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Veintiuno. Pista.

Al siguiente día cuando desperté, el sol brillaba con fuerza y las nubes recorrían el cielo a gran velocidad. El viento movía con intensidad la copa de los árboles.

Edward me dejo sola para que me vistiera. Me puse un pantalón negro, una blusa manga larga gris, una gabardina azul, una bufanda y unos tenis blancos.

Los Cullen llegaron a casa al mediodía. Parecían más serios y formales, y no era para menos la ocasión ameritaba una conducta así.

—Creo que deberías de llevar ropa abrigadora en la maleta, Edward. No puedo ver donde estas exactamente, ya que esta tarde interfiere el perro, pero parece que la tormenta que se avecina será más intensa en esa zona y no creo que esa gabardina le abrigue mucho. —dijo Alice.

Edward asintió.

—Va a nevar en las montañas. —advirtió ella.

—¿Nieve? —pregunte. —{Moriré de frio.} —pensé.

—Llevare una chamarra. —me dijo Alice.

Edward tenía equipo de sobra para elegir. Los Cullen eran buenos clientes de la tienda de los Newton, donde compraban artículos para mantener su fachada de que eran humanos. Empaco todo lo que necesitaría. Edward me entrego su celular cuando termino de hacer el equipaje.

—Llama a Jacob y dile que pasaremos a recogerlo en una hora más o menos. El ya conoce el lugar a donde iremos. —

Cuando llame Jacob no estaba en casa, pero Billy prometió llamar a otro miembro de la manada para que le diera el mensaje.

—No te preocupes por tus padres, Elina. —dijo Billy al otro lado de la línea. —Sue y yo ya lo tenemos cubierto. —

—Gracias por todo Billy, yo sé que mis padres estarán seguros con ustedes. —dije. —Pásenla bien y cuídense. —

—Buena suerte, Elina. Y… díselo también a los Cullen de mi parte. —

—Se los diré, gracias. —prometí.

Fui a devolverle el celular a Edward.

—Billy les desea suerte. —dije.

—Muy amable de su parte. —dijo este.

En ese momento llego Alice con una sonrisa y tomo mi mano izquierda, la sonrisa rápido se fue de su rostro.

—¿Qué pasa? —pregunte por el cambio de expresión.

—¿Y el anillo? Yo vi como lo tenías puesto. —dijo.

—Ella y yo llegamos a un acuerdo. —dijo Edward a lo que asentí.

—Oh…bueno de eso hablaremos luego. Tienen que irse de inmediato, tienen que tenderles la trampa antes de que comience la tormenta. No olvides el abrigo, Elina. algo me dice que va a hacer un frio impropio de esta estación. —dijo Alice.

—Ya guardé su abrigo. —aviso Edward.

—Que pasen buena noche. —se despidió Alice.

El camino hacia el claro fue mucho más largo que las otras veces.

Edward tomó un desvío para asegurarse de que mi aroma no aparecía en ningún lugar cercano al rastro que Jacob iba a disimular más tarde. Me llevó en brazos y se echó la voluminosa mochila a la espalda. Se detuvo en el extremo más lejano del claro y me puso en el suelo.

—Bien. Ahora camina un poco hacia el norte tocando todas las cosas que puedas. Alice me ha dado una imagen clara de su trayectoria y no tardaremos mucho en cruzarnos con ella. —dijo Edward.

—¿Hacia el norte? —pregunte.

Edward me sonrió y señaló la dirección exacta que debía seguir. Me adentré en el bosque dejando atrás el claro. Tal vez la visión borrosa de Alice le había hecho equivocarse con respecto a la nieve, bueno, eso esperaba. El cielo estaba casi despejado, aunque el viento recorría el bosque principalmente en los espacios abiertos. Entre los árboles soplaba con más calma, pero aun así era demasiado frío para el mes de junio. A pesar de que llevaba una gabardina y una manga larga tenía la piel de gallina. Caminé despacio para dejar mi rastro con los dedos sobre todo lo que quedaba a mi alcance: la corteza de los árboles, los arbustos húmedos, las piedras cubiertas de musgo. Edward me acompañaba, andando detrás de mí a unos veinte metros de distancia.

