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El examen

Apolo con satisfacción observó como su criado aplaudía por su logro, sin embargo, su sonrisa no duró mucho, ya que las risas proviniendo de los demás carruajes se hicieron demasiado evidentes para el joven cuando dejó de concentrarse en tratar de subir al carruaje. Pese a ello y para fortuna de Apolo y de todos los pretendientes a convertirse en magos, los guardias comenzaron a indicar que todos los pretendientes debían ingresar al castillo para ser examinados. Al parecer el accidente de Apolo había provocado que el mago que evaluaba la inscripción terminara de perder la paciencia y decidiera acabar con este trámite de una buena vez.

Atónito por las nuevas instrucciones dadas por los guardias, Apolo miró sin ocultar su asco como los pretendientes comenzaron a bajarse de sus respectivos carruajes para caminar hacia el castillo; dado que la cola de carruajes no era precisamente corta era imposible acercarse conduciendo por lo que no quedaba otra alternativa que ir caminando. Tras ver esta escena desarrollándose delante de sus ojos, el joven no ahorró en insultos y se quejó en voz alta:

—Acaso ninguno de los guardias pudo advertirme de que teníamos que ir entrando al castillo antes de que tratara de subirme al asiento del conductor, son tan incompetentes o solo me odian por ser noble.

—Claramente, es por las dos cosas, mi señor—Dijo Orrin también enojado, era demasiado evidente que el motivo por el cual la orden no se había dado antes era para poder mofarse de su señor—Cuando lleguemos a la puerta nos quejaremos como es debido.

—No, no, lo que pasó, ya pasó y que castiguen a estos guardias no me devolverá mi honor. Pero si nos piden pagar para reemplazar el árbol que acabo de destruir, le decimos que por ofenderme no le daremos ni un solo cristal—Contestó Apolo con una sonrisa en su rostro; ahora tenía una excusa perfecta para librarse de ese "pequeño" problema.

—Como usted ordene, mi señor—Respondió Orrin no tan contento con la idea de reemplazar honor por dinero.

—Por lo demás, ayúdenme a bajar: ¡Tengo un trámite que terminar!—Exclamó Apolo con ansias; el viaje había sido demasiado largo y finalmente había llegado el gran momento que había estado esperando durante unos largos 6 meses.

Apolo se tiró del carruaje, fue atajado por Mateo e ignorando las risas de los demás participantes caminó hacia la puerta del castillo acompañado de sus criados. Cuando llegaron al castillo un guardia se acercó para recibirlos, como casi todos los guardias, el mismo se encontraba vistiendo una armadura de plata, la cual parecía estar diseñada para centrarse más en el aspecto estético que defensivo. Por su parte el cabello rubio del guardia estaba muy cuidado y tenía un bigote ondulado muy fino en su rostro, por lo buen mozo que era esta persona uno podría imaginarse que la estética era un asunto bastante importante en su vida.

—¡Mucho gusto, joven aspirante a mago!—Saludó el guardia al ver que Apolo se acercaba, con un tono de voz bastante enérgico a pesar de que había estado trabajando más de 16 horas seguidas.

—Encantado—Respondió Apolo, un poco sorprendido de ver un guardia tan elegante atendiendo la recepción del cuarto castillo del ministerio de magia.

El guardia miró a Apolo de arriba a abajo y luego centró su atención en los dos criados que lo acompañaban, mientras tanto usaba sus dedos para ondular su bigote constantemente como si de un tic nervioso se tratase.

Con paciencia, Apolo esperó a que el guardia comentara las instrucciones, no obstante el mismo se había quedado callado enrollándose su bigote, como si se hubiera olvidado que tenía que decir y buscara ganar tiempo hasta recordarlo.

—¿Dónde lo evalúan a mi señor?—Preguntó Orrin al notar que el guardia se había quedado tildado, no queriendo que Apolo haga esperar más al mago.

El guardia solo sonrió a la pregunta sensualmente y comentó con un tono de voz particularmente elegante:

—Dada la gran cantidad de aspirantes a mago de este año las evaluaciones cambiarán, por lo que los aspirantes tendrán que hacer una prueba escrita y una oral con el mago evaluador. Para hacer la prueba escrita debe ir hacia la sala 8A en el primer piso del castillo, siga las indicaciones que pusimos y logrará llegar sin problemas. Por lo demás, solo los aspirantes pueden entrar al castillo.

