40 No podemos vernos

De un día para otro, las cosas volvieron a dar un giro repentino y radical, pero solo se podía seguir el curso de las cosas.

La mañana siguiente, Lourie fue a despertarla, le ayudó a prepararse y cuando estuvo lista, Tom tocó la puerta.

-Buenos días, Señorita Alhelí- Entró con una bandeja de comida.

-Buenos días- Dijo con emoción Lourie.

-Buenos días Tom-

-Esto es para usted, espero que lo disfrute. Hace mucho tiempo que no cocino-

-Crei que no había cocina...-

-No, no la hay. Pero de eso ya me encargué yo-

-Espero que no tengas problemas por mi...-

-Usted solo preocúpese por comer, y dese prisa, señorita, debemos llegar a tiempo al campus-

-Primero, ¿podrías dejar de decirme "señorita"?- Le hizo una mueca.

-Esta bien, trataré-

-Y segundo, ¿Tú irás a dejarme?-

-En efecto, yo seré su chófer, y estoy a su disposición en cualquier cosa-

-Asi que has vuelto a ser un... ¿Sirviente?-

-Mmm... Quizá. Pero no piense mucho en eso, para mí es un honor servirle a usted-

-Bueno, que acabo de pedirte...? Solo dime Alhelí. Es lo único que necesito- Dijo mientras se metía un pedazo de pan a la boca.

Tom rió por verla con las mejillas infladas, Lourie le preparó la mochila y después bajaron a la entrada, Víctor estaba ahí.

-Buenos días, hija- Alhelí no respondió. -Mi paciencia tiene límites, Alhelí- Intentó acercarse pero ella lo ignoró.

-Tom, ¿Nos vamos?- Tom abrió los ojos como platos, estaba en el medio de padre e hija.

-Ah.. yo.. mm...mm..- Sus palabras fueron cortadas.

-Vayanse, después arreglaré cuentas con ella- Tomó de los hombros a Lourie, lo cuál llamo la atención de Alhelí.

-Vuelvo a las 2:00- Murmuró dirigiéndose a Víctor.

-Asi me gusta...- Dijo sonriendo mientras acariciaba los rizos de la niña.

Salieron de ahí, aún iban con tiempo así que Tom no se apresuró.

-Se... Perdón, Alhelí, debes aprender a comportarte con él, se que no es fácil pero...-

-Podemos no hablar de eso, ahorita lo que menos quiero es pensar en él- Suspiró. -¿Lourie, estará bien?-

-Si. No te preocupes, él salió de la casa justo cuando nosotros nos subimos al auto, la niña está sola. Y eso no es nada nuevo para ella...-

-Juh... Lo sé-

Pasaron unos minutos en silencio, Tom no dejó de verla por el espejo del retrovisor, ella llevaba una mirada perdida en el sol de la mañana, tenía la esperanza de ver a Drogo, de abrazarlo, besarlo y si era posible estar con él sin importar si debía ser en el campus, pero unas simples palabras la hicieron salir de sus pensamientos.

-Mm... Debo advertirte sobre algo...- Ella lo miró confundida. -Víctor te estará vigilando, él tendrá a alguien en la Universidad para que te supervise- Ella negó con la cabeza.

-Solo esto me faltaba- Susurró.

-Lo siento Alhelí, pero si puedes evitar hablarle a los jóvenes Bartholly, mejor. Sobre todo al joven Drogo...- Estaba cansada de llorar y oponerse, y al menos Tom era alguien en quien sentía que si podía confiar.

-Lo entiendo- Murmuró.

Se despidió de él y entró al pasillo de los casilleros, miró a lo lejos a Peter, que la saludó con la mano, éste también le hizo seña a Drogo de que ella había llegado e inmediatamente Drogo volvió a verla, ella hizo un movimiento con su cabeza de un lado a otro para que supieran que no debían acercarse, Drogo no le iba hacer caso pero Peter lo detuvo, los ojos de ella reflejaban miedo y tristeza, los dejó de ver y se metió a su aula.

