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ch 6

The Crownlands 297 A.C

La noche ya había caído en Westeros y en un lugar muy cerca de la rivera del rio sin nombre que surgía desde el ojo de Dioses, se podía ver un pequeño campamento con cuatro tiendas de campaña rodeando una fogata. En dicho campamento se podía ver a cuatro personas, tres de ellas estaban entrenado, dos practicaban los movimientos más básicos de la lucha con espadas, mientras que el tercero practicaba movimientos un poco más avanzados.

Tras unos cuantos movimientos, el que practicaba las formas más avanzadas de combate, dejó de hacerlo y se acercó a la cuarta persona, la cual miraba con ojo crítico como entrenaban los dos otros. Cuando vio que ya habían terminado, les hizo comenzar a entrenar entre sí. Cuando ambos iniciaron, uno de ellos, el más pequeño en estatura comenzó a moverse más que el otro, el cual parecía casi estar pegado al suelo. Luego de unos pocos minutos entrenando, la cuarta figura se levantó y al caminar por el fuego, se pudo ver que era Jon.

"Ya es suficiente por hoy, chicos." Dijo Jon al acercarse a ambos jóvenes.

"Gracias a los siete, Jon. No sé cómo los nobles se acostumbran a esto." Dijo uno de los jóvenes, el cual era el más grande de los dos que estaban entrenando. El joven era un año mayor que Jon, pero ambos eran de la misma estatura. Su cabello era castaño y tenía los ojos marrones. Su cuello era grueso y vestía una túnica marrón claro con pantalones negros, ambos hechos de lino. Sus piernas calzaban un par de botas de cuero negro.

"Es más sencillo porque entrenan desde que son niño, Grenn." Dijo Jon al joven llamado Grenn.

Jon conoció a Grenn mientras cabalgaba por una granja en Riverlands. Cuando lo encontró el joven se había estado peleando con un granjero cercano, el cual había sido el padre de la chica con quien Grenn había querido casarse, pero lamentablemente eso no pudo ser posible debido a que el padre de la chica la había entregado a un mercader para que se casaran. Si bien la historia de desamor del joven sonaba mal, fue lo que se enteró después lo que causó aquella pelea, pues la caravana del nuevo esposo de la chica había sido atacada y la chica había sido asesinada luego de ser violada por los bandidos.

Tras aquello, Grenn había estado decidiendo unirse a la guardia nocturna o al menos eso es lo que dijo en la granja en la que se había criado. Ya que si, el joven Grenn era un huérfano que fue abandonado en una granja cuando era niño. Mientras iba a la pared, en su camino se topó con algunos bandidos, los cuales intentaron matarlo al ver que este no tenía dinero. Para fortuna del joven, Jon había estado cerca y pudo salvarle la vida, tras aquello, Grenn decidió molestar a Jon para que lo entrene, pues según él estaba fascinado con la forma en que Jon luchaba. Si bien en un principio Jon se negó, el joven fue muy persistente y comenzó a seguir a Jon. Al final, luego de tres días molestando, Jon aceptó.

Tras eso, Jon le compró un caballo y un poco de ropa para comenzar a viajar más rápidamente. Mientras ambos viajaban, se toparon con una caravana de mimos, la cual parecía haber sido atacada por bandidos. Al ver aquel paraje, tanto Jon como Grenn pensaron que no había habido sobrevivientes, pero se llevaron una gran sorpresa al ver a dos personas huir de los supuestos bandidos. Los bandidos que habían atacado la caravana eran muy parecidos a los «salvajes» que Jon había visto más allá del muro.

Al ver a los pocos sobrevivientes huir por sus vidas, Jon espoleó su caballo y con mucha facilidad logró asesinar a los que los perseguían. Tras aquello, Jon se presentó y Grenn siguió su ejemplo, fue gracias a eso que ambos supieron que a quienes Jon salvó se llamaban Eddison Tollet, un noble del Valle de Arryn. El otro joven se llamaba Pypar y era el único sobreviviente del grupo de mimos, mientras que Eddison era alguien que había decidido tomar el negro, pero luego de aquella experiencia decidió quedarse con Jon. Pypar también dijo que quería ir con Jon, a lo que el joven bastardo decidió aceptar, pues con ellos dos ya solo le faltaba una persona para tener la tripulación necesaria para poder usar su barco.

