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12. Confesiones

La hermandad Senn era un lugar increíble. Conforme caminaban por el lugar, Amanda vio que había muchos tipos de plantas con flores de muchas formas, tamaños y colores diferentes. Había también muchos insectos de gran tamaño, algunos le daban repelús a Amanda al poder ver su aspecto tan detalladamente. Pasearon rodeando el lago, había varias chicas sobre el agua del lago haciendo una especie de baile, parecido al ballet. También manipulaban el agua lanzándola a los lados, o congelándola y formando figuras diferentes con ella, era un bonito espectáculo.

— Están preparándose para el baile de invierno— dijo Reyna.

— ¿Baile de invierno?

— Si, todos los años se celebran tres fiestas que organizan las hermandades, cada fiesta la organiza una de las tres hermandades. El festival de otoño, que este año les toca prepararlo a los Dagma. En invierno hacemos un baile, que este año nos corresponde prepararlo a los Senn. Y vosotros, los Heam, este año tenéis que preparar el carnaval de primavera. Los alumnos del último curso hacen un espectáculo para toda la academia y después, hay una gran fiesta con música y baile para todos— le explicó Reyna—. Bueno, también está la fiesta de fin de curso, que esa la organizamos los profesores de la academia.

Amanda no sabia nada de eso, pero le pareció interesante, tenía ganas de ver aquellos espectáculos cuando llegase el momento. Aunque estaba un poco despistada, no podía dejar de pensar en que Peter era un elfo y, como los elfos viven muchos más años que los humanos, jamás podría tener una relación con una humana. Eso le deprimió bastante, aunque sabía que no tenía apenas posibilidades con él, tras saber eso, las pocas probabilidades de conquistarlo algún día que ella creía tener habían desaparecido y, con ellas, todas sus ilusiones.

— ¿Te ocurre algo, Amanda?— le preguntó Reyna, quien la miraba como intentando descifrar sus pensamientos—. Estas muy pensativa…

— Perdón, es sólo que, me gustaría preguntarte una cosa— le dijo Amanda un tanto avergonzada—. Los elfos tenéis una vida mucho más larga que la de los humanos, entonces Peter…

— Peter no es como yo, él es más humano que elfo, no te preocupes, su vida será tan larga como la de cualquier humano— le dijo Reyna guiñándole un ojo.

Amanda se sonrojó, pero también se sintió muy aliviada tras las palabras de la directora Senn. Aunque seguidamente, comenzó a tener mayores dudas, que no sabía si preguntar a la directora Senn porque no le parecía correcto hacerlo. Prefirió quedarse callada y seguir paseando con Reyna en silencio.

— Estas muy callada, intuyo que tienes alguna pregunta que te da miedo hacerme…- le dijo Reyna con una sonrisa.

— No, bueno, en realidad si…— Amanda deseaba estar equivocada, empezaron a pasar varias cosas por su mente en ese momento—. ¿Tu vida… será más larga que la de Peter?

— Hace muchos años me enamoré de un humano y toda mi estirpe, al mezclarse con sangre humana, no posee la longevidad de los elfos—le explicó Reyna con tristeza—. Vi morir a mi marido y a mis hijos, pero espero no ver morir también a mis nietos. Aunque Peter es, en realidad, mi bisnieto.

Amanda quedó muy sorprendida a la vez que sintió una gran tristeza al escuchar las palabras de la directora Senn. Podía sentir su dolor, ella había sufrido mucho por la pérdida de sus seres queridos.

— No estés triste, mi niña, la vida es dura pero tenemos que superar los obstáculos y aprender a vivir con lo que tenemos. Yo doy gracias por el tiempo que pase con mi marido y por poder ver crecer a mis hijos y acompañarlos a lo largo de toda su vida. Aunque si es cierto que hubiera preferido dar mi vida por la de todos ellos. Lo peor para una madre es vivir lo suficiente como para ver morir a sus hijos— le dijo Reyna—. Intuyo que tu vida tampoco ha sido fácil, mi niña. Seguro que aquí, en Scanya, te están poniendo las cosas bastante difíciles, pero siempre es bueno apoyarse en la gente que te quiere para superar los obstáculos y los malos momentos lo mejor posible.

