463 Mundo Shinobi - El fin de la paz - 130

Como a eso de las tres de la tarde, Hiruzen creyó haber reunido toda la información de los despreocupados comerciantes. Escucho cada cosa que le hizo ponerse de malhumor a cada momento. Al punto tal, que pensó en matar a varios comerciantes traidores. Los cuales, hacían negocios y se reían a costa de la seguridad de la nación del Fuego.

Hiruzen camino con dirección al municipio y se adentró en la feria del sector Este. Compro algunas frutas y comidas que se veían sabrosas, todo esto pensando en los niños que lo acompañaban. Avanzó hasta el principio de la feria, a cien metros del municipio. Cuando paso por la mañana, los pozos le produjeron cierta curiosidad y se preguntó si tendrán alguna conexión con el municipio. Sin embargo, sería bastante difícil, tirado a imposible saberlo a ciencia cierta. Los guardias vigilaban en todo momento y estaban muy atentos a quién se acercará a ellos.

-¡¡¡Aaaaah!!!!- grito alguien y Hiruzen dio un respingo al igual que todos los que estaban cerca. Hiruzen miró en dirección del grito desgarrador y vio a un hombre corriendo a toda velocidad al pozo que estaba a su izquierda. Parecía tener prisa, ya que su rostro estaba rojo de tanto correr. Sin embargo, y para sorpresa de Hiruzen, el tipo se lanzó de cabeza por el agujero del pozo. Hiruzen miró con una expresión de incredulidad, mientras el resto de las personas en la feria se largaban a reír.

Hiruzen se acercó a un puesto y vio a un hombre de unos cuarenta años sonreír como si lo que el hombre hizo fuera un chiste. Le pidió dos melocotones y el feriante los tomo y se los tendió. Hiruzen los metió en un pequeño costal que había comprado y pregunto

-¿Qué están gracioso?-

-Chico, veras- dijo el feriante entre sonrisas, Hiruzen le tendió el dinero por los melocotones y el feriante lo recibió y continúo relatando con una sonrisa en los labios -ese tipo lleva haciendo lo mismo todas las semanas. Todos creemos que su chica lo engaña, así que cada vez que le viene una crisis hace lo mismo. Sin embargo, su gran problema es que es imposible matarse en el pozo de la serpiente. En esta época del año tiene poca agua, pero aún tiene la suficiente como para generar un lodazal que aguanta la caída de una persona. Ya verás cuando los guardias lo saquen, a lo sumo tendrá un dolor corporal. Esta ya es la décima vez-

Hiruzen se despidió del tipo y miró los alrededores. Nadie parecía estar dispuesto en ayudar al tipo. Así que Hiruzen comenzó a caminar con dirección al pozo de la serpiente. Al mismo tiempo, vio a una mujer caminar con dirección al pozo. Avanzaba a paso rápido mientras llevaba una expresión de preocupación. De cabello ondulado, delgada y facciones encantadoras. Hiruzen la examino por otros lados, pero no la encontró la gran cosa. Sin embargo, puede decir que por lo menos su rostro era agradable.

La mujer camino mucho más rápido que Hiruzen, llego al pozo, grito un par de cosas, pero no recibió ninguna respuesta. Entonces corrió con dirección a los guardias que estaban a veinte metros del pozo y les pidió ayuda. Todos se rieron de buena gana, incluso dejaron sus puestos para escuchar las excusas de la mujer. Todos se reían de buena gana y volvieron a sus puestos. Como si lo que hubiera dicho la mujer hubiera sido un gran chiste. La mujer estaba preocupada, les rogaba, pero nadie le hacía caso.

Hiruzen llego hasta el pozo y miró a las profundidades. Por lo menos eran veinte metros de profundidad. Al parecer, el tipo estaba tendido boca arriba, con los brazos y piernas extendidas. Hasta el propio Hiruzen se largó a reír.

Al poco rato, llego la mujer y sin prestar atención a Hiruzen, le grito -marido, solo espera, te sacaré de inmediato-. Sin embargo, la otra parte solo permaneció en silencio.

-Señora- dijo Hiruzen con una sonrisa amable -si quiere le puedo ayudar, pero se tiene que conseguir una cuerda lo suficientemente larga para llegar al fondo-

La mujer dejo de mirar al fondo y miró a Hiruzen, asintió y dijo -espéreme un momento-. Entonces corrió con dirección a la feria y comenzó a preguntarle a todos los feriantes por una cuerda. Diez minutos después volvió con una cuerda tan gruesa y larga, que tuvo que enrollársela entre el hombro izquierdo y la cadera para poder llevarla mientras la sostenía con ambas manos.

