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Los Preparativos

Poco a poco los días fueron pasando y Apolo lentamente se fue acercando a la capital, hasta que finalmente llegó el día prometido. El viaje de 6 meses fue duro para todos los miembros de la caravana y si bien no hubo accidentes importantes, 6 meses de viaje son suficientes como para terminar desgastando cualquier alma.

Apolo por su parte se fue acostumbrando a la vida en el exterior del castillo y al comportamiento "extraño" de los plebeyos, poco a poco el joven empezó a comprender el significado de las palabras de su hermano menor y trató de ir aprendiendo de los demás para actuar como los demás esperaban que un noble de verdad actuara. Ya tras unos largos 6 meses aprendiendo de la vida misma, Apolo tenía algo de confianza en que podía lidiar con los problemas que fueran surgiendo en la capital.

Otra cuestión considerable fue que Apolo poco a poco fue mejorando su físico gracias a que solo se dedicaba a comer y dormir en el carruaje: sin estar tan obsesionado con ir a explorar el bosque. Aunque la realidad es que si compararan el cuerpo del joven con el de una persona normal, ninguna persona cuerda diría que el físico de Apolo era el de una persona saludable: las pesadillas seguían atormentando al joven por las noches, remarcando sus orejeras y su falta de ganas. Mientras que la comida de todos los días tampoco lograba engordarlo lo suficiente como para que sus huesos dejaran de notarse. Para colmo su fuerza muscular se había estado atrofiando de estar tanto tiempo encerrado en un carruaje, pero descontando esos tres factores fundamentales en la salud humana, podríamos autoengañarnos y decir que Apolo estaba un poco mejor que antes.

Del otro lado del grupo del viaje, Mateo y Orrin fueron adaptándose a los hábitos de su joven señor: si bien al comienzo la tarea era realmente complicada, luego de un tiempo el duo padre e hijo fueron dándose cuenta de que eran muy afortunados al tener un señor tan sedentario; al fin al cabo la rutina y los problemas de Apolo siempre eran los mismos: pelear por la comida del joven señor, limpiar las ropas y poner la oreja para escuchar lo que decía cuando le agarraba algún ataque de pánico.

En principio, siguiendo las indicaciones de los comerciantes, el día de hoy llegarían a la capital, por lo que Orrin comenzó a hacer los preparativos más importantes. El viejo criado llevaba pensando en este día durante 6 meses, por lo que ya tenía la gran mayoría de cosas previamente preparadas. Aprovechando una pausa tomada por la caravana en el medio del camino, Orrin se bajó del asiento de conductor de su carruaje con una caja en la mano y procedió a acercarse al carruaje donde siempre se encontraba Apolo.

—Mi señor, aquí tiene los documentos para convertirse en mago—Comentó Orrin mientras abría la puerta del carruaje de Apolo y le entregaba la caja con cuidado.

—Perfecto—Respondió toscamente Apolo tomando la caja y cerrando rápidamente la puerta del carruaje como temiendo que los documentos en la caja cobraran vida propia y se escaparan por su cuenta.

La caja era de madera y no era demasiado grande: tendría el tamaño de una maleta de mano. Al abrirla, Apolo notó que dentro de la caja solo había 3 pergaminos enrollados y una máscara de plata. La máscara de plata era bastante bonita e inmediatamente llenó de curiosidad a Apolo, la misma era un antifaz por lo que solo cubría la parte superior de su cabeza: dejando su boca y nariz expuesta. En cuanto a la apariencia, además de la obviedad del hermoso color metálico de la plata, la misma estaba inscripta con hojas que se entrecruzaban y dos hojas rojas podían verse justo abajo de cada uno de los orificios de los ojos. Apolo pudo reconocer al instante que las hojas eran idénticas a las que daban los árboles negros a los alrededores del castillo, por lo que parecía que alguien había diseñado la máscara específicamente para él. Sin esperar leer los contenidos de los pergaminos, Apolo se puso la máscara de plata para notar con alegría que efectivamente alguien había diseñado esta máscara para él, dado que se ajustaba perfectamente con las dimensiones de su cabeza.

Con curiosidad, Apolo se miró en el reflejo del vidrio del carruaje para ver como le quedaba la máscara, solo para descubrir con agonía que la máscara si bien era hermosa, solo servía para acentuar aún más la gran nariz puntiaguda en su rostro. Con tristeza, Apolo se retiró la máscara de su cara y procedió a abrir uno de los pergaminos de la caja para ver que tenía escrito en él.

Al abrir el pergamino, Apolo se percató de que se trataba de un mensaje de respuesta hacia su abuelo, el cual decía lo siguiente:

"Oh, gran rey del bosque negro:

Me place informarme de que uno de sus nietos está dispuesto a convertirse en un mago para el imperio. Como es lógico, haremos los arreglos pertinentes para asegurarnos que el deseo de su nieto, Apolo del bosque negro, se vea satisfecho sin mayores inconvenientes. Solo recuérdele a su nieto entregarme la tarjeta adjuntada en esta carta al finalizar el proceso de inscripción en el ministerio de magia.

Att, Dorien de pueblo blanco, Ministro de magia"

Apolo leyó con atención y observó que abajo del mensaje escrito en el pergamino se encontraba pegada con cera una pequeña tarjeta de papel. Con cuidado, Apolo la despegó para observarla con atención: la tarjeta era una simple hoja de papel sin nada escrito en ella, salvo por el llamativo dibujo de dos ojos bien abiertos en uno de sus lados.

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