—¿Cómo lo hago? —pregunte.

—Excelente. —

Asentí y de pronto algo se me ocurrió.

Me pase los dedos entre el pelo quitándome algunos cabellos que estaban sueltos.

—¿Crees que esto sirva? —pregunte mostrándole los cabellos que tenía en la mano.

—Si, eso lo hará más intenso. Pero no hace falta que te arranque todo el pelo, corazón. Con eso basta. —

—Solo son los que se sueltan solos. —dije.

Seguimos caminando y coloque otro cabello en una rama que se cruzaba por mi camino. Nos llevó un rato llegar al lugar a donde debíamos conducir a la tropa de neófitos. Edward tuvo que guiarme un poco más por el camino de regreso para asegurarse de que siguiera el mismo rastro.

Casi habíamos llegado al claro cuando mi pie quedo atrapado en la raíz de un árbol que estaba tapado con hojas de este y para no golpearme el rostro con el piso puse las manos haciendo que la mano derecha quedara sobre una roca y me raspara la mano.

—¡Ay! Mierda. —dije mientras me levantaba y miraba la herida. —Que tonta. —

—¿Estas bien, Elina? —pregunto Edward rápidamente.

—Si, si…solo es una pequeña cortada. —dije. —No vengas estoy sangrando. —

No me hizo caso y llego en un segundo a mi lado.

—Traigo un botiquín. —dijo mientras se quitaba la mochila de los hombros. —Algo me decía que lo necesitaríamos. —

—No quiero que pases un mal rato. —dije.

—Eso no importa, deja te curo. —

—¡Espera! Se me acaba de ocurrir algo. —dije mientras tocaba un árbol con la mano herida. —A Jasper le encantará esto. Esto los atraerá más. —

—¿Qué haces? —

—Aguanta la respiración un momento. —dije.

—Estoy bien. —dijo.

Seguí caminando, tocando con mi mano herida y llena de sangre todo lo que estaba a mi alcance. Cuando terminé de untar un poco de sangre en el último árbol que estaba en la orilla del claro decidí que ya era suficiente.

—Los neófitos se pondrán frenéticos y Jasper quedara impresionado. Ahora deja que te cure, te has ensuciado la herida. —

—¿Ya no te molesta? —pregunte.

—No, ya no como antes. —dijo mientras curaba mi mano. —Lo superé cuando por veinticuatro horas pensé que estabas muerta, eso cambio mi modo de ver las cosas. —

—¿Cambio la forma en como percibes mi olor? —pregunte curiosa.

—Para nada. Pero… al ver cuáles eran mis sentimientos al creer que te había perdido… mis reacciones cambiaron. —

Asentí.

—Bueno. —dijo cargando de nuevo la mochila. —Ya hiciste tu parte. —cerro mi gabardina, saco una chaqueta enorme de invierno y me ayudo a ponérmela cuando una ráfaga de viento hizo que me dieran escalofríos. —Lo demás ya no está en nuestras manos. —

Caminamos hacia el otro lado del claro.

—¿Dónde nos reuniremos con Jacob? —pregunte.

—Aquí. —dijo mientras señalaba a los árboles de enfrente al mismo tiempo que Jacob salía de entre las sombras del bosque con una chamarra grande en el hombro.

—Hola, Jacob. —salude cuando Jacob estuvo enfrente de nosotros.

—Hola, Elina. —dijo inexpresivo.

—¿Cómo estas, Jacob? —dijo Edward cortésmente.

Jacob se ahorró las cortesías y fue al grano.

—¿Adónde la llevo? —

Edward saco un mapa.

—Estamos aquí. —señaló un punto. —Y la tienes que llevar aquí. —dijo señalando otro punto. —Son unos quince kilómetros. —

Jacob asintió una sola vez.

—Cuando este a un kilómetro y medio, el sendero se cruzará con el mío. Síguelo hasta el punto de destino, ¿Necesitas el mapa? —pregunto Edward.

—No, gracias. Conozco el lugar como la palma de mi mano. Se a donde voy. —contesto Jacob.

—Yo tomare la ruta más larga. Los veré en unas horas. —dijo.

Edward me dio un beso en la frente, asintió en dirección a Jacob y después desapareció entre los árboles del bosque en dirección contraria a la nuestra.