Hiruzen hizo una mueca, porque dudaba que la cuerda tuviera el largo necesario. A lo mejor, debería utilizar sus capacidades de shinobi para lograr este ejercicio. Si tenía suerte, nadie se daría cuenta que era un shinobi.

-Por favor, tome la cuerda y ayude a mi marido- dijo la mujer, haciendo fuerza para levantar la cuerda y dejarla caer al suelo.

Hiruzen le entrego el saco con los alimentos que había comprado en la feria y ella lo sostuvo. Después, Hiruzen tomo la cuerda y camino hasta el pozo. Amarro la cuerda en una de las esculturas de metal, con la forma de una serpiente que, a su vez, sostenían el eje de las poleas. Una vez que la amarro, lanzó la cuerda al pozo y noto lo que presumía. La cuerda solo debe haber medido unos 15 o 17 mts. El hecho es que no llegaba al final.

Hiruzen tomo una profunda respiración, aparto la mirada del pozo y miró a la mujer, la cual lo miraba con un rostro lleno de esperanzas. Hiruzen soltó un suspiro y asintió, después se metió al pozo y se sujetó de la cuerda. Una vez que supo que la cuerda lo resistiría sin hacer tambalear el soporte con forma de serpiente, comenzó a descender.

Cuando llego al final de la cuerda, se vio a tres metros del suelo que era una cosa fangosa, oscura y húmeda. El tipo aún estaba tendido sobre el fango e inconsciente, pero poco a poco se estaba hundiendo. La visibilidad era poca, pero parece que se había golpeado la cabeza con los bordes del pozo. Hiruzen saltó al fago, evitando caer sobre el tipo y al instante, el fango cedió y se hundió medio metro. Eso hizo traspirar frio a Hiruzen, pero al notar que su descenso se detuvo, suspiro de alivio.

Por otro lado, con la escasa luz que llegaba a las profundidades del pozo, pudo ver que en una esquina había un viaducto enrejado. Tenía cuatro grandes tornillos del tamaño de un dedo afirmando la rejilla.

-¿Está bien?- grito alguien

Hiruzen miró hacia arriba y vio a la mujer -sí, estoy bien- contesto

-No usted, señor. Mi marido ¿Está bien?- grito la mujer de vuelta

Hiruzen hizo una mueca y sintió que le palpitaba el labio. Tomo una profunda respiración y trato de mirar al tipo por encima -tiene una gran contusión en la cabeza, pero eso sería todo- dijo

-Ojalá no sea nada- susurro la mujer por lo bajo, pero el pozo hizo efecto eco y Hiruzen la pudo escuchar.

Hiruzen miró al tipo, tendido sobre el barro, como si hubiera sido estampado y pensó que era un tipo afortunado. A lo mejor tenía problemas, pero aun así había alguien que se preocupaba por él.

-Bueno, yo también tengo alguien- murmuro Hiruzen a modo de alivio -¿Cierto Biwako-chan?-

Entonces se apoyó en las hendiduras de la muralla, hizo fuerza con sus brazos y fue sacando sus piernas del barro. Una vez que libero sus piernas del barro, puso su pie en otros lados del barro y fue tanteando para ver en donde se hundía. Sin embargo, donde ponía el pie se hundía, solo que esta vez fue menos escandaloso que cuando salto de desde la cuerda.

Avanzó hasta donde el tipo, le miró la herida y vio que la piel a los lados del corte parecía unos labios sangrantes.

-Espero que estés bien, amigo- dijo Hiruzen

Sin embargo, Hiruzen dejo el cuerpo atrás y se acercó a la rejilla. Miró hacia el túnel, que según sus cálculos se dirigía al municipio y solo pudo ver oscuridad. Negó como si fuera una mala idea, pero de todos modos levanto su mano derecha y golpeo los cuatro pernos que sostenía la rejilla con el borde de su mano.

Sonó un ruido metálico que puso en alerta a todos los guardias y caminaron con dirección al pozo. Sin embargo, cuando llegaron al lado de la mujer que miraba al fondo del pozo. Hiruzen ya estaba colgando de la soga y llevaba al hombre bajo su brazo.