Sin dudarlo, Apolo entró al castillo despidiéndose rápidamente de sus criados. Casi que corriendo, el joven caminó por los pasillos con algo de temor a que el guardia de la puerta recordara que él es el que había destrozado un árbol del jardín hace unos minutos.

Al adentrarse en el castillo, el joven noble observó como unos carteles hechos con papel habían sido colocados en las paredes de los pasillos. Por lo mal escritos que estaban algunos de estos carteles parecía que los guardias se habían visto obligados a improvisarlos y no tuvieron tiempo de cambiar los ilegibles. Sin embargo, la cantidad de indicaciones eran abundantes y Apolo no tardó en llegar a una gran sala llena de personas esperando ser examinadas. Lo primero que notó el joven es que la sala parecía haber sido improvisada dada la irregularidad entre las sillas y mesas de la sala: las cuales aparentaban que simplemente agarraron los muebles de las habitaciones circundantes y los fueron juntando en este gran salón.

Viendo que el salón estaba rebosando de aspirantes, Apolo rápidamente buscó un asiento para sentarse, pero con disconformidad se dio cuenta de que todos los asientos habían sido ocupados, por lo que esperó a que los guardias se percataran del problema y trajeran algunos bancos para los que no podían sentarse. Sin embargo, la ingenuidad de Apolo le tomó una mala pasada, ya que el primer y único guardia que entró a la sala llena de aspirantes, tenía en sus manos una caja llena de papeles y unos lápices. Sin importarle las quejas de los aspirantes y recibiendo atrevidos insultos, el guardia sonrió con una sonrisa picará a cada aspirante mientras le entregaba un lápiz y unos papeles.

—¡Donde se supone que rellene este papel!—Exclamó Apolo sin ocultar su mirada de disgusto, mientras recibía el lápiz y los papeles del guardia.

—En el piso o espere a que termine otro aspirante y tome su asiento—Dijo el guardia en voz muy alta como buscando que todos en la habitación lo escucharan, rompiendo de tal forma su silencio funerario —Recuerde que solo tiene 10 minutos para entregar el examen.

—Pero manga de incompetente, ¡¿Acaso sabe quien carajos soy yo?!—Gritó Apolo con cólera, al escuchar semejante respuesta por parte de un don nadie.

—No, justamente por eso le preguntamos su nombre en el examen—Respondió el guardia con una sonrisa pícara, mientras procedía a ignorar la mirada enojada de Apolo y continuaba entregando los papeles y lápices a los demás aspirantes.

Sintiéndose ofendido, Apolo observó las preguntas y para su increíble sorpresa descubrió que efectivamente en este papel debía rellenar su nombre por lo que el guardia no le estaba mintiendo. Al enterarse de semejante hecho, Apolo observó al resto de participantes y descubrió que nadie estaba sorprendido como él porque le preguntaran quienes eran, por lo que supuso que estas personas ya sabían de antemano el contenido del formulario y en consecuencia acababa de quedar en ridículo frente a los demás por no saber una obviedad.

Con el rostro rojo como un tomate, Apolo vio como los otros aspirantes que no habían logrado conseguir un escritorio se sentaban en el piso sumisamente para completar el formulario con incomodidad, por lo que al parecer la opción de esperar no era tan buena idea como le parecía inicialmente. Siguiendo el ejemplo de los demás, Apolo se sentó en el piso y leyó las preguntas en el papel con seriedad:

"Primer punto: recuerde indicar su nombre y procedencia

Segundo punto: recuerde indicar la cantidad de veces que intentó este examen.

Tercer punto: Indique que es un «bismuto» y como lo utilizaría para diseñar un conjuro (De explicación y no de ejemplo)

Cuarto punto: Indique cómo es que podría enterarme de que necesito un aditivo/agregado para realizar un conjuro, sin usar un «Memo».(de solo un ejemplo, no explique de más)

Quinto punto: Pida a sus ancestros que le den suerte en el examen (no lo escriba)"

Apolo se quedó releyendo el papel en sus manos por dos minutos, sin entender por qué alguien le preguntaría esto y que tenía que ver estas preguntas con su vida diaria: lo cierto es que esta era la primera vez que el joven noble veía un examen en toda su vida, por lo que no entendía muy bien qué es lo que estaba ocurriendo en estos momentos. Pese a ello, Apolo recordó que solo tenía diez minutos y había perdido dos, por lo que lo mejor era apurarse y llenar los dos primeros puntos que parecían ser los más importantes del "formulario de inscripción".

