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The Legend Of Zelda Ocarina of Time

Link es un niño de la tribu kokiri, habitantes del bosque, pronto se ve empujado fuera de su hogar para cumplir una tarea encomendado por la Deidad Protectora del Bosque y partirá hacia una aventura de proporciones épicas. Conocerá diversas razas, reinos y desafíos en su camino por establecer la paz a su mundo. Hará aliados de todo tipo que le guiaran para establecerse como un héroe legendario. Visitará y participará en distintas culturas adoptando sus costumbres y protegiéndolos de aquel hombre que busca hurtar el tesoro para dominar el mundo. Dos niños nacidos del destino, uno en el desierto y otro en los bosques serán quienes forjen el futuro del Reino de Hyrule

Gabo96 · Fantasy
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67 Chs

La Montaña de la Muerte

Link comenzó a subir de nuevo el sendero, pero en lugar de ir a la Ciudad Goron se fue por el camino que daba a la izquierda, donde la subida era más pesada. Llegó a un lugar donde había rocas y no se podía continuar, pero con bombas lo solucionó. Explotó cada una de las rocas y así pudo continuar.

Llegó a un punto donde supuso que estaría el techo que anteponía a la Ciudad Goron y un poco más adelante el camino se veía lleno de manchas negras en el suelo. Cuando se acercó a este lugar, unas rocas incandescentes empezaron a caer del cielo y, para no hacerse daño, Link usó el escudo Hyliano para que las rocas dieran contra él.

Por fin cruzó aquella zona y llegó a una pared con tablas de madera para poder escalar lo que quedaba de la montaña. En algunas partes había Skullwalltulas, así que Link usó algunas repisas que había para matarlas con la Resortera y descansar un poco.

Cuando por fin llegó a la cima vio que, parado en un cartel estaba el búho de anteriores ocasiones, a la izquierda había una grieta y a la derecha la entrada a lo que parecía ser el volcán. Link se acercó al búho y éste le dijo:

—¡Bien! Has llegado hasta la cima de la Montaña de la Muerte, Link. Según dicen, las nubes que rodean la cima reflejan el estado de la Montaña de la Muerte. Si tienen una apariencia normal, es que la montaña está tranquila —hasta que el búho lo dijo, Link no se había dado cuenta de eso —. ¡Al haber subido hasta aquí has demostrado ser muy inteligente! Y ahora quiero que me demuestres tu inteligencia de otra forma... La Gran Hada vive en lo alto de esta montaña. ¡Ella te otorgará una nueva habilidad!... ¡Es la jefa de las hadas! No puedo darte pistas concretas sobre su paradero. Ella insiste en que los visitantes han de encontrar su propio camino. Simplemente sigue tu instinto e investiga cualquier cosa que te llame la atención. Seguro que la encontrarás... Lo que sí puedo decirte es que el cráter es demasiado cálido para ti y que no la encontrarás allí... Yo te espero aquí. Cuando estés listo para bajar, te ayudaré. ¡Vamos, en marcha! ¡Buuu, buuu, buuu!

Como no había otra salida más que la grieta, Link decidió ir hacia allí. Usó una bomba, destruyó la grieta y apareció otra cueva. Entró precipitadamente y de un pasillo de roca pasó a ser un pasillo de mármol hasta que llegó a un cuarto de color rojizo donde caía agua de las paredes, aunque esta agua se veía mágica. Había un estanque al fondo y delante de éste, en el suelo, el símbolo de la Trifuerza. Link, como ya sabía, tocó la Nana de Zelda y entonces se escuchó una risa encantadora y después un grito. Luego apareció del estanque una mujer de cabello rosa, envuelta casi toda en ramas y hojas y con unas botas muy largas. Se cruzó de piernas, puso una mano en su barbilla y dijo:

—¡Bienvenido, Link! —a éste le pareció extraño que supiera su nombre —Soy la Gran Hada del Poder. Voy a revelarte una nueva técnica de ataque. ¡Recibe mi regalo!

Entonces la Gran Hada proporcionó unos polvos mágicos a Link y éste se empezó a mover un poco hasta que sintió que la Gran Hada le transmitía ese poder del que hablaba y sentía que podía hacer el místico ataque giratorio con la espada. Además de que se sentía con magia. La Gran Hada prosiguió:

—Eres el mensajero de la familia real, ¿no? Deberías visitar a unas amigas mías que viven repartidas por el reino. ¡Ellas te concederán nuevos poderes! Dirígete al sendero que lleva al Castillo de Hyrule. Una de mis amigas vive allí, en una parte sin salida del camino —se volvió a reír —. ¡Cuando estés cansado por la batalla, ven a verme! —y tras otro grito desapareció.

Link probó el ataque giratorio y se sintió satisfecho por todo el trabajo que hasta ese momento había hecho. Salió de la fuente de la Gran Hada y vio que estaba amaneciendo. El búho, que lo había esperado, le dijo:

—¡Vaya! Gracias al poder de la Gran Hada has hecho muchos progresos... Aún así, no pareces el héroe que va a salvar Hyrule. ¡Al menos por ahora! Ahora ven aquí y sujétate a mis garras, que te ayudaré a bajar. ¡Sujétate fuerte! ¡Buuu, buuu, buuu!

Link se tomó de las garras del búho y juntos bajaron hasta Kakariko, donde el búho dejó a Link en el tejado de la casa más grande (la cual era de Impa) y aunque parecía peligroso, no le costó trabajo bajar. Decidió dirigirse a donde la Gran Hada le había comentado y esta vez el guardia de la entrada al campo del castillo lo dejó pasar por 10 rupias. Se dirigió al callejón que había visto anteriormente y vio una piedra. Usó una bomba y tras explotarla apareció un túnel. Llegó a un cuarto parecido al de la Gran Hada, aunque éste era de color verdoso. Se acercó al símbolo de la Trifuerza en el suelo y tocó la Nana de Zelda. Entonces apareció de nuevo la Gran Hada y se acostó en el aire. Era como si se hubiese transportado desde la cima de la Montaña de la Muerte hasta ahí, pero Link sabía, por alguna razón, que era otra Gran Hada. Ésta le dijo:

—¡Bienvenido, Link! Soy la Gran Hada de la Magia —tenía razón; la otra lo era del Poder —. Voy a concederte un hechizo mágico. ¡Acéptalo, por favor!

Entonces apareció un destello verde y la Gran Hada le dio un diamante con una bola roja a Link. No sabía qué era pero se veía interesante. La Gran Hada continuó:

—Puedes usar el fuego de Din no solo para atacar, ¡sino también para quemar cosas! ¡Cuando estés cansado por la batalla, ven a verme! —dijo al igual que la otra y, tras un grito, desapareció.