-Espéranos, te ayudaremos- dijeron los guardias y comenzaron a jalar la cuerda

Hiruzen se puso nervioso por llamar tanto la atención, pero les siguió el juego. Una vez que llego a fuera, dejo al hombre tendido en el suelo y la mujer se puso a llorar. Los guardias se sintieron mal por haberse burlado de ella, así que los llevaron a un médico.

Por otro lado, uno de los guardias miró a Hiruzen y le pregunto -¿Qué fue ese ruido?-

-¿A cuál?- le pregunto Hiruzen, como haciéndose el desentendido.

El guardia puso una mirada filosa y le dio una bofetada en cada lado de la cara. Hiruzen reacciono poniéndose serio, pero el guardia en ningún momento se asustó. Él tenía la razón, sin importar las circunstancias.

-Te pregunte algo, responde- insistió el guardia, dando un paso hacia adelante y mirando a Hiruzen a los ojos. Los dos terminaron a treinta centímetros del otro.

Hiruzen tomo una profunda respiración y dijo -solo me apoye en una parte de la pared, le pegue una patada para impulsarme y alcanzar la cuerda ¿Feliz?-

El guardia lo volvió a abofetear, pero esta vez sonrió contento -eso era todo, basura. Ahora vete- dijo en tono despectivo

Hiruzen bufo hacia un lado, tomo el saco que la mujer había dejado botado a un lado del pozo y se marchó.

Por otro lado, el guardia miró al fondo del pozo y como todo parecía estar en orden, volvió a su puesto. Sin embargo, como estaba todo oscuro, no pudo ver que la rejilla del conducto que conectaba al municipio con el pozo había desaparecido. Hiruzen la había arrancado y la había hundido en el barro.

Hiruzen tuvo algunas dificultades para entrar al hotel. Después de todo, apestaba a agua sucia y muchas otras cosas. El dueño del hotel le dijo que de ningún modo iba a entrar al edificio en ese estado. Así que Hiruzen tuvo que bordear el edificio y lanzar piedrecillas a la ventana de las habitaciones. Sakumo y Akane abrieron de forma respectiva las ventanas de sus habitaciones, se miraron y después miraron hacia el callejón que pasaba por detrás del hotel. Hiruzen movía sus manos desde abajo, con casi la mitad de su cuerpo cubierto por una especie de barro.

-Es tu compañero de cuarto- dijo Akane

Sakumo hizo una mueca y le dijo -si está sucio ¿Puedo dormir con ustedes?-

-Los niños…-

-Vamos, no seas mala-

-Está bien, pero te tendré vigilado-

Akane cerró la ventana y Sakumo tomo una profunda respiración. Le hizo señas a Hiruzen para que subiera y él comenzó a escalar el edificio como si fuera un mono. Una vez que llego a la ventana, se metió a la habitación mientras Sakumo se alejaba y se apretaba la nariz con los dedos.

-Lo sabía- dijo Sakumo con voz nasal -apestas ¿Dónde rayos estuviste?-

-Es una larga historia, necesito ver a Kaoru- dijo Hiruzen apurado. Sakumo lo sujeto del brazo izquierdo con su mano izquierda, mientras que con su derecha se seguía apretando la nariz.

-No te dejaran entrar- continuo Sakumo con voz nasal -date un baño. Viejo, realmente apestas-

Después de eso, Sakumo soltó a Hiruzen y se fue corriendo a la ventana, donde empezó hacer arcadas.

Solo una vez que Hiruzen se bañó, fue a ver a Kaoru. Cuando él entro a la habitación, vio a la niña sentada en la cama, con hojas de dibujos de la ciudad esparcidos por toda la superficie. Parecía concentrada moviendo el lápiz por el papel mientras las venas alrededor de sus ojos estaban hinchadas. A dos metros de ella estaba Akane, comiendo unas frutillas. De vez en cuando, ella se acercaba a Kaoru y le llevaba una frutilla a la boca y Kaoru abría la boca y se dejaba alimentar.

-Saru-san, sé por lo que vienes, te vi- dijo Kaoru masticando una frutilla mientras continuaba dibujando un trazo a lo largo de una gran construcción rectangular. Ese trazo pasaba por una especie de cilindro que bajaba a lo largo de la construcción rectangular. Después abandonaba la construcción, bajando más profundo y se curvaba, hasta llegar a una especie de agujero, cercano a la construcción circular.

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