'Aunque también los acepte porque mis instintos me dijeron que debía de hacerlo.' Pensó Jon al ver como Pypar, quien había dio que lo llamen Pyp le daba un golpe juguetón a Grenn en el brazo.

"Vez, te dije que Jon diría algo como eso." Dijo Pyp con voz divertida, pues él le había mencionado a su compañero de viaje que los nobles entrenaban desde niños y por eso podían luchar tan bien. El joven Pypar era alguien de la edad de Jon, tenía el cabello negro y los ojos marrones oscuros. Su estatura era baja, pero su mayor característica eran sus grandes orejas. El vestía actualmente una túnica verde oscuro con pantalones marrones y zapatos de cuero de una sola pieza.

Grenn solo miró al pequeño y decidió no responderle. Luego posó su vista en Jon y decidió preguntar algo.

"Jon, ¿Qué tal lo hemos hecho esta vez?" preguntó el joven, pues tenía curiosidad por saber cuánto había mejorado desde que inició su entrenamiento hace un par de semanas.

"Han mejorado los movimientos con la espada, ya no son tan bruscos, ahora son más sutiles y cuando luchen de seguro los cortes que hagan serán profundos." Dijo Jon viendo como una sonrisa se formaba en los rostros de Grenn y Pyp, quienes chocaron los puños.

"Vez, Grenn. Te dije que habíamos mejorado." Dijo Pyp con alegría.

"Je, je. Si Pyp, me lo dijiste." Dijo Grenn con la misma sonrisa que su compañero.

Jon también puso una sonrisa, pero luego decidió cortarles las alegrías a ambos.

"Lo han hecho bien, pero siguen fallando en algunos lugares. Por ejemplo, Grenn, sigues quedándote quieto y eso te hace vulnerable en una batalla. Tienes que comenzar a moverte más, así podrás mantener una distancia de seguridad con la cual poder estar a salvo de ataques enemigos. Ahora, Pyp, tú eres todo lo contrario a Grenn, te mueves mucho. Si sigues así, el enemigo solo tendrá que extender su arma y tu solo te empalaras en ella." dijo Jon señalando a cada uno de ellos mientras hablaba.

Las palabras de Jon hicieron que la alegría de ambos jóvenes se esfumara.

"Tranquilos, sus fallas son errores comunes. Pero es algo que la practica logrará quitar. Aunque, sus habilidades han aumentado mucho pese a que solo llevan poco más de una semana entrenando. Si siguen así lograran luchar como lo hacen los hombres de armas de las casas nobles en pocas semanas de instrucción."

Las palabras de Jon les levantaron los ánimos a ambos jóvenes, quienes volvieron a sonreír.

"Eso es bueno, ya quiero luchar como se debe." Dijo Grenn, quien luego miró al otro lado del fuego y vio a su otro compañero de viaje. "¿Y cómo lo está haciendo el noble de nuestro pequeño grupo?"

Tras esas palabras, Jon giró la cabeza y miró a Eddison Tollet. El hijo de la casa Tollet era el mayor de grupo y a pesar de que su edad no era mayor a la de veinte años, su apariencia parecía algo mayor. Eso se debía a que él tenía varias canas en su cabello, a la par que era alguien delgado. El vestía un jubón simple con la heráldica de la casa Tollet en él, además, llevaba pantalones grises y botas de cuero negro.

"Edd lo está haciendo bien." Dijo Jon, quien luego tuvo una idea para hace que los otros dos se esfuercen más. "Después de todo él es el mejor de los tres de ustedes y les lleva mucha ventaja."

"Hurra… soy el mejor…" dijo Eddison con voz plana y sin verdadera emoción. Esa era una de las peculiaridades de Eddison, el habla con total desgana y decía palabras con humor seco. Aunque también solía decir palabras que reflejaban el pesimismo con la vida que sentía.

El escuchar como hablaba Eddison, sumando con las palabras de Jon, hicieron encender los ánimos competitivos de los dos jóvenes, quienes miraron a Eddison y comenzaron a jurar que lo superarían.

Jon solo vio a sus compañeros de viaje y soltó una risa divertida. Volviéndose a sentar, comenzó a acariciar la cabeza de su lobo huargo, el cual había estado descansando tranquilamente junto a su dueño mientras este miraba a sus compañeros de viaje discutir.

