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En una noche de adrenalina, el rugido de motores se mezclaba con la excitación del público que se congregaba en aquel rancho olvidado para presenciar una carrera callejera legendaria. Dos titanes se alineaban en la pista improvisada: a un lado, el Acura RSX modificado, con su aura de potencia y agilidad, y al otro, el imponente Nissan 350Z, un enigma de velocidad y elegancia.

El silencio tenso fue roto por el estruendo del semáforo verde, y ambos coches se lanzaron hacia adelante con una furia impresionante. El RSX, con su aceleración instantánea, tomó la delantera, pero el 350Z, como una bestia liberada, rugió detrás con una velocidad que dejó a todos asombrados.

La multitud animaba con entusiasmo, sus rostros iluminados por el resplandor de los neones, mientras los dos competidores se lanzaban a través de la pista que fue testigo de muchas carreras al igual que accidentes. El RSX demostró su agilidad en cada curva cerrada, pero el 350Z, con una potencia bruta, cerraba la brecha en las rectas.

El rugido de motores y el chirrido de neumáticos crearon una sinfonía de velocidad, mientras los coches se esforzaban al límite. La multitud, con el corazón latiendo al ritmo de los motores, vitoreaba y animaba con una energía palpable.

En un giro final, el RSX, con su maniobra audaz, logró asegurar la victoria, cruzando la línea de meta con una ovación ensordecedora del público. Todo se volvio ruidoso gristos de emocion pero tambien abucheos por ser el RSX el ganador.

En aquel cuarto, apenas vi quién fue el ganador, solté una fuerte risa que llenó aquel lugar y rompió todo silencio.

"Ganaste, cabrón", gritó Hector mientras me abrazaba de la felicidad.

"Tienes buen ojo, felicidades", dijo Suki mientras se colgaba de mi cuello y me daba un beso en el cachete.

"Gracias", dije mientras ponía mi mano en su cintura y la pegaba más a mi cuerpo.

Una vez terminó de felicitarme, voltee a ver al ruso, que tenía una cara que reflejaba odio puro.

"Дерьмо, потому что..." (Mierda, porque...) gritó mientras estrellaba su vaso en la pared.

"Bueno, parece que no tuviste suerte hoy, viejo, y los billetes", dije mientras caminaba hacia él.

"Sí, aquí están", dijo mientras ponía un portafolio De mala manera en la mesa.

"Cuando quieras perder más dinero, solo avísame", dije mientras contaba el dinero.

Pero justo cuando estaba a punto de irme, por el rabillo del ojo, pude ver cómo uno de sus guardespaldas metió su mano detrás de su espalda. Al ver eso, hice lo mismo, y a los pocos segundos, los dos nos estábamos apuntando a la cabeza: yo tenía una Glock y él, un revólver.

----- FLASHBACK ---------

Minutos antes de que Héctor me recogiera, tenía que volver a la cochera y asegurarme de que Dewey estuviera allí y no causara problemas.

"Dewey, ¿aún tienes comida...?"

Justo antes de terminar de hablar, me encontré a Malcolm en la cochera con un arma.

"¿Qué demonios haces, Malcolm?" le grité.

"Ah, Reese, no es lo que piensas. No es mía, lo juro", dijo Malcolm mientras me apuntaba.

"Apunta al suelo, idiota", le grité a Malcolm. "Déjala en la mesa y dime qué pasó", le dije más calmado mientras él obedecía.

"Bien. Cuando Jessica fue por unas bebidas, dejó su bolsa abierta y se miraba el arma. Así que la tomé y la fui a esconder, pero cuando se dio cuenta, me dijo que la quería de vuelta, que no era suya", explicó Malcolm.

"Continúa", le dije.

"Volvi a tomar el arma, pero esta vez la iba a cortar con una segueta", dijo Malcolm.

"Malcolm, se supone que tú eres el genio. ¿Qué pasaría si mientras la cortas, el gatillo se aprieta y hay una bala perdida? Podrías herir a alguien. Piensa, cabrón, usa ese cerebro", le dije a Malcolm enojado.

Una vez que le quité el arma, pensaba esconderla en la cochera, pero Dewey estaría allí, así que mejor la guardé detrás de mi cintura y la cubrí con mi chaqueta.

