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Survivors of the End

Cien Millones de Personas se Salvaron del Final, Cien Millones de Sobrevivientes que ahora vivirán en Otro Mundo muy Diferente al Suyo. Autor: The Wind Jaeger. Editor: The Wind Jaeger. Fan #1: The Wind Jaeger.

The_Wind_Jaeger · Fantasy
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61 Chs

La Despedida

Año 9988, Día 41 del Mes de la Lluvia.

"¡Doctor Aris!" – Luciel entró a la clínica del doctor Aris, mojado por la lluvia que caía intensamente el día de hoy.

"Luciel." – Aris vio al joven terrícola entrar, una persona con un cuerpo dañado, incapaz de cultivar, una persona que sorprendentemente es de otro mundo, un joven chico que casi todos los días venía a visitarle, a veces porque estaba herido, y otras veces solo para charlar.

"¡¿Es verdad?!" – preguntó Luciel con tristeza. – "¿En serio se irá?"

"…" – Aris miró a Luciel, un joven del cual se encariño y ahora veía como a un amigo, algo incapaz de creer para él mismo, pues Luciel era un humano, y Aris odiaba a los humanos.

"Por favor, no se vaya, que haré sí me vuelvo a lastimar, que haremos cuando otra enfermedad como la Peste de los Cien Días azote el pueblo, que haremos sin usted."

"Luciel, es verdad, el día de hoy me marchó del pueblo."

"¡Pero…!"

"Luciel, el Pueblo de Esperanza ha estado sin un doctor durante mucho tiempo, yo apenas llevo menos de un año aquí, y creedme, mi presencia no es tan necesaria como crees."

"…"

"Además, ha llegado la hora de que me vaya." – dijo Aris.

Liz apareció en ese momento con sacos y cajas.

"Todo listo." – dijo Liz quien había terminado de recoger todas las cosas.

"Gracias Liz, yo ahorita las pongo en el carruaje."

Liz asintió con la cabeza mientras se ponía a recoger las ultimas cosas que quedaban por el cuarto.

En ese momento, Aris miró de nuevo a Luciel, quien se encontraba triste al ver al doctor Aris marcharse, por lo que Aris se acercó a Luciel, poniéndose de rodillas, y limpiando el rostro de Luciel que empezaba a soltar lágrimas.

"No llores Luciel." – dijo Aris."

"Es solo qué…" – Luciel miró a Aris. – "Por favor, no se vayan, intentaré ser lastimado menos, intentare molestarle menos… inclusive he guardado el secreto."

"No me ha molestado ni por un segundo tú presencia Luciel, y, sí, has guardado el secreto, por lo cual te agradezco, pero no me voy por lo que dices, me voy porque he tenido un propósito para venir a este continente." – dijo Aris.

"¿Un propósito?"

"Sí."

"¿Aris?" – Liz vio como Aris se quitaba su máscara, y Luciel pudo ver el rostro de Aris finalmente.

Liz intento ocultar el rostro de Aris, pero él con su mano levantada le pidió que se quedara quieta.

"…" – Luciel se sorprendió al ver el rostro de Aris, tal y como pensaba, Aris era un elfo. Él era un muy atractivo hombre de piel blanca, pelo rubio, y ojos de color verde. Su rostro daba también una sensación de calma.

"Luciel, te considero mi amigo, y por lo tal, confió tanto en ti como para que puedas ver mi rostro."

"¿Doctor Aris?"

"Y, otra cosa, mi nombre no es Aris."

"¡Aris!" – intento Liz de pararle.

"No, él merece saberlo." – él volvió a mirar a Luciel y con una sonrisa revelo su nombre verdadero. – "Mi nombre es Atlantis, y he venido a este continente en búsqueda de mi hermana menor."

"¿Tú hermana menor?"

"Sí, hace años ella desapareció después de un evento que cambio a nuestra familia, y hace un lustro descubrí que ella se había marchado a este continente, es por eso por lo que decidí venir a buscarla, y Elisa." – dijo Atlantis que también dijo el verdadero nombre de Liz. – "Me acompañó."

"…"

"¡Atlantis!" – Elisa se acercó a Atlantis y le dio una cachetada, y entonces se marchó de allí, todo mientras Luciel vio sin saber que hacer o decir.

"No te preocupes, se le pasará." – dijo Atlantis.

"¿Estás seguro?"

"Dejando eso de lado, te quiero agradecer Luciel."

"¿Agradecerme?"

"Sí, gracias a ti pude… creer un poco en las palabras que ella me dijo una vez."

"¿Ella?"

"Mi hermana menor, ella era muy parecida a mi hermana mayor…"

"…"

"Bien, creo que ya viene siendo hora de que me vaya." – dijo Atlantis que se volvió a poner la máscara. – "Pero antes de eso, toma."

"¿Qué es esto?" – dijo Luciel que recibió un libro y un saco con pequeñas bolsas con diferentes objetos.

"Este es mi libro de medicina, en ella se describe más de mil enfermedades diferentes y como curarlas, y en el saco hay bolsas con hierbas, plantas medicinales, pastillas y otros ingredientes útiles para hacer algunos remedios para las enfermedades más comunes."

"¿Esto?"

"Es mi regalo de despedida."

"Yo…" – Luciel comenzó a llorar. – "¿En serio se marchan? ¿Tiene que ser hoy?"

"Ya lo hemos decidido Luciel, y, no hay nada más importante ahora mismo para mí que mi misión."

