1 ¿Cómo comenzó su historia de amor?

—Oh, Qingchen ... —La preciosa dama suspira mientras se acerca a donde está su hijo. Lo admira de pies a cabeza sin deshacerse de su suave sonrisa, orgullosa al ver a este gran hombre en el que su bebé se ha convertido—. Te ves tan hermoso, mi pequeño...

—¿Más hermoso que nunca~?

—¡Más! ¡Definitivamente hoy te ves más lindo de lo habitual! —exclama su hermana mayor abrazándolo de repente—. Mi querido cuñado es muy, muy afortunado de tener al pequeño Xiao como pareja. ¡A-Qing es el más bello en el mundo!

—¡Jiejie! ¡Jajajaja! ¡Detente! Mi rostro no es tan grueso, ¡ahora me siento avergonzado!

—Pff, ¿por qué? Es solo la verdad. —Ahora, interviene su hermano mayor incorporándose al abrazo.

—¡Gege!

—¡Did-!

—Meiyu, Wangyi. Están despeinando a su hermano, ¡déjenlo, déjenlo!

El par de hermanos mayores, aunque con quejas guardadas, obedeció . Ahora, sólo admiran de lejos lo hermoso que está su didi hoy.

Dios mío... ¡Luce demasiado joven todavía!

Pero pronto... ¡se casará!

Están felices por él y, al mismo tiempo, tristes. El bebé de la familia se va de casa y se ve tan contento con esto... Su rostro brillando con una gran sonrisa en sus labios cuando ve a...

—¡Ah! ¡Cuñado!

El futuro esposo de su hermano pequeño había llegado a la habitación para llevárselo.

—¡Yewan!

—A-Chen... —Sonríe de inmediato al verlo y acelera el paso.

No obstante, antes de ir con su novio, Song Yewan saluda con respeto a su suegra y a sus cuñados. Luego se acerca a su amando y, tomando suavemente su carita de muñeco, besa tiernamente sus suaves labios. El corazón de Yewan está demasiado emocionado, demasiado feliz de ver a quien sería su futuro esposo; tanto que no esperó ni un segundo más para mostrarle su profundo amor a través de un beso sincero.

—Oh, por la diosa. ¿Cómo puedes ser tan adorable? —Le pregunta cuando lo lleva de la mano fuera de la habitación.

—Hmmm... no lo sé~. ¿Por qué eres tan guapo?

—Sólo así consigo tu atención, ¿no?

—¡A-Zhen! —La cara de Xiao Qingchen se vuelve roja. Rápidamente abraza a su novio para ocultar su vergüenza y felicidad en el amplio pecho de este.

Ambos se ríen.

—Es hoy...

—Es hoy.

Hoy es su boda.

Fue difícil, pero ahora están aquí.

Volvieron a encontrarse, volvieron a conocerse, volvieron a amarse.

No fueron profundas las penas, ni insoportables los caminos en esta nueva oportunidad; la incontenible alegría de por fin cumplir el sueño de veinticinco vidas decora el rostro de ambos mostrándose en forma de una dulce sonrisa. Un tenue sonrojo emocionado colorea sus mejillas y un gran brillo ilumina la mirada tierna que dedican a su pareja destinada.

Admiran su belleza: al verlo lucir tan bien aquel terno, sus rostros no pueden evitar encenderse más ni su corazón dejar de acelerarse. Uno vistiendo de negro, otro de blanco; recuerdan el pasado y los viejos tiempos. Todo luce tan perfecto.

Al observar el rededor, uno se da cuenta de que este lugar es el escenario ideal para llevarse a cabo la boda: es natural, espacioso, limpio e iluminado; un gran cielo despejado se puede apreciar con tan sólo levantar la mirada. Hoy, el claro de tierno pasto verde se encuentra decorado por muebles, telas y adornos blancos cual nube de verano; hermosas flores de diversos colores bailan con el viento junto a los largos vestidos de las otras flores invitadas al evento.

Llegan poco a poco más invitados; ellos sonríen y felicitan a los novios entregando sus regalos y buenos deseos. Una enérgica joven los recibe en su nombre y corre de un lado a otro llevándolos a guardar. Al terminar esta labor, decide ir a jugar con sus amigos, cuidando a la vez que todo esté en orden. Sus padres la observan amorosos: después de mucho esfuerzo, lograron encontrarla también.

Esta realmente es... una vida encantadora. La que tanto anhelaron alcanzar.

Buen lugar, buena comida, un buen día. La interminable semana de lluvias incluso cesó pocos días antes de este evento. Ahora brilla un gran sol que no molesta y corre una suave brisa que refresca. Todos están a gusto: los que sienten frío están bajo la calidez del sol, y los que sienten calor tienen un lugar bajo la sombra que ofrecen los generosos bambúes del gran bosque que rodea el área.

