10 Capítulo 10

Zhou Zan se sentía tranquilo con la escritura de propiedad guardada en el interior de su ropa, gracias a que acres de tierra habían sido transferido antes a su nombre por la hermana mayor del antiguo Zhou Zan le había sido más sencillo hacer a su nombre la tierra donde estaba la casita. También había hecho su registro familiar convirtiéndose oficialmente en un habitante de la aldea de la montaña.

El líder de la aldea se había despedido tras ayudarlo y negarse a una invitación a comer fideos, alegando deseaba visitar y entregar unas cosas a su hijo menor quien vivía y estudiaba en la ciudad.

Solo y cambiando de idea sobre comer, Zhou Zan había procedido a recorrer la rústica y ajetreada ciudad, la ciudad era como esos pueblos que aparecían en los dramas chinos antiguos de televisión, había tiendas, pequeños y grandes restaurantes, vendedores ambulantes de todo tipo y muchas personas en carretas o a pie yendo y viniendo por las calles. También había algunos carruajes, pero no tan elegantes como los mostrados en la televisión. Algunos corredores del Yamen recorrían las calles vigilando y manteniendo la paz.

Al ver a un hombre de edad avanzada vender y tejer cestas de bambú en el suelo, Zhou Zan se acercó.

—Anciano, ¿qué precio tienen estas cestas?

El anciano levantó la mirada, al ver a Zhou Zan y su porte, un poco parecido al de un maestro rico, se entusiasmo.

—Estas cestas las hice yo mismo, son resistentes, difíciles de romper. Su precio es por tamaños, esta más grande cuesta cinco monedas de cobre, esta que le sigue tres, y esta más pequeña solo dos. ¿Este hermano ger quiere una?

Zhou Zan asintió.

—Anciano dame las tres.

El hombre sonrió feliz, era su primera venta en el día, rápidamente metió las canastas una dentro de la otra y las acercó a Zhou Zan.

Antes en el Yamen había gastado tres taels y quinientas monedas de cobre por el pequeño terreno y la casa, así que tenía monedas de cobre para pagar con tranquilad, metió la mano en la bolsa colgada en su cintura para tomar diez monedas de cobre y pagar.

El anciano recibió y contó el dinero, luego de verlo asentir tomó las cestas.

—Gracias, anciano —dijo con una pequeña sonrisa.

El anciano negó con la cabeza.

—Gracias al pequeño ger.

Zhou Zan partió rodeando las cestas con sus brazos, se dirigió a una tienda donde un vendedor anunciaba los precios de sal y otros ingredientes de cocina, dentro pidió hojas de té, pimienta y algunos otros condimentos. Tras salir de esa tienda se acercó a una donde vendían carne, compró algunos cortes y huesos de cerdo. Vio otra tienda donde vendían utensilios de cocina, dentro compró cinco tazones, cinco pares de palillos, vasos, un juego decente de té, cucharas grandes, dos ollas medianas y un wok, de allí fue a una carpintería para comprar un juego de cajas de madera para comida.

Pensó que era suficiente por ese día, si comprará más no podría llevar las cosas él solo por más bien que organizará todo. Se dirigió hacia la zona de carretas donde había llegado esa mañana con el líder de la aldea, en su camino vio a una mujer vender bollos al vapor.

Los bollos eran blancos, redondos y fragantes, de apariencia muy deliciosa, hacia algunas horas desde que había desayunado, así que Zhou Zan se acercó y esperó la persona frente a él terminará de comprar.

—Bollos, bollos de carne y verdura, deliciosos, solo cinco y tres monedas de cobre.

—Tía, ponme diez, cinco de carne y cinco de verduras, por favor —dijo bajando las cosas al suelo para descansar.

La mujer sonrió feliz al escuchar el gran pedido, la persona normal solo compraba dos o tres bollos.

—Este pequeño ger esta realmente hambriento, ¿eh?

Zhou Zan rió ante su broma.

—Es culpa de la tía por hacer unos bollos de apariencia tan deliciosa.

—¿Es así? Mi culpa, mi culpa.

Luego de colocar los bollos envueltos en papel grasa en la canasta, Zhou Zan partió al lugar donde se juntaban las carretas de distintas aldeas. Vio la carreta en la cual había llegado a la ciudad, la carreta era manejada por un aldeano de apellido Ma, quien era dueño de la carreta y el burro.

—Viejo Ma, aún no te has ido, eso es bueno —dijo agotado.

El hombre vio venir a Zhou Zan y solo asintió sin decir nada. Era un hombre serio y mayor, de pocas palabras. Algunas personas en la carreta miraron a Zhou Zan de arriba a abajo, tronaron la lengua y luego miraron sin vergüenza las compras en su gran cesta.

—Zhou ge'er, compraste mucho —comentó una mujer de unos treinta años.

—Cosas que necesitaba para el hogar —dijo sentándose, colocando la cesta repleta de cosas frente a sus pies.

—¿Es así? —preguntó con envidia mal oculta en su tono.

—Zhou ge'er no debería gastar tanto su dote, sino, ¿qué darás en un futuro cuando te cases? —dijo un ger de la misma edad que acompañaba a la mujer.

La mujer y ger se miraron, compartiendo una sonrisilla, obviamente burlándose de Zhou Zan, ambos eran amigos de Cao Chen.

¿Quién en la aldea estaría dispuesto a casarse con un ger con tan mala reputación como Zhou Zan? Además en una sola ida a la ciudad había gastado tanto, a ese paso terminaría con su dote y menos personas podrían estar interesados en él. Un ger tan derrochador.

Zhou Zan fingió no oírlos y tras pagar las cinco monedas de cobre por el asiento procedió a tomar un bollo de carne para comer.

—Oye, ¿supiste sobre el hombre abandonado del pueblo vecino? —preguntó un hombre a otro mientras subían a la carreta.

—Si, un caso, eh.

Zhou Zan dejó de comer y prestó atención de forma inconsciente.

—Dicen que este hombre abandono a su familia durante años, luego regreso esperando su esposo pequeño aún lo recibiera.

—¿Oh?

—¿No lo sabes? Se dice se enojo tanto al regresar y descubrir su esposo se había divorciado de él y se había mudado que amenazó a la familia de sus suegros. Dicen los golpeó. Dicen siempre golpeaba a su esposo e hijo.

—Qué sin vergüenza —El hombre negó con la cabeza e hizo un chasquido con su boca.

La mujer y ger también se involucraron en la charla ociosa.

—También escuche, tengo un primo en la aldea vecina. Dicen que para vengarse de sus suegros tomó a su hijo y lo vendió como esclavo. Huyó con el dinero. Nadie ha vuelto a verlo.

—¿Qué? ¿Qué clase de padre hace eso? El yamen debería encargarse de hombres como ese.

—No culpo a ese ger por divorciarse, ¿qué ese hombre no lo abandono? Se dice que cuando huyó antes se llevo todo el dinero de la familia de su esposo. Todo un ladrón.

Zhou Zan continuó comiendo, poco después la carreta partió hacia la aldea.

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