King's Landing 297 A.C

La bulliciosa ciudad capital de Westeros era algo que ninguno de los cuatro jóvenes que viajaban juntos hubiesen visto en sus vidas. La gran ciudad era casi un rectángulo, la cual estaba defendida por muros altos. Y según Pyp, quien ya había estado aquí, esta ciudad estaba llena de mansiones, graneros, cientos de muelles en el puerto, entre otras cosas más.

'Esos muros son muy altos, pero no creo que puedan soportar mucho contra los hechizos que Edzard podía usar.' Pensó Jon mientras atravesaba la puerta que conectaba el camino por el que había viajado con la ciudad. La puerta era amplia y junto a él estaban sus compañeros, junto con Fantasma, quien llamaba la atención de varios de los que los miraban. Por fortuna el lobo aún era pequeño y podía pasar desapercibido, pues muchos podrían confundirlo con un perro.

"Esta ciudad apesta a mierda." Dijo Eddison mientras se llevaba una mano a la nariz para tapársela.

"Edd tiene razón." Dijo Pyp haciendo lo mismo que su amigo, siendo imitado por Grenn.

'Piensa en el olor a pinos y a lluvia recién caída…' pensó Jon, quien, al tener los sentidos más agudos que ellos estaba pasando por el infierno, pero lograba mantener la calma gracias al entrenamiento que había recibido. Ya que, él sabía que, si no fuese por eso, estaría vomitando sin parar.

Luego de atravesar la puerta, el grupo se dirigió a unos establos, lugar donde Jon compró dos caballos más, uno para Pyp y otro para Edd.

'Tuvimos mala suerte y no logramos encontrar a alguien que venda caballos desde que los encontramos, por lo que tuvimos que viajar a pie todo el camino hasta aquí.' Pensó Jon mientras pagaba los ocho dragones que le habían costado los caballos. 'Con esto podremos avanzar más rápido, a la vez que Grenn y Pyp comenzaran a aprender a luchar a caballo.'

"Wow. Es la primera vez que tengo un caballo propio, gracias Jon." dijo Pyp con alegría mientras se sentaba en su silla de montar.

"Si, gracias, Jon. ahora solo contare los días hasta que este caballo me tire de la silla." Dijo Edd mientras se montaba en su caballo.

Jon miró a ambos y solo sonrió mientras negaba con la cabeza. Tras subir a su caballo con un rápido movimiento, comenzó a cabalgar hacia el sur, siendo seguido por sus compañeros.

La noche ya había caído sobre King's Landing, haciendo que la vida nocturna de la ciudad cobrase vida. Cientos de personas caminaban por las calles, comiendo las golosinas que se vendían en los puestos nocturnos, viendo a mimos y otro tipo de espectáculos nocturnos hacer sus obras. Aunque, también había personas que visitaban la Calle de la Seda, buscando algunos placeres nocturnos. Sin embargo, Jon no era uno de ellos, pues se encontraba descansando en una habitación de una posada. Él se encontraba solo, pues tanto Grenn como Pyp y Edd estaban visitando un burdel cercano.

'Si no hubiese vendido esas gemas solo tendría veinte dragones de oro y varias piezas de plata y cobre. Por fortuna esa venta me dio mucho dinero y no gaste mucho en las armaduras genéricas de cota de malla con grebas, guanteletes, gorjales, hombreras y cascos que les compre a Grenn, Pyp y Edd. Es decir, solo gaste cuatro dragones de oro por esas armaduras. Si bien parecen simples, se nota que quien las hizo sabía hacer bien su trabajo.' Pensó Jon mientras comenzaba a levantarse, pues escuchó que alguien se acercaba a su puerta y por el sonido de las pisadas, era un niño. Así que, caminando hacia la puerta, vio como una pequeña nota se deslizaba por la base de su puerta.

"¿Una nota?" se preguntó Jon mientras se agachaba y la agarraba. Cuando la leyó supo que estaba en la mira de alguien, pues la nota mencionaba algo que solo él sabía.

Ve a la posada que está cerca de la Flea Botton,

Cuando llegues alquila el desván.

No intentes escapar, o todo King's Landing sabrá que el bastardo del guardián del Norte está en la ciudad.