—¿Qué pasa, Elina? —dijo Jacob con una sonrisa.

—Nada nuevo. —dije rodando los ojos.

—Oh, ya veo. —dijo. —Un grupo de vampiros que intenta matarte. Lo de siempre. —

—Lo de siempre. —concorde.

—Nos vamos. —dijo mientras estiraba las manos hacia mí.

Asentí y di un paso hacia él.

Jacob se agachó y pasó el brazo por detrás de mis rodillas. Mis piernas se elevaron en el aire, pero antes de que mi cabeza se golpeara contra el suelo me agarró con el otro brazo.

—[Idiota.] —murmure.

Comenzó a reír de mi cara molesta y comenzó a correr entre los árboles. Llevaba un ritmo constante.

—Espero que Edward ya tenga listo el campamento cuando lleguemos, pronto hará frio. —dijo.

Toque en grueso relleno de la chamarra que tenía en el hombro.

—Pensé que a ti no te afectaba el frio. —dije.

—No me afecta. La chamarra es para ti, en caso de que no vinieras preparada. —miro mi abrigo. —No me gusta cómo se está tornando el clima. ¿No te has dado cuenta de que no nos hemos topado a ningún animal? —pregunto.

—No me había dado cuenta. —

—Ya me imaginaba eso. —dijo.

—A Alice también le preocupa la tormenta. —

—Eligieron la peor noche para acampar. —

—Tampoco es como que yo tuviera la oportunidad de escoger. —dije.

El camino que había tomado era cada vez más empinado, pero eso no le hizo disminuir el ritmo. Saltaba con agilidad de una roca a otra sin necesitar la ayuda de las manos.

—¿Qué colgaste en la pulsera? —pregunto.

Voltee a ver mi muñeca viendo el corazón de cristal.

—Un regalo. —

Jacob soltó un bufido.

—Ya decía yo un piedra preciosa. —dijo entre diente. —Hace mucho que no bajas a La Push. —

—He estado muy ocupada, y además no podría. —

—Creí que tú eras la compasiva y yo el rencoroso. —

No le hice caso.

—He estado pensado en la última vez que nos vimos, ¿Tu no? —pregunto.

—No. —conteste.

—O estas mintiendo o eres la persona más testaruda sobre la tierra. —

No me gustaba tratar ese tema, se me hacía muy incómodo porque solo lo miraba como un amigo.

—Una persona inteligente tiene en cuenta todas la opciones en una decisión. —dijo.

—No te preocupes ya las considere. —

—Si no has vuelto a pensar en la…eh…conversación que tuvimos la última vez, es que no es cierto. —replico.

—Esa conversación no importa. —

—Como puede haber personas que hace cualquier cosa para engañarse a sí mismas. —

—Sabes he visto que hay personas, licántropos en particular que tienden a cometer errores, ¿Sera genético? —

—Significa que besa mejor que yo? —pregunto Jacob.

—Bueno, en los años que estuve soltera y estos años de noviazgo solo he besado a Edward así que no sabría decirte. —dije.

—Sin contarme a mí. —

—Yo no lo llamaría beso, Jacob, lo llamaría agresión. —

—Sonó muy frio. —dijo.

Me encogí de hombros.

—Te pedí perdón por eso. —me recordó.

—Si, pero eso no quita la forma en la que sucedieron las cosas. —

Después de eso guardamos silencio por un buen rato.

—Sigo diciendo que es algo irresponsable. —dijo Jacob de pronto.

—Pensé que ya habías dejado el tema de lado. —dije.

—Vamos, Elina. Según tu solo has besado a una persona, que ni siquiera está viva, ¿Con eso te basta? ¿Cómo sabes que es lo que quieres? —pregunto.

—En ningún momento dije que solo había besado a Edward, para que sepas he tenido más novios. Además se perfectamente lo que quiero, no necesito a alguien más. —

—Si has tenido más novios, no creo que te haga mal besar a otra persona para saber lo que quieres. —dijo Jacob con una sonrisa coqueta mientras me apretaba más a él haciendo que su rostro quedara más cerca del mío.

Puse una mano en su cara y lo alejé lo más que podía.