Amanda no pudo evitar echarse a llorar, sentía una gran tristeza por Reyna. También pensó en sus padres, todo lo que habrían sufrido al creer haber perdido a su hija. En Axel, el dolor le hacía comportarse de esa manera, parecía estar tan enfadado con el mundo, seguro sufrió mucho al separarse de su hermana, ya que ambos estaban muy unidos. Y finalmente, pensó en ella misma, su vida era cierto que no había sido nada fácil, ni había tenido nunca ningún apoyo de nadie, no podía dejar de sentirse miserable por eso, las palabras de Reyna habían calado fuerte en su corazón. Quizás era eso lo que le faltaba, lo que le había faltado siempre, alguien que la quisiera y en quién apoyarse en los momentos difíciles, pero no tenía a nadie, o eso pensaba.

— Quiero proponerte algo— le dijo Reyna secando las lágrimas de Amanda— he visto que te gusta mucho nuestra hermandad y, este lugar conlleva mucho trabajo, cuidar tantas plantas y animales es mucho trabajo y estamos pocos en la hermandad. Me encantaría que vinieras a ayudarnos, si tú quieres, seguro que a Myriam le encantaría también.

— Me encantaría ayudaros, puedo pasar después de las clases…

Amanda se despidió de Reyna, se tenía que ir a su hermandad, ya que iba a ser pronto hora de comer. Salió por la puerta de la hermandad al lago que rodeaba el edificio Senn. El puente de piedra había desaparecido, no sabía cómo podría cruzar al otro lado, pero justamente salió Peter por la puerta de la hermandad.

— Peter, ¿podrías ayudarme a cruzar al otro lado?— le preguntó Amanda sin apenas mirarlo, ya que se acordaba de lo que había pasado hacia un rato y le daba mucha vergüenza hablar con él.

— Te ayudaré esta vez, pero no podemos volver a hablar, si Axel se entera…él es mi amigo… Adiós, Amanda.— Le dijo Peter a la vez que hacía surgir el puente de piedra y, seguidamente, se fue andando por encima del agua sin siquiera mirarla.

Amanda no dijo nada, entendía las razones de Peter, aunque le daba mucha tristeza que Peter no quisiera volver a hablar con ella. Cruzó el puente de piedra y se dirigió hacia la hermandad Dagma. Cuando ya estaba cerca, vio a un grupo de chicos Dagma, estaban gritando y riéndose, no sabía que estarían haciendo ni a qué se debía tanto alboroto.

- ¿Has tenido suficiente? Que sea la última vez que vienes a hablar conmigo como si fueras mi amigo. ¡Tú y yo no somos ni seremos nada nunca!- era Lucas el que gritaba.

En ese momento, se fueron todos de allí menos un chico moreno que había tirado en el suelo, estaba quejándose de dolor. Amanda se acercó al darse cuenta de que aquel chico era su amigo Sebas. Los Dagma le habían pegado una paliza, le habían dejado el cuerpo magullado y le sangraba la nariz.

— Sebas, ¿Estas bien?— le preguntó Amanda angustiada-. ¡Lucas se ha excedido demasiado, voy a ir a por él! Se va a arrepentir de lo que te ha hecho…

— Déjalo Amanda, no ha sido para tanto. No quiero causarle problemas.

— ¿Cómo que no, Sebas? Mira lo que te ha hecho…¿Por qué lo defiendes? No lo entiendo…

— Porque le quiero…—dijo Sebas entre lágrimas—. No lo puedo evitar, no puedo cambiar lo que siento. No se lo digas a nadie, no quiero que sepan que me gusta, pensaran que soy un bicho raro…

— No hay nada de malo en que te gusten los chicos, Sebas, no tienes que avergonzarte de ello. Lo que me preocupa y me cuesta entender es que cómo puedes querer a alguien que te trata así…

— ¿En serio, Amanda? Me criticas a mí, pero haces lo mismo con Axel— dijo Sebas enfadado—. Te trata fatal y siempre se lo permites, estoy seguro de que te gusta…aunque antes te has excedido un poco, no pensaba que fueras a vengarte de esa manera…

— ¡Yo no sabia lo de los lobos, Sebas! sino no los habría mencionado— dijo Amanda alterada—. Y no es lo mismo, Sebas, yo no podría ver a Axel de esa manera…

— ¿Cómo que no es lo mismo? ¿Entonces que es, Amanda? ¿Por qué no podrías verlo de esa manera?— no paraba de preguntar Sebas— Explícamelo, porque no entiendo que es lo que te pasa con él…

— Axel... Axel es mi hermano.

Sebas se quedó callado mirando de manera incrédula a Amanda. Ella se estaba empezando a arrepentir de habérselo contado a Sebas, pero recordó lo que le había dicho Reyna sobre confiar en la gente que te importa para superar los malos momentos. El único al que se lo podía contar y en quién sabía que podía confiar, era Sebas. Así que se lo tenía que contar todo, ya no había vuelta atrás.