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Capítulo 10: Supongo que no eras solo un viejo puente después de todo.

—¿Ella es… Mi madre?

Estaba en extremo sorprendido ante el escenario que se desplegó ante mí en ese momento. Me acerqué un poco más y la observé detenidamente ¿Cómo es esto siquiera posible? Era imposible que esto fuese un recuerdo ya que yo nunca conocí a mi madre, mucho menos verla cuando mi padre era así de joven.

El puente no estaba utilizando mis memorias, así que estaba perplejo al presenciar tal cosa.

—¡Oh! Mira, Dexter, parece que Alaric está feliz.

En ese momento me sorprendí ya que pensé que me podían ver de alguna manera, pero mis sospechas se calmaron cuando ella tocó su vientre por encima de la cobija. Mi padre también dirigió su mano hacia ese lugar.

—Tienes razón, Stella ¡Estos golpecitos sin duda son de mi querido hijo, estando emocionado por salir y conocer el mundo! Y a su hermosa madre.

—No te olvides de su apuesto padre.

Ella agregó y ambos rieron. En ese momento, las comisuras de mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa al ver una escena tan linda. A pesar de eso, aún no comprendía en absoluto lo que el puente quería decirme con esto.

En ese momento, el espacio se empezó a distorsionar nuevamente hasta que ahora me encontraba en otro de los pasillos de la casa, estaba cerca de mi habitación, pero el lugar seguía viéndose diferente a como lo recordaba. Caminé un poco y al llegar afuera de mi cuarto, en el pasillo me encontré con mi padre. En su rostro se mantenía un semblante serio y sumamente preocupado por alguna razón mientras que mujeres y hombres con el aspecto de médicos entraban y salían de esa habitación.

Avancé contra la multitud de personas con facilidad debido a que podía atravesarlos hasta llegar al lugar donde mi madre se encontraba luchando por dar a luz. En su rostro y su piel se notaba el cansancio que ella estaba soportando, parecía que sus fuerzas estaban siendo drenadas con rapidez.

El que parecía el encargado de dirigir a todos los médicos, notando esto mismo, llamó a una enfermera para decirle algo al oído. Al recibir el mensaje, con una mirada de tristeza la enfermera salió hasta el pasillo donde mi padre se encontraba.

Decidí seguirla y ahí escuché la conversación que tenían.

—Conde Banyronix, señor, su esposa… se encuentra en una situación complicada en este momento.

—¿Qué está sucediendo?

—Hemos hecho todo lo posible para mantenerla viva junto a su hijo, pero a pesar de eso, la magia de recuperación no ha respondido de la manera adecuada con ella, es como si algo en su cuerpo la estuviera rechazando de manera constante.

—¿Qué significa eso…?

Preguntó mi padre con desesperanza, su respiración se notaba muy agitada.

—Ella no va a resistir el parto, señor, si sigue así, ella y el niño podrían morir. Necesitamos que tome una decisión.

—¿Una decisión…? ¿Qué decisión?

—Necesitamos que elija a quién de los dos salvar, señor. Sólo podremos salvar a uno con todos nuestros esfuerzos, pero el otro…

En ese momento, mi padre se quedó pasmado, como si hubiera visto un fantasma. La lengua se le trabó y sus ojos estaban erráticos mientras se sostenía la cabeza con ambas manos. Nunca había visto en mi vida a mi padre en ese estado de desesperación.

La enfermera trató de calmarlo, pero él parecía estar en un estado superior de ansiedad. Los gritos de mamá dando su mejor esfuerzo para dar a luz resonaban por la casa, pero para mi padre, esos gritos solo estaban haciendo que su decisión fuera más difícil de lo que ya era.

—Mi esposa…

Dijo él como un pequeño y casi inaudible balbuceo. La enfermera respondió dudosa:

—¿Su esposa?

Mi padre asintió con extremo pesar mientras sus dientes estaban siendo apretados con fuerza, sus puños estaban cerrados a más no poder. Su corazón estaba siendo destruido con esa decisión.

Al escuchar la decisión de mi padre, me sentí un poco triste al saber que el no decidió salvarme a mí, pero también era comprensible que eligiera a su esposa. Sin embargo, eso no me quitaba esa sensación de algo que me atravesaba en el fondo de mi alma.

Esa voz en mi cabeza tal vez tenía razón. Ni siquiera mi padre quiso salvarme en ese entonces cuando no me conocía ¿Por qué lo haría ahora?

La enfermera asintiendo con la cabeza se alejó del lugar y yo le seguí nuevamente para ver a mi madre. Al recibir la respuesta, el doctor le informó a mi madre. Ella se puso furiosa y se negó.

—¡Por supuesto que no! ¿¡Dexter, te has vuelto loco!?

Gritó mientras miraba con ira al doctor. Él no sabía qué hacer, pero si ella no cooperaba, no podría ayudar a ninguno de los dos. Si él desobedecía al conde, probablemente iba a perder su trabajo o tal vez algo peor considerando el temperamento de la nobleza. Pero si desobedecía a la condesa, tal vez iba a ser lo mismo de todas formas.

El Médico decidió que iba a obedecer al conde aun si se ganaba la ira de la esposa del mismo. Pero ella lo detuvo y le habló en un tono decidido, duciendo:

—Doctor, en mi vientre llevo al heredero del clan. Considere que aún si lo volvemos a intentar en el futuro, este escenario no va a cambiar, usted sabe que mi cuerpo no va a resistir un parto ni ahora ni en el futuro. Por favor, no deseo vivir a costa de la vida de mi hijo, no lo soportaría. Yo sé que él ayudará a más gente de la que yo podría.