Un amigo.

Tras leer aquella nota, Jon se enojó lo suficiente como para destrozar la nota con una bola de fuego que creó en su mano. Tomando una capa negra de su bolsa encantada, salió del lugar, no sin antes dejar a Fantasma allí, cuidando el lugar y esperando a sus compañeros, aunque Jon dudaba que llegaran hasta el dia siguiente.

Cuando estuvo en la calle, Jon comenzó a caminar hacia donde mencionaba la nota que debía de ir. Para lograr llegar a ese lugar, caminó preguntando cada cierto a un transeúnte a donde ir. Así que, luego de varios minutos caminando, al fin llegó al lugar mencionado en la nota.

Luego de entrar, Jon vio que era una posada típica con varias mesas, las cuales tenían algunas personas allí, bebiendo y riendo. Sin prestarles atención, comenzó a caminar hacia la barra donde estaba el posadero.

"Buenas, quisiera alquilar el desván." Dijo Jon cuando se acercó a la barra.

El posadero, un hombre de unos cincuenta años, vestido con ropas simples y sin nada de cabello en su cabeza levantó la mirada y mirando a Jon, asintió y comenzó a guiarlo hacia el desván. Cuando llegaron, el posadero dejó a Jon solo y regresó a su barra a seguir atendiendo a sus clientes.

Jon vio la puerta del desván y cerrando los ojos, usó sus agudos sentidos para descubrir quien estaba allí dentro. Sus sentidos le permitieron saber que allí solo había una persona. Sabiendo que solo había una persona allí dentro, Jon ingresó a la sala.

El hombre que lo esperaba dentro era un hombre de varios años, el cual tenía un cabello largo y enmarañado con una barba larga igual de descuidada que su cabello. Tenía una ligera peste similar a la de las cloacas de esta pútrida ciudad. Pero pese a ese olor, Jon logró detectar el sutil olor de perfume y polvos que usaban algunas damas como maquillaje.

'Ese es un disfraz y uno muy bueno. De no ser por mis sentidos mejorados no podría saber que este hombre no es quien dice ser.' Pensó Jon mientras se acercaba a la mesa donde en una silla estaba sentada ese hombre.

"Vaya, pero si no es el bastardo de Winterfell." Dijo el hombre con voz gruesa, haciendo énfasis en la palabra bastardo.

'Hacer enojar a alguien ni bien lo conoces, intento típico para medir las reacciones de otros.' Pensó Jon mientras tomaba la silla que estaba frente a él y se sentaba cómodamente allí.

"No te he dicho que te sientes." Dijo el hombre al ver a Jon sentarse.

"No necesito tu permiso para hacer lo que quiera." Dijo Jon de manera mordaz, para luego poner una sonrisa burlesca. "Además, para qué tienes una segunda silla, sino es para hacer que tu inviado se siente en ella."

El hombre se quedó allí mirando a Jon unos momentos y luego soltó una estruendosa carcajada.

"¡Ja, ja, ja!" reía divertido el hombre. "Se nota que tu sangre dorniense te hace diferente a tu padre."

Jon frunció el ceño ligeramente al entender el sutil insulto hacia su padre. Así que, decidiendo ponerle fin a lo que sea que intentase este sujeto, comenzó a soltar su instinto asesino. Esto era una forma de intimación que aprendió de Edzard, la cual le permitía hacer sentir a alguien tan incomodo que había muchas posibilidades de que se fuera corriendo de miedo. Y parecía que funcionaba, pues la sonrisa burlesca que había en el rostro del sujeto tras burlarse de su padre se había esfumado y ahora se podía ver cómo un poco de sudor se formaba en su frente.

El hombre se llevó una mano al cuello de su jubón y comenzó a jalárselo con un poco de incomodidad.

"Entonces, ¿para qué me has invitado aquí?" preguntó Jon, dejando de emitir su instinto asesino.

El hombre pareció calmarse y soltando un suspiro comenzó a responderle a Jon.

"Solo sentía curiosidad por saber la razón por la que el legendario hijo de Lord Stark estaba tan al sur de las tierras de su padre."

Jon frunció el ceño, pues vio que el hombre no mentía.

"Solo estoy cumpliendo la promesa que le hice a una persona." Respondió Jon de mamera simple, para de esa forma mantener oculto el verdadero propósito de su viaje.

