Italia, aunque no sabia bien de donde, ya que sus bisabuelos habían venido cuando recién se habían casado a la edad de 17 años, había pasado de eso 102 años, así que lo único de italiano que tenia era el apellido.

Era principios del años 2020, y recién comenzaba a extenderse una pandemia que puso en alerta a todos los gobiernos del mundo, obligando a que todos se distanciaran por el bien de la salud, la virtualidad se convirtiera en el modus operandi de la educación y el trabajo, muchos jóvenes se habían frustrado, debido al estrés producido por ese abrupto cambio en la sociedad, Hernán era uno de ellos, sus padres Juan y Laura le reprochaban el haber dejado los estudios y ni siquiera haber concluido la secundaria.

Sus días eran realmente aburridos, el estaba hundido en la monotonía, se levantaba a cualquier hora, comía y se sentaba a navegar por internet hasta la noche, donde se dormía y repetía el proceso, sus padres todos los días lo retaban, le decían que no podía seguir así y que tenia que cambiar, y sino estudiaba que por lo menos busque trabajo; Hernán intentaba hacer oídos sordos, hasta que un día todo cambio.

18/02/2020 Martes 13:23 PM

-¡Hernán, ya estoy harto de que vivas así y que no hagas nada, que yo me tenga que romper el lomo para darle lo que necesite a la familia y vos seas como una larva!- grito Juan que desprendía olor a alcohol, acababa de volver de su trabajo como albañil donde le dijeron después de enterarse que su sueldo se reduciría a la mitad.

-¡Basta querido, no es forma de decir las cosas!- Laura dijo, tratando de alejar a su esposo de su hijo.

-Cállate, que vos no haces nada, también todo el día en la casa- diciendo esto Juan tiro a Laura al suelo, y se acerco hacia Hernán.

-Para un poco, no te acerques por favor- Hernán grito asustado, se cubrió la cabeza entre sus brazos, rindiéndose ante el monstruo que tenia delante.

Solo eran las 14 PM. cuando Juan pateo a Hernán fuera de su casa luego de molerlo a trompadas y patadas; Por suerte para Hernán, que tenia un gran físico, midiendo 1 metro 88 centímetros, aguanto la golpiza de su padre, que en términos de físico no era la gran cosa, pero desde que Hernán era pequeño sufrió golpizas e insultos de parte de su padre, generándole un terror e impotencia hacia su padre, por lo que cuando el escuchaba gritar a su padre o lo veía acercarse el se congelaba del miedo, también fue en parte por eso como termino siendo un NINI encerrado en su casa.

Hernán estaba acurrucado en la vereda en frente de su casa, todo moreteado con varias heridas que sangraban, las calles estaban vacías producto de la pandemia, por lo que a Hernán solo le quedo levantarse y mientras se alejaba de su casa, vagar sin rumbo por las calles.

Era de noche cuando Hernán entro a caminar en el Bosque de La Plata.

-(Siento que me están observando, el bosque de noche se ve y se siente muy tétrico, ni siquiera vi un alma en las calles de la ciudad, parece el apocalipsis)- pensó Hernán mientras se sentaba en un banco al lado del lago, en la parte que estaba cerca de la cascada.

Paso el tiempo rápidamente y Hernán se quedo dormido en el banco, unas figuras que estaban esperando en las sombras al darse cuenta de que se quedo, dormido se acercaron, lo ataron con sogas y lo llevaron dentro de la cueva de la cascada, allí Hernán abrió los ojos.

-¿Quienes son ustedes?, ¿Qué mierda hacen?, la puta que los pario- Hernán gritaba y se movía tratando de liberarse de las sogas.

-Cállate, vamos a hacer un pequeño ritual, y ya que estabas cerca aprovechamos para conseguir un mejor ingrediente- dijo una de las dos figuras con voz avejentada y con tono femenino, miro a la otra persona y le dijo -Amordázalo, que no grite.-

La persona de gran tamaño en silencio hizo caso a la vieja bruja, encintándole la boca a Hernán, luego se quedo en una esquina usando su celular, mientras esto sucedía, la vieja preparaba las cosas para el ritual, entre ellas puso a hervir agua en una bañera que trajeron, Hernán solo podía observar mientras todo sucedía; una vez que terminaron de preparar el ritual, desnudaron a Hernán, lo lavaron con un agua helada que tenia un olor extraño, mientras estas 2 personas encapuchadas murmuraban canticos extraños, Hernán estaba muy asustado, y temblaba de frio, aunque era febrero en Argentina, era una noche fría y luego de ser bañado en agua helada mientras estaba desnudo le afecto.

En un momento, la vieja lo pinto con una mescla de sangre de animales, dibujándole marcas extrañas que a los ojos de Hernán no tenían sentido, le dieron de tomar un liquido que no se sabia que era, de un sabor, tan asqueroso que Hernán vomito, ensuciándose todo.

-¡NO!, mierda, ahora tenemos que empezar de nuevo- la vieja grito, mientras golpeaba a Hernán en el estomago.

Hernán para este momento estaba muy mareado y no entendía nada, las voces de las personas encapuchadas se iban haciendo cada vez mas lejos, hasta que se fue dando cuenta que perdía sus sentidos, luego de perder la audición, perdió el sentido del tacto, los golpes que le daban ya no se sentían, su visión se fue nublando, al punto de que solo veía oscuridad, los olores extraños que se juntaban en la cueva ya no los podía percibir; ya para este momento no sabia si perdió el gusto, pero lo supuso, solo sentía como si estuviese flotando, lo único que funcionaba en el eran sus pensamientos, no sabia que pasaba, si había muerto o estaba inconsciente.

Susto, enojo, eran los sentimientos que tenia Hernán, incluso deseo que todo esto terminara, incluso su vida, después de sufrir todo lo que había pasado y todo lo que no pudo vivir, además de que nadie lo extrañaría si desapareciese, sus madre seria la única que tendría algún sentimiento de perdida, que se le iría pronto por que ella después de tantas golpizas de Juan, tenia problemas de memoria, además de convertirse en adicta a medicamentos extraños que no permitían que este consiente gran parte del día, Hernán era como polvo en una casa abandonada, o un pedazo de basura en un basurero.