1 Draco Malfoy

Narra Harry

Solo. Probablemente esta es la palabra  que inunda mis pensamientos últimamente. Después de la guerra volvimos a Hogwarts a cursar nuestro último año, sin embargo jamás me había sentido tan lejano a todo. A mis amigos. A mí novia. Al mundo mágico.

Me preguntaba en qué momento había empezado a sentirme de esta forma. Desde el fin de la guerra nada fue igual de nuevo. Perdimos demasiado. Perdí demasiado. Se que no soy el único, pero estos sentimientos de dolor y culpa son mis fieles compañeros, hasta en los sueños.

Creía que al volver a Hogwarts me sentiría mejor, en casa. Me equivoque. Solo siento estás terribles náuseas al estar rodeado de admiradores y de personas agradecidas. Creía que por fin tendría paz en mí mente pero al parecer eso es un lujo que jamás se me concederá.

—  ¡HARRY POTTER!

— ¿Ah? ¿Que sucede Ginny?

— Yo debería preguntar eso amor, llevo llamándote más de 10 minutos.

— Lo siento. Estaba pensando.

— ¿Pensado tú, Potter?

Esa voz. Hasta podría decir que la extrañaba. Lo único que no ha cambiado a pesar de la guerra, la persona que a pesar de todo ha sido la más grande y reconfortante constante en mí vida, siempre ha sido él, Draco Malfoy.

— Malfoy — Escupió Ginny, su tono de desprecio junto con la mirada de odio   de varios de la mesa Gryffindor. Cualquiera se amedrentaria. Pero la sonrisa de Malfoy me dijo lo contrario.— No te metas, dónde no se te ha llamado. Imbécil.

— ¿Quien está hablando contigo comadreja?

Sin darle tiempo a responder siguio su camino. Ginny apretó los puños sobre la mesa y se levantó.

— Tenías que ser un sucio mortifago.

El cuerpo de Malfoy pareció temblar por un instante, imperceptible a los demás pero no a mí. Lo había observado bastante tiempo, lo que Hermione llamaba mí "Obsesión de sexto año", sin embargo no dijo más y siguio como si nada. Me vi observandole mientras se iba, con la cabeza en alto.

— ¿Que pasa contigo Harry?

Ginny estaba enojada, lo sabía por su tono de voz. El motivo era claro, defenderla de Malfoy era algo que yo debería hacer. ¿Debería?

— Lo se. Por favor no hagas un drama.

— ¿Drama? ¿Es un drama querer que mí novio me defienda de un imbécil mortifago? No te confundas Harry puedo hacerlo sola, pero esperaba lo mínimo de ti.

— Ya amor no te lo tomes así, simplemente siento que estar dirigiéndose a el de esa manera no es lo más adecuado.

— Somos lo que somos y lo que decidimos ser Harry.

— No es precisamente lo que el eligió y lo sabes. No tuvo mucha opción.

—¿Que pasa contigo, hermano? ¿Ahora defiendes a los Slytherin?

Ron, que se había mantenido al margen hasta ahora, apoyo a Ginny con el ceño fruncido. La molestia de ambos pelirrojos era palpable.

— ¿Acaso olvidas lo que hizo el imbécil?

— ¿Te refieres a cuando nos salvó el trasero en la Mansión Malfoy?

Ron pareció querer replicar pero Hermione puso su mano en el hombro de él y en el mío.

— Basta ustedes dos, no empezarán una pelea por algo como esto.

— Hazlo entrar en razón amor, por favor.

— Creo que quien debe entrar en razón eres tú.

La charla finalizó con un desazón para todos. La tensión de la discusión anterior me dejó pensado un poco en por qué me sentía molesto y por qué defendía a Malfoy.

Los días pasaban con una monotonía agobiante. Notaba a Hermione algo apartada e irritable pero no me atrevía a preguntar por qué yo me sentía igual.

Ahogado por las insesantes peleas con Ginny y sus atenciones, aunque bien intencionadas, demasiado melosas. Me vi vagando por el castillo en un intento de buscar paz y tranquilidad, en mí vida y en mí mente.

Escuché una hermosa melodía, a mis inexpertos oídos, proveniente de un piano. Sin darme cuenta estaba siguiendo esa melodía, sin pensar mucho más, sin pensar en nada.

Llegue a una puerta negra de madera y la abrí suavemente sin hacer ruido. Mis ojos se encontraron con una habitación negra y verde, un ambiente cálido gracias a la chimenea, dos sillones en frente de esta y a un costado un gran piano blanco. Con una expresión de concentración Draco Malfoy tocaba esa embriagadora melodía y su rostro tan pacifico se me hizo angelical. Algo se estremeció en mí y un sentimiento de angustia se hizo presente, no sé si fue la forma en que tocaba el piano o todos los sentimientos que esa melodía me trasmitía, pero sentí que se avecinaba algo, no sabría decir si bueno o malo.

Acabó la melodia, el se levantó y se sentó en uno de los sillones.

— ¿Seguirás como idiota espiando desde la puerta, Potter?

— No estoy espiando.

—  Ilustrame, entonces.

— Simplemente seguí la melodia.

—  y luego te quedaste observándome, sin anunciarte, en silencio. ¿No es eso espiar?

— No es... No te creas Malfoy.

Me senté en el sillón restante, en silencio. Sin pensar en nada, sin recibir halagos o agradecimientos, sin melosas caricias e incesantes peleas.

Voltee a ver por un segundo a Malfoy y este parecía en paz. Sin siquiera mirarme o replicar por qué seguía allí.

— Tocas muy bien.

— Lo sé. Yo todo lo hago bien.

Volteo a verme, de repente concientes del significado que su frase podría tomar, comencé a reírme y el igual. Así comenzó todo.

avataravatar