"Ya veo. Supongo que esa persona debió de ser muy importante para ti como para no volver al hogar de tu familia luego de varios años." Dijo el hombre para luego poner un semblante triste. "Supongo que el buen Gurdián del Norte no sabrá que el hijo que supuestamente cree muerto esta más vivo que nunca."

"Parece que estas muy interesado en mi vida." dijo Jon mientras no dejaba de mirar al hombre. "¿Por qué será…?"

"Solo soy un hombre que sirve a reino y que se preocupa que el mejor amigo de su gracia Robert Baratheon pueda morir de depresión." Dijo el hombre haciendo énfasis en la frase morir de depresión.

Al escuchar aquello, Jon solo sonrió de manera lobuna. "¿Morir de depresión? Ja, ja, ja. No creo que mi padre muera por eso. Él es más fuerte de lo que parece."

"Entonces, ¿me dirás que planeas hacer con tu vida, Jon Snow?" preguntó el hombre.

"Solo lo que todo joven sueña con hacer, viajar y ganar gloria eterna." Respondió Jon con una sonrisa enigmática.

El hombre miró extrañado a Jon, para luego comenzar a hacerle más preguntas, tales como: ¿Dónde estuvo todo este tiempo? ¿Quién era la persona a la que estaba cumpliendo una promesa? Y más cosas así.

Jon respondió a todas esas preguntas con medias verdades o con mentiras completas. Además, todas sus respuestas tenían el mismo objetivo, alejarlo de la verdad. Y así estuvo durante un rato hasta que el hombre pareció aburrirse del interrogatorio y se levantó. Tras despedirse, se fue del lugar.

Cuando Jon sintió que estaba completamente solo, se levantó del lugar y se fue de allí. Mientras regresaba a su posada, pasó por la infame calle de la seda. Mientras caminaba por allí, varias de las mujeres del lugar le comenzaron a ofrecerle entrar en sus establecimientos. Si bien él no pensaba entrar a uno, la reunión con ese sujeto lo había dejado con un poco de mal humor. Por lo que decidiendo divertirse un rato, se detuvo frente a uno de ellos, el cual tenía una lampara ornamentada de metal dorado con cristal escarlata. Viendo aquella entrada, decidió divertirse un rato para quitarse el mal humor que le había dejado el hablar con ese sujeto.

Lo primero de lo que se percató al ingresar fue que el aire olía raro, casi como si fuese una mezcla de varias especias exóticas. Luego miró al suelo y vio un mosaico con algunas mujeres haciendo el amor. Tras eso comenzó a caminar por la sala común, viendo a varias personas, con apariencia de tener mucho dinero, llevarse algunas mujeres a algunas habitaciones. Sin prestarles atención alguna, Jon siguió caminado hasta que llegó a donde se suponía que debería de estar la dueña del lugar.

"Bueno, pero mira que tenemos aquí." Dijo la mujer con voz suave, mirando a Jon. La mujer era alta y esbelta, con una piel de un color que Jon nunca había visto en alguien más. Además, ella hablaba con un acento desconocido para el joven bastardo. "¿Estas perdido, niño?"

Jon miró desconcertado a la mujer cuando le llamó niño.

"¿Por qué cree que estoy perdido?" preguntó Jon.

"Porque no hay otra razón por la que alguien tan joven estuviera aquí… ¿o tal vez buscas trabajo?" Preguntó la mujer con una sonrisa suave en su rostro.

Jon la miró y parpadeó confundido, pero luego soltó una suave carcajada.

"Ja, ja, ja." rio divertido Jon por lo que insinuaba la mujer. "No, mi bella dama. No estoy aquí por trabajo. Solo quiero pasar un buen rato"

La mujer lo miró con diversión.

"Parece que te has equivocado de lugar. No parece que tengas el dinero para una de mis chicas." Dijo la mujer, pues pensaba que Jon no tendría el dinero suficiente como para pagar por una de sus chicas, ya que no vestía ninguna ropa de calidad o muy costosa.

Jon sonrió con diversión, pues sabía que ella pensaba que él era pobre. Por lo que, metiendo su mano en su bolsa mágica, sacó veinte dragones de oro. Tras ponerlos en la mesa, los ojos de la mujer se abrieron con sorpresa.