"…"

"Creo que debes de entenderlo, querer buscar a alguien con tantas ganas que nada más importa."

Al oír tales palabras, Luciel recordó sus primeros días en el Pueblo de Esperanza, y aquel día cuando huyo del pueblo, de las palabras hirientes, creyendo que comenzaría su viaje para encontrar lo que él más deseaba.

Al recordar eso, Luciel se tocó el hombro derecho, recordando muy bien aquel día, el miedo que sintió al estar cerca de morir.

"Por esa razón, debo de seguir con mi viaje, debo hallarla."

"Entiendo." – dijo Luciel levemente, pues él sí entendía a lo que se refería Atlantis.

"Gracias Luciel."

"Pero…" – Luciel miró a Atlantis. – "Por favor, no se olviden de mí."

"Luciel…"

El joven terrícola abrazó a Atlantis.

"Gracias por todo." – Luciel dijo mientras él lloraba.

"Hm, porque lloras Luciel." – dijo Atlantis con una sonrisa mientras acariciaba el cabello del joven. – "Algún día nos volveremos a ver, así que, por favor, no te olvides de mí."

"No, no lo haré."

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En ese momento, Atlantis recordó las ultimas palabras que Luciel le dijo: "Algún día, nos volveremos a ver, y en ese día, me encargare de pagar la deuda que tengo con usted."

"¿Qué deuda?"

"Salvo mi vida, y la de Don Armando, así que un día yo le ayudaré en algo de vida o muerte que usted necesite."

"¿En serio?"

"Sí, un día seré lo suficientemente fuerte para poder realizar mi propio viaje."

"Ya veo." – dijo Atlantis, que no quería herir los sentimientos de Luciel al decirle la verdad sobre su condición, de su cuerpo incapaz de cultivar World Energy.

"Por eso, no le diré adiós, pues esto solo es un hasta luego."

"Entiendo." – dijo Atlantis. – "Hasta luego Luciel."

"Hasta luego Atlantis."

Atlantis sonreía al recordar su última conversación con Luciel antes de marcharse, Elisa le veía, ella aún se encontraba enojada.

"¿Estás seguro de esto?"

"¿De qué?"

"De haberle dicho nuestros nombres al mocoso."

"Bueno, no le dije nuestras verdaderas identidades por completo."

"Aun así revelaste nuestros nombres, ¡Demonios Atlantis! Tienes idea del lío en que nos meteríamos sí los humanos se enteran de que tú, el Segundo Príncipe del Reino de los Altos Elfos de Kingston se encuentra aquí."

"Bueno, tú acabas de decirle en voz alta, aunque bueno, no veo a nadie alrededor nuestro, así que está bien."

"No te lo tomes a la ligera Atlantis, somos fuertes, pero ni siquiera tú eres aun capaz de enfrentarte a un World Saint."

"Lo sé."

"Entonces, ¿Por qué decirle nuestros nombres?"

"Porque… así lo desee, no podía despedirme sin decirle mi nombre verdadero, no podía irme y tratarlo como cualquier otro humano."

"No te entiendo, acaso te encariñaste con él por su cuerpo dañado."

"No, claro que no, tú… tú no lo entiendes, todos los días en que me sentía triste, los días en que extrañaba a mi hermana, en esos días, siempre que Luciel llegaba a la clínica, podía finalmente calmarme, reírme y sonreír al charlar con él, con ese mocoso más débil que cualquier otra persona, ese mocoso que, a pesar de sufrir mucho, aún sonríe."

"…"

"Entiendo lo peligroso que es que él sepa nuestros nombres, pero, confió en que él no le dirá a nadie nada sobre nosotros."

"¿Y cómo estas tan seguro?"

"Porque confió."

"… eres un idiota, en serio, como puedes decir tales palabras, él es un humano."

"Pero no es como los humanos de este mundo."

"Tal vez aun no, pero pronto se ver�� influenciado por la basura humana de este mundo, de este maldito continente."

"Tú no lo sabes, él es diferente."

"¿Diferente? Todos los humanos son crueles, arrogantes y egoístas, pronto él crecerá y se convertirá así, al menos él nunca tendrá la fuerza o el poder para ser una amenaza para nuestra gente."

"Elisa, Luciel no es un monstruo, no es un maldito bastardo como los humanos que hemos conocido con anterioridad, él es diferente."

"… Hm, bueno, al final no importa, después de todo, él siempre será alguien débil incapaz de cultivar."

"Quien sabe, me gustaría poder encontrar una cura en este continente."

"Imposible."

"Tal vez."

"En serio Atlantis, es una tontería, ya era demasiado que él supiera que somos elfos, y ahora que sabe nuestros nombres…"

"Él no dirá nada."

"…"

"Espero poder un día volverlo a ver."

"…"

"Ver en el hombre en que se convertirá."

"Sí es que no muere o se olvida de nosotros."

"Él no morirá."

"Sí tu lo dices, aun así, él nunca podrá cultivar."

"Quien sabe, él me ha traído algunas sorpresas, él primer terrícola que conocí, la persona más débil que he conocido, la primera persona con corrientes tan dañadas que es sorprendente que siga con vida, alguien que aun con su debilidad esta dispuesto a arriesgar su vida por aquellos a los que ama, él, él es una persona llena de sorpresas."

"…"

"Además…" – Atlantis miró en dirección al Pueblo de Esperanza. – "El destino no está escrito."

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En la noche, Luciel ponía sobre la mesa que usaba como escritorio el saco y el libro que Atlantis le regalo.

"Gracias."