1 Una locura

Mientras Anna se miraba al espejo pensó que era hoy o nunca, ya estaba cansada de estar enamorada de el Ángel negro como ella lo llamaba, ya estaba cansada de soñar despierta y ser invisible a sus ojos, esa noche sería la primera y la final de aquel enamoramiento, llevaba esperando por él cinco años, mirándolo desde la distancia y sabiendo que era inalcanzable.

Aquella noche iba a despedirse de su yo inocente e iba a empezar una nueva vida, iba a aprovechar que se iba a estudiar al extranjero para decirle adiós con toda la pasión que podía demostrar, además sabía que era él, merecía su virginidad. Sabía que no iba a ser tan romántico como se podía esperar, pero estaba preparada para ello, estaba decidida a darle ese último regalo y a olvidarlo, y dos años en el extranjero iba a servir para dejar de verlo, y olvidarse de esa fantasía infantil.

Se había maquillado a conciencia, sin ser recargada, pero realzando su belleza, probablemente la mayoría de los que iba a estar en la fiesta no se darían cuenta de que era ella, al fin y al cabo ella no asistía a esos eventos, había elegido un vestido blanco, sencillo pero vaporoso, algo muy adecuado para esa noche de verano donde el calor hacía que llevar abrigo fuera innecesario totalmente, en un principio pensó en ponerse unos tacones, pero decidió que si tenía que salir de allí rápido era mejor algo más cómodo, sabía que aquel estupido plan podía salirle mal, pero siempre había pensado que quien no arriesga no gana, y con ese pensamiento salió de casa a aquella fiesta.

La mansión donde vivía el Ángel negro era espectacular, en una colina, con unas vistas preciosas, su familia era muy rica y se notaba claramente en la casa a la que se dirigía, y eso que esa mansión solo era su residencia de verano, algo donde pasar los días calurosos al lado del lago, donde la brisa era más agradable, por eso el motivo de celebrar allí la fiesta y no en la mansión de la ciudad, todos los asistentes podían quedarse a dormir si así lo querían, pero la mayoría de los que iban eran hijos de familias pudientes, así que probablemente vendrían a buscarlos cuando el alcohol hiciera que no pudieran más, en cuanto a ella no era ni pobre ni rica, estaba claro que él era inalcanzable, pero a ella no le importo, ella no era ninguna tonta y sabía que él una vez que se hiciera cargo de la compañia de su padre se volvería más inalcanzable aun.

Con ese propósito camino entre la gente, no sabía porque daba igual al cantidad de gente que hubiera, siempr podría detectarlo en una habitación, y tras un rato caminando entre la gente por fin sintió esa sensación en la nuca, era como si sus terminaciones nerviosas se activaran ante su presencia, cuando se giró lo vio hablando con sus amigos, se veía que se lo estaba pasando bien, sonreía y se le veía feliz en ese ambiente.

Anna lo llamaba el ángel negro porque era como una ángel, tenía una belleza que hacía que todas las mujeres a su alrededor no pudieran dejar de verlo, pero para ella lo mas hermoso que tenia era su mirada, unos ojos negros que podían transportarse a otro mundo con una mirada, era como un alma vieja encerrada en un cuerpo de un joven, podía ver el misterio de esa mirada y eso la convertía a ella en una polilla atraída por la luz, por su luz negra, aquel océano donde sumergirse.

Estaba claro que el resto de él era bueno, atlético y con buen caracter, bastante buen estudiante, quizás fuese aún mejor si no se revelara contra la autoridad de sus padres, está claro que aunque para algunas cosas era muy maduro, para otras se revelaba en busca de su independencia, y eso lo hacía mas atractivo aun.

Mientras lo miraba, otro chico se acercó a ella, y le puso la mano sobre los hombres, ella instintivamente se apartó.

- Pero quien eres tu y porque no nos conocemos- dijo melosamente Lu.

A darse cuenta de quien era, quiso golpearlo, como podía ser que uno de sus mejores amigos no la reconocieran, así que aprovechó para golpearlo en la barriga y hacer así que la soltará.

Lu se que quedo totalmente falto de aire gimiendo por el dolor que le causó... aquello hizo que el Ángel la mirara...

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