La cara de ella reflejaba dolor por el parto, pero su voz estaba llena de resolución. El médico estaba conmovido por las palabras de la condesa, pero mandó a la enfermera a informarle al conde que si su esposa quería tener al niño, ella tenía prioridad en la decisión.

Después de que la enfermera salió, el médico comenzó el final del proceso de parto.

A pesar de que las parteras trataron de evitar que mi padre entrara al cuarto, él logró entrar y ver a mi madre. Mi padre trató de convencerla para salvar su vida, pero mi madre se negó. Ella le dedicó palabras tiernas a mi padre antes de fallecer:

—Dexter, cariño, yo siempre imaginé que después de casarme tendría una vida triste y solitaria como me lo habían dicho desde niña, pero tú cambiaste ese destino. Estos han sido los años más felices de mi vida. Quiero que sepas que nunca me sentí tan amada antes, me has hecho muy feliz, por eso... déjame darte este último regalo. Deja que nuestro amor viva aunque yo ya no esté en este mundo. Cumple la última voluntad de esta chica tonta y cuida bien de nuestro hijo... Te amo.

Finalmente ella falleció después de esas palabras. El silencio fue abrumado por el llanto de un niño que había salido de su vientre pocos instantes antes de que ella entregara su vida.

No tenía palabras para describir el sentimiento que estaba experimentando en ese momento. Mi madre había entregado su vida para darme a luz de manera voluntaria, aún si era en contra de la voluntad de mi padre, que era la persona que ella más amaba.

Por encima de todo ella deseaba darme vida y su deseo al final fue respetado.

El espacio nuevamente se distorsionó y ahora me encontraba cerca del cuarto de mi padre.

Un Fredd más joven del que conozco ahora parecía estar bastante preocupado, este se encontraba a mi lado, fuera de la puerta del cuarto de mi padre. Por las conversaciones de los sirvientes en las inmediaciones, al parecer mi padre se había negado a probar bocado en los últimos 3 días. A pesar de los esfuerzos de Fredd, hoy tampoco había logrado convencerlo de salir. Suspirando, Fredd decidió retirarse.

Decidí usar el poder que tenía en este estado y atravesar la puerta para ver que sucedía dentro.

—Esto es… que horrible.

Mi padre estaba en un rincón de su habitación abrazando sus rodillas mientras sollozaba. Su cara lucía acabada, su ropa estaba sucia, su cuerpo sucio. El era un desastre, pero no lo culpaba, después de todo él acababa de perder a su mujer.

—Tienes razón, Stella.

Me sobresalté al escuchar la voz de mi padre dirigiéndose a la nada. Él continuó:

—Alaric me necesita.

Su cuerpo débilmente usó sus pocas fuerzas para levantarse de esa esquina y dirigirse a la entrada de su habitación. Abrió la puerta lentamente y pude ver como sus ojos se dilataban por la luz. Al escuchar la puerta, los sirvientes se habían vuelto completamente locos y se apuraron para ayudarlo.

El espacio volvió a distorsionarse y ahora estaba en mi habitación, pero en el lugar de mi cama había una cuna donde se encontraba un pequeño yo dormido.

Mi padre entró en la habitación, ahora tenia un aspecto diferente al de antes. El observó a mi yo pequeño por algunos instantes, luego lo cargó y tiernamente lo arrulló. Con una mirada determinada él dijo:

—Alaric, te prometo que seré el mejor padre para tí. Te voy a proteger hasta mi último aliento, te lo juro.

El espacio se distorsionaba una y otra vez después de eso, dejándome ver escenas de mi padre cuidando de mí durante mi niñez, durante mi infancia hasta mi adolescencia. Pude ver cuando comencé a mentirle, cuando usé su nombre para cubrir mis fechorías, cuando molestaba a los demás y aun así él daba la cara por mi. Pude ver cómo él veía las cosas y como le afectaba todo lo que hacía.

A mis propios ojos me di cuenta que él sufría mucho por mi causa, no por que él estuviera arrepentido de tenerme, si no porque mi madre decía que yo ayudaría a mucha gente y sin embargo estaba causando problemas y siendo malo con todos.

Mi padre sufría y se lamentaba porque no sabía que estaba haciendo mal como padre.

Soy una persona horrible por hacerlo sentir así, él hizo lo que pudo para criarme y nunca me faltó nada. Malinterpreté sus intenciones tontamente.

Soy una persona nefasta por haber desperdiciado así la vida de mi madre.

Soy alguien detestable al tratar así a las personas solo porque me sentía por encima de ellos y no era para nada el caso.

Al ver mi vida desde otra perspectiva, me doy cuenta de que lo que pensaba acerca de la gente y de mí mismo estaba simplemente mal.

Ahora me doy cuenta de que todo lo que hice en mi vida hasta ahora… estaba mal.

Despues de pensar en estas cosas, el espacio se distorsionó por última vez y frente a mí se mostró un puente que aunque aún necesitaba algo de mantenimiento, era seguro para pasar sin miedo a que se cayera.

Ahora entendía todo. Este puente todo este tiempo trató de representar el estado de mi mente.

Caminé con seguridad los pocos metros que quedaban y antes de salir me dirigí al puente, diciendo:

—Supongo que no eras solo un viejo puente después de todo.

El puente no me contestó, pero podía sentir una intención benevolente del mismo. Sin más dilación decidí salir del lugar.

Frente a mí la niebla se estaba disipando y un rayo de luz tocó mi cara. A la distancia pude ver al guardián y a los demás entrenando, parece que se han dado cuenta que salí de la niebla.

—¡Hey, Alaric! De seguro tienes hambre ¡Ven a comer algo!

El guardián dijo enérgicamente mientras en su boca había un pedazo de carne que estaba comiendo.

—¡Si!

Fin del capítulo.

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