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Capítulo 8

Gala me lleva de vuelta a Angel's Sin. Que nombre más oportuno. Justo con toda situación y sobre todo con la historia que parece sacada de una nueva película apocalíptica.

Así que Caleb es su hermano. No puedo culparlo por no haberlo matado. Todo lo contrario, lo entiendo. Si Noelia fuera como él... la ayudaría. Pero de ella no sé nada, ni siquiera si está viva.

Me siento tan agotada, no solo físicamente. Mi mente está exhausta pensando en cada detalle que ha pasado solo en un par de semanas.

-Gala, ¿Qué es eso de los niveles y los soldados? - se me paso por alto preguntarlo con, bueno, todo lo que estaba sucediendo. Aparta la vista de la carretera y me sonríe amablemente.

-Oh, veras. No todos nosotros tenemos las mismas habilidades. Hasta el más común de nosotros tiene cierto talento que es bastante impresionante, comparado con lo sencillos que sois los humanos. - se encoje de hombros. -Sin ánimos de ofender.

-No hay problema.

-No separamos en cuatro niveles. Están los de nivel niebla, que como su nombre lo dice tiene la habilidad de volverse como ella. - Mis ojos se agrandan. -Si y también podemos dormir e incluso con la cantidad adecuada dejar a nuestro enemigo paralizado. Es lo que utilice contigo.- me guiña.

-Gracias por eso. - contesto.

-Luego están los soldados fuego. Estos son capaces de controlar cualquier tipo de calor y crear fuego ellos mismo. Lo tienen en su sistema. Con un solo chasquido, te pueden reducir a nada más que cenizas. - e incluso ella conociéndolos se ve incómoda. -Drac es uno de ellos.

-Oh vaya, jamás lo imaginaria. Él luce tan tranquilo. -

-Drac tuvo un accidente con su poder hace un tiempo. Juro no volverlo a usar. - quería preguntar sobre ello, pero decidí callar.

-Después están los niveles sangre que son casi igual de poderosos y mortales como los cambia forma. El único problema con estos últimos es que son muy raros. Solo tenemos a uno en nuestro clan. Los soldados sangre son muy fuertes, pueden destrozarte con tres sencillos movimientos. Son más rápidos, más fuertes, hacen que te ahogues con tu propia sangre. Pero necesitan más sangre que cualquiera de nosotros. Su apetito es voraz y son los únicos que pueden cambiar un poco la forma en la que lucen, como ya sabrás porque viste a Caleb. Y bueno... te has visto a ti.- trago saliva.

 -Los cambia forma se transforman en bestias. Es decir, criaturas apocalípticas. Según dicen, son descendiente de arcángeles. Nunca he visto a un transformarse. Tampoco es que conozca a alguno. El que está en nuestro clan vive haciéndose pasar por otro. Los ángeles los cazan más que a cualquiera de nosotros. E incluso hay clanes enemigos donde piensan que, si bebes su sangre, te convertirás en uno de ellos. 

-Oh Dios, tiene que ser horrible.

-No tienes idea.

-Cada vez que me cuentas algo sobre vosotros mi cabeza explota, es decir, ¿cómo podéis estar aquí después de tantos años?

-Adaptándonos al mundo y su desarrollo. He visto esta ciudad crecer.

-¿Cuentos años tienes?- le pregunto porque la curiosidad me vence. Ella se ríe.

-Buen pregunta- me guiña. -Tengo exactamente 520.

Me quedo mirándola directamente como si ella fuera un mono de feria. No exactamente, pero parecido.

-Dios mío, eres super vieja. ¿Cómo es posible que luzcas como una de 25?

-Oh, genética angelical supongo. Dejamos de envejecer a los 30-.

Da la vuelta a la esquina y ya estamos en mi trabajo. He perdido una noche. Miro la hora en la guantera y son las 6 de la mañana, apenas está saliendo el sol. Debo entrar y explicarle a Milán que todo está bien. Bueno, medianamente bien. Le doy las gracias a Gala por traerme y abro la puerta, cuando estoy a punto de cerrarla, ella lo impide.

-Iré a recogerte esta tarde a casa. Descansa un poco. Aun no te he hablado sobre nuestras reglas. Además, Drac necesita revisarte. - me informa y yo asiento.

-Oh y una cosa más, resiste. Llevas un buen tiempo sin comer nada. Empezará a pasarte factura, te traeré algo de nuestras reservas esta tarde. No le hagas daño a nadie. No podrás vivir con ello, créeme.

Y se marcha. Dejándome un mal sabor de boca. Hasta ahora me he controlado bastante bien, creo yo. No está en mis planes dañar a nadie.

Además... Me rehuso a comer carne humana.

Me acerco al bar a paso lento, desde aquí puedo escuchar las voces de Rubén y Julia reír mientras recogen todo. Me siento mal por aumentarles trabajo.

Estoy a punto de abrir la puerta cuando invade todos mis sentidos el hambre. Escucho la vida dentro del bar y lo único que me apetece es acabar con ella. Mi boca se hace agua. Pestañeo y lucho contra el hambre voraz.

Decido que es mejor marcharme antes de que algo malo de verdad suceda. Corro hacia mi coche y me encierro.

Apoyo mi cabeza contra el volante, respiro y me tomo mi tiempo.

¿Cómo voy a ser capaz de vivir así?

Menos mal que Drac se molestó en tomar mis cosas, sino estaría obligada a enfrentar a las personas que tanto quiero dentro de ese bar. Con la posibilidad de hacerles daño.  

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Llego a casa y parece que no hay nadie.

- ¿Mamá?

No contesta. Bajo al sótano a por papá, pero parece que tampoco está en casa. Esto es muy extraño. Pero la verdad que me siento aliviada.

Tomo una ducha rápida, que me relaja lo suficiente como para caer muerta en la cama.

Justo cuando estoy a punto de quedarme dormida. Lo escucho.

Ahí están de nuevo. Los susurros.

"No puedes huir de mí."

Me estoy volviendo loca.

"Eres mía."

"No te resistas."

"Tienes que comer."

El ultimo susurro me saca de la cama. Corro al armario y me pongo lo primero que encuentro.

¿Por qué suena como Caleb?

Mi teléfono empieza a timbrar. Es mi madre.

-Hola mamá. - trato de sonar lo más tranquila posible.

- ¿Qué tal cariño? ¿estás en casa ya? Tu padre y yo hemos ido donde la abuela. Estaremos contigo mañana en la tarde. Te he dejado comida en la nevera.

- ¿Todo está bien con la abuela?

-Si, solo la acompañaremos hacerles unos exámenes rutinarios.

-Bien, no os preocupéis.

-Muy bien. Ten cuidado. Te quiero.

-Y yo a vosotros. Adiós. - bien. No tendré que preocuparme por ellos por un tiempo. Tengo millones de mensajes aun sin responder de los chicos, me siento mal por ello. Les envío un mensaje diciéndoles que estoy bien y que pronto nos veremos.

Gala me dejo su número.

No contesta, voy de perder los papeles. Maldición.

Estoy a punto de colgar cuando contesta.

- ¿Qué ocurre?- pregunta alarmada.

-Lo escucho. Me habla todo el tiempo. Pensé que estaba soñando, pero no. Es él.

- ¿Quién es él?

-Caleb, no sale de mi cabeza. Ayúdame.

-Estaré ahí en una hora, trata de calmarte. - La escucho moverse de un lado a otro –Te traeré de vuelta. No te acerques a nadie.

-Gala, una cosa más. -

- ¿Sí?

-Tengo hambre. 

Y lloro.