Toda la mañana la pasó distante, aprovecho para ir a los baños y quedar completamente sola, saco de un espacio escondido en su mochila, que nisiquiera Lourie conocía, la carta que Drogo le había puesto en la maleta, iba a leerla cuando tocaron la puerta del sanitario en donde ella estaba.

-Esta ocupado- Gritó, volvieron a tocar. -Dije que está ocupado- Volvió a decir.

Luego escucho un fuerte sonido contra el suelo y vio que dos manos se aferraron a la puerta por la parte de arriba, y sin darse cuenta Drogo estuvo delante de ella en un segundo.

-¿Qué... Qué haces aquí? -

-No iba a esperar más tiempo-

La levanto del suelo, ella lo rodeó con sus piernas en la cintura, se besaron como sino hubiera un mañana, él empezó a descender hacia su cuello, llenandola de besos y caricias, le provocaba gemidos de placer, ella podía sentir su erección en su entrepierna pero con mucha fuerza de voluntad hizo que la viera a los ojos.

-Me... me están... vigilando- Dijo jadeante.

-Lo sé, no esperábamos menos de Víctor. Pero él no me va a alejar de ti- Le lamió los labios mordiendoselos. -No puedo, no puedo verte y no tocarte...- Le puso las manos en su trasero. -Y no sentirte...- Apretó su pecho contra el de ella.

Con cada movimiento que él hacía un gemido salía de los labios de ella, y eso solo era incentivarlo más para que siguiera.

-Dro... Drogo...- Él sonrió.

-¿Si mi amor?-

-Debemos.. parar-

-¿Eso es lo que quieres? -

-Jeje, sabes que no... Pero no es el momento ni el lugar- Su respiración se reguló.

La puso de nuevo en el suelo, y la siguió besando con insistencia.

-Estaba a punto de leer tú carta- La recogió del suelo.

-Ya me tienes aquí, no hace falta-

-Aun así quiero verla- La abrió y extendió la hoja.

La leyó mientras él la tenía acorralada con sus brazos, le daba pequeños besos y mordidas en el cuello, mientras ella analizaba y retenía en su mente cada palabra escrita por él.

Era un dulce poema del amor que sobrepasa aún a los muertos, un amor que solo lo podían sentir aquellos que creían no tener un motivo de vida. ¿Porqué? Por qué el amor era ese motivo de vida, y el objeto de su amor lo que completaba toda su existencia.

Ella guardó cada palabra en su corazón, sus ojos irradiaban alegría, toda la tristeza y amargura había desaparecido, aún si fuese solo por un momento, quería saborear esos minutos con él, no importaba si estaban en el baño de mujeres, ese momento era hermoso por el simple hecho de estar unidos, como uno solo.

-No podemos vernos- Dijo ella con lágrimas en sus ojos.

-No me importa. No me voy a alejar de ti, así tengamos que vernos a escondidas, no voy a dejarte- Le levantó el mentón y le dio un dulce beso. -Antes que lo olvide, Nicolae quería que te dijera que no debes fiarte de nadie, probablemente el único en el que podemos confiar es en Tom, pero aún así con precaución, ¿De acuerdo?- Ella asintió y se lanzó contra él.

Sus lenguas se unieron con amor y deseo, sus cuerpos estaban tan pegados que no se sabía dónde empezaba uno y terminaba el otro, no querían detenerse, no podían hacerlo, ya no tenían ellos el control, les costó separarse hasta que sonó la campana para entrar a clases de nuevo.

Salieron del sanitario muy a su pesar, ella se humedeció el rostro un poco para bajar su temperatura, él la abrazó tiernamente.

-En cualquier momento puedo aparecerme, así que debes estar al pendiente- Ella asintió. -Oh, y otra cosa. Mucho cuidado con quien se te acerca- Le dijo cerca del oído.

Ella sonrió con nerviosismo y puso una mano de él en su pecho, sobre el fuerte latido de su corazón.

-No lo olvides, soy tuya- Le dio el último beso, y él salió primero.

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