—Respétame, Jacob. —dije seria.

—Si tú me pides que te bese, él no tiene por qué enojarse. Él dijo que no pasaba, ¿No? —dijo.

—Si crees que te lo pediré estas pero si bien equivocado, yo se respetar. —

—¿Te has levantado del lado equivocado de la cama? Hoy estas de malas. —

—¿Por qué será? —pregunte sarcástica.

—Algo me dice que te caigo mejor como lobo. —

—Yo creo que sí, ya que así al menos te mantienes callado. —

—No, dudo que sea por eso. Me parece que te resulta más fácil estar cerca de mí cuando no soy humano porque así no tienes que fingir que no te atraigo. —dijo seguro.

—¿Estás loco a qué? Ya te había dicho: Solo te veo como amigo. —dije.

—¿No te cansas de engañarte a ti misma? Sabes que siempre estoy presente en tu cabeza. —

—Ya no se puede razonar contigo. —dije en un suspiro cansado.

Porque no podía entender que solo lo miro como un amigo, mi mejor amigo.

—Te pongo nerviosa. —dijo seguro.

—No, yo creo que lo que siento es irritación, no nerviosismo. —asegure.

Se me quedo mirando por un instante y aminoro la marcha. Sus ojos se pusieron negros y su respiración comenzó a acelerarse. Acerco más su cara a la mía.

—Me irritas. —repetí.

Soltó una risa y volvió a caminar a la misma velocidad de antes.

—Prefiero no pelearme con tu vampiro esta noche. En cualquier otro momento me daría igual, pero mañana los dos tenemos un trabajo que hacer y no quiero dejar a los Cullen con uno menos. —dijo.

—El no peleara. —dije.

—¿Qué? —pregunto.

—El decidió quedarse conmigo durante la pelea. —

—No puedo creer que decidiera eso, yo no me la perdería por nada del mundo. —dijo.

—Claro. —

—De todos modos eso no quiere decir que te quiera más que yo. —

Puse los ojos en blanco.

—Pero solo porque te conozco mejor. —dijo. —Todo va a salir bien. Y aunque me lo pidieras y te dijera que no, sé que después no te enfadarías tanto conmigo. —

—Tienes razón todo saldrá bien. Pero no te fíes, tienes que estar alerta. —

—¿Cuándo te darás cuenta de que también estas enamorada de mí? —dijo.

—Siempre tienes que arruinarlo. —

—No digo que no lo ames a él. Se que se pueden amar a más de una sola persona. —

Negué con la cabeza.

—¿Por qué no lo puedes entender?. —dije. —Solo te veo como amigo. —

—No estamos muy lejos. —me ignoro. —Puedo olerlo. —

Suspire aliviada de que pronto se terminaría esta conversación.

—Podría ir más despacio para estar más tiempo contigo, pero creo que querrás estar cubierta antes de que eso nos alcance. —miro el cielo.

Mire al cielo, pude ver como a lo lejos se venían acercando un montón de nubes color morado, casi negras, haciendo que el bosque se fuera oscureciendo.

No paso mucho cuando comenzó a nevar.

Jacob apresuro el paso y concentro su atención en el suelo mientras corría a toda velocidad. Yo escondí mi rostro en su pecho ya que el viento de la nevada quemaba mis mejillas.

A los pocos minutos Jacob llego al lugar de encuentro y vimos la pequeña tienda instalada contra la pared de roca que abrigaba un poco del viento.

—¡Edward! —grite con emoción.

Edward llego en un parpadeo a nuestro lado. Jacob me bajo y rápidamente Edward me abrazo aliviado.

—Gracias. —dijo este. —Fuiste más rápido de lo que esperaba. Te lo agradezco de veras. —

Jacob se limitó a encogerse de hombros con expresión neutra.

—Llévala adentro. Esta por empeorar el clima, ¿Esa tienda es segura? —pregunto.

—Solo me falto soldarla a la roca. —respondió Edward.

—Bien. —dijo Jacob mirando el cielo negro por la tormenta. —Voy a transformarme, quiero saber cómo va todo en casa. —

Asentimos y nos adentramos en la tienda. Esta sería una larga y fría noche.