"Bien, ahora Malcolm, vuelve con Jessica, dile que yo tengo el arma y que se la devolveré una vez que ella se vaya. ¿Entiendes?", le dije a Malcolm. Parecía que al fin su cerebro estaba funcionando.

"Oh, Reese, ¿qué hubiera pasado si la hubiera cortado y Dewey está aquí?", dijo Malcolm con una voz entrecortada.

"Ya, tranquilo. Nada de eso pasó. Es lo bueno. Tranquilízate, vuelve adentro. Nos vemos en unas horas", le dije mientras me despedía.

------ FIN FLASHBACK ---------

Que pasa, ruso, gané limpio. No quiero ensuciar mi dinero con tu sangre. Dile a tu perro que baje el arma —dije con tono de enojo y desagrado—.

"Дмитрий опускает пистолет" (Dmitri baja la pistola) —dijo el ruso con voz calmada.

"Tiene agallas, niño. Me gusta. ¿No quieres trabajar para mí?" —agregó el ruso, aún con la misma voz tranquila—.

Pasó de tu oferta y bien, tu perro bajará su arma —dije aún apuntando a la cabeza—.

"Блин, опусти пистолет" (Diablos, baja el arma) —gritó esta vez mientras golpeaba la mesa.

Después de unos segundos, el guardespaldas decidió bajar el arma. Yo hice lo mismo y la guardé en el mismo lugar donde estaba al voltear a ver a los demás. Todos tenían una cara de sorpresa.

"Que Pasa, pregunté".

"Desde cuando estás armado", preguntó Héctor.

"Desde hoy", dije sin darle mucha importancia.

Tomé el maletín listo para irme junto con Héctor, pero Suki se interpuso en el camino.

"No prefieres quedarte esta noche conmigo", dijo ella en voz baja mientras me hablaba al oído.

"No lo creo, Suki, pero si nos volvemos a ver, puede que te tome la palabra", le dije antes de besarla.

Definitivamente, ese beso no estaba en los planes, pensé.

Habíamos llegado al carro, y tuve que descansar un poco. La adrenalina había pasado; las manos me temblaban, las piernas no me respondían. Estaba hecho un desastre; todas estas emociones en una sola noche. Esto era una locura y ME ENCANTABA.

"¿Estás bien, Reese?", preguntó Héctor preocupado al verme en el suelo.

"Sí, todo bien. Solo dame un minuto", le dije. "Por cierto, ¿quién es ese ruso?" le pregunté.

"Es uno de los cabecillas de la mafia rusa. Llegó hace medio año; su territorio está cerca de nuestras rutas", dijo Héctor.

"Crees que intentente jodernos los negocios por ganarle", le pregunté.

"No lo creo. Movemos diferentes mercancías; nosotros no entramos en su mercado y él no entra en el nuestro. Así ha sido hasta ahora, pero si deciden cambiarlo, ya veremos qué hacemos", dijo Héctor.

"Bien, vamos a comer. Tengo hambre; yo invito", dije mientras levantaba el maletín con dinero y sonreia.

Habíamos cenado unas buenas tortas de bistec con su cebollita asada y una buena Coca bien fría. (Chale, ya me dio hambre). Era casi las 2 de la mañana cuando Héctor me dejó afuera de mi casa. Las luces estaban apagadas, lo que significa que todos ya están dormidos. Espero que Malcolm dejara la ventana abierta. Si estaba abierta y mis hermanos seguían despiertos...

"¿Qué pasa, Malcolm?", dije mientras entraba por la ventana tratando de no hacer mucho ruido.

"Reese, pensé que no llegarías", dijo Malcolm.

"¿Dónde estabas?", preguntó Dewey.

"No es tan tarde", dije mientras metía el maletín debajo de mi cama y estaba en una fiesta. "Y ¿qué pasó con Jessica y su amiga?" le pregunté a Malcolm.

"Pues, Jessica se enojó y se fue. El que tuvo suerte fue Stevie. Mañana le preguntas cómo le fue", dijo Malcolm.

"Bien, ya vamos a dormir. Estoy cansado. Buenas noches", dije antes de quedarme dormido.

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