Tras terminar esos puntos, Apolo trató de imaginarse que era un «bismuto», pero nunca en su vida había escuchado esa palabra, por lo que decidió preguntarle a un niño que estaba sentado en el suelo a lado de él, percatándose que por la cantidad de palabras que había escrito este niño en la hoja parecería que sabía la respuesta correcta.

—Disculpa, ¿Qué es un «bismuto»? —Preguntó Apolo acercándose para tratar de leer lo escrito en el papel de la otra persona.

—…—El niño de pelo rojo y pecas, que no tendría más de 15 años, miró a los costados del aula y se dio cuenta de que no había un solo guardia vigilando, por lo que decidió responder en voz baja:

—Deberías saberlo…

—¿Debería saberlo? —Repitió Apolo en voz alta, asustando al niño pelirrojo

—Sí, deberías—Respondió en voz baja el niño, mirando de mala gana a Apolo tratando de indicarle con la mirada que se callara: en su mente, si este idiota seguía pidiéndole la respuesta, podrían anular el examen de él también

—¿Acaso todo el mundo acá sabe que es un "bismuto"?— Gritó con fuerza Apolo, sintiéndose ofendido, al no conocer algo que al parecer era de conocimiento popular.

Todos en la sala lo miraron como un demente, sin embargo, algunas almas desesperadas también se dieron cuenta de que en realidad no había un solo guardia en toda la sala y el guardia que les había entregado los exámenes había desaparecido sin dejar rastro hace mucho. Por lo que un hombre gordo con el rostro sudado y la ropa desacomodada respondió gritando:

—La verdad es que no lo sé, ¿podrías decirme?, Te lo imploro, necesito aprobar esta vez: en caso contrario no podré pagar la deuda que tengo y venderán la casa de mi familia. ¡Por favor te lo suplico, tengo hijos que proteger!

Al escuchar la desesperación del hombre, Apolo miró inquisidoramente al niño pelirrojo al lado de él como si fuera su responsabilidad gritar la respuesta a todos en la sala. Sin embargo, el niño no fue intimidado por la mirada de Apolo y decidió ignorar a estos idiotas desesperados, continuando con la relectura de su examen.

Al ver la inusual negativa, Apolo estiró su mano descaradamente para arrancarle el papel al niño pelirrojo y bajo la mirada atónita de todos los demás examinados procedió a leer en voz alta el examen del niño:

—Al parecer, según el joven Yovel de pueblo blanco, un bismuto es un instrumento que sirve para medir la potencia de un conjuro, es decir, que tanto requerimiento tiene: no confundir con qué tan fuerte es. A partir del 20B o 20.000 bis se deben usar agregados para hacer que el conjuro funcione. Por lo que es fundamental utilizarlo al iniciar un experimento para determinar cuántos agregados hay que utilizar. En cuanto al cuarto punto, como ya fue explicado: podría emplear un bismuto, aunque los bismutos son muy caros, por lo que los magos utilizan a los memos a costa de perder un poco de precisión y consumir agregados de más.

Apolo le devolvió el examen al niño, mientras el pelirrojo lo continuaba mirando con aturdimiento: como si lo que acababa de ocurrir fuera un hecho imposible de entender para él. Con aún más incredulidad, el niño observó como todos en la sala hace tiempo habían dejado de mirar al idiota dictando las respuestas, para mirar con preocupación sus propias respuestas. Algunos incluso comenzaron a tachar desesperadamente lo que habían escrito en sus hojas y comenzaron a escribir con violencia lo que había dictado Apolo, empleando pequeñas alteraciones para que no se distinguiera que se estaban copiando.

Por su parte, Apolo observó como todos escribían desesperadamente y se dio cuenta de que no había mucho tiempo que perder, por lo que transcribió textualmente la respuesta de Yovel, mientras el niño temblaba al darse cuenta de que todos los aspirantes estaban poniendo una respuesta similar a la suya en sus exámenes.

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pedro_corticreators' thoughts