"No debería de juzgar la riqueza de un hombre solo por su apariencia, mi bella dama."

La mujer miró las monedas y sonriendo le hizo un gesto a una chica, la cual se acercó. La dueña le dijo algo al oído y la chica salió de allí y regresó con dos chicas.

Las dos chicas eran hermosas y muy diferentes entre sí. La primera era alta y tenía el mismo color de piel que la dueña del local. La segunda, tenía la piel blanca como porcelana, cabello rubio y ojos verdes.

"Estas chicas son Alayaya y Marei. Son dos de las mejores que hay en el burdel. Por el precio que has pagado, puedes tener a una por un rato." Dijo la dueña mirando a Jon.

Jon miró a ambas mujeres y comenzó a sentir su sangre bombearse con más fuerza por su cuerpo. Poniendo una sonrisa lobuna bajo su capucha, Jon metió la mano a su bolsillo y sacó un lingote de oro de un kilo. La acción de Jon asombro a las cuatro mujeres que lo miraban. Esa reacción hizo que Jon pensase con diversión algo. '«Trasmutación» debería ser un hechizo más complicado. Hace a un hombre rico muy fácilmente.'

"Dígame, ¿Con esto puedo tenerlas a ambas toda la noche?" preguntó Jon mientras dejaba la barra de oro en el mostrador.

La dueña del burdel solo asintió torpemente. La respuesta de la mujer hizo sonreír a Jon, quien rápidamente se acercó a ambas mujeres. Al momento de llegar, las miró a los ojos a la vez que bajo ligeramente su capucha. Esto hizo que ellas lo viesen y al momento de ver su sonrisa, ambas sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.

"No se preocupen, solo voy a devorarlas… de una manera que les encantara." Dijo Jon mientras tomaba las manos de ambas chicas y suavemente comenzó a llevarlas a una habitación, la cual fue mostrada por la chica a la que había llamado la dueña del local.

Luego de que Jon se fuese hacia su habitación designada, el burdel siguió con sus trabajos regulares hasta que dos grandes gritos hicieron que varios se sobresaltaron, pero ninguna más que la dueña del lugar, pues ella supo que esos no eran gritos de dolor, sino que eran gritos de placer.

Mientras Jon se divertía con dos mujeres en aquel burdel de la calle de la Seda, el hombre con el que se había encontrado en la posada se estaba quitando la ropa para ponerse unas sedas sueltas de colores muy llamativos. Con un rápido movimiento, el hombre se quitó la barba y el cabello, demostrando que ambos eran postizos. La verdadera apariencia del hombre era la de un varón regordete con complexión blanda y afeminada, el cual tenía la cabeza completamente rapada. El nombre de este hombre era Varys, un eunuco que provenía de Lys, una de las ciudades libres. El hombre era el consejero de los rumores del Rey Robert Baratheon y era el hombre que había fallado miserablemente en encontrar pistas sobre el paradero del hijo bastardo del Guardian del Norte.

El eunuco había recibido la orden del rey de buscar al hijo de su amigo cuando le llevó los susurros de que el bastardo había desaparecido. Lo había intentado muy duro y había fallado miserablemente, lo que hizo que la fiabilidad de su famosa red de espías fuese cuestionada. Sin embargo, ahora, tras años de silencio, sus pajaritos le habían susurrado que alguien con las características del hijo bastardo de Lord Stark estaba en la ciudad. Así que, deseando confirmar eso en persona, decidió reunirse con él. Y lo que aprendió le hizo ver que eso fue un mal paso para él, pues el joven no era como su padre, ni tampoco se comportaba como cualquier bastardo. Tenía confianza en sí mismo, además de que era alguien muy aterrador, sobre todo en la forma en como lo intimido tan fácilmente.

'El poder es como una sombra, muchas personas proyectan una sombra que puede ser grande o pequeña, pero la sombra de ese chico en aquel momento era tan grande como las descripciones del muro.' Pensó Varys mientras caminaba hacia sus habitaciones. 'Este encuentro ha sido muy poco esclarecedor, no he logrado ver qué tipo de persona es. Pero por ahora parece que no es un obstáculo para los planes que tengo. Así que, por ahora no me involucraré con él, pero si eso cambia…. Bueno, los caminos siempre son peligrosos.'