Se oyen risas, conversaciones alegres y no hay quien no sonría.

Pronto iniciará la ceremonia. Todo es como un sueño.

Desde un punto apartado, la pareja observa el lugar con una gran emoción llenando sus pechos. Mudos, se toman de las manos, se miran con dulzura y se toman un momento para unir sus labios antes de volver con los demás.

Los recuerdos de distintos pasados aparecen cual filme en sus mentes: en muchos, sus cabellos son más largos y sus vestimentas muy extrañas, mas en todos se besan con sincero querer.

El mismo lugar, las mismas personas, distintos tiempos ¿Creen que este sitio ha sido escogido sólo porque era bonito? No, realmente no fue sólo por eso.

En realidad, Song Yewan y Xiao Qingchen lo eligieron porque...

—¡Ya va a comenzar! ¡Todos a sus lugares, por favor!

Porque fue aquí... donde comenzó su historia.

Sucedió hace muchos siglos. Ambos son el resultado de un capricho del Universo, quien, deseoso de alguna gran historia de amor, creó de una misma estrella sus almas y las dotó de un especial hilo del destino. Este tenía la cualidad de no desvanecerse hasta que el ciclo de reencarnación terminase. Podía romperse, enredarse u otra persona cortarlo, pero, mientras que el otro exista y esté dispuesto a volver a unir sus partes, entonces no desaparecería. Eso significa también que en todas sus vidas se buscarían, llevados por su mitad de hilo que anhela encontrar su igual.

Y así, el Universo organizó el mundo y los años para que cumplieran con todo lo que planeó para el primer encuentro de esta pareja destinada. No quería errores, no quería fueras de tiempo; él quería que este momento fuera perfecto y romántico para, de este modo, no sea fácilmente llevado lejos por el olvido y siempre trascienda en la memoria de todas sus reencarnaciones.

Pues... ¿qué más hermoso que enamorarse a primera vista? Sólo "el único amor de su vida" podría superarlo, pero... ¿y si se mezclan estas dos ideas?

Para conseguir una respuesta, nacieron ellos.

Sus almas fueron arrojadas al mundo y, sin piedad, su primera vida fue cubierta con penas desde la infancia.

Pobreza, abandono, hambre y frío, esto no paró hasta que alguien los rescató de ellas.

Inmortales tomaron bajo su ala al pequeño niño que encontraron, y los educaron para convertirse en cultivadores del camino justo. El mayor siendo instruido en una montaña, el menor en un templo; aunque separados, ambos aprendieron de maestros anacoretas, quienes deseaban que todos sus discípulos siguieran su mismo estilo de vida.

Mas, para este par de destinados, no era lo adecuado... ¡Tal camino era tan solitario! Por naturaleza, se resistirían a seguirlo.

Corrieron los años.

Disfrutaron los veranos, se abrigaron en los inviernos; jugaron con las hojas que caían en otoño y pintaron los paisajes de primavera. Los cielos los vio crecer y volverse más fuertes y hábiles; ya no eran más unos pequeños niños.

Viendo esto, al Universo un amor de adolescencia le pareció bueno.

Llegada la edad adecuada, el tiempo fue preparado con cuidado: desde el momento preciso en que estos muchachos empezaron a sentir aquella apasionada curiosidad brotar en su pecho (la que los incitaba a conocer el mundo más allá de lo que sus maestros les permitían); hasta el repentino impulso nocturno de querer salir sigilosamente de sus hogares hacia el pueblo más cercano, por aunque sea unas cuantas horas.

Y así, ayudándose de la oscuridad que traía la medianoche con luna oculta tras las nubes, se deslizaron por los pabellones en cierta ocasión. Se escondieron entre las sombras y dependieron de la tenue luz que ofrecían las estrellas para ver el camino, intentaron todo lo posible para no ser descubiertos por sus mayores.

Había un mundo allá afuera que los llamaba fuertemente a recorrerlo.

Estaban tan cerca de lograrlo ¡La salida a unos pocos metros más...!

¡Y-! No lo consiguen.

Alguien mucho más alto que ellos, los sujeta del cuello de su túnica desde atrás. Estos intrépidos adolescentes sudan frío. Ya saben quién es.

Ahora están acabados ¡Arruinados! ¡Definitivamente su shifu está enojado al encontrarlo en esta situación! Estando a punto de romper la regla principal (no bajar al mundo mortal) ¡Qué atrevimiento! No sólo se teme la venida de un gran castigo, sino de ¡una expulsión! Ya ha sucedido antes. Otros hermanos y hermanas mayores tuvieron tal final.

Entonces ¡¿cómo atreverse a imaginar que eso mismo no les sucedería a ellos?!

Encogidos en su sitio cual pequeños gatitos que son llevados del pescuezo por su madre, fueron cargados de regreso mientras les reprenden por salir tan tarde.

¿Eh?

Así es. Lejos de castigarlos con el exilio por estar a punto de romper una regla importante, sólo les regañaron por ocurrírseles escapar tan tarde e interrumpir su sueño. Los regresaron a sus habitaciones y, después de arroparlos bien, les indicaron ir a buscarlos al salón principal de su oficina dentro de tres horas.

¡Pero primero debían dormir adecuadamente!

Ja. Como si pudieran.

Pasado el tiempo acordado, se levantaron de sus camas para ir al encuentro de su maestro. Estos inmortales —como si estuviesen enterados de la voluntad del Universo— permitieron la salida de su respectivo alumno e incluso le concedieron un par de bolsitas qiankun llenas con todo lo necesario para su viaje. Luego de una larga charla, la única condición que les impusieron fue prometer un regreso pronto y seguro.

—Buena suerte —desearon.

En verdad, ¿esto es real?

Ninguno de aquel par de muchachos de quince años esperaba tal tipo de reacción.¡Es increíble! ¿Cómo encontrarle una razón lógica al permiso concedido? Al pensarlo, sólo pueden imaginar que en la decisión de su respetable maestro, estaba escondido el deseo de hacerlos conocer la oscuridad de la que siempre hablan que guarda el mundo…

¡Para así hacerles rechazar este y nunca más volver a querer salir!

Era lo más probable. No se les ocurre algo más. De todas maneras, cualquiera que sea la verdadera razón, no los detendría ahora.

Después de agradecer adecuadamente a su Shifu, ambos salieron emocionados de sus hogares junto al sol; uno guardando la alegría en su corazón y el otro demostrándola sin contenerse. Túnicas de cultivador ondeándose con el viento, sus corazones también fueron llevados por la gentileza de este y la espectacular sensación de libertad.

¿Cuándo fue la última vez que estuvieron en las calles de algún pueblo? Fue hace tanto que ya no las recuerdan con claridad. Han pasado más de diez años desde que su maestro lo rescató de estas para brindarle todo lo que un niño pequeño desea y necesita: deliciosa comida, una suave cama, buenos estudios y... una gran familia.

Después del abandono de sus padres biológicos, estos niños habían encontrado en personas con las que no comparten sangre, más cariño y amor de lo que alguna vez le ofrecieron sus parientes. ¿Quién lo imaginaría?

Es por esto que se prometen volver.

A pesar de querer pasar el resto de sus días descubriendo el mundo, no planean abandonar ni a sus shijies ni shixiongs, y menos a su shifu, quien cuidó amorosamente de todos como un buen padre ejemplar.

Fu, fu…

¿Cómo imaginar que pronto dudarían de esta decisión? Tan resueltos que parecían estar de ella…

La media luna que se presentó en su primera noche lejos de casa, poco a poco se fue volviendo más redonda con el pasar de los días y aventuras que tuvieron.

Fue en la décima mañana que, acompañados de nuevo por el sol, ambos arribaron "coincidentemente" en el mismo pueblo.

Aún no era el momento planeado para que se conocieran, pero, desde su llegada al lugar, parecía imposible evitar un cruce de caminos prematuro. Eran como imanes que se atraían desde lejos: constantemente coincidían en los mismos espacios, tales como un gran restaurante o una pequeña tienda, a pesar de este ser un gran pueblo comercial.

Estando ambos tan cerca de un roce, una mirada o un choque casual, el Universo cada vez se desesperaba más, ¡a duras penas lograba separarlos de un posible encuentro! Debido a ello, decidieron intervenir los dioses. Queriendo ayudarle a cumplir su deseo, algunos descendieron disfrazados de simples mortales para impedir hasta el más rápido cruce de miradas.

Estas deidades también deseaban ser espectadoras de la pronta función; un evento al que no podrían faltar.

Pero…

¡Ahhh! ¡Tan difícil! ¡Niños, entiendan que aún no es momento!

Un alma sentía a la otra cerca, haciendo que la persona la comience a buscar inconscientemente. Ninguno de los muchachos entendía el porqué se sentían tan emocionados a veces y, en otras, algo decaídos cuando se alejaban de ciertos lugares llevados por un montón de gente.

Pasaron las horas, cayó la tarde. Los destinados salieron a diferentes horarios del pueblo sin haber visto el rostro o siquiera la sombra del contrario. Los dioses podían por fin permitirse el suspirar de alivio y regresar a sus puestos.

¡Ahora sólo es cuestión de ser pacientes!

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