1 1. Mundo oscuro

Despertó de nuevo con el sonido de la lluvia golpeando su techo, y la oscuridad, producto de las nubes que bloquean la luz del sol, yacía en su cuarto otra vez.

Últimamente odiaba seguir despertando, prefería dormir sin fin con tal de no ver lo que lo rodeaba.

Se levantó hasta quedar sentado, cerro sus ojos, llenó sus pulmones del pesado aire al que estaba acostumbrado.

Estaba cansado de llevar ese aire a sus pulmones.

El resonar de las gotas de la lluvia lo envolvía lo cual era lo único que lo reconfortaba, quería quedarse así, escuchando las gotas chocar contra las paredes que lo cubrían del exterior.

Con el mismo pesar de todos los días abrió sus ojos sin mirar nada en concreto, no quería hacerlo ya que le recordaría que aún estaba en esta tierra, que aún estaba vivo.

Algo que con mucho pesar, sentía que no quería estarlo.

Sabia que no debía quedarse más tiempo ahí, así que dando un vistazo a la ventana, se levantó ignorando el leve dolor de espalda que aún lo atormentaba.

Sentía el cuerpo entumecido lo cual no era nada nuevo, estiró de manera leve sus extremidades. Camino hacia la puerta tomando la manija de está entre los dedos de su mano derecha, el frío del metal siempre le recordaba que no tenía opción más que continuar.

Ya arreglado se dirigió hacia la cocina, tenía que comer algo aunque no quisiera. Sabía que su tío no iba a permitir que saliera de esa casa sin algo en su estómago.

Entró a la cocina notando que el mayor no se encontraba en esta —¿Dónde estará? Hoy no es día de entrega —. La tienda de su tío recibía entregas cierto días, pero hoy no era uno de esos.

Aunque el mayor no estaba para vigilar si comió o no su desayuno, el poco cargo de conciencia que le quedaba le ganó. Abrió el refrigerador para tomar el recipiente que contenía el arroz con kimchi, metió este al microondas para calentarlo.

Tomó asiento en una de las viejas sillas que usaban para su comedor, el cual solo eran dos sillas y una mesa pequeña. Eran solo dos personas después de todo, además vivían en un lugar muy pequeño.

No siente que necesiten un lugar más grande, pero todo a su alrededor volvía a sentirse sofocante como lo fue hace unos meses.

¿Por qué esa sensación volvía? ¿Qué debía hacer para que se fuera? ¿O que necesitaba? Se suponía que ya estaba mejor, pero él mismo sabe que no es así.

El sonido del microondas lo aleja de esos pensamientos, poniéndose de pie saca la comida del aparato. El recipiente está caliente en contraste al frío de sus dedos, pero no llega a quemar.

A YuGyeom le gusta esa sensación, la calidez que un recipiente de plástico lo reconforta. No sabe si eso es bueno o malo, reconfortarse más con la temperatura de algo hecho de plástico que con la comida dentro de este.

Abrió la tapa del recipiente, tomando bocados de arroz con una cuchara, obligándose a comer. No sentía hambre pero tampoco quería que su tío se preocupara si notaba que no desayuno.

—¿Dónde estará? —se preguntó a sí mismo una vez que terminó el leve desayuno.

Tomó un sorbo de agua que tenía una de las botellas en su refrigerador. Decidió que ya era tiempo de irse a su trabajo, entre más rápido llegará, más rápido llegaría la hora de salida.

Presionó el botón para llamar al ascensor, mientras que con su otra mano marcaba el número de su tío. Quería llamarlo antes de salir del edificio, no era buena idea sacarlo estando ya fuera de este.

El característico pitido de llamada se escuchó, mientras las puertas del ascensor abrían.

—Tío EunHyuk —tan rápido como la llamada fue contestada habló— ¿Dónde estás?

Entró a la gran caja de metal, mientras escuchaba a su tío hablar al otro lado de la línea.

—YuGyeom-ah ¿Desayunaste?

—Si, si desayune —Con algo de fastidio respondió a la pregunta_ ¿Ahora me puedes decir dónde estás? Creí que hoy no tenias entregas.

—Cierto, pero una llegó de repente y no era mía, así que tuve que venir a devolverla.

La conversación duró un poco más, hasta que el menor avisó que saldría. Guardó su celular, sin antes colocar sus audífonos. Cubrió estos con la capucha de la sudadera color negro que llevaba, terminó de acomodar la chaqueta que llevaba por sobre esta y salió.

La fría calle que toda su vida a conocido seguía igual, sin una señal de querer cambiar en lo más mínimo. Esa era una de las razones por la que Gwangju no se quitaba esa fama de ciudad peligrosa.

Lo es, es una ciudad peligrosa en la que los desafortunados en nacer y crecer aquí no salían, tampoco es que como quisieran hacerlo. La mayoría trabajaban en un negocio ilícito, y la parte restante de los habitantes prácticamente eran sus trabajadores.

YuGyeom pertenece a esa parte restante.

Su tío jamás permitió que él se metiera en ese tipo de negocios, aunque el tampoco mostró interés en ser parte de ellos.

¿Gwangju siempre tuvo ese tono frío? Se preguntó YuGyeom. Estaba seguro que la inspiración para esas ciudades peligrosas de las películas era esta, eran casi iguales con la